- ¿Tan bueno pudo estar ese revolcón? - dijo una de las mujeres que había llegado amarrada de la misma manera que Mia.
- Quizás que le hizo, como lo hechizó como para que hoy hasta su ropa sea especial - Añidio otra, sumamente molesta. Mia escuchó los comentarios pero no le importó en absoluto, hasta que una de ellas dijo: - Cómo quisiera ser yo la mujer que el Zamir eligió para ser la esposa principal y la primera en darle un hijo. - QUEEEEE!! - Se atragantó Mia, tosiendo una y otra vez mientras todos la observaban confundidos. Le levantó de la mesa y fue directo a la habitación del Zamir, no permitiendo que nadie la detuviera en el camino. - ZAMIR!!! ZAMIRR!!! - Grito fuera de la habitación, hasta que ese hombre recién despertando abría la puerta con los ojos entre abiertos. - Qué es lo que pasa mujer¿ le gustó la ropa y habitación nueva? Luego me agradece - dijo mientras cerraba la puerta pero sin esperarlo Mia lo detuvo y entró a esa habitación como si la llevara el diablo. - ¡NO ME ENTREGARÉ A USTED, NO LE DARÉ HIJOS, NO SERÉ SU ESPOSA, EN QUE IDIOMA DEBO DECÍRSELO! ¿ Poraue simplemente no me mata y termina esta condena? Zamir levanto las cejas, para luego arrugarlas una y otra vez, hasta que ir fin respondió. - Es tiempo que entienda que usted no se irá de mi lado, usted ya es mi esposa, no necesito su concentimiento en este país para hacerla mi mujer. No la obligare a entregarse a mi pero tarde o temprano pasará, mientras tanto no pienso tocar a otra mujer en la espera, pues usted será quien me dará mi primer hijo, le guste o no. Mia trago saliva un par de veces, por primera vez no supo que responder, no había forma de hacerlo entender. Salió de aquella habitación casi sin aire, su pecho palpitaba aceleradamente y comenzaba su rostro a sudar frío, su mente le decía que se entregará a él, que luego de tenerla la dejaría en paz, pero su corazón se lo impedía. Cada paso era agotador, hasta que todo a su alrrededor se volvió oscuro. Despertó en una camilla de hospital, pero al mirar a su alrrededor no se encontraba en uno o por lo menos, no uno de los que ella conocía. Era similar a una clínica, se veía en cada implementó a su alrrededor la mejor tecnología y ornamentación, era el sueño de todo doctor o enfermera. Se trató de levantar rápidamente pero una enfermera la detuvo, explicándole qué se había desmayado y que necesitaban hacerle estudios ordenados por el Zamir, entre ellos comprobar su virginidad. Mia abrió unos enormes ojos, no podía creer que hasta en que examen hacerle el Zamir tenía el control, se enfureció un segundos pero finalmente dejo que le realizaran todos los exámenes que el había solicitado. Al mirar hacia fuera recordó la limusina blindada en la que la trasladaron, estaba estacionada fuera de la clínica y el Zamir a unos metros hablando por teléfono. Se bajó lentamente de la camilla y se quedó varios minutos detrás de la puerta de entrada a la habitación, hasta que ingresará nuevamente la enfermera. La mujer entró mirando unos documentos, asique no fue difícil tomarla desde atraz y amenazarla al oído hasta que la pobre mujer levantó los brazos en señal de rendición. Por lo que le solicitó quitarse la ropa y así pudo vestirse con su uniforme de enfermera. Posteriormente tomó los cables en los que se inyectan los medicamentos y amarró a la mujer a la camilla, cubriendola del cuello hacia abajo con la frazada disponible. Luego le puso una mascarilla de oxígeno en el rostro, tratando asi de disimular esa área. Salio del lugar con el rostro agachado pasando cerca del Zamir qué venía ingresado hacia la clínica. Fue directamente hacia la limusina, abriendo la puerta del conductor y sacando al calvo hombre que se encontraba allí, amenazandolo con un implementó de cirugía qué encontró en el camino para luego sentarse con calma y encender el vehículo. En menos de 5 minutos Mia ya estaba lejos de la clínica, sin saber exactamente donde ir, pero sabiendo que debía ser rápida y cauteloda, pues la buscarian hasta por debajo de las piedras si era necesario. Estacionó la limusina en pleno centro, para luego bajarse de allí y dirigirse a una tienda pequeña, donde se cambió de ropa y huyó sigilosamente sin pagar. La gente era muy confiada en ese lugar y al verla vestida de enfermera no dudaron de ella, dejándola elegir y probarse ropa sin mayor vigilancia. Mientras tanto el Zamir ingresaba a la habitación, mirando unos minutos desde lejos, para luego notar algo diferente, especialmente en el tono del cabello de aquella mujer que se encontraba en la camilla. Se acercó hasta ella y le quitó la máscara de oxígeno. - Señor por favor ayúdeme, la mujer escapó - Zamir se echo hacia atraz sorprendido, luego dio un fuerte grito de furia y llamó a sus guarda espaldas, ordenandoles qué todos la buscaran de inmediato, teniendo ordenes de matar a cualquiera que se opusiera en el intento de traerla de vuelta a la mansión. Rápidamente el rumor de que una esposa del Zamir se había escapado se había propagado por todo el país, habiendo recompensa para quien la encontrará viva y condena para quien se atreviera a tocarle un solo cabello. Mia no sabía que hacer, todos la estaban buscando, pero su mayor fortaleza era que no la conocían ¿como podían saber que era ella a quien estaban buscaban? Trato de actuar con normalidad para luego envolver en sus brazos un par de frazadas qué encontró en un colgadero de ropa en uno de los pasajes más recónditos de la ciudad, con el objetivo de dar la impresión qué era un pequeño bebé. Mientras tanto el Zamir parecía un león enjaulado, gritándole a todos su incompetencia y rechazando a cada una de las demás esposas que querían aprovechar la oportunidad de consolarlo. Comenzaba a oscurecer y Mia no sabía donde pasaría la noche, el lugar era frío y no tenía como pagar su estancia en un hospedaje. De pronto una mujer se le acercó, traía un velo como de viudez y su vestimenta era completamente negra. Le ofreció una habitación un tanto descuidada qué tenía en su humilde casa y Mia no dudó en aceptar, cubriendo al inexistente hijo contra su pecho. - Esta bien? No llora nada, dejame verlo - le dijo la mujer mientras Mia se opuso discretamente. - Esta bien, hace pocos minutos logre que se durmiera, mi esposo me echo de casa y no tengo donde ir - dijo en modo de justificación. La mujer acintió y la guió hasta su domicilio.La casa de aquella mujer era humilde, pero llena de objetos que parecian valiosos, no debido a su valor material sino más bien sentimental, estaban lleno de detalles y fotografías, estar allí era como entrar en un cuarto lleno de recuerdos. La mujer era amable, pero sus ojos escondían una gran tristeza, debe haber perdido a alguien, debe estar de luto, pensaba Mia. - Lamento tu perdida,- dijo Mia mientras la mujer agachaba sus ojos. - Gracias, fue hace siete años. Me arrebataron al amor de mi vida - respondió tristemente. - Debe extrañar mucho a su esposo señora, lo lamento mucho. - No pudo llegar a ser mi esposo, no le pareció al Zamir, asique solo pude huir y ocultarme para siempre - dijo parluego cubrirse la boca, sin duda no deseaba dar tanta información. Mia comprendió todo de inmediato, Lizi,
Zamir fue informado de una visita inesperada, el cónsul de España ya había llegado a la mansión y su objetivo era claro, firmar un acuerdo de comercio con Zamir y el sabia que estaba decidido a no irse sin lograrlo. Tenía fama de ser implacable y lleno de avaricia, asique era de esperarse que entrará a la mansión sin una reunión previa y caminara con autoridad como si ubiese llegado a su propia casa. Sus pasos eran firmes y rápidos y su mirada estaba fija en el frente, por lo que jamás pudo anticipar qué chocaria por el costado con Mia que venía distraída desde uno de los jardines interiores. Sin duda el hombre iba a reprender su torpesa pero al verla, quedó unos segundos idiotizado. - Mm.. Quien lo diría, una reina como usted en un lugar como este - dijo suavemente avanzando de manera cautelosa para inesperadamente tomarla con fuerza de la cintura y acercarse deliberadamente hasta el cuello, disfrutando su delicado aroma. Mia reaccionó al instante, dándole un fuerte empujón
Mia lo observó unos segundos, por un instante creyó que no lo decía en serio, pero aquel anciano estaba realmente seguro de que necesitaba un ajuste de cuentas con el Zamir.La miro fijamente mientras daba uno y otro sorbo a su café, el que despedía un aroma Esquisito y le empañaba por completo sus anteojos.- Destruirlo - respondió Mia sin tapujos - eso quiero, destruirlo para que me deje volver a casa - replicó sintiendo como sus ojos se cristalizaban solo con nombrar su hogar, extrañando de innediato a su madre y desesperandose de dolor al pensar como estaría ella de preocupada al no verla regresar.- Este es el plan, destruirlo de dentro hacia afuera, es decir, enamorarlo, volverlo loco y cuando lo tengas en tus manos conseguirás todo lo que quieres. Luego vete, porque esa herida de amor no sanará jamás en un corazón como ese.Mia no sabía a que se refería en esa última frase, pero el plan le pareció lógico, después de todo el Zamir no solo s
