La observaba con una ceja levantada, incrédulo. Ante su azul mirada, la rizada sintió que ella solo le provocaba asco. Él dejó de observarla y besó apasionadamente a la chica que estaba sobre él.
Una ola de cólera envolvió el cuerpo de la rizada. Se pegó más al sujeto moviéndose sobre él. El chico, que tenía la mano en su abdomen olía su cabello rizado sin reparo alguno. Él sin duda se encontraba en la gloria. Tomó a Amber con su mano libre y la beso, esta cedió. Chantal observaba como el idiota de ojos azules seguía en su juego con aquellas dos chicas. De repente, el aliento cálido del fornido le acariciaba el cuello. Ella apartó su cabello con una mano y lo miró de perfil intrigada. Este se estaba sobrepasando, aproximaba su cara a la de ella mientras se lamía los rosados labios. Cada vez estaba más cerca, la mirada del chico bajaba a los rojos labios de Chantal y luego a sus ojos con un rápido ritmo repetitivo. Debía admitir que aquel hombre se le hacía sensual y que el deseo conque la miraba la atraía un poco. Sus respiraciones se encontraron, él, con cuidado, se acercó al punto de casi rozar los labios de ella. Ella entreabrió sus labios, y como si un huracán le recorriera la consciencia reaccionó, se apartó del sujeto rápidamente. Tomó a Amber del brazo y la sacó de ahí como alma que lleva el diablo, dejando al chico confundido en medio de la pista. "¿Pero qué m****a pasa conmigo?", se martillaba en su cabeza mientras corría con Amber hacia un espacio donde debían estar los baños y el área para fumar.Frenó en seco cuando se sintió a salvo. Estaba mareada y no entendía como había llegado a aquel punto con ese desconocido. —Dios... Chantal... me... me... siento algo... mal —dijo Amber con la mirada perdida. Sin duda el exceso de alcohol ya le estaba pasado cuenta. —Tranquila, vamos a salir de aquí ya —miró a su alrededor para ubicarse mientras le sujetaba la mano a la castaña que, derrotada, se había recostado a la pared. Habían llegado a la zona de los baños. Las personas iban y venían, parejas se besaban y otros estaban tan ebrios como ellas. Chantal estaba nerviosa, no sabía que hacer, le aterraba ver a su amiga así. Su mente vagaba en los penosos recuerdos de su madre. Tal vez estaba exagerando un poco y Amber no terminaría en un hospital, pero no quería arriesgarse. Iría a buscar a Anne, pero no podía dejar a su amiga sola ahí, y llevarla con ella no era una opción. Decidió salir por una puerta que había en el fondo. Tomarían un taxi y le explicaría todo a Anne al otro día. Arrastraba a Amber que no paraba de reír y decir incoherencias, mas, no se percató de que alguien les seguía los pasos. Llegaron al estacionamiento. El lugar se veía desolado. Pensaba seguir su camino hasta que una voz ronca espetó: —Así que tratando de huir —era el chico fornido que había bailado con ellas—. No crees que ya estás grande para esos juegos —sus palabras destilaban malicia, la rizada retrocedió un poco, temía que algo horrible pudiera ocurrirles. —Lo siento, es que no nos sentimos bien, ya nos íbamos —él avanzaba hacia ellas. Chantal sentía que los pies le temblaban. —¿Irnos? —la voz tropelosa de la castaña captó la atención de ambos—. No... quiero irme... Chant...Chanty —la miraba haciendo pucheros. El chico reparó en Amber y le sonrió victorioso. —Mira, "ricitos" —le dijo divertido—, tu hermosa amiga no quiere irse. Mi interés en ella, no en ti. Vete si quieres, pero la ojiverde se queda conmigo —sonaba demandante e intimidante. —¡Pero estás loco si piensas que la voy a dejar contigo en este estado! —le habló decidida y sin reparo alguno. Él se acercó más. Estaba tan ebrio como ellas y Chantal no había reparado en ello. —Escucha —respiró con calma—, la hermosa viene conmigo, necesito hablar con ella —intentó tomar la mano de Amber, pero la rizada se la apartó de un manotazo. Se puso enfrente de su amiga con el mentón levantado y con la vista agresiva, la defendería a toda costa. El chico sacudía su mano ante el impacto del golpe que le habían