Capítulo 0002

Dannon se dirigió a su estudio, en donde lo esperaba su mate, una loba que, en ese momento, tenía la apariencia de una mujer atractiva. Su cabello ligeramente rubio se desbordaba a lo largo de su espalda y sus ojos amelados se incrustaron en el Alfa en cuanto éste se hizo presente. Su nombre era Débora.

—Alfa —se levantó del asiento en el cual se hallaba reposada—. Se ha tardado bastante. ¿Qué ha estado haciendo?

Dannon la miró ceñudo y, aunque rápidamente intentó relajar sus facciones, no tuvo éxito.

Finalmente había encontrado a su pareja y asumió que debía sentirse aliviado. Sin embargo, ese no era el caso. Más bien, se percibía a sí mismo bastante tenso.

—Tenía que hablar con Kallen y explicarle la situación —replicó.

—¿Tan importante es ella para usted?

—Ella era mi prometida —contestó en tono seco.

—Alfa —la mujer dio unos pasos hacia él y colocó las manos en el tórax de Dannon—. No pierda su tiempo con alguien tan insignificante como una simple sustituta. Ya estoy aquí y no necesita tener consideraciones con ella. Yo soy su pareja destinada, la real y la única. Lo que debería hacer es poner toda su atención en mí y anunciar al Clan que soy su Luna para formalizar nuestro compromiso.

Dannon entornó los ojos, inquieto con la actitud de Débora. Tenía la sensación de que la mujer estaba afanada y presurosa a que se llevara a cabo todo aquel acontecimiento.

A decir verdad, no se oponía a que las cosas se aceleraran. Después de todo, ella era su mate. Sin embargo, no podía sentirse calmado. Había algo de Débora que no le cuadraba por completo.

—Los preparativos se iniciarán enseguida —tomó las muñecas de la mujer y las descendió sin mostrarse descortés—. Llamaré a la mucama y te guiará hasta tu habitación.

—¿No compartiremos el lecho?

—Sí, pero las pertenencias de Kallen están en mi alcoba. Ordenaré que la trasladen a otro cuarto para que puedas instalarte —señaló, caminando hacia la puerta con el propósito de salir, pero la siguiente pregunta hizo que se detuviera.

—¿Dormían juntos? Pero si era solo una sustituta y aún no estaban casados —resaltó.

—Como ya te lo mencioné, Kallen era mi prometida —inquirió—. Tengo cosas que hacer, nos vemos más tarde.

Dannon se comunicó con el Beta de la manada, quien tenía el nombre de Izan y además era su mano derecha, y le ordenó que sacaran las pertenencias de la híbrida de su habitación y la llevaran a otro cuarto. Luego de que aquello se llevó a cabo, Débora fue alojada en la alcoba principal.

El Alfa regresó al estudio de su mansión y se dispuso a observar el bosque a través de la ventana. Cerró los párpados y soltó aire por la boca.

—¿Se supone que debería estar feliz? ¿Porqué me siento tan desanimado? —se habló a sí mismo, para después comunicarse con su lobo—. ¿Estás seguro de que Débora es mi mate? ¿No habrá algún error?

—No hay ninguna duda, es ella —manifestó—. El aroma embriagante que la envuelve nos llenó de un éxtasis indiscutible desde la primera vez que la vimos y una llama ardiente se encendió en nosotros en ese instante. No hemos sentido esto con ninguna otra.

—Tal vez —vaciló. Había oído muchas historias de lobos que encontraron a su mate y también acerca de la emoción que experimentaron cuando lo hicieron. Dijeron que lo supieron con solo verla una vez, que la fragancia los hechizó irremediablemente y que sintieron al instante la irrefutable necesidad de protegerla y de marcarla.

"Cuando la encuentre, lo sabrá". Cada lobo con el que había conversado le decía lo mismo. Aunque las emociones y sensaciones eran similares, la experiencia era distinta en cada lobo y, tratándose de un Alfa, cabía la posibilidad de ser incluso más intensa.

—Sin embargo —agregó Dannon—. No logro estar contento con esto, siento que algo no está bien.

De pronto, una voz masculina se oyó desde la entrada del estudio.

—No parece feliz de haber encontrado a su mate, Alfa —comentó el Beta.

—Izan, tienes la mala costumbre de entrar sin tocar —refunfuñó.

