La casa de aquella mujer era humilde, pero llena de objetos que parecian valiosos, no debido a su valor material sino más bien sentimental, estaban lleno de detalles y fotografías, estar allí era como entrar en un cuarto lleno de recuerdos.
La mujer era amable, pero sus ojos escondían una gran tristeza, debe haber perdido a alguien, debe estar de luto, pensaba Mia. - Lamento tu perdida,- dijo Mia mientras la mujer agachaba sus ojos. - Gracias, fue hace siete años. Me arrebataron al amor de mi vida - respondió tristemente. - Debe extrañar mucho a su esposo señora, lo lamento mucho. - No pudo llegar a ser mi esposo, no le pareció al Zamir, asique solo pude huir y ocultarme para siempre - dijo parluego cubrirse la boca, sin duda no deseaba dar tanta información. Mia comprendió todo de inmediato, Lizi, era ella, vivíendo todo este tiempo inundada en dolor, pensando que Kerem estaba muerto, no sabía cómo empezar a decírselo cuando tocaron la puerta con fuerza. - Sabemos que Mia esta aquí, si no sale por voluntad propia entraremos y mataremos a todos quienes estén a su lado - sentenció un hombre desde afuera. La mujer abrió sus ojos, comprendiendo quien era Mia, mientras ella le decía que se calme, que no la expondria a peligro - Saldré, yo saldré sola, por favor no entren - dijo de manera apresurada. - Lizy, se quien eres, Kerem esta vivo, lleva siete años en la pri... . - soltó mientras los hombres golpeaban la puerta con fuerza. - Aqui estoy, por favor no lastimen a nadie - replicó saliendo y levantado ambas manos. Mia salió de aquel lugar, con la aficción a flor de piel, sintiéndose derrotada y sin opciones disponibles, mientras los hombres la trasladan de vuelta a la mansión de Zamir, sin decir ni una sola palabra en el camino. Cuando Zamir la vio llegar, la tomó fuertemente del brazo, mientras Mia pensaba internamente que había llegado su final. Al llegar a la habitación dijo con voz firme - Quítese la ropa y no se atreva a contradecirme-. Sentenció. No era tiempo de oponerse, tendría suerte si la dejaba con vida asique no dudó en desprenderse de cada una de las ropas que había robado en su huida. El Zamir la miró de pies a cabeza. Ella aun traía puesto un conjunto de lencería de la mansión,. El cual contempló unos segundos y luego añadió - quítese toda la ropa - Asique allí estaba Mia, completamente desnuda frente al hombre más poderoso del país. El la tomó en sus brazos y la llevó a la ducha, luego se quitó la ropa frente a ella y se baño a su lado. Mia evitaba mirar hacia abajo pero sin duda ese hombre con la piel húmeda, su cuerpo tonificado y su modo autoritario de ser hasta en la ducha, era alguien digno de contemplar, aunque solo se atrevía a hacerlo de vez en cuando, porque se sentía demasiado incomoda en esa condición y trataba a momentos de cubrirse el cuerpo. Varios minutos solo permanecíó en silencio e inmóvil, realmente era una situación incómoda pero a Zamir no parecía importarle. - Esta lista - dijo mientras salía de la ducha, se ponía una toalla amarrada a la cintura y comenzaba a secar el cuerpo de Mia con bastate detalle. A Mia le habría incomodado menos una tortura que estar en esa situación. Realmente se sentía expuesta, vulnerable frente a aquel inmenso hombre de 1.80 mts qué trataba de controlarla y poseerla hasta con la mirada. - Quiero ir a la habitación - rezongo de pronto - porfavor - añadió después. - No - respondió tajantemente - Mia, mireme bien a los ojos, desde ahora ésta será su habitación y este hombre, será su esposo, toqueme y acérquese con libertad - respondió mientras sujetandole la mano la guiaba por su torso desnudo, tratando de bajar poco a poco. Mia sentía que la lengua se le había pedido, pues no sabía que decir o hacer, se sentía nerviosa y a momentos atraída por el, había surgido algo entre ellos que no podía negar y para Mia la única explicación era deseo, profundo deseo. Cuando su mente reaccionó, se dispuso a escapar, pero Zamir la sujeto con fuerza empujandola hacia atraz hasta que quedara completamente pegada a la pared, la tomó de la cintura y la atrajo hacia el. Mia comenzaba poco a poco a rendirse en esa cercanía, hasta que comenzó a sentir algo particular, era un enorme miembro masculino muy cerca de ella. Se asustó, lo empujó y trato de correr rápidamente a ponerse algo de ropa, pero fue inútil, Zamir la detuvo y le ordenó acostarse de inmediato y desnuda al igual que