- ¡¡SUELTENME!! M*****A SEA DÉJENME EN PAZ!! gritó Mia con todas sus fuerzas, pero a su alrrededor nadie parecía escuchar ni hacer contacto visual, era como si los mismos estraterrestres la estuvieran secuestrando y la habían puesto en una especie de modo invisible. Un hombre robusto la puso sobre sus hombros mientras Mia protestaba y pataleaba con fuerza. Segundos después estaba sentada en una limusina blindada, amarrada de pies y manos y completamente sola además del chófer, qué suponía estaba después de una cortina plegable de color gris justo en la parte delantera dme vehículo. Viajó horas en esa limusina hasta que se detuvieron unos minutos en un lugar desconocido. De pronto, abrieron la puerta para nada más y nada menos que subir a otra mujer, rubia con maquillaje de sobra y una vestimenta bastante sensual. La ayudaron a subir y se sentó al frente de Mia. La mujer la miró con desprecio y se río de manera burlezca, mientras revisaba una carpeta con documentos. - ¿Quien diab
Las palabras de aquel hombre eran órdenes cumplidas de inmediato, por lo que tres mujeres de edad media entraron a la sala de estar y se llevaron a Mia tal y como estaba, amarrada de pies y manos, claramente porque el Zamir habia informado que ella sería la primera. Caminaron varios pasillos qué se hicieron eternos con la soga en los tobillos, hasta al fin entrar en una sala apartada, llena de tinas independientes de agua termal. El ambiente era como un sauna con velas encendidas y un aroma esquisito a menta con un toque de vainilla. La desvistieron cortando sus ropas, sin ningún miramiento y así, desnuda y amarrada, la entraron a la tinaja para luego llenarla de flores aromáticas. Mia no podía negar que sentía excepcional, después de ese día, estar en una tina termal era algo inpensado, simplemente era como estar en las nubes, asique decidió disfrutar sabiendo que los días podrían venir de mal en peor. Pasada una hora, las mismas mujeres de edad media llegaron a sacarla de l
Los minutos pasaron a ser horas y las horas días y Mia seguía allí, con la misma ropa, que por cierto apretaba más que la que usaba con normalidad y un hambre incontrolable qué hacía rechinar su vacío estómago. - ¿También hiciste enojar al mismisimo Rey de la india? - dijo una voz masculina al fondo en otra celda. Mia se sorprendió de no encontrarse sola, pero luego respondió - Eso creo - mientras se preguntaba porque en todo ese tiempo encerrada no había visto ni oído a nadie - mm ¿y quien eres tu, que le hiciste a ese repugnante animal que llamas Rey? - Consultó intrigada - Me enamoré de una de sus esposas y la ayude a escapar - respondió sin tapujos-eso fue al menos hace 7 años según las cuentas que puedo tener en este horrible lugar. A Mia se le apretó el pecho, cuanto tiempo estaría allí era un misterio, pero seguramente sería años y años después de lo ocurrido con zamir. - y qué hizo usted - le dijo aquel hombre - por cierto, soy kerem- Añadió. - Mia es mi nombre, d
- ¿Tan bueno pudo estar ese revolcón? - dijo una de las mujeres que había llegado amarrada de la misma manera que Mia. - Quizás que le hizo, como lo hechizó como para que hoy hasta su ropa sea especial - Añidio otra, sumamente molesta. Mia escuchó los comentarios pero no le importó en absoluto, hasta que una de ellas dijo: - Cómo quisiera ser yo la mujer que el Zamir eligió para ser la esposa principal y la primera en darle un hijo. - QUEEEEE!! - Se atragantó Mia, tosiendo una y otra vez mientras todos la observaban confundidos. Le levantó de la mesa y fue directo a la habitación del Zamir, no permitiendo que nadie la detuviera en el camino. - ZAMIR!!! ZAMIRR!!! - Gritó fuera de la habitación, hasta que ese hombre recién despertando abría la puerta con los ojos entre abiertos. - Qué es lo que pasa mujer¿le gustó la ropa y habitación nueva? Luego me agradece - dijo mientras cerraba la puerta pero sin esperarlo Mia lo detuvo y entró a esa habitación como si la llevara el di
