-Lauren Oliver-
Chantal.
El apartamento de las hermanas Brown se encontraba muy animado esa noche. Estaban reunidas junto a Chantal en la gran sala del mismo. Ordenaron pizza y Anne había traído una botella de vino para celebrar el gran paso que había dado su "Chanty" al aceptar ser miembro del proyecto. Ambas hermanas se sentían orgullosas de ella. La conocían desde siempre, y de cierto modo entendían lo reseco y retraído de su actitud hacia muchas cosas, aunque ellas no lo aprobaran. La consideraban parte de su familia, y aunque tuviera la misma edad que Amber la veían como la hermana menor. Ellas habían estado juntas en los peores momentos de la rizada, le habían brindado apoyo, e intentaron sustituir la compresión y calor hogareño familiar que Chantal carecía, por el de ellas.
No era mucho, a la vista de las hermanas, pero para Chantal lo era todo. Crecer con unos padres "presentes-ausentes" hubiese sido mucho más duro sin ese par de ojiverdes ahí para ella. Anne estaba sentada en su "trono" fucsia, bebía de su copa de vino como la reina que ella sabía que era. Reía estrepitosamente junto a Amber mientras Chantal les contaba como el indeseable de Dixon se había burlado de ella. —Es que no puedo creer que el mayor de los Derricks se haya dignado a cruzarte la palabra, aunque haya sido para molestarte —le decía asombrada la rubia entre risas—. Te digo, porque se dice que es muy reservado, además de que suele mirar a las personas por encima del hombro —Anne estaba en tercer año y conocía casi todos los chismes del campus. —¡Ah, porque además de idiota también es creído! —espetó la rizada indignada. —Creído o no, es muy guapo —suspiró la rubia—. Cualquier chica estaría más que dispuesta a estar con él —tomó un largo sorbo de vino.Chantal miraba lo sonrojada que estaba Anne al beber. Los cachetes parecían fuego, en sus ojos se había quedado lo melancólico de aquel suspiro, cosa que llevó a Chantal a recordar a su madre.... —No bebas más, mamá, por favor —le decía una Chantal de apenas siete años, ahogada en sus propios sollozos.
La señora Robinson la observaba con la mirada perdida. En aquella sala de muebles costosos, con pinturas de un valor incalculable, el triste ambiente que la invadía era palpable. El gran sofá estaba lleno de álbumes que contenían las fotos de boda de los Robinson. En el piso había muchas rasgadas y otras hechas unas bolas de papel, se notaba el ensañamiento en aquel acto. La madre de Chantal estaba sobre ellas, en su mano derecha sostenía una copa con vino, y con la mano izquierda, torpemente le acariciaba el rostro a la niña. —Te pareces mucho a tu pa... —apenas podía pronunciar palabra—, padre, con la diferencia de que tú si me amas ¿Verdad, bebé? —torpemente dejó caer la copa al suelo, se hizo mil añicos. Cargó a Chantal entre sus brazos para ahogar un poco el llanto de la pequeña, con el propio de ella...—Tierra de las pizzas llamando a Chantal —una chistosa Amber pasaba un trozo de humeante pizza frente a la cara de su amiga.
—Oh, mensaje recibido —la rizada tomó el pedazo dejando sus deprimentes recuerdos atrás—. Está deliciosa —dijo dándole una mordida.—Bien, estaba pensando que este viernes podríamos salir a un bar o algo así —dijo la castaña entusiasmada—. Ya que has dado el primer paso para cambiar de vida, creo que tu primera fiesta en el campus no te matará — miraba a la rizada con un enorme brillo en sus orbes verdes. —¡Me encanta tu iniciativa, hermanita! —saltó Anne con su boca llena de pizza—. Voy a tenerlo todo listo para la ocasión. —Aún no he dicho que voy —espetó Chantal, solo para ver la cara de ambas—. Es broma, sé que aunque diga que no, me arrastrarán al primer antro que vean —¿cómo decirles que no con la ilusión que reflejaban sus rostros? —Está decidido entonces —Anne era experta dando el punto y final a las situaciones, haciendo honor a su carrera de abogacía—. Adelanten todas las tareas y proyectos que tengan pendientes antes del viernes ¡Este fin de semana es de fiesta! —saltó de un brinco de su "trono". —No he dicho que pasaré todo el fin de semana en fiestas, solo el vier... —un cojín fucsia se le estampó en el rostro de Chantal evitando que terminara la frase. Una sonriente Anne apuntaba a Amber, a la vez que esta señalaba a la rubia. Ambas veían a la rizada con las mejillas rojas, las cazaba con la mirada, disidiendo, meticulosamente, a quien lanzar primero el escandaloso proyectil rosa. Al día siguiente después de clases, Chantal almorzó rápido. Se preparó para ir a la revista. Era su primer día y debía estar presentable. Lavó su cara en uno de los baños de la Facultad y se hizo una coleta alta. Se le podía ver bien el rostro, sencillo, pero llamativo. Sus anchas y moldeadas cejas le daban un toque profesional. Su negra mirada era dulce, pero algo intimidante. Se aplicó un poco de labial rosa en sus carnosos labios. Se veía bien, o al menos eso creía ella. Estaba lista para dar la mejor de las impresiones al equipo de "Luxury Voices". El elevador se detuvo en el correspondiente cuarto piso. Esta vez no olvidó mirar a su izquierda y notar la presencia de la recepcionista pelirroja, pero como de costumbre esta se le adelantó. —Buenos días, Chantal —le sonrió abiertamente la muchacha—. Te estaba esperando. Disculpa que no me presentara ayer, es que no sabía que ibas a formar parte de nuestro equipo —se puso de pie—. Mi nombre es Debby Smith, soy la recepcionista y secretaria de Derek, me encargo de supervisar también algunos campos en la revista —le estrechó la mano. La rizada la miraba algo desconfiada, no se veía igual a la pelirroja que la había juzgado con la mirada la tarde anterior. El tono rápido de su voz le demostraba que estaba en frente de una profesional. —Oh, mucho gusto Debby —le sostuvo la mano. —Bien, un placer tenerte aquí. Derek no está, así que yo te daré el recorrido —otra vez hablaba rápido pero entendible—. ¿Me sigues? —se puso de pie. Era alta y con buenas curvas. Mostraba una increíble soltura al caminar en aquellos tacones rojos. Se contoneaba como si fuera la dueña del lugar. Chantal la miraba sintiéndose insegura. Ni su arreglo de cabello ni el labial haría que nadie la notase al lado de semejante mujer.“¿Para qué quieres que alguien note lo "arreglada" que estás?”, se regañó mentalmente, nunca se había sentido inferior ni importado la opinión de nadie, y no iba a ser ahora el momento. —Como puedes observar —prosiguió Debby—, el lugar no es muy grande. Pero para ser el inicio del proyecto está muy bien. Nos hemos encargado de que cada estudiante que participe tenga su propio espacio para trabajar — hablaba con entusiasmo—. Nuestra comunidad es muy diversa, hemos reclutado personal de todo el campus que estudien diferentes carreras. La estrategia de "Luxury Voices" se basa en potenciar las diferentes temáticas en las que cada representante se está especializando. —Es por eso que su revista es tan variada —la interrumpió Chantal—, estuve investigando y no tiene una temática específica como otras en el campus. —¡Exactamente! —prosiguió la pelirroja—, queremos captar la atención de todos en esta Universidad. Esta revista tendrá un pedacito de todos y para todos. Así aumentaremos las ventas y superarnos a la competencia. —Ya veo, todo con un objetivo comercial —la voz de la rizada tenía hilos de decepción. —Algo así, tenemos el financiamiento de los Derricks, nos apoyan porque aún somos un proyecto investigativo. Es por eso que debemos triunfar. Cada uno de los implicados en cada rama trabaja muy duro, espero tú no seas la excepción —la miró recelosa por encima del hombro. —No lo seré, descuida —Chantal le dio una sonrisa fingida. A lo que la Debby le respondió con otra. Esa sí era la verdadera personalidad de la pelirroja. —Te presentaré a nuestro editor: Sam —dijo deteniéndose frente a una puerta color café—. Él te explicará todo lo que tiene que ver con tu sección —antes de tocar la puerta esta se abrió. —No es necesario, Debby —un chico de piel muy blanca, ojos marrones, cabello castaño oscuro bien peinado y una barba espesa, pero muy cuidada, les habló desde el interior de la oficina—. Escuché todo tu discurso desde aquí —la miró de arriba a abajo, mientras salía de esta—. Ya me presento yo solo —le dijo con un tono neutral. —Está bien, encárgate tú —le habló la pelirroja con indiferencia—. Si tienes algún problema me lo comunicas Chantal. Que tengas lindo día —les esbozó esa falsa sonrisa otra vez, y se fue. Ambos miraron como Debby se contoneaba por el pasillo. —Mucho gusto Chantal Robinson soy Sam, editor de "Luxury Voices" —le dedicó una sonrisa encantadora. —El placer es todo mío — entró a la ordenada oficina con él. —Toma asiento por favor —ofreció mientras buscaba algo en su ordenador—. No le hagas caso a los tontos comentarios de nuestra recepcionista, a veces se pasa un poco. —Tranquilo no le presto mucha atención— mintió, por supuesto que la actitud de Debby le era desagradable. —Bien, cambiando el tema —giró la laptop hacia ella—, esta será tu página —le mostró un sitio de tema rosa adornado con mariposas blancas y un sencillo "Charming Girl" a tono plateado. Chantal adoraba las mariposas y por las blancas tenía cierto afán. —Es hermoso —la sinceridad desbordaba en sus ojos—. Aunque creo que se vería mejor si el tema fuese azul. El rosa es muy obvio cuando de "amor" se trata, pero el azul le daría más presencia y seriedad —expuso sin pensar, como si lo conociera de toda una vida. Al notar lo que había hecho se ruborizó automáticamente. —Ya me había comentado Derek que eras muy interesante —le dijo entre risas—. Es lindo como haces un comentario toda segura y después te sonrojas —ella sentía que su rostro ardía—. Creo que tienes razón, me fui por lo obvio al diseñar el sitio y olvidé que estamos innovando aquí. — Yo solo decía, no es que esté criticando tu trabajo —a duras penas logró hablar. —Tranquila, en cuanto esté listo el arreglo te envío la página —simpáticamente le sonreía—. Tú serás la administradora. Podrás responder a los comentarios. Estos pasarán por un filtro y los mejores se publicarán en la revista —le dio un papel a Chantal y un bolígrafo—. ¿Me darías aquí tu email, para enviarte el sitio después? —Claro —reaccionó, escribió su correo y le entregó el papel. Todavía estaba algo roja. —Gracias, señorita —dijo el chico divertido—. Ambos sostenían el papel, pues él aún no lo había arrebatado de sus manos y ella no lo había soltado. Sam la miraba a los ojos, como si buscara algo conocido en ellos. Chantal le sostenía la mirada sin comprender por qué él la observaba así. El momento duró poco. Ambos dieron un brinco cuando la puerta se abrió de golpe. Dos miradas azules de diferentes tonos se sumaron a contemplar la escena. Cosa que hizo que un escalofrío algo perturbador le recorriera por todo el cuerpo a la rizada.Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.