—La puerta no estaba del todo cerrada —se encogió de hombros—. Lo he notado bastante abstraído desde que trajo a su mate aquí. Dígame, ¿acaso no la quiere?

—No puedo querer a alguien que no conozco —indicó Dannon sin tapujos.

—Entonces, ¿piensa rechazarla?

—Por supuesto que no —respondió de inmediato—. He estado esperando por encontrar a mi mate desde hacía mucho tiempo y no tengo ningún motivo para rechazarla. Solo es cuestión de costumbre. Es mi pareja destinada, así que asumo que cualquier sentimiento se dará eventualmente y sin forzarlo.

—Espero que así sea, Alfa. Por su bien —alentó.

*****

Un rato más tarde, Kallen ingresó a su nuevo cuarto, observando sus cosas con un deje de tristeza. Ya no era nada, ni nadie, y su vida había perdido significado. ¿Debía unirse a los otros miembros del Clan y empezar a trabajar?

—¿Kallen? —la voz de su madre resonó desde el umbral de la puerta—. ¿Qué haces en esta habitación? ¿Estas son tus cosas?

—¿No te has enterado aún? El Alfa encontró a su mate —expuso ella.

—¿Q-Qué? ¿Cómo? ¡No puede ser! —se perturbó—. Creí que tu lugar como su Luna estaba asegurada, ¡ya te había pedido matrimonio!

—Lo hizo solo porque pensó que ya no encontraría a su pareja, pero las circunstancias han cambiado. Madre, tú y yo ya no tenemos nada que hacer aquí. Tenemos que irnos.

—¿Acaso el Alfa se atrevió a echarte de la mansión? —cuestionó, indignada.

—No podemos vivir bajo el mismo techo que él y su Luna. Recuerda que fui su prometida, no sería sensato que me quede aquí. Él ya rompió nuestro compromiso y no tiene ninguna responsabilidad conmigo.

—Pero ¡¿dónde vamos a vivir?! ¡La cabaña en la que vivíamos ya ha sido habitada!

—Podemos conseguir otro sitio. Solo hemos venido a vivir a esta mansión porque él formalizó su relación conmigo, pero éste nunca fue nuestro hogar. Trabajaré en algún área del bosque, me encargaré de las dos. No te preocupes.

—Argh, que situación tan desagradable —rechistó—. ¿Y quién es la intrusa, eh? ¿Cómo se llama? ¿Es bonita?

—El Alfa dijo que su nombre es Débora, y no tengo idea de cómo es. No la he visto.

—Dudo que sea más bonita que tú —se acercó a ella y la tomó del rostro con ambas manos—. Esos ojos esmeralda penetrantes cautivan a cualquiera, tu larga cabellera castaña le da un toque elegante a tu pálida silueta y resalta las facciones de tu tez. Y tu voz es una canción suave que calma a las almas que la escuchan.

—No todo se trata de belleza —arguyó Kallen.

—¡Claro que no! Pero tú no solo eres hermosa, sino que eres culta, inteligente y refinada, ¡alguien digna de ser una Luna!

—Solo lo dices porque eres mi madre y me quieres. Sin embargo, esto no tiene nada que ver con belleza o con modales. Simplemente… no soy la pareja destinada del Alfa, y no hay nada que hacer al respecto —aseveró con resignación.

Aquella misma tarde, Izan conversó brevemente con Kallen, aclarándole que ni ella ni su madre tendrían que abandonar la mansión. No había ninguna necesidad de que se marcharan, podían quedarse a vivir allí.

Kallen no articuló palabra, solo asintió con la cabeza, pero, en el fondo, era consciente de que no sería nada cómodo si se quedaba a vivir en el mismo lugar que el hombre que amaba, solo para verlo ser feliz con otra.

Esa noche, mientras Kallen ordenaba sus cosas, comenzó a sentirse extrañamente mareada. No entendía por qué, pues no se había sobreesforzado para nada.

A decir verdad, días anteriores, percibió cierta sensación de malestar como náuseas y fatiga. Por esa razón, decidió visitar a una médica. Quiso cerciorarse de que no se tratara de alguna enfermedad contagiosa, pero allí le dieron una noticia que la sorprendió tanto que por poco cayó de espaldas.

—Estás encinta, Kallen —expresó la médica.
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