Al llegar a la cabaña Mía se sorprendió al verla bastante descuidada, al parecer hace años no estaba habitada, pero bueno, era la opción disponible y por lo menos, aún mantenía un botiquín de primeros auxilios utilizable, aunque cubierto de polvo. Tuvo que ayudar al Zamir a quitarse la camisa para recostarlo sobre una cama cubierta con una sabana blanca y proceder a limpiar la herida. Ubiese sido menos incómodo si el Zamir no la mirara tan de cerca en cada movimiento, pero finalmente pudo cumplir el objetivo y quitar una por una las grandes espinas qué se habian encrustado en la piel. Verlo saltar de dolor le traia un poco de alivio, considerando que es hombre merecía mucho más que eso. Luego vendó las heridas más profundas y lo mantuvo recostado sobre la cama, pues el dolor no le permitía moverse demasiado. Pero el Zamir ni en esa condición dejaba de ser arrogante y mandón, tratándola constantemente como su sirvienta y exagerando sus dolores y caprichos. - ¿Usted se da cue
Cuando el Zamir encontró a Mia, su mirada le informó que el ya tenía algo en mente y sin duda no sería agradable, lo que la hizo sentir nerviosa y preocupada al instante, más aún cuando el Zamir no emitió ni una solo palabra, sino que a través de un movimiento de su mano le indicó que caminara hasta una habitación apartada. Por su oscura y sombría mirada, era relamente imposible negarse. - Esta bien - resongó Mia - solo permitame pasar primero al baño y lo alcanzo - dijo con tono suplicante.- Dos minutos - sentenció. Mia ingresó a uno de los baños de la mansión, justamente el que tenia una ventana que daba hacia el patio exterior. La ventana era bastante pequeña y sin duda si llegase a lograr pasar por ahí, caería literalmente de bruces contra el suelo. Lo meditó unos segundos y desistió, finalmente ¿donde podía escapar del Zamir? Espera un segundo - pensó en voz alta - el anciano, el puede esconderme hasta que el Zamir se duerma - a la mañana siguiente el Zamir debia salir del p
Cuando los guardias lograron detenerla, Mia estaba empapada en llanto, pálida y fría debido a la helada noche, su mirada perdida y su mente intentaba escapar con todas sus fuerzas de la realidad. Muchos no lo entenderían, pero Mia estaba luchando con todas sus fuerzas contra el deseo que sentía hacia Zamir, porque al estar en una situación así de intima, se sentía completamente utilizada, después de todo, para el Zamir podía ser una noche más como muchas otras en su vida, pero para Mia iba a ser su primera vez, aquella que esperaba con ilusión, deseando no vivir lo mismo que su madre, pero sin jamás anticiparlo, que, en pleno siglo XVI se sentía en sus zapatos. No pudo evitar recordar cuando su madre que es ya de avanzada de edad le dijo: - Disfruta la posibilidad de elegir a quien amar, porque esa posibilidad no la tuvimos todas hija- dijo Carmen con su vista perdida en los recuerdos. Su madre había sido vendida, en ese tiempo en el que bastaba que a sus padres le ofrecerieran
"le dijeron que habías muerto" Kerem no volvió a responder en horas y no había forma de saber que estaba pasando por su mente. Mientras tanto... - Señor Zamir - dijo la mamá de Mia - no está, no la encuentro en ningún lugar - Añadio angustiada - han pasado 48 horas, diganme donde esta - lloraba sin consuelo. Nadie entendía que estaba pasando, era como si se la ubiese tragado la mismisima tierra. Durante horas recorrieron cada rincón de la mansión sin encontrarla, finalmente reunieron a todo el personal en fila, donde Amal los presionaba a confesar haber si alguien había ayudado a escapar Mia, la instrucción era clara, si confesaban podrían vivir, pero si no lo hacían y se descubría por otro medio, morirían. - Amal, es obvio que no escapó esta vez - dijo Zamir - jamás se iría dejando a su madre aquí- resopló pasando su mano por su cabeza. - La hemos buscado sin descanso, no está en ninguna parte, en el único lugar que no hemos buscado es en la prisión de la mansión, p
Cali ingresó a la mansión con sus pequeños anteojos y su maletin de doctor, caminando rápidamente con pasos cortos directo a la habitación de Mia. Se dispuso a realizar una revición exhaustiva de sus signos vitales y estados salud general, que le permitiera dar un diagnóstico certero y cuidadoso, conociendo la exigencia del Zamir en este tipo de asunto, no podía equivocarse, especialmente si se trataba de una de sus esposas. Estuvo varios minutos examinado a Mia bajo la mirada autoritaria y directa del Zamir, quien vigilada cada uno de sus movimientos. - Sr. Zamir, la muchacha se encuentra deshidratada y bastante débil, su estado de desnutrición y la falta de nutrientes por esos dos días en encierro le ha generado una baja importante de defensas, por lo que no logra reponerse de manera normal. Intuyo qué el medicamento que diluyeron para dormirla aun se encuentra en su organismo por lo qu