Al día siguiente, la tensión no disminuyó en el ambiente. Samantha procuraba ver poco la televisión o revisar las redes sociales, así su angustia no aumentaba.Se tranquilizó al saber que el bar marchó sin inconvenientes la noche anterior, no fue atacado ni visitado por ninguna persona indeseable. Tal vez, al enterarse sus enemigos que ellos se habían refugiado en la mansión no sintieron interés por acercarse al negocio.Luego del mediodía, Jenny fue a visitarla, porque el encierro comenzaba a desesperarla.—Mi tía me cuenta que el barrio está demasiado agitado —contó la mujer mientras tomaban un té en el patio de la mansión frente al mar—. Hay mucha gente en la calle, averiguando lo que ha sucedido. Cada media hora le llegan noticias nuevas.—¿Cómo la gente se anima a salir en momentos así? —se quejó Samantha—. Si se presenta algún tiroteo, estarían en riesgo.—Sabes que para ellos el chisme es mucho más grande que la seguridad por su vida. Viven de eso.Ambas comprimieron el rostro
El día del evento había llegado. Samantha logró coordinar esos días desde la mansión los últimos detalles. Aimara, al haber estado presente en la entrevista, pudo conocer de primera mano la delicada situación que los Lennox atravesaban, así que colaboró para que aquel acto se llevara de manera efectiva sin que ellos se involucraran en persona.McGraw estuvo al mando desde el bar y Jenny pudo reincorporarse un día antes sirviendo de apoyo.Ya tenían nuevo contador, un hombre que antes había trabajado en un restaurante con dos estrellas Michelin y lograba desenvolverse en situaciones complejas y de mucha exigencia.Todo el personal estaba preparado para ese día y el negocio brillaba como una piedra preciosa. Cuando los invitados y la prensa comenzaron a llegar los músicos estaban en sus lugares amenizando la noche y las copas llenas de licor iban y venían.Samantha se vistió con elegancia, usando una pieza de diseñador verde esmeralda con efecto metalizado que la hacía resaltar entre la
Samantha se sentó en una fría silla de hospital en medio de un suspiro. Las lágrimas ya se le había secado en el rostro y ahora su semblante era de furia.A Robert lo habían pasado a terapia intensiva. La operación para retirarle las dos balas que se habían incrustado en su cuerpo fue un éxito. Ahora debía esperar para verlo.—Los otros dos guardias de seguridad también salieron del quirófano, están en recuperación —le informó Court al ubicarse a su lado.—¿Solo tuvimos una baja? —preguntó ella refiriéndose al guardia asesinado por culpa de una de las explosiones.—Por ahora, sí —aseguró el hombre mirando con irritación hacia el fondo del pasillo.Aunque había puesto seguridad en cada piso de ese hospital, se mantenía atento para evitar que algún periodista se colara pretendiendo llegar a Samantha en busca de una exclusiva.La noticia de que Robert Lennox había sido herido de gravedad luego del evento que lo había catapultado al éxito empresarial corrió por todo el país, incluso, a ni
Edmund había sido atrapado por la policía. La oferta de Samantha despertó una cacería despiadada.Muchas personas, incluyendo algunos de los socios de Edmund que habían caído en quiebra por sus estafas, se unieron para encontrarlo.La policía también se activó. Comenzaron a recibir cientos de llamadas que aportaban pistas sobre el paradero del hombre, la mayoría eran falsas, pero aquello los ayudó a atrapar a varios de sus secuaces que seguían escondidos.Al final, Edmund cayó gracias a la colaboración de una pareja de ancianos cuyo hijo se había suicidado un año antes luego de perder su empresa y todo su dinero a manos de ese hombre.Los ancianos eran vecinos de un sujeto que solía trabajar para Edmund y desde hacía días habían observado movimiento de autos que entraban y salían de esa casa a altas horas de la noche. No dudaron en dar parte a la policía, resultando una pista positiva.En menos de una hora al hombre ya lo tenían detrás de las rejas.Samantha se encargó de hacerle lleg
