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Capitulo 5: una aliada inesperada.

La casa de aquella mujer era humilde, pero llena de objetos que parecian valiosos, no debido a su valor material sino más bien sentimental, estaban lleno de detalles y fotografías, estar allí era como entrar en un cuarto lleno de recuerdos.

La mujer era amable, pero sus ojos escondían una gran tristeza, debe haber perdido a alguien, debe estar de luto, pensaba Mia.

- Lamento tu perdida,- dijo Mia mientras la mujer agachaba sus ojos.

- Gracias, fue hace siete años. Me arrebataron al amor de mi vida - respondió tristemente.

- Debe extrañar mucho a su esposo señora, lo lamento mucho.

- No pudo llegar a ser mi esposo, no le pareció al Zamir, asique solo pude huir y ocultarme para siempre - dijo parluego cubrirse la boca, sin duda no deseaba dar tanta información.

Mia comprendió todo de inmediato, Lizi, era ella, vivíendo todo este tiempo inundada en dolor, pensando que Kerem estaba muerto, no sabía cómo empezar a decírselo cuando tocaron la puerta con fuerza.

- Sabemos que Mia esta aquí, si no sale por voluntad propia entraremos y mataremos a todos quienes estén a su lado - sentenció un hombre desde afuera.

La mujer abrió sus ojos, comprendiendo quien era Mia, mientras ella le decía que se calme, que no la expondria a peligro

- Saldré, yo saldré sola, por favor no entren - dijo de manera apresurada.

- Lizy, se quien eres, Kerem esta vivo, lleva siete años en la pri... . - soltó mientras los hombres golpeaban la puerta con fuerza.

- Aqui estoy, por favor no lastimen a nadie - replicó saliendo y levantado ambas manos.

Mia salió de aquel lugar, con la aficción a flor de piel, sintiéndose derrotada y sin opciones disponibles, mientras los hombres la trasladan de vuelta a la mansión de Zamir, sin decir ni una sola palabra en el camino.

Cuando Zamir la vio llegar, la tomó fuertemente del brazo, mientras Mia pensaba internamente que había llegado su final.

Al llegar a la habitación dijo con voz firme - Quítese la ropa y no se atreva a contradecirme-. Sentenció.

No era tiempo de oponerse, tendría suerte si la dejaba con vida asique no dudó en desprenderse de cada una de las ropas que había robado en su huida.

El Zamir la miró de pies a cabeza. Ella aun traía puesto un conjunto de lencería de la mansión,. El cual contempló unos segundos y luego añadió - quítese toda la ropa -

Asique allí estaba Mia, completamente desnuda frente al hombre más poderoso del país.

El la tomó en sus brazos y la llevó a la ducha, luego se quitó la ropa frente a ella y se baño a su lado.

Mia evitaba mirar hacia abajo pero sin duda ese hombre con la piel húmeda, su cuerpo tonificado y su modo autoritario de ser hasta en la ducha, era alguien digno de contemplar, aunque solo se atrevía a hacerlo de vez en cuando, porque se sentía demasiado incomoda en esa condición y trataba a momentos de cubrirse el cuerpo.

Varios minutos solo permanecíó en silencio e inmóvil, realmente era una situación incómoda pero a Zamir no parecía importarle.

- Esta lista - dijo mientras salía de la ducha, se ponía una toalla amarrada a la cintura y comenzaba a secar el cuerpo de Mia con bastate detalle.

A Mia le habría incomodado menos una tortura que estar en esa situación. Realmente se sentía expuesta, vulnerable frente a aquel inmenso hombre de 1.80 mts qué trataba de controlarla y poseerla hasta con la mirada.

- Quiero ir a la habitación - rezongo de pronto - porfavor - añadió después.

- No - respondió tajantemente - Mia, mireme bien a los ojos, desde ahora ésta será su habitación y este hombre, será su esposo, toqueme y acérquese con libertad - respondió mientras sujetandole la mano la guiaba por su torso desnudo, tratando de bajar poco a poco.

Mia sentía que la lengua se le había pedido, pues no sabía que decir o hacer, se sentía nerviosa y a momentos atraída por el, había surgido algo entre ellos que no podía negar y para Mia la única explicación era deseo, profundo deseo.

Cuando su mente reaccionó, se dispuso a escapar, pero Zamir la sujeto con fuerza empujandola hacia atraz hasta que quedara completamente pegada a la pared, la tomó de la cintura y la atrajo hacia el. Mia comenzaba poco a poco a rendirse en esa cercanía, hasta que comenzó a sentir algo particular, era un enorme miembro masculino muy cerca de ella.

Se asustó, lo empujó y trato de correr rápidamente a ponerse algo de ropa, pero fue inútil, Zamir la detuvo y le ordenó acostarse de inmediato y desnuda al igual que el.

Ambos cuerpos demasiado cerca toda una noche, parecía que solo con el roce se encendían el uno al otro.

Era una sensación desesperante, afixiante, un fuego que necesitaba ser apagado pero que ardía y no se consumia.

Zamir sabía que sentía algo más que deseo, mientras que Mia experimentada por primera vez el desear físicamente a alguien con ese nivel de intensidad. La noche se le hizo eterna y luchó con todas sus fuerzas contra ese deseo, tratando de usar su mente para idear alguna otra manera de escape.

Cúando Mia despertó, sucedió tal cual como dijo Zamir, trasladaron toda su ropa a esa habitación y no tuvo autorización de volver a retornar a su aposento anterior.

Esto generó celos y envidia en el ambiente, lo que pronto se desataria con fuerza y más aún con la llegada del cónsul de España al palacio, un hombre bastante importante e influyente y con gustos demasiado directos y específicos, una lucha que traería demasiadas consecuencia en la relación qué comenzaba a gestarse entre Zamir y Mia.

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