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Capitulo 3: Una amistad inesperada

Los minutos pasaron a ser horas y las horas días y Mia seguía allí, con la misma ropa, que por cierto apretaba más que la que usaba con normalidad y un hambre incontrolable qué hacía rechinar su vacío estómago.

- ¿También hiciste enojar al mismisimo Rey de la india? - dijo una voz masculina al fondo en otra celda.

Mia se sorprendió de no encontrarse sola, pero luego respondió - Eso creo - mientras se preguntaba porque en todo ese tiempo encerrada no había visto ni oído a nadie - mm ¿y quien eres tu, que le hiciste a ese repugnante animal que llamas Rey? - Consultó intrigada

- Me enamoré de una de sus esposas y la ayude a escapar - respondió sin tapujos-eso fue al menos hace 7 años según las cuentas que puedo tener en este horrible lugar.

A Mia se le apretó el pecho, cuanto tiempo estaría allí era un misterio, pero seguramente sería años y años después de lo ocurrido con zamir.

- y qué hizo usted - le dijo aquel hombre - por cierto, soy kerem- Añadió.

- Mia es mi nombre, digamos que yo no acepte ser su esposa, por ende, me negué a entregarme a él como el resto de sus esposas faltas de cerebro y dignidad.

- wow , eso es nuevo, nadie jamás se ha atrevido a rechazar a Zamir, te lo digo yo que lo conozco desde niño, finalmente yo fui su tutor en todo, ya veo como debe de estar de molesto con usted, preparese a pasar una gran estancia aquí señorita Mía.

Solo unos minutos después, una de las mujeres de mediana edad llego al calabozo, sacó a Mia y la dirigió directo a las duchas.

- Apestas niña, te dije que te comportaras, esta vez logramos que aceptará sacarte, pero una próxima ves olvidalo, vivirás encerrada en ese lugar el resto de tus días, igual que ese terco de kerem - señaló con un poco de nostalgia.

- ¿Tu eres aquella mujer cierto? - replicó Mia mirándola fijamente.

- Veo que kerem sigue igual de confianzudo, pero no, no soy yo - se detuvo unos segundos - fue mi hermana lizy, digamos que gracias a Kerem ella pudo escapar. Ella era mayor que el Zamir y solo la quería de esposa para molestar a Kerem, siempre competía con ser mejor que el, pese a tener el poder, Kerem lo superaba en todo y siempre sintió temor de que le arrebatara el reino.

- Es un monstruo - Dijo mía apretando los dientes.

- Digamos que no sabe que es el amor, vive de placeres y de deleites y es tan rencoroso que aunque le bailes de cabeza, te humillara a cada segundo por haberlo rechazado. Menos después de que toda la mansión se enterara de eso.

- ya veremos - respondio Mia - ya no tengo nada que perder - Añadió con la mirada cristalizada.

Zamir mandó a preparar a Mia, para nuevamente esperarla a media noche en su habitación. Mando a decir que nadie estuviese en la puerta, quería absoluta privacidad.

Al llegar Mia, más delgada que la ultima vez, se acercó a unos centímetros de su boca, con esa so risa blanca y perfecta y dijo - no crea que olvidaré lo de la última vez, digamos que tiene la oportunidad de revindicarse - dijo zamir acortando la distancia entre ambos - pero costará caro - murmuró.

Mia sentía el aroma y calor de su boca, una especie de dulsor que embriagaba a cualquiera, mientras observaba su cuerpo, perfectamente tonificado que transmitía un deseo insasiable, pero sin duda aquella mujer no era cualquiera y no le importaba perder hasta la vida por defenderse de quien tenía al frente, un verdadero monstruo.

- Kerem es mejor que tu - soltó de golpe mientras el Zamir quedo petrificado hasta que poco a poco la rabia le inundó los ojos por completo.

La lanzó sobe la cama y comenzó a arrancarme la ropa, pero después de pocos minutos sin sentir resistencia de Mia se detuvo y la observó sorprendido.

- Si cree que me entregaré a usted, está muy lejos de la realidad, solo aclaro que esto será en contra de mi voluntad y muy lejano a como crei qué sería mi primera vez. - dijo con tono de nostalgia, mientras su mirada estaba fija en el techo y una lagrima bajaba desde su mejilla.

En ese preciso momento Zamir se alejó de golpe. - ¿Es usted virgen? - Dijo con una mirada de horror. Finalmente jamás había obligado a nadie a pasar la noche con el y menos si la mujer que tenía en frente era una muchacha virgen.

- Que esperaba, que por ser una mujer joven me entregaría a cuanto imbecil se me cruzara? Yo se mi valor zamir y a la única persona que me entregaré será a alguien a quien ame y me ame de verdad. - respondió mirándole fijamente - esto que pasara entre usted y yo, no será nada más que una horrible pesadilla. -

Zamir se alejó de inmediato, mirando a su alrrededor mientras se cubría la boca. Luego se vistió rápidamente y mandó que la sacaran de la habitación sin siquiera mirarla, lo que a Mia le devolvió el alma al cuerpo.

Por más apuesto que fuese, por más poderoso que pudiese ser, Mia no sentía nada en absoluto por el, más que resentimiento de obligarla y mantenerla en aquel extraño y lejano lugar. En su pueblo solo tenía a su madre, pero era suficiente para anhelar con todas sus fuerzas regresar.

Al volver a sus aposentos, los empleados comenzaron a trasladarla de lugar, le habian prepararon una habitación especial qué era relamente enorme y lujosa, donde pudo darse una reponedora ducha y disponerse a dormir. ¿porque la habían trasladado hasta allí? No lo sabía, pero siquiera sentía una pizca de privacidad, por lo menos durante toda esa noche.

A la mañana siguiente, empleados entraban y salían de su habitación, decorando y llenando su closet de prendas nuevas y lujosas, además de accesorios de plata y oro en un estante que incluía un enorme espejo, como si estuviese en una tienda con un enorme probador de vestuario.

Todos a su alrrededor se portaban de manera distinta, la trataban con respeto, como si fuese la reina del lugar y Mia no entendía en absoluto porque, hasta que al llegar a la sala de estar principal, donde servían el almuerzo a las rosas del Zamir, todas las demás mujeres la miraban con repudio, como si Mia ubiese hecho alguna atrocidad.

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