el. Ambos cuerpos demasiado cerca toda una noche, parecía que solo con el roce se encendían el uno al otro. Era una sensación desesperante, afixiante, un fuego que necesitaba ser apagado pero que ardía y no se consumia. Zamir sabía que sentía algo más que deseo, mientras que Mia experimentada por primera vez el desear físicamente a alguien con ese nivel de intensidad. La noche se le hizo eterna y luchó con todas sus fuerzas contra ese deseo, tratando de usar su mente para idear alguna otra manera de escape. Cúando Mia despertó, sucedió tal cual como dijo Zamir, trasladaron toda su ropa a esa habitación y no tuvo autorización de volver a retornar a su aposento anterior. Esto generó celos y envidia en el ambiente, lo que pronto se desataria con fuerza y más aún con la llegada del cónsul de España al palacio, un hombre bastante importante e influyente y con gustos demasiado directos y específicos, una lucha que traería demasiadas consecuencia en la relación qué comenzaba a gestarse entre Zamir y Mia.Zamir fue informado de una visita inesperada, el cónsul de España ya había llegado a la mansión y su objetivo era claro, firmar un acuerdo de comercio con Zamir y el sabia que estaba decidido a no irse sin lograrlo. Tenía fama de ser implacable y lleno de avaricia, asique era de esperarse que entrará a la mansión sin una reunión previa y caminara con autoridad como si ubiese llegado a su propia casa. Sus pasos eran firmes y rápidos y su mirada estaba fija en el frente, por lo que jamás pudo anticipar qué chocaria por el costado con Mia que venía distraída desde uno de los jardines interiores. Sin duda el hombre iba a reprender su torpesa pero al verla, quedó unos segundos idiotizado. - Mm.. Quien lo diría, una reina como usted en un lugar como este - dijo suavemente avanzando de manera cautelosa para inesperadamente tomarla con fuerza de la cintura y acercarse deliberadamente hasta el cuello, disfrutando su delicado aroma. Mia reaccionó al instante, dándole un fuerte empujón
Mia lo observó unos segundos, por un instante creyó que no lo decía en serio, pero aquel anciano estaba realmente seguro de que necesitaba un ajuste de cuentas con el Zamir.La miro fijamente mientras daba uno y otro sorbo a su café, el que despedía un aroma Esquisito y le empañaba por completo sus anteojos.- Destruirlo - respondió Mia sin tapujos - eso quiero, destruirlo para que me deje volver a casa - replicó sintiendo como sus ojos se cristalizaban solo con nombrar su hogar, extrañando de innediato a su madre y desesperandose de dolor al pensar como estaría ella de preocupada al no verla regresar.- Este es el plan, destruirlo de dentro hacia afuera, es decir, enamorarlo, volverlo loco y cuando lo tengas en tus manos conseguirás todo lo que quieres. Luego vete, porque esa herida de amor no sanará jamás en un corazón como ese.Mia no sabía a que se refería en esa última frase, pero el plan le pareció lógico, después de todo el Zamir no solo s
Al llegar a la cabaña Mía se sorprendió al verla bastante descuidada, al parecer hace años no estaba habitada, pero bueno, era la opción disponible y por lo menos, aún mantenía un botiquín de primeros auxilios utilizable, aunque cubierto de polvo. Tuvo que ayudar al Zamir a quitarse la camisa para recostarlo sobre una cama cubierta con una sabana blanca y proceder a limpiar la herida. Ubiese sido menos incómodo si el Zamir no la mirara tan de cerca en cada movimiento, pero finalmente pudo cumplir el objetivo y quitar una por una las grandes espinas qué se habian encrustado en la piel. Verlo saltar de dolor le traia un poco de alivio, considerando que es hombre merecía mucho más que eso. Luego vendó las heridas más profundas y lo mantuvo recostado sobre la cama, pues el dolor no le permitía moverse demasiado. Pero el Zamir ni en esa condición dejaba de ser arrogante y mandón, tratándola constantemente como su sirvienta y exagerando sus dolores y caprichos. - ¿Usted se da cue
