Capítulo 3.

El amor, la más mortal de todas las cosas mortales; te mata tanto cuando lo tienes, como cuando no lo tienes.

 

-Lauren Oliver-

 

Chantal

El apartamento de las hermanas Brown se encontraba muy animado esa noche. Estaban reunidas junto a Chantal en la gran sala del mismo. Ordenaron pizza y Anne había traído una botella de vino para celebrar el gran paso que había dado su "Chanty" al aceptar ser miembro del proyecto. Ambas hermanas se sentían orgullosas de ella. La conocían desde siempre, y de cierto modo entendían lo reseco y retraído de su actitud hacia muchas cosas, aunque ellas no lo aprobaran. La consideraban parte de su familia, y aunque tuviera la misma edad que Amber la veían como la hermana menor. Ellas habían estado juntas en los peores momentos de la rizada, le habían brindado apoyo, e intentaron sustituir la compresión y calor hogareño familiar que Chantal carecía, por el de ellas. 

No era mucho, a la vista de las hermanas, pero para Chantal lo era todo. Crecer con unos padres "presentes-ausentes" hubiese sido mucho más duro sin ese par de ojiverdes ahí para ella. 

Anne estaba sentada en su "trono" fucsia, bebía de su copa de vino como la reina que ella sabía que era. Reía estrepitosamente junto a Amber mientras Chantal les contaba como el indeseable de Dixon se había burlado de ella. 

—Es que no puedo creer que el mayor de los Derricks se haya dignado a cruzarte la palabra, aunque haya sido para molestarte —le decía asombrada la rubia entre risas—. Te digo, porque se dice que es muy reservado, además de que suele mirar a las personas por encima del hombro —Anne estaba en tercer año y conocía casi todos los chismes del campus. 

—¡Ah, porque además de idiota también es creído! —espetó la rizada indignada. 

—Creído o no, es muy guapo —suspiró la rubia—. Cualquier chica estaría más que dispuesta a estar con él —tomó un largo sorbo de vino.

Chantal miraba lo sonrojada que estaba Anne al beber. Los cachetes parecían fuego, en sus ojos se había quedado lo melancólico de aquel suspiro, cosa que llevó a Chantal a recordar a su madre. 

... —No bebas más, mamá, por favor —le decía una Chantal de apenas siete años, ahogada en sus propios sollozos.

La señora Robinson la observaba con la mirada perdida. En aquella sala de muebles costosos, con pinturas de un valor incalculable, el triste ambiente que la invadía era palpable. El gran sofá estaba lleno de álbumes que contenían las fotos de boda de los Robinson. En el piso había muchas rasgadas y otras hechas unas bolas de papel, se notaba el ensañamiento en aquel acto. La madre de Chantal estaba sobre ellas, en su mano derecha sostenía una copa con vino, y con la mano izquierda, torpemente le acariciaba el rostro a la niña. 

—Te pareces mucho a tu pa... —apenas podía pronunciar palabra—, padre, con la diferencia de que tú si me amas ¿Verdad, bebé? —torpemente dejó caer la copa al suelo, se hizo mil añicos. 

Cargó a Chantal entre sus brazos para ahogar un poco el llanto de la pequeña, con el propio de ella... 

 

—Tierra de las pizzas llamando a Chantal —una chistosa Amber pasaba un trozo de humeante pizza frente a la cara de su amiga. 

—Oh, mensaje recibido —la rizada tomó el pedazo dejando sus deprimentes recuerdos atrás—. Está deliciosa —dijo dándole una mordida.

—Bien, estaba pensando que este viernes podríamos salir a un bar o algo así —dijo la castaña entusiasmada—. Ya que has dado el primer paso para cambiar de vida, creo que tu primera fiesta en el campus no te matará — miraba a la rizada con un enorme brillo en sus orbes verdes. 

—¡Me encanta tu iniciativa, hermanita! —saltó Anne con su boca llena de pizza—. Voy a tenerlo todo listo para la ocasión. 

—Aún no he dicho que voy —espetó Chantal, solo para ver la cara de ambas—. Es broma, sé que aunque diga que no, me arrastrarán al primer antro que vean —¿cómo decirles que no con la ilusión que reflejaban sus rostros? 

—Está decidido entonces —Anne era experta dando el punto y final a las situaciones, haciendo honor a su carrera de abogacía—. Adelanten todas las tareas y proyectos que tengan pendientes antes del viernes ¡Este fin de semana es de fiesta! —saltó de un brinco de su "trono". 

—No he dicho que pasaré todo el fin de semana en fiestas, solo el vier... —un cojín fucsia se le estampó en el rostro de Chantal evitando que terminara la frase. 

Una sonriente Anne apuntaba a Amber, a la vez que esta señalaba a la rubia. Ambas veían a la rizada con las mejillas rojas, las cazaba con la mirada, disidiendo, meticulosamente, a quien lanzar primero el escandaloso proyectil rosa. 

Al día siguiente después de clases, Chantal almorzó rápido. Se preparó para ir a la revista. Era su primer día y debía estar presentable. Lavó su cara en uno de los baños de la Facultad y se hizo una coleta alta. Se le podía ver bien el rostro, sencillo, pero llamativo. Sus anchas y moldeadas cejas le daban un toque profesional. Su negra mirada era dulce, pero algo intimidante. Se aplicó un poco de labial rosa en sus carnosos labios. Se veía bien, o al menos eso creía ella. Estaba lista para dar la mejor de las impresiones al equipo de "Luxury Voices". 

El elevador se detuvo en el correspondiente cuarto piso. Esta vez no olvidó mirar a su izquierda y notar la presencia de la recepcionista pelirroja, pero como de costumbre esta se le adelantó. 

—Buenos días, Chantal —le sonrió abiertamente la muchacha—. Te estaba esperando. Disculpa que no me presentara ayer, es que no sabía que ibas a formar parte de nuestro equipo —se puso de pie—. Mi nombre es Debby Smith, soy la recepcionista y secretaria de Derek, me encargo de supervisar también algunos campos en la revista —le estrechó la mano. 

La rizada la miraba algo desconfiada, no se veía igual a la pelirroja que la había juzgado con la mirada la tarde anterior. El tono rápido de su voz le demostraba que estaba en frente de una profesional. 

—Oh, mucho gusto Debby —le sostuvo la mano. 

—Bien, un placer tenerte aquí. Derek no está, así que yo te daré el recorrido —otra vez hablaba rápido pero entendible—. ¿Me sigues? —se puso de pie. 

Era alta y con buenas curvas. Mostraba una increíble soltura al caminar en aquellos tacones rojos. Se contoneaba como si fuera la dueña del lugar. Chantal la miraba sintiéndose insegura. Ni su arreglo de cabello ni el labial haría que nadie la notase al lado de semejante mujer.

“¿Para qué quieres que alguien note lo "arreglada" que estás?”, se regañó mentalmente, nunca se había sentido inferior ni importado la opinión de nadie, y no iba a ser ahora el momento. 

—Como puedes observar —prosiguió Debby—, el lugar no es muy grande. Pero para ser el inicio del proyecto está muy bien. Nos hemos encargado de que cada estudiante que participe tenga su propio espacio para trabajar — hablaba con entusiasmo—. Nuestra comunidad es muy diversa, hemos reclutado personal de todo el campus que estudien diferentes carreras. La estrategia de "Luxury Voices" se basa en potenciar las diferentes temáticas en las que cada representante se está especializando. 

—Es por eso que su revista es tan variada —la interrumpió Chantal—, estuve investigando y no tiene una temática específica como otras en el campus. 

—¡Exactamente! —prosiguió la pelirroja—, queremos captar la atención de todos en esta Universidad. Esta revista tendrá un pedacito de todos y para todos. Así aumentaremos las ventas y superarnos a la competencia. 

