39

Ni puso el grito en el cielo, ni echó las manos a la cabeza. Tampoco puso los ojos en blanco ni rompió a llorar desquiciada. Léndula se limitó a abrazarlos.

De repente, pareció recuperar todas las fuerzas y Yuma no pudo evitar pensar en cuando Ízel y Azca habían sido atacados por la víbora y Léndula parecía haber despertado de un largo letargo y se había puesto las pilas para afrontar la situación.

Tal vez tan solo la estuviera superando aquella situación y hubiese decidido dejarse llevar. Tal vez, más adelante, se daría cuenta de lo que aquello significaba y se derrumbaría. Pero por el momento actuaba con total serenidad y aquello facilitaba la situación.

Volvieron a reunirse todos, la situación era urgente y el tiempo se les echaba encima. Sasa estaba especialmente sensible y Azca, que notaba el nerviosismo de su madre, no paraba de llo

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP