Meses después, Robert tomó en brazos a su hijo recién nacido. Lo acunó con sumo cuidado sin dejar de admirar maravillado los movimientos de su carita.Él estaba tranquilo, a gusto entre los brazos cálidos y fuertes de su padre. Escuchaba la melodía que le cantaba en murmullos.Abrió un poco sus ojitos para verlo con pereza. Robert sonrió fascinado al fundirse con los ojos azules de su hijo, tan claros como los suyos.—Felicidades, señor Lennox, su hijo está completamente sano. Y por el tamaño que presenta, creo que será tan alto como usted en el futuro —bromeó la doctora que atendió el parto antes de acercarse a Samantha—. ¿Cómo se ha sentido?—Excelente —dijo ella con una sonrisa sincera y fijó la atención en su esposo, que la veía con adoración desde la distancia.La doctora dio unas últimas indicaciones antes de marcharse de la habitación con la enfermera y así dejarlos solos.—No puedo creer que esto esté pasando de nuevo —exclamó Robert al ubicarse junto a ella y sin dejar de mir
Samantha logró liberarse del compromiso social al que su padre Edmund Muller quiso obligarla a asistir gracias a su bien fingido dolor de cabeza.Esa noche se realizaba una cena benéfica profondos para un hospital infantil y ella no entendía cómo los organizadores de esos eventos seguían invitando a su padre.Edmund asistía a esas fiestas y anunciaba millonarias donaciones, pero nunca llegaba a dar curso a los pagos. Al menos, ya sabía de quien había heredado el talento para la mentira. Él era su mejor ejemplo e inspiración.Esperó a que el hombre se marchara con su novia y la hija de esta y salió de su habitación rumbo a la cocina. Tenía hambre y quería ir por un bocadillo.No encendió las luces, se movía bien a través de las sombras. Los grandes ventanales de la mansión Muller permitían el paso de la claridad de la luna que resultaba suficiente para ubicarse.Al llegar al vestíbulo escuchó unos ruidos provenientes de uno de los salones. Se inquietó porque pensó que estaría sola dent
Cuando Edmund llegó a la mansión luego del evento social, descubrió que Samantha lo esperaba hecha un mar de lágrimas.—¿Qué sucedió? —preguntó severo.Claire, a su lado, la observó con soberbia. Nunca le gustó que Samantha estuviera en esa casa ni compartiera con su hija por sus orígenes maternos humildes.—Fernand me traicionó con otra mujer.Edmund se irguió, incómodo, y Claire arqueó las cejas con asombro.—¿Cómo lo sabes?—Porque lo encontré teniendo sexo en el salón con ella y me confesó que está embarazada.Ambos se impactaron, pero Claire, además, se angustió y corrió a las escaleras para ir a la habitación de su hija. Sospechaba que Elaine estaba involucrada en aquel hecho.—No sé lo que habrá sucedido, pero te prohíbo decir algo fuera del entorno familiar.Samantha se impactó por sus palabras. ¿Acaso su padre ya sabía sobre la traición de su prometido y su futura hermanastra?—Fernand me engaña desde hace tiempo. Para que su amante esté embarazada deben estar juntos desde ha
Samantha se ocultó en la habitación de su hermano para pasar allí la noche y en la mañana buscar otro sitio dónde quedarse. No quería tener problemas con Silvia, su madre.—¿Irás con Jenny? —preguntó el chico en referencia a la mejor amiga de su hermana.—No puedo, le causaría problemas. A su abuelo no le gusta que ella lleve visitas a su casa.—¿Entonces?—No sé. Buscaré dinero para alquilar alguna habitación.—Puedo hablar con el Topo para que te haga un préstamo.—¡No! —dijo con firmeza, aunque con voz baja para que no la escuchara ni su madre ni el novio de esta, quienes debían estar durmiendo a dos habitaciones de distancia—. No quiero deberle nada a ese delincuente y te he pedido muchas veces que te alejes de él.—Es mi mejor amigo —respondió el chico ceñudo.—Es un vendedor de drogas. Aunque haya sido tu mejor amigo en la primaria, ahora no es el mismo. Te meterás en problemas por su culpa.El joven comprimió el rostro en una mueca de desagrado, pero no pudieron continuar porqu
Esa misma tarde, Edmund recibió una visita. Samantha y él aún no habían terminado de hablar sobre la dura sentencia que le imponían cuando apareció en la casa Robert Lennox, «el León».Robert era uno de los socios más importantes del hombre y a quien apodaban de esa manera por el símbolo que poseía el logo de su empresa: el rostro de un león de mirada salvaje y despiadada.Samantha enseguida se llevó una mano al rostro para secar sus lágrimas y se puso de pie cuando su padre lo hizo.Un hombre alto, vestido de manera elegante con un traje blanco sin corbata, entró en la sala. Sus cabellos castaños claros refulgieron como el oro al pasar junto a los rayos del sol que entraban por la ventana, cegándola por un momento.Al estar junto a ellos, pudo apreciarlo mejor. Tenía hombros anchos y cuerpo ejercitado, su piel estaba bronceada y su rostro era anguloso, con una barba de tres días marcando su mandíbula.Sus cabellos formaban rizos suaves en la parte superior, que caían sobre su frente
Una semana después, Robert Lennox regresó de Texas. Edmund ya tenía todo preparado para realizar la boda, sería un matrimonio civil que se llevaría a cabo en su mansión.En la prensa se había anunciado el evento en medio de un escándalo, donde Samantha había sido la más perjudicada. Al inicio dijeron que ella había engañado a Fernand Wesley con el León, por eso Fernand rompió el compromiso y se refugió en la casa que su familia tenía en el lujoso barrio de Leschi.Las Combs lo cuidaron por estar solo, ya que todos los Wesley se encontraban en Europa. Gracias a ese compartir él se había enamorado de Elaine Combs, anunciando desde ya un pronto matrimonio.Pero ellos estaban furiosos debido a que ningún medio de comunicación se interesaba en su romántica y resiliente historia. Todos estaban enfocados en el León y en la mujer que había sido capaz de atraer la atención de aquel silencioso y misterioso hombre de negocios.Robert Lennox tenía una historia oscura y desconocida que se debatía
La boda fue un momento de gran tensión. El funcionario que leía el acta de matrimonio se equivocaba a cada tanto, los nervios le producían carraspera.Samantha estaba tan inquieta que no atendía para nada su alocución, lo que hacía era repasar con ansiedad lo que sucedía esperando que en cualquier momento se produjese una pelea, o un estallido que acabara con aquel decadente espectáculo.Observaba con disimulo a Robert, quien estaba parado a su lado. Buscaba conocerlo al analizar sus reacciones, pero él se mantenía imperturbable. Paseaba su mirada severa y desconfiada entre los invitados como si vigilara los movimientos de cada uno.Edmund se encontraba al otro lado de ella, inmóvil, como un carcelero. Dispuesto a retenerla con violencia si se le ocurría escapar. Junto a él estaban las Combs, cuchucheando por lo bajo y dirigiendo miradas críticas hacia Samantha, y Fernand Wesley, que no paraba de sonreír con burla como si supiese que pronto ocurriría algo bochornoso que rompería la ten
Samantha se quedó toda la noche junto a Robert. Él mantenía a raya las burlas que pretendía dirigirle Fernand Wesley y las Combs, así como el acoso de Johan.Edmund lanzaba ocasionales miradas de desprecio hacia ellos, aunque se mantenía apartado. Hablaba con los funcionarios de la Alcaldía que habían oficiado la boda.En una oportunidad, el móvil de Robert comenzó a repicar y él tuvo que alejarse hacia una ventana para responder la llamada. De esa forma dejó a su nueva esposa sin ningún tipo de protección.—Señora Lennox, felicidades. —La voz cargada de advertencias de Johan la estremeció. Ella lo miró alerta—. Recuerdas cada una de las solicitudes que te dio Edmund, ¿cierto?Sus palabras la inquietaron. Lanzó una ojeada hacia el León, pero él estaba de espaldas hablando por móvil.—Sé buena chica, Samantha —continuó Johan—. Si lo haces bien, podrás librarte de esta obligación en dos o cuatro semanas. Una vez que tu padre tenga toda la información que necesita, asegurará tu libertad