-Julio Cortázar-Chantal.Se puso de pie de un brinco mirando a los dos hermanos mientras entraban en la habitación. Los ojos de Derek iban de Sam a Chantal con diversión, no entendía que acababa de pasar para que la rizada reaccionara así. Suponía que era costumbre de ella ser tan exagerada, se ponía roja por casi todo, y este caso no era la excepción. Aunque la veía un poco torpe e inexperta en cualquier aspecto, le agradaba mucho su sencillez e inocencia, además de ese toque melancólico que dejaba ver en su negra mirada. En cambio su hermano, no pensaba lo mismo, o al menos eso aparentaba. Los ojos de Dixon se clavaron en Chantal. La observaba con esa fría mirada suya que, para Derek era costumbre, pero para otra persona se podía volver bastante inquisitiva e incómoda. La miraba raro, sí, como si no hubiera nadie más dentro de esa oficina más que ellos dos. Como si, solo las rojas mejillas de ella fueran merec
¿La encontraría? Sin duda. ¿La salvaría? Siempre. -Lauren Kate-Chantal.Bajo las cegadoras luces que se esparcían por todo el local, y la música electrónica de fondo. Una mirada de hielo se perdía en el abismo negro de otra. Fue un acto involuntario que tardó segundos, pero para ellos se sintió como una eternidad. Chantal apartó la vista de él cuando Anne se acercó a la mesa con dos bebidas en las manos. —Siento la demora —sonriente explicó—, pero me bebí la mía en la barra. Es que el bartender estaba de maravillas. Las dos se carcajearon ante tal expresión, imaginaban a la rubia en pleno plan de conquista. —No hay problema —Amber tomó una copa—, pero para la próxima nos llevas—, bebió un largo sorbo— también tenemos derecho a disfrutar de lo bueno del lugar —la rizada rió ante tal comentario tomando la suya. Bebió de ella, casi hizo una mueca por lo amargo del contenido. Estaba muy fuerte y le bajaba por la garganta como si quemara, nunca había probado algo así. Si Anne quería
La observaba con una ceja levantada, incrédulo. Ante su azul mirada, la rizada sintió que ella solo le provocaba asco. Él dejó de observarla y besó apasionadamente a la chica que estaba sobre él. Una ola de cólera envolvió el cuerpo de la rizada. Se pegó más al sujeto moviéndose sobre él. El chico, que tenía la mano en su abdomen olía su cabello rizado sin reparo alguno. Él sin duda se encontraba en la gloria. Tomó a Amber con su mano libre y la beso, esta cedió. Chantal observaba como el idiota de ojos azules seguía en su juego con aquellas dos chicas. De repente, el aliento cálido del fornido le acariciaba el cuello. Ella apartó su cabello con una mano y lo miró de perfil intrigada. Este se estaba sobrepasando, aproximaba su cara a la de ella mientras se lamía los rosados labios. Cada vez estaba más cerca, la mirada del chico bajaba a los rojos labios de Chantal y luego a sus ojos con un rápido ritmo repetitivo. Debía admitir que aquel hombre se le hacía sensual y que el deseo conq
DixonEn su vida pensó cometer tal disparate. A sus veintitrés años, Dixon Derricks, era todo lo que él había querido llegar a ser. Casi culminaba su carrera de ensueño. Controlaba acciones de las empresas de su padre. Podía tener en su cama a la chica que desease. Sin embargo, se encontraba haciendo caridad a una ebria inconsciente que había acabado de vomitarle encima, y a una bola de pelos que no tenía otro efecto en él que el de sacarlo de sus casillas.Bien que lo había predecido, esa chica estaba destinada a darle problemas de todo tipo ¿Es que no podía mantenerse tranquila? ¡No! Tenía que ir al jodido antro, beber sin control y caer en las redes de un inescrupuloso como James. Al menos las gracias debería haberle dado, pero tampoco, la chica a su lado se mantenía en silencio y únicamente le echaba miradas furtivas. El rubor no le bajaba de las mejillas y él tenía la leve sospecha de que eso iba más allá del alcohol ingerido.Era consiente del efecto que causaba en las mujeres y