—Ya veo, todo con un objetivo comercial —la voz de la rizada tenía hilos de decepción. 

—Algo así, tenemos el financiamiento de los Derricks, nos apoyan porque aún somos un proyecto investigativo. Es por eso que debemos triunfar. Cada uno de los implicados en cada rama trabaja muy duro, espero tú no seas la excepción —la miró recelosa por encima del hombro. 

—No lo seré, descuida —Chantal le dio una sonrisa fingida. A lo que la Debby le respondió con otra. Esa sí era la verdadera personalidad de la pelirroja. 

—Te presentaré a nuestro editor: Sam —dijo deteniéndose frente a una puerta color café—. Él te explicará todo lo que tiene que ver con tu sección —antes de tocar la puerta esta se abrió. 

—No es necesario, Debby —un chico de piel muy blanca, ojos marrones, cabello castaño oscuro bien peinado y una barba espesa, pero muy cuidada, les habló desde el interior de la oficina—. Escuché todo tu discurso desde aquí —la miró de arriba a abajo, mientras salía de esta—. Ya me presento yo solo —le dijo con un tono neutral. 

—Está bien, encárgate tú —le habló la pelirroja con indiferencia—. Si tienes algún problema me lo comunicas Chantal. Que tengas lindo día —les esbozó esa falsa sonrisa otra vez, y se fue. Ambos miraron como Debby se contoneaba por el pasillo. 

—Mucho gusto Chantal Robinson soy Sam, editor de "Luxury Voices" —le dedicó una sonrisa encantadora. 

—El placer es todo mío — entró a la ordenada oficina con él. 

—Toma asiento por favor —ofreció mientras buscaba algo en su ordenador—. No le hagas caso a los tontos comentarios de nuestra recepcionista, a veces se pasa un poco. —Tranquilo no le presto mucha atención— mintió, por supuesto que la actitud de Debby le era desagradable. 

—Bien, cambiando el tema —giró la laptop hacia ella—, esta será tu página —le mostró un sitio de tema rosa adornado con mariposas blancas y un sencillo "Charming Girl" a tono plateado. Chantal adoraba las mariposas y por las blancas tenía cierto afán. 

—Es hermoso —la sinceridad desbordaba en sus ojos—. Aunque creo que se vería mejor si el tema fuese azul. El rosa es muy obvio cuando de "amor" se trata, pero el azul le daría más presencia y seriedad —expuso sin pensar, como si lo conociera de toda una vida. Al notar lo que había hecho se ruborizó automáticamente. 

—Ya me había comentado Derek que eras muy interesante —le dijo entre risas—. Es lindo como haces un comentario toda segura y después te sonrojas —ella sentía que su rostro ardía—. Creo que tienes razón, me fui por lo obvio al diseñar el sitio y olvidé que estamos innovando aquí. 

— Yo solo decía, no es que esté criticando tu trabajo —a duras penas logró hablar. 

—Tranquila, en cuanto esté listo el arreglo te envío la página —simpáticamente le sonreía—. Tú serás la administradora. Podrás responder a los comentarios. Estos pasarán por un filtro y los mejores se publicarán en la revista —le dio un papel a Chantal y un bolígrafo—. ¿Me darías aquí tu email, para enviarte el sitio después? —Claro —reaccionó, escribió su correo y le entregó el papel. Todavía estaba algo roja. 

—Gracias, señorita —dijo el chico divertido—. Ambos sostenían el papel, pues él aún no lo había arrebatado de sus manos y ella no lo había soltado. Sam la miraba a los ojos, como si buscara algo conocido en ellos. Chantal le sostenía la mirada sin comprender por qué él la observaba así. 

El momento duró poco. Ambos dieron un brinco cuando la puerta se abrió de golpe. Dos miradas azules de diferentes tonos se sumaron a contemplar la escena. Cosa que hizo que un escalofrío algo perturbador le recorriera por todo el cuerpo a la rizada.

 

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