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Capitulo 2: Una escena desagradable.

Las palabras de aquel hombre eran órdenes cumplidas de inmediato, por lo que tres mujeres de edad media entraron a la sala de estar y se llevaron a Mia tal y como estaba, amarrada de pies y manos.

Caminaron varios pasillos qué se hicieron eternos con la soga en los tobillos, hasta al fin entrar en una sala apartada, llena de tinas independientes de agua termal. El ambiente era como un sauna con velas encendidas.

La desvistieron cortando sus ropas, sin ningún miramiento y así, desnuda y amarrada, la entraron a la tinaja para luego llenarla de flores aromáticas.

Mia no podía negar que sentía excepcional, después de ese día, estar en una tina termal era algo inpensado, simplemente era como estar en las nubes, asique decidió disfrutar sabiendo que los días podrían venir de mal en peor.

Pasada una hora, las mismas mujeres de edad media llegaron a sacarla de la tinaja, Mia despertó de golpe, sin querer se había dormido en esa relajante agua y despertar la aterrizó de inmediato en su realidad.

- Mira niña, tienes dos opciones, te quitamos las amarras y te comportas como señorita o simplemente vivirás amarrada el resto de tu vida. Como datos útiles es imposible escapar de aquí, este lugar está vigilado hasta desde el cielo y a kilómetros de locomoción inmediata, llegar a un lugar en que te ayuden, sin saber que perteneces al sr zamir, te tomará días caminando. Para luego exponer a quien te ayude a todo el armamento y furia del jefe de estado.

Mia agachó la mirada reflexionando opciones, hasta que por fin se resignó y les dijo.

-Esta bien, me comportaré.

En es instante las mujeres quitaron sus amarras, pusieron cremas en las heridas que habían generado en sus tobillos y la vistieron como la misma reina Isabel. Con un vestido de la realeza, de color marfil, lleno de perleria qué acentuaba enormemente su delicada figura.

La peinaron y maquillaron de manera sutil y la perfumaron desde los pies a la cabeza.

Estando lista, la trasladaron hasta la habitación de Zamir, que era como un palacio dentro de otro palacio.

Al entrar cerraron las puertas por fuera y mía se encontró cara a cara con Zamir, quien estaba con el torso desnudo, como un cazador esperando su presa.

La miró unos segundos en detalle para luego decirle

- Pase al tocador y pongase lo que deje para usted.

Pesé a que Mia no pudo evitar estar unos segundos bocabierta, le dijo:

- ¿Sabe cuanto tardaron en ponerme este vestido y ahora quiere que me lo quite? Si es lo que estoy pensando no se haga ilusiones que esta noche no me toca ni un solo pelo. - Soltó mía sin darse cuenta del rostro sorprendido y oscuro del zamir.

Caminó desafiante hasta el tocador y ahí en una mesa reluciente, ropa interior de diseñador en distintos colores y texturas a elección. La observó con molestia para luego mirarse frente al espejo suspirando pesadamente, parecía una mujer de revista, sus ojos de color miel y su castaño cabello resaltaban de manera majestuosa y ese vestido hacia notar su atributos de manera impresionante.

De pronto esbozó una sonrisa, al parecer tenía más que ganar qué perder, solo debía utilizar con inteligencia lo que tenia a su disposición, sin embargo al salir de la habitación con una idea en mente el Zamir estaba con otra de las mujeres que habían trasladado con Mia, Raquel, justamente aquella exuberante mujer que había firmado contrato para ser su esposa, la que allí sobre la cama con poca ropa, la miraba de manera burleszca mientras el se quitaba la ropa lentamente.

Mia suspiró de alivio, después de todo saldría ilesa al menos esa noche, asique hizo una venia sarcástica y les cónfrontó.

- Disfruten por favor, no les interrumpo más - mientras daba pasos con una enorme sonrrisa hasta la salida y el zamir la observaba desconcertado.

- Hey! Usted no sale de aquí a menos que yo lo autorice. Dijo que esta noche no le tocaría ni un solo pelo, pues bueno, tendrá que ver como disfruto a las demás, veremos si luego de eso no viene a rogarme qué le haga mía, completamente mía.

- mmm - aguantaba la risa - ja.. Mmm - no lo conseguía - Jajajaja, no sabía que era humorista Señor - replicó Mia - no lo desearía ni que fuera el último hombre del planeta.

- Con su permiso majestad, me retiro- dijo tocando fuertemente la puerta la que fue abierta enseguida.

- CIERREN LA PUERTA AHORA - Dijo Zamir, mientras los porteros se asutaban y obedecian de inmediato.

Ese hombre se transformó en un desquisiado en solo segundos, tomó a Mia del brazo y la sentó en uno de los sillones, para luego esposarla contra uno de los pilares de la habitación.

- disfrute la vista, añadió.

Raquel que estaba sobre la cama, miro al Zamir con preocupación, sin entender porque la deba tanta importancia a aquella muchacha, teniéndola a ella lista y dispuesta sobre la cama.

- Su majestad Zamir, estoy lista para usted, por favor deje que esta mujer se retire para poder disfrutar nuestro primer encuentro - señaló mientras se bajaba de la cama y llegaba a acariciar sus hombros.

Zamir la apartó y le dijo

- Hable cuando yo le diga, el resto del tiempo guarde silencio, yo le diré que hacer y como hacerlo.

La mujer levantó los brazos a modo de rendición y volvió a recostarse sobre la cama.

- Qué poca dignodidad Raquel, falta que muevas la cola y haga piruetas - argumento Mia mientras la observaba con desagrado.

- Mm ¿Eso le molesta señorita?

- En lo absoluto Zamir, pero de una vez le advierto, puede obligarme a sentarme aqui, pero no podrá obligarme a abrir los ojos y ver esta desagradable escena.

Posteriormente cerró sus ojos y pese a las advertencias no los volvió a abrir hasta encontrarse en un oscuro, duro y frío calabozo al final de la mansión.

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