La casa de aquella mujer era humilde, pero llena de objetos que parecian valiosos, no debido a su valor material sino más bien sentimental, estaban lleno de detalles y fotografías, estar allí era como entrar en un cuarto lleno de recuerdos. La mujer era amable, pero sus ojos escondían una gran tristeza, debe haber perdido a alguien, debe estar de luto, pensaba Mia. - Lamento tu perdida,- dijo Mia mientras la mujer agachaba sus ojos. - Gracias, la verdad fue hace siete años y aun no logro quitarme esta vestimenta, aun ieto ms perdida, después de todo me arrebataron al amor de mi vida - respondió tristemente. - Debe extrañar mucho a su esposo señora, lo lamento mucho. - No pudo llegar a ser mi esposo, no le pareció al Zamir, asique solo pude huir y ocultarme para siempre - luego se cubriro la boca con la mano, sin duda no deseaba dar tanta información. Mia comprendió todo de inmediato, Lizi, era ella, vivíendo todo este tiempo inundada en dolor, pensando que Kerem estaba mu
Zamir fue informado de una visita inesperada, el cónsul de España ya había llegado a la mansión y su objetivo era claro, firmar un acuerdo de comercio con Zamir y el sabia que estaba decidido a no irse sin lograrlo. Tenía fama de ser implacable y lleno de avaricia, asique era de esperarse que entrará a la mansión sin una reunión previa y caminara con autoridad como si ubiese llegado a su propia casa. Sus pasos eran firmes y rápidos y su mirada estaba fija en el frente, por lo que jamás pudo anticipar qué chocaria por el costado con Mia que venía distraída desde uno de los jardines interiores. Sin duda el hombre iba a reprender su torpesa pero al verla, quedó unos segundos idiotizado. - Mm.. Quien lo diría, una reina como usted en un lugar como este - dijo suavemente avanzando de manera cautelosa para inesperadamente tomarla con fuerza de la cintura y acercarse deliberadamente hasta el cuello, disfrutando su delicado aroma. Mia reaccionó al instante, dándole un fuerte empujón qu
Mia lo observó unos segundos, por un instante creyó que no lo decía en serio, pero aquel anciano estaba realmente seguro de que necesitaba un ajuste de cuentas con el Zamir. La miró fijamente mientras daba uno y otro sorbo a su café, el que despedía un aroma esquisito y le empañaba por completo sus anteojos. - Destruirlo - respondió Mia sin tapujos - eso quiero, destruirlo para que me deje volver a casa - y sintió como sus ojos se cristalizaban solo con nombrar su hogar, extrañando de inmediato a su madre y desesperandose de dolor al pensar como estaría ella de preocupada al no verla regresar. - Entonces oye bien muchacha, este es el plan, destruirlo de dentro hacia afuera, es decir, enamorarlo, volverlo loco y cuando lo tengas en tus manos conseguirás todo lo que quieres. Luego vete, porque esa herida de amor no sanará jamás en un corazón como ese. Mia no sabía a que se refería en esa última frase, pero el plan le pareció lógico, después de todo el Zamir no solo se había cogid
Al llegar a la cabaña Mía se sorprendió al verla bastante descuidada, al parecer hace años no estaba habitada, pero bueno, era la opción disponible y por lo menos, aún mantenía un botiquín de primeros auxilios utilizable, aunque cubierto de polvo. Tuvo que ayudar al Zamir a quitarse la camisa para recostarlo sobre una cama cubierta con una sabana blanca y proceder a limpiar la herida. Ubiese sido menos incómodo si el Zamir no la mirara tan de cerca en cada movimiento, pero finalmente pudo cumplir el objetivo y quitar una por una las grandes espinas qué se habian encrustado en la piel. Verlo saltar de dolor le traia un poco de alivio, considerando que es hombre merecía mucho más que eso. Luego vendó las heridas más profundas y lo mantuvo recostado sobre la cama, pues el dolor no le permitía moverse demasiado. Pero el Zamir ni en esa condición dejaba de ser arrogante y mandón, tratándola constantemente como su sirvienta y exagerando sus dolores y caprichos. - ¿Usted se da cuen