Meses después, Robert tomó en brazos a su hijo recién nacido. Lo acunó con sumo cuidado sin dejar de admirar maravillado los movimientos de su carita.Él estaba tranquilo, a gusto entre los brazos cálidos y fuertes de su padre. Escuchaba la melodía que le cantaba en murmullos.Abrió un poco sus ojitos para verlo con pereza. Robert sonrió fascinado al fundirse con los ojos azules de su hijo, tan claros como los suyos.—Felicidades, señor Lennox, su hijo está completamente sano. Y por el tamaño que presenta, creo que será tan alto como usted en el futuro —bromeó la doctora que atendió el parto antes de acercarse a Samantha—. ¿Cómo se ha sentido?—Excelente —dijo ella con una sonrisa sincera y fijó la atención en su esposo, que la veía con adoración desde la distancia.La doctora dio unas últimas indicaciones antes de marcharse de la habitación con la enfermera y así dejarlos solos.—No puedo creer que esto esté pasando de nuevo —exclamó Robert al ubicarse junto a ella y sin dejar de mir
Samantha logró liberarse del compromiso social al que su padre Edmund Muller quiso obligarla a asistir gracias a su bien fingido dolor de cabeza.Esa noche se realizaba una cena benéfica profondos para un hospital infantil y ella no entendía cómo los organizadores de esos eventos seguían invitando a su padre.Edmund asistía a esas fiestas y anunciaba millonarias donaciones, pero nunca llegaba a dar curso a los pagos. Al menos, ya sabía de quien había heredado el talento para la mentira. Él era su mejor ejemplo e inspiración.Esperó a que el hombre se marchara con su novia y la hija de esta y salió de su habitación rumbo a la cocina. Tenía hambre y quería ir por un bocadillo.No encendió las luces, se movía bien a través de las sombras. Los grandes ventanales de la mansión Muller permitían el paso de la claridad de la luna que resultaba suficiente para ubicarse.Al llegar al vestíbulo escuchó unos ruidos provenientes de uno de los salones. Se inquietó porque pensó que estaría sola dent
Cuando Edmund llegó a la mansión luego del evento social, descubrió que Samantha lo esperaba hecha un mar de lágrimas.—¿Qué sucedió? —preguntó severo.Claire, a su lado, la observó con soberbia. Nunca le gustó que Samantha estuviera en esa casa ni compartiera con su hija por sus orígenes maternos humildes.—Fernand me traicionó con otra mujer.Edmund se irguió, incómodo, y Claire arqueó las cejas con asombro.—¿Cómo lo sabes?—Porque lo encontré teniendo sexo en el salón con ella y me confesó que está embarazada.Ambos se impactaron, pero Claire, además, se angustió y corrió a las escaleras para ir a la habitación de su hija. Sospechaba que Elaine estaba involucrada en aquel hecho.—No sé lo que habrá sucedido, pero te prohíbo decir algo fuera del entorno familiar.Samantha se impactó por sus palabras. ¿Acaso su padre ya sabía sobre la traición de su prometido y su futura hermanastra?—Fernand me engaña desde hace tiempo. Para que su amante esté embarazada deben estar juntos desde ha
Samantha se ocultó en la habitación de su hermano para pasar allí la noche y en la mañana buscar otro sitio dónde quedarse. No quería tener problemas con Silvia, su madre.—¿Irás con Jenny? —preguntó el chico en referencia a la mejor amiga de su hermana.—No puedo, le causaría problemas. A su abuelo no le gusta que ella lleve visitas a su casa.—¿Entonces?—No sé. Buscaré dinero para alquilar alguna habitación.—Puedo hablar con el Topo para que te haga un préstamo.—¡No! —dijo con firmeza, aunque con voz baja para que no la escuchara ni su madre ni el novio de esta, quienes debían estar durmiendo a dos habitaciones de distancia—. No quiero deberle nada a ese delincuente y te he pedido muchas veces que te alejes de él.—Es mi mejor amigo —respondió el chico ceñudo.—Es un vendedor de drogas. Aunque haya sido tu mejor amigo en la primaria, ahora no es el mismo. Te meterás en problemas por su culpa.El joven comprimió el rostro en una mueca de desagrado, pero no pudieron continuar porqu