dado. Observaba como aquella rizada se había vuelto fiera para proteger a su amiga. La miraba intrigado y divertido. Se le acercó más para tomarla del brazo, pero una voz familiar lo detuvo. —James, no crees que te estás pasando un poco —detuvo su acto y giró a ver quien le hablaba. —Siempre cuidando de mí —repuso divertido—. ¿No Dixon? —Claro, para que está la familia —haciendo un ademán de obviedad y con su característico paso lento y mirada inexpresiva, se acercó a ellos. Observó a Chantal que lo veía confundida y muy sorprendida—. James es mi primo —la miró a los ojos—, y ya se iba —dirigió sus palabras al chico que hizo una mueca de fastidio—, ya que no está en las mejores condiciones y está siendo molesto —su tono voz daba miedo, pero fue efectivo. —Sí, tienes razón, si doy otro paso "ricitos" podría asesinarme —dijo divertido—. Hasta la próxima, supongo —las miró a ambas—, puedes asegurar que nos volveremos a ver —le guiñó un ojo a Amber. Dio la vuelta y se fue. Chantal sintió como el aire fresco le invadía otra vez los pulmones. Respiró profundo, el susto había pasado, pero la vergüenza la mataba, por el hecho de que Dixon estaba ahí, frente a ella, con las manos en sus bolsillos, reparándola completamente. —Venga, las llevaré a su apartamento —concluyó ya que la rizada no lograba emitir palabra. —No lo creo... amigo —Chantal iba a protestar, pero Amber se le adelantó—. Mi... mi amiga aquí... —tocó el hombro de la rizada—, te ooodiiaaa —dio dos pasos adelante para encarar a Dixon que la miraba divertido, mientras Chantal moría de vergüenza—. Y no...y no vamos... a subir al auto de...alguien...tan...tan malvado... —¿¡Pero qué dices Amber!?— la rizada veía a su amiga incrédula con la cara roja. Dixon reía, la ojiverde planeaba proseguir su discurso de odio hacia él, pero solo logró echarse adelante y vomitar como nunca. Chantal la tomó de los hombros mientras le aguantaba la frente para estabilizar su cabeza. Dixon se echó hacia atrás, pero no fue lo suficientemente rápido, ya que algo de vómito había caído sobre su camisa negra y su pantalón. Asqueado miró a ambas chicas. Amber ya había terminado de dejar todo lo que tenía en sus intestinos en el pavimento y Chantal muy preocupada a penas podía sostenerla. Una oleada de cólera le envolvió el cuerpo. Con un movimiento rápido apartó a la rizada de la vomitona y la cargó en sus hombros como un saco de papas. Con su mano libre tomó la mano de Chantal y la arrastró a paso apresurado. —¿Dixon, qué crees que haces? —fue lo único que atinó a decir cuando se vio frente a ella un auto negro de modelo moderno. —Te dije que las llevaría a su apartamento —dijo mientras acostaba a Amber en los asientos traseros del auto—. No pretendo dejar que sigan haciendo el ridículo —la molestia se le notaba en la voz. —No es necesario. Tomaremos un taxi... —¡Robinson! —pronunció apellido como si le quemara en la garganta—, solo sube al auto de una m*****a vez —molesto le abrió la puerta del copiloto.Chantal entró sin chistar. Estaban juntos, en su auto. Él ya estaba conduciendo, se había desabrochado algunos botones de su camisa sucia. Chantal lo miraba apenada, podía percibir lo molesto que estaba, su rostro se contraía como si recuerdos dolorosos le invadieran la mente. Sus labios estaban apretados en una línea que cada rato lamía de forma inconsistente. En su cuello se le marcaban las venas. Su bien formado pecho, casi desnudo a la vista, subía y bajaba en busca de calmarse. Ella no podía dejar de observarlo. Él notó la presión de aquellos abismos negros sobre su cuerpo. La miró por un segundo, haciendo que esta tragara en seco cuando sus miradas azúl encontró la de ella. Chantal giró su rostro evasivamente. Sentía su corazón acelerado y que la sangre le cubría las mejillas. Un nerviosismo incontrolable le sacudió el estómago. Allí dentro hacía mucho calor aunque el aire estaba prendido. Su mente le figuró ideas poco sensatas para explicar aquello que la invadía. En ella afloraban sensaciones que nunca había sentido, y que, como toda ignorante, no sabría cómo controlar.DixonEn su vida pensó cometer tal disparate. A sus veintitrés años, Dixon Derricks, era todo lo que él había querido llegar a ser. Casi culminaba su carrera de ensueño. Controlaba acciones de las empresas de su padre. Podía tener en su cama a la chica que desease. Sin embargo, se encontraba haciendo caridad a una ebria inconsciente que había acabado de vomitarle encima, y a una bola de pelos que no tenía otro efecto en él que el de sacarlo de sus casillas.Bien que lo había predecido, esa chica estaba destinada a darle problemas de todo tipo ¿Es que no podía mantenerse tranquila? ¡No! Tenía que ir al jodido antro, beber sin control y caer en las redes de un inescrupuloso como James. Al menos las gracias debería haberle dado, pero tampoco, la chica a su lado se mantenía en silencio y únicamente le echaba miradas furtivas. El rubor no le bajaba de las mejillas y él tenía la leve sospecha de que eso iba más allá del alcohol ingerido.Era consiente del efecto que causaba en las mujeres y
Dixon.Dixon agachó un poco su cabeza, tenía a su vista ese rostro apenado que no se atrevía a cruzar miradas con él. Ella estaba nerviosa, y él acababa de descubrir que le gustaba ser el causante de aquello. Se sentía bien tenerla prisionera entre aquel mueble, tocando su torso aunque fuera de forma indirecta. Soltó un suspiro involuntario cuando notó la mano de Chantal posicionarse al borde de sus pantalones, haciendo que ella diera un respingo y se detuviese al instante.—Creo que puedes terminar de limpiarte tú mismo —notó que ella intentaba enmascarar sus palabras con seguridad.No, con él eso no le funcionaría.Por lo que en un movimiento ágil decidió pegar completamente su cuerpo al de ella, dejando prisionera la mano con la que lo limpiaba. Chantal intentó apartarlo con su mano libre, pero él la tomó y la inmovilizó sobre el mueble de cocina que le impedía retroceder más.“¿Qué mierda estás haciendo, Dixon?”Con un movimiento rápido y casi inconsciente, Dixon enredó sus dedos
Chantal.Cuando Chantal reaccionó ante ese último cometario, ya él se había ido."¡No, no me importa lo que pienses de mí, idiota!"Nunca le habían importado los comentarios ajenos y no iban a empezar a preocuparle ahora.Se dirigió a la puerta del apartamento para asegurarse que estuviera bien cerrada. Le echó un vistazo a Amber que dormía plácidamente. Fue directo al baño, necesitaba ducharse. Frente al espejo observó que estaba hecha un desastre, ojeras enormes, maquillaje corrido, cabello salvajemente alterado, piel sudorosa y su cuello un poco rojo por lo que había sucedido."¿Qué fue lo que me sucedió?", no entendía como había cedido ante aquel hecho.Sus manos tocaban su cuello inconscientemente. Juraba que aún podía sentir como los labios de él le recorrían ahí mientras la sujetaba de los cabellos. El mismo calor volvió a su cuerpo al recordar como aquel hombre la había besado tan deliciosamente. No podía apartarlo de su cabeza. Lo sentía aún apretado a su cuerpo. Nunca había
ChantalEra domingo en la noche y Chantal se esforzaba por redactar los mejores consejos en su página. Lo había resuelto todo lo más sencillo posible, disfrazó sus crudas opiniones con palabras bonitas, de entendimiento social y a la vez apoyo emocional. No les diría a sus lectores lo que querían escuchar ¿Si no qué tipo de consejera sería? Daría sus consejos en un plan implícito con un toque poético, para que cada cual sacase sus propias conclusiones, y a la vez, le estaba dando su toque personal.Ya casi había terminado, solo le faltaba uno en particular, un mensaje al que no sabía qué aconsejar.@broKenGlass09Charming Girl: estoy enamorada de un hombre que no me ama. Me engaña con otras chicas aunque yo soy su novia oficial, he hecho de todo para complacerle y que cambie, pero nada es suficiente. No lo puedo dejar, moriría si lo hago, lo amo más que a nada. Lo siento tan lejos de mí que duele ¿Qué debo hacer?Tal vez este era el único correo serio que, según su percepción, le habí
Chantal.Decidió apartar sus pensamientos. Hurgar en su triste pasado no le resolvería el problema.¿Qué consejo podría dar cuando su experiencia vivida fue la de ver a su madre sucumbir ante la bebida?Le podría decir que lo dejase, que se apartara de él.¿Pero quién era ella para frenar los sentimientos de alguien de esa forma?¿Quién era ella para pedirle a esa chica que se llenara de valor a hacer lo que su madre no pudo?"¿Qué haría yo si estuviera en su lugar?", una interrogante que no era capaz de resolver.Ya que no estaba segura de que su reacción sería: por lo que ella en verdad creía correcto, o por la influencia de su madre.Ni siquiera sabía lo que era enamorarse.Escribió muchas respuestas en las que exigía que despertara de una vez, pero las borró. No se decidía, por lo que tomó un libro y una chaqueta holgada. Se arregló un poco el pelo y se dirigió al café más cercano.Estaba inmersa en las páginas que leía. Se había olvidado de todo, del proyecto, de sus padres, del
Chantal.—Has estado muy desanimada esta semana Chantal —Amber la miraba preocupada—. ¿Te sucede algo de lo que no me haya enterado?—No, no pasa nada —le decía mientras tomaba un sorbo de su gaseosa.Amber observaba a su amiga que, con la mirada perdida, jugaba con las papas fritas que se debería estar comiendo. La había arrastrado prácticamente para almorzar juntas. No era su costumbre, se suponía que cada cual hacía su vida en el campus hasta la tarde y por la noche pasaban el tiempo juntas.Pero había algo mal con su rizada preferida. La sentía lejos, como si su mente no estuviera en su cuerpo la mayoría del tiempo. Ni siquiera había ido a las oficinas de "Luxury Voices" en tres días seguidos. Eso no era normal en ella, Chantal podría ser muchas cosas, pero irresponsable, eso jamás.—Si no te comes esas papas lo haré yo —le señalaba el plato.—No te metas con mi comida, devoradora de cosas fritas —rio la rizada mientras le apartaba el dedo.—Vaya, y yo que pensé que se te había ol
Chantal.Frente a ella estaba ese cuadro de mariposas blancas que tanto le gustaba. Sonrío triste, todo el día lo había pasado batallando contra ella misma, y eso, era más difícil que cualquier cosa que conociese.—Ya hablé con Debby, no te molestará más —hacía unos segundos que él estaba allí dentro. Chantal se volvió a verlo, no lo había notado. Estaba recostado a la puerta, aún con las manos en los bolsillos. Su cabello desordenado le daba un toque sensual y despreocupado. La miraba expectante de alguna reacción, pero ella solo se giró a dejar el bolso sobre su escritorio.—No tenías que haberte entrometido —le dijo sin emoción alguna—. Soy capaz de defenderme sola.—Lo sé —su respuesta sorprendió a Chantal.—Nunca imaginé que dirías eso —soltó sin pensar.—Te he visto actuar en varios escenarios —se acercaba a ella con paso lento—. Sé que eres capaz de muchas cosas. No olvido la forma hostil con la que me tratas —sonrió de lado—. La que me preocupaba era la inocente de Debby —exp
Chantal....@broKenGlass09: Todo el esfuerzo y exigencia de tu parte, con vista a que tu pareja cambie, va a ser en vano si él no desea hacerlo. Las personas cambian porque quieren y cuando quieren, no porque se les pida. Por esa razón no soy capaz de exigirte que lo dejes, esa decisión es solo tuya. Estás consciente de lo que él hace y el daño que te ocasiona, y aun así sigues viviendo por él. Solo te doy un consejo, vive por ti, en cuanto leas esto, empieza a dedicarte más tiempo como persona, como mujer, y verás como todo a tu alrededor puede cambiar.Kss-Charmimg GrL...—¡Wow "Chanty", adoré este último! —Anne se había dedicado toda la tarde a leer los consejos de su amiga en la primera edición de "Luxury Voices".—Créeme que lo escucho y aún no estoy segura de él —dijo acostada sobre el sofá con un libro sobre el pecho—. Solo espero que a esa chica le sirva de algo.—Ya verás que sí. A veces cuando nos enamoramos dejamos de pensar en nosotros mismos y cosas como estas pasan —el t