Dixon.Dixon agachó un poco su cabeza, tenía a su vista ese rostro apenado que no se atrevía a cruzar miradas con él. Ella estaba nerviosa, y él acababa de descubrir que le gustaba ser el causante de aquello. Se sentía bien tenerla prisionera entre aquel mueble, tocando su torso aunque fuera de forma indirecta. Soltó un suspiro involuntario cuando notó la mano de Chantal posicionarse al borde de sus pantalones, haciendo que ella diera un respingo y se detuviese al instante.—Creo que puedes terminar de limpiarte tú mismo —notó que ella intentaba enmascarar sus palabras con seguridad.No, con él eso no le funcionaría.Por lo que en un movimiento ágil decidió pegar completamente su cuerpo al de ella, dejando prisionera la mano con la que lo limpiaba. Chantal intentó apartarlo con su mano libre, pero él la tomó y la inmovilizó sobre el mueble de cocina que le impedía retroceder más.“¿Qué mierda estás haciendo, Dixon?”Con un movimiento rápido y casi inconsciente, Dixon enredó sus dedos
Chantal.Cuando Chantal reaccionó ante ese último cometario, ya él se había ido."¡No, no me importa lo que pienses de mí, idiota!"Nunca le habían importado los comentarios ajenos y no iban a empezar a preocuparle ahora.Se dirigió a la puerta del apartamento para asegurarse que estuviera bien cerrada. Le echó un vistazo a Amber que dormía plácidamente. Fue directo al baño, necesitaba ducharse. Frente al espejo observó que estaba hecha un desastre, ojeras enormes, maquillaje corrido, cabello salvajemente alterado, piel sudorosa y su cuello un poco rojo por lo que había sucedido."¿Qué fue lo que me sucedió?", no entendía como había cedido ante aquel hecho.Sus manos tocaban su cuello inconscientemente. Juraba que aún podía sentir como los labios de él le recorrían ahí mientras la sujetaba de los cabellos. El mismo calor volvió a su cuerpo al recordar como aquel hombre la había besado tan deliciosamente. No podía apartarlo de su cabeza. Lo sentía aún apretado a su cuerpo. Nunca había
ChantalEra domingo en la noche y Chantal se esforzaba por redactar los mejores consejos en su página. Lo había resuelto todo lo más sencillo posible, disfrazó sus crudas opiniones con palabras bonitas, de entendimiento social y a la vez apoyo emocional. No les diría a sus lectores lo que querían escuchar ¿Si no qué tipo de consejera sería? Daría sus consejos en un plan implícito con un toque poético, para que cada cual sacase sus propias conclusiones, y a la vez, le estaba dando su toque personal.Ya casi había terminado, solo le faltaba uno en particular, un mensaje al que no sabía qué aconsejar.@broKenGlass09Charming Girl: estoy enamorada de un hombre que no me ama. Me engaña con otras chicas aunque yo soy su novia oficial, he hecho de todo para complacerle y que cambie, pero nada es suficiente. No lo puedo dejar, moriría si lo hago, lo amo más que a nada. Lo siento tan lejos de mí que duele ¿Qué debo hacer?Tal vez este era el único correo serio que, según su percepción, le habí
Chantal.Decidió apartar sus pensamientos. Hurgar en su triste pasado no le resolvería el problema.¿Qué consejo podría dar cuando su experiencia vivida fue la de ver a su madre sucumbir ante la bebida?Le podría decir que lo dejase, que se apartara de él.¿Pero quién era ella para frenar los sentimientos de alguien de esa forma?¿Quién era ella para pedirle a esa chica que se llenara de valor a hacer lo que su madre no pudo?"¿Qué haría yo si estuviera en su lugar?", una interrogante que no era capaz de resolver.Ya que no estaba segura de que su reacción sería: por lo que ella en verdad creía correcto, o por la influencia de su madre.Ni siquiera sabía lo que era enamorarse.Escribió muchas respuestas en las que exigía que despertara de una vez, pero las borró. No se decidía, por lo que tomó un libro y una chaqueta holgada. Se arregló un poco el pelo y se dirigió al café más cercano.Estaba inmersa en las páginas que leía. Se había olvidado de todo, del proyecto, de sus padres, del