XVIII Vestidos e ilusiones

Magnus, envuelto en una manta, se acomodó en el asiento trasero del auto. Bea iba de copiloto, junto a Darío, el chofer. Luego de que Magnus recibiera el alta médica y se despedieran de la familia, partieron a la ciudad.

Mientras tomara sus medicinas y siguiera las indicaciones del médico, Magnus mejoraría, aunque su expresión demacrada dijera lo contrario. Poco a poco se fue deslizando en el asiento y acabó acostado. Anhelaba estar en su cama, descansando en la seguridad de sus impecables sábanas.

Se durmió pensando en las aves y en lo perfectas que debían ser sus vidas mientras estaban dentro de su cascarón.

〜✿〜

Bea terminó de poner las sábanas de Magnus en la cama, sus fundas en las almohadas y él se acostó. Nuevamente estaban en la habitación de un hotel.

—Yo dormiré en el sillón —dijo ella—. No quiero que me contagies tus bacterias.

Magnus le sonrió de mala gana. Era una cínica desvergonzada de lo peor.

—Quiero dormir, no hagas ruido —pidió él
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