Capítulo 2.

Si usted quiere saber lo que una mujer dice realmente, mírela, no la escuche.

 

-Oscar Wilde-

 

Anotó muchas citas de todos los autores que creía expertos en el tema. Dedicó casi toda su noche a eso hasta que se dejó vencer por el sueño. El día siguiente transcurrió como de costumbre. 

Chantal asistió a sus clases por la mañana y esa tarde se dispuso a localizar a Derek. Supuso que se encontraría en las oficinas donde se desarrollaba el proyecto de "Luxury Voices", así que se dirigió hasta ahí. El campus era enorme y desde su facultad hasta donde se encontraba la oficina era un largo camino. Esperaba que todo el tiempo invertido no hubiese sido en vano. 

Se detuvo enfrente del enorme y un poco viejo edificio. Le habían dicho que el espacio dedicado al proyecto se encontraba en la cuarta planta así que tomó el ascensor hacía allí. Cuando las puertas de este se abrieron, se dio cuenta de que la fachada antigua del edificio no tenía nada que ver con lo que había ante sus ojos. 

Era un espacio grande y con aire moderno. Estaba decorado en negro, gris y plateado, con algunos detalles en blanco, cosa que le daba a todo el piso un aire profesional. Había varios cubículos alrededor del pasillo, todos aparentaban la privacidad necesaria para cada trabajador y al final había una gran puerta de color planteado.

—¿Deseas algo? —una voz femenina con atisbos curiosos la sacó de su inspección visual. 

Chantal dio un pequeño brinco pues no había notado el escritorio a su izquierda, ni la pelirroja que estaba sentada en él. 

—Sí, disculpe, quisiera ver a Derek Derricks. La muchacha la inspeccionaba lentamente, escudriñaba con sus ojos color avellana toda la apariencia de Chantal, hasta que se detuvo y en su cabello rizado recogido en una simple coleta baja al lado. Un aire de suficiencia llenó el rostro de la pelirroja. 

—Claro, pasa, es la última puerta del pasillo, la grande plateada —le sonrió con pretención—. Suerte — deseó mirándole de arriba a abajo otra vez.

—Gracias —dijo incómoda después de la obvia crítica visual, y se apresuró a ir directo a su objetivo. Tres toques en el material plateado declararon su presencia. 

—Adelante —una voz cruda le permitió la entrada. 

"Hora del plan, fase uno" 

—Lamento la interrupción a estas horas, pero no tuve otra forma de vert... —sus palabras se le atoraron en la garganta cuando, unos ojos azul oscuro la miraban sin emoción alguna. 

Esos mismos que había visto hace un día, la estaban observando tranquilos como si esperaran que siguiera hablando. Chantal tragó en seco al darse cuenta de que, ese chico que se encontraba recostado al escritorio con unos papeles en la mano, no era Derek. 

Se trataba de un joven un poco más alto que él. Incluso Se veía mayor. Su cabello era de un rubio oscuro, un poco largo en la parte superior y desordenado, le daba un toque sensual y misterioso. Tenía las cejas anchas y pestañas largas. Algo en su rostro le era demasiado familiar con el de Derek, ¿lo apuesto?, quizás. Su cuerpo era atlético, se veía fuerte con los músculos bien trabajados pero no en exceso. Llevaba una chaqueta negra ajustada y unos pantalones grises. Chantal estaba hipnotizada, aunque sabía que su mirada era indiscreta, no podía parar con su inspección visual. 

—Te vas a quedar mirándome como quien nunca ha visto un hombre o vas a terminar lo que decías —su voz era gélida, tanto como su mirada. 

A Chantal se le pusieron los pelos de punta, pero logró reaccionar. 

—Lo siento, pensé que eras Derek —sentía que sus mejillas se tornaban calientes. Bajó la vista al pensar que se debía ver absurda. 

—Eso de andar con la vista en el piso y distraída no es bueno —su voz fría era atormentante—. Lo digo porque solo tropiezas con los demás y te vas sin pedir disculpas, mal educada— los ojos negros de Chantal se le abrieron con asombro. 

"M****a, me recuerda", un reproche interno hizo que se sonrojase más.

— Lo siento, esa tarde no me fijé por donde iba— finalmente se dignó a mirarlo. 

—Claro, casi me perforas el pecho con tu huesudo cuerpo y es eso lo único que tienes que decir —sostuvo su mirada con suficiencia y curvó ligeramente sus carnosos labios en tono de burla. 

"¿Me está diciendo huesuda?", se preguntó a sí misma mientras la cólera le invadía. 

—Vaya, me tildas de mal educada y eres tú quien me ofende —en tono despectivo lo miró—. Que poca moral de tu parte. 

—¡Oh, pero mira a la "bola de pelos"! —repuso con una mirada intimidante—. Sabe hacer algo más que tropezar y ser mal educada, también es grosera.

"¿Pero qué le pasa a este idiota?". 

Las paredes grises de esa habitación se le hacían pequeñas a Chantal para la oleada de ira que sentía ¡Él la iba a oír! Abrió su boca furiosa y levantó el dedo índice para soltar toda la incomodidad que aquel desagradable le hacía sentir. Sin embargo quedó muda, otra vez, cuando una simpática y familiar voz llamaba su atención detrás de ella. 

—Señorita Chantal Robinson —era Derek—, sabía que vendría a mi encuentro —llegó espontáneo, como la campana de un ring de boxeo que detiene el combate. 

—Puff, señorita... —se mofó el indeseable mientras cruzaba las manos sobre su bien formado pecho.

—¿Pero cuál es tu problema pedazo de idiota? —las palabras dejaron la boca de la rizada como un torbellino inaguantable. A lo que el atacado, algo divertido, solo alcanzó a alzar una ceja. 

—Venga, Dixon —ese era su nombre—, no me digas que has estado molestando con tu horrible humor a nuestra "Charming Girl". 

—No, solo le daba mi humilde opinión —despreocupado descruzó sus brazos y se alejó del escritorio—. No es de mi interés lo que tengan que hablar. Nos vemos en casa, hermano— pasó por el lado de los dos y se dirigió a la puerta. Miró a Chantal divertido—. Hasta pronto, bola de pelos. 

"¿Hermanos?” 

Chantal asimilaba lo que acababa de oír, eso, y que la ofendiera otra vez. 

—No le preste atención a Dixon —la sacó de sus pensamientos—. Mi hermano es irritante cuando se lo propone. 

—No sabía que tenías un hermano —en realidad no sabía nada de él, de ellos—. Vine porque quería disculparme y explicarte lo que sucedió ayer —estaba lista para retomar el plan. 

—No es necesario, sabía que usted vendría —la cara del rubio se iluminó con un brillo de suficiencia—. El puesto sigue siendo suyo. Aunque me debe una tarde en un café —le guiñó un ojo. 

—Gracias, de verdad que agradezco mucho la oportunidad —le sonrió abiertamente. Sintió alivio, no tendría que mentir.

—Ya es un poco tarde —dijo él tomando sus cosas—. Venga mañana después de almuerzo. Le mostraré su cubículo y le presentaré parte del equipo —se dirigió a la puerta de la oficina abriéndola para ella—. Puedo llevarla a su residencia si lo desea —expresó amablemente. 

—No es necesario, Derek —le sonrió ya dirigiéndose al ascensor—. Aquí estaré mañana y de verdad agradecería que me dejes de tratar de usted, no soy tan vieja —le pidió mirándole a los ojos. 

—De acuerdo, si eso hace que te sientas más cómoda —le sonrió con simpatía—. Hasta mañana, Chantal —se despidió amablemente. 

—Hasta mañana, Derek —respondió aliviada, entrando en el ascensor.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo