Capítulo 5

¿La encontraría? Sin duda. ¿La salvaría? Siempre.

 -Lauren Kate-

 

Chantal.

Bajo las cegadoras luces que se esparcían por todo el local, y la música electrónica de fondo.  Una mirada de hielo se perdía en el abismo negro de otra. Fue un acto involuntario que tardó segundos, pero para ellos se sintió como una eternidad. Chantal apartó la vista de él cuando Anne se acercó a la mesa con dos bebidas en las manos. 

—Siento la demora —sonriente explicó—, pero me bebí la mía en la barra. Es que el bartender estaba de maravillas. 

Las dos se carcajearon ante tal expresión, imaginaban a la rubia en pleno plan de conquista. 

—No hay problema —Amber tomó una copa—, pero para la próxima nos llevas—, bebió un largo sorbo— también tenemos derecho a disfrutar de lo bueno del lugar —la rizada rió ante tal comentario tomando la suya. 

Bebió de ella, casi hizo una mueca por lo amargo del contenido. Estaba muy fuerte y le bajaba por la garganta como si quemara, nunca había probado algo así. Si Anne quería embriagarlas, lo iba a lograr, pues no estaba segura de poder aguantar otra copa. 

Aquello iba contra toda creencia de ella. Se imaginaba borracha y no podía dejar de pensar en su madre, no quería acabar como ella. Puso el trago en la mesa, los recuerdos que le llegaban eran más amargos que el líquido que estaba en la copa. Se dirigió a Anne, que ya había tomado asiento, le preguntaría qué tenía aquel trago tan fuerte, pero la cara de la rubia era un poema. Miraba detrás de Chantal con un toque de asombro.

—Algo me dice que tus "jefes" vienen a saludarte, "Chanty" —la rubia se acomodó coqueta en su lugar. 

Amber casi se atraganta con su trago y Chantal, tras un largo suspiro de derrota, miró hacia atrás. La sonrisa de Derek iluminaba el ambiente. Con sus brazos abiertos se dirigía a la rizada para darle una extravagante saludo. Ambos hermanos con sus tres acompañantes estaban frente a ellas.

—¡Bella Chantal Robinson! —exclamó simpático. La rizada se puso de pie para recibir el saludo—. Nunca pensé encontrarte en un lugar así —la estrechó entre sus brazos, a lo que Dixon hizo una mueca y las otras tres chicas clavaron sus recelosos ojos en ella. 

—Vine a pasar el rato con unas amigas —le dijo cerca del rostro del rubio, pues la música estaba muy alta—. Ellas son Anne y Amber Brown, son mis mejores amigas y con quien comparto el piso —el chico les hizo un saludo cordial a ambas con su mano. —¡Pero mira que estás hermosa hoy! —le dijo mientras la observaba de arriba a abajo. 

Ante aquel comentario, ella sonrió apenada. Dixon rodó sus ojos y les dirigió, a ambos, una expresión gélida, de esas que hacen que te hiela el alma. Salió de aquel espacio y se dirigió a unas de las mesas que se encontraba en la zona privada de la disco, sus acompañantes le siguieron los pasos. 

—Vaya parece que mi hermano no está de buen humor hoy, para variar — le guiñó un ojo a la rizada. 

—Sí, eso parece —le dijo insegura, pues observaba como el idiota creído le sonreía a las chicas que le coqueteaban desmedidamente. 

—Bien, debo marcharme —expresó captando la atención de la rizada—, o Dixon no dejará nada para mí —volvió a guiñarle el ojo mientras se iba, a lo que Chantal le respondió con una tímida sonrisa. 

Desde su lugar veía todo el panorama relacionado con los hermanos. Les echaba miradas fugaces ¿Cómo no hacerlo? Si desde que se marcharon, Anne y Amber no habían parado de comentar lo guapos que eran. La rubia parecía una detective. Le decía todo lo que hacían los chicos, ya que al grupo de estos se juntaron otro par de muchachos, también muy atractivos, con otras tres chicas. Dentro de los nuevos inquilinos se encontraba uno en particular que fue un amor frustrado de Anne, por lo que ella no paraba de quejarse de lo ofrecidas que se veían sus acompañantes. 

Chantal se sentía una acosadora inconsciente. Miraba la escena, los cuatro hombres bebiendo, chicas cercas de ellos hablándoles coquetamente, otras bailando de modo sensual. No le parecía un delito, al menos no uno que estuviera en sus manos controlar. Además, ¿para qué lo haría? Ella no tenía ningún interés ni nada en contra de aquellas chicas como Anne. Aunque, que no podía entender, por qué a pesar de estar totalmente convencida de aquel hecho, sentía una leve molestia al contemplarlo. 

Tomó la copa que hace unos minutos había rechazado. Dixon le hablaba en el oído a una trigueña de cabellos lacios, muy hermosa, reía con sensualidad ante el comentario.

"Parece que solo se pasa de idiota conmigo", negó, no entendía por qué aquel absurdo comentario surcaba su mente. Confusa, tomó dos sorbos largos que le abrazaron la garganta. Amber reía ante lo rojo que se puso su rostro por el amargo líquido. De un tercer sorbo se terminó la copa. La cabeza le daba un poco de vueltas. Se había olvidado totalmente de toda su convicción ante el abuso de bebidas alcohólicas, aparentemente aquel idiota tenía el poder de hacer que ella actuase impulsiva. 

—Bueno, ya que te bebiste todo... pues a bailar —expresó la rubia tomándola del brazo, la rizada ni chistó al respecto. 

—¡Sí! —exclamó Amber feliz, mientras se dirigían al medio de la pista. 

La música era más embriagadora que el alcohol que le corría en sangre. No se fijaba en sus movimientos. Se movía al ritmo de ella como lo hacían las hermanas. Sentía el calor subir por su cuerpo. Sudaba entre la masa de personas. Se sentía relajada, desinhibida, sexy, con cada movimiento de caderas. 

Amber danzaba al rededor de ella. La tomaba de las manos y la hacía girar mientras reía torpemente. Anne había ido a la barra a coquetear con el bartender, por alejar de su campo de visión a aquel chico que le había hecho tanto daño. 

No pasó mucho tiempo cuando un chico alto y de cuerpo fornido se acercó a ambas, tomó a la castaña de la cintura, la colocó frente a él y se puso a bailar con ella sensualmente. Las manos de las chicas aún estaban sujetas por lo que ante tal acto, Chantal también cayó casi pegada al chico. Con un rápido reflejo este la tomó por sus caderas, haciendo que la espalda de la rizada rozara con la mitad de su atlético cuerpo que se movía al ritmo de la música. Chantal, desorientada, sabía que aquella situación se le había ido de las manos, su trasero rozaba a aquel chico que, con una avaricia extrema, mantenía a las dos amigas encima de él como si fueran trofeo de guerra. 

Se sentía avergonzada por ella y por Amber que ni siquiera se enteraba de la situación en la que se hallaba. Miró instintivamente hacia la zona VIP, el ambiente estaba cargado por allá, todos los chicos estaban en plan de más que amigos con las muchachas. Mas, solo el desagrado llegó a ella cuando sus ojos toparon con Dixon, este besaba a una rubia en el cuello, mientras la trigueña lacia bailaba provocativa frente a él. De forma seductora, él apartó sus labios húmedos de la chica, su mirada fría se posó sobre Chantal.

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