Cuando el Zamir encontró a Mia, su mirada le informó que el ya tenía algo en mente y sin duda no sería agradable, lo que la hizo sentir nerviosa y preocupada al instante, más aún cuando el Zamir no emitió ni una solo palabra, sino que a través de un movimiento de su mano le indicó que caminara hasta una habitación apartada. Por su oscura y sombría mirada, era relamente imposible negarse. - Esta bien - resongó Mia - solo permitame pasar primero al baño y lo alcanzo - dijo con tono suplicante.- Dos minutos - sentenció. Mia ingresó a uno de los baños de la mansión, justamente el que tenia una ventana que daba hacia el patio exterior. La ventana era bastante pequeña y sin duda si llegase a lograr pasar por ahí, caería literalmente de bruces contra el suelo. Lo meditó unos segundos y desistió, finalmente ¿donde podía escapar del Zamir? Espera un segundo - pensó en voz alta - el anciano, el puede esconderme hasta que el Zamir se duerma - a la mañana siguiente el Zamir debia salir del p
Cuando los guardias lograron detenerla, Mia estaba empapada en llanto, pálida y fría debido a la helada noche, su mirada perdida y su mente intentaba escapar con todas sus fuerzas de la realidad. Muchos no lo entenderían, pero Mia estaba luchando con todas sus fuerzas contra el deseo que sentía hacia Zamir, porque al estar en una situación así de intima, se sentía completamente utilizada, después de todo, para el Zamir podía ser una noche más como muchas otras en su vida, pero para Mia iba a ser su primera vez, aquella que esperaba con ilusión, deseando no vivir lo mismo que su madre, pero sin jamás anticiparlo, que, en pleno siglo XVI se sentía en sus zapatos. No pudo evitar recordar cuando su madre que es ya de avanzada de edad le dijo: - Disfruta la posibilidad de elegir a quien amar, porque esa posibilidad no la tuvimos todas hija- dijo Carmen con su vista perdida en los recuerdos. Su madre había sido vendida, en ese tiempo en el que bastaba que a sus padres le ofrecerieran
"le dijeron que habías muerto" Kerem no volvió a responder en horas y no había forma de saber que estaba pasando por su mente. Mientras tanto... - Señor Zamir - dijo la mamá de Mia - no está, no la encuentro en ningún lugar - Añadio angustiada - han pasado 48 horas, diganme donde esta - lloraba sin consuelo. Nadie entendía que estaba pasando, era como si se la ubiese tragado la mismisima tierra. Durante horas recorrieron cada rincón de la mansión sin encontrarla, finalmente reunieron a todo el personal en fila, donde Amal los presionaba a confesar haber si alguien había ayudado a escapar Mia, la instrucción era clara, si confesaban podrían vivir, pero si no lo hacían y se descubría por otro medio, morirían. - Amal, es obvio que no escapó esta vez - dijo Zamir - jamás se iría dejando a su madre aquí- resopló pasando su mano por su cabeza. - La hemos buscado sin descanso, no está en ninguna parte, en el único lugar que no hemos buscado es en la prisión de la mansión, p
Cali ingresó a la mansión con sus pequeños anteojos y su maletin de doctor, caminando rápidamente con pasos cortos directo a la habitación de Mia. Se dispuso a realizar una revición exhaustiva de sus signos vitales y estados salud general, que le permitiera dar un diagnóstico certero y cuidadoso, conociendo la exigencia del Zamir en este tipo de asunto, no podía equivocarse, especialmente si se trataba de una de sus esposas. Estuvo varios minutos examinado a Mia bajo la mirada autoritaria y directa del Zamir, quien vigilada cada uno de sus movimientos. - Sr. Zamir, la muchacha se encuentra deshidratada y bastante débil, su estado de desnutrición y la falta de nutrientes por esos dos días en encierro le ha generado una baja importante de defensas, por lo que no logra reponerse de manera normal. Intuyo qué el medicamento que diluyeron para dormirla aun se encuentra en su organismo por lo qu
Kerem escuchó unos pasos ingresando a la prisión, no lograba ver mucho, las luces eran tenues y amarillentas, además de bastante poco confiables porque a veces encendían y otras veces se mantenían apagadas. El ambiente en esa prisión era similar al de época invernal, pese a que estaban en pleno verano, por lo que se sentía un frío inexplicable que hacía que saliera vapor de la boca. El ruido que generaba los pies al caminar, era igual que al pisar pasto seco, el que se repria varias veces a través de ecos. Habían al menos veinte celdas vacías, todas ellas sucias y oscuras lo que daba un aspecto descuidado y terrorífico. Zamir ingresó mirando en detalle el lugar y sintiéndose molesto de que Mia haya estado allí. Pasó de largo por aquella celda en la que ella había estado, sintiendo una nostalgia y molestia profunda. Al final del pasillo había una celda que en el suelo tenía platos vacíos de comida, los que estaban llenos de moscas rodeandoles y sumergiendose en aquellos restos