XXIII Sus verdaderas caras

—¿Debería usar la corbata azul o la gris? —preguntó Ale.

—La gris —dijo Lucía—. Me recuerda a esa película que vimos hace tiempo.

—¿La de los mafiosos?

—¡No! La del tipo que ataba a la chica con la corbata. Yo también quiero jugar a eso, Ale.

—Tal vez después de la cena, cuando celebremos mi nombramiento como CEO de empresas Grandón.

Lucía lo abrazó y giraron, brincando entre risitas.

—Era de esperarse de alguien como el abuelo, martiriza a Magnus y a mí me premia. Te conté que para una navidad, a Magnus le llenó la ropa de polvo picapica mientras la mía la llenaba de billetes. Billetes gordos en cada bolsillo, fue maravilloso.

—Pobrecillo Magnus.

—Tiene muchas historias divertidas para contarle a sus nietos, si es que algún día logra tener hijos. ¿Crees que así me veo como un CEO? —preguntó, arqueando una ceja.

—Te ves como un actor de cine.

—¿Uno que interpreta a un hombre joven, guapo y millonario, que tiene todo lo que quiere?

—Tú siempre te has visto así, Ale, por eso empecé a s
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