Las palabras de aquel hombre eran órdenes cumplidas de inmediato, por lo que tres mujeres de edad media entraron a la sala de estar y se llevaron a Mia tal y como estaba, amarrada de pies y manos.
Caminaron varios pasillos qué se hicieron eternos con la soga en los tobillos, hasta al fin entrar en una sala apartada, llena de tinas independientes de agua termal. El ambiente era como un sauna con velas encendidas. La desvistieron cortando sus ropas, sin ningún miramiento y así, desnuda y amarrada, la entraron a la tinaja para luego llenarla de flores aromáticas. Mia no podía negar que sentía excepcional, después de ese día, estar en una tina termal era algo inpensado, simplemente era como estar en las nubes, asique decidió disfrutar sabiendo que los días podrían venir de mal en peor. Pasada una hora, las mismas mujeres de edad media llegaron a sacarla de la tinaja, Mia despertó de golpe, sin querer se había dormido en esa relajante agua y despertar la aterrizó de inmediato en su realidad. - Mira niña, tienes dos opciones, te quitamos las amarras y te comportas como señorita o simplemente vivirás amarrada el resto de tu vida. Como datos útiles es imposible escapar de aquí, este lugar está vigilado hasta desde el cielo y a kilómetros de locomoción inmediata, llegar a un lugar en que te ayuden, sin saber que perteneces al sr zamir, te tomará días caminando. Para luego exponer a quien te ayude a todo el armamento y furia del jefe de estado. Mia agachó la mirada reflexionando opciones, hasta que por fin se resignó y les dijo. -Esta bien, me comportaré. En es instante las mujeres quitaron sus amarras, pusieron cremas en las heridas que habían generado en sus tobillos y la vistieron como la misma reina Isabel. Con un vestido de la realeza, de color marfil, lleno de perleria qué acentuaba enormemente su delicada figura. La peinaron y maquillaron de manera sutil y la perfumaron desde los pies a la cabeza. Estando lista, la trasladaron hasta la habitación de Zamir, que era como un palacio dentro de otro palacio. Al entrar cerraron las puertas por fuera y mía se encontró cara a cara con Zamir, quien estaba con el torso desnudo, como un cazador esperando su presa. La miró unos segundos en detalle para luego decirle - Pase al tocador y pongase lo que deje para usted. Pesé a que Mia no pudo evitar estar unos segundos bocabierta, le dijo: - ¿Sabe cuanto tardaron en ponerme este vestido y ahora quiere que me lo quite? Si es lo que estoy pensando no se haga ilusiones que esta noche no me toca ni un solo pelo. - Soltó mía sin darse cuenta del rostro sorprendido y oscuro del zamir. Caminó desafiante hasta el tocador y ahí en una mesa reluciente, ropa interior de diseñador en distintos colores y texturas a elección. La observó con molestia para luego mirarse frente al espejo suspirando pesadamente, parecía una mujer de revista, sus ojos de color miel y su castaño cabello resaltaban de manera majestuosa y ese vestido hacia notar su atributos de manera impresionante. De pronto esbozó una sonrisa, al parecer tenía más que ganar qué perder, solo debía utilizar con inteligencia lo que tenia a su disposición, sin embargo al salir de la habitación con una idea en mente el Zamir estaba con otra de las mujeres que habían trasladado con Mia, Raquel, justamente aquella exuberante mujer que había firmado contrato para ser su esposa, la que allí sobre la cama con poca ropa, la miraba de manera burleszca mientras el se quitaba la ropa lentamente. Mia suspiró de alivio, después de todo saldría ilesa al menos esa noche, asique hizo una venia sarcástica y les cónfrontó. - Disfruten por favor, no les interrumpo más - mientras daba pasos con una enorme sonrrisa hasta la salida y el zamir la observaba desconcertado. - Hey! Usted no sale de aquí a menos que yo lo autorice. Dijo que esta noche no le tocaría ni un solo pelo, pues bueno, tendrá que ver como disfruto a las demás, veremos si luego de eso no viene a rogarme qué le haga mía, completamente mía. - mmm - aguantaba la risa - ja.. Mmm - no lo conseguía - Jajajaja, no sabía que era humorista Señor - replicó Mia - no lo desearía ni que fuera el último hombre del planeta. - Con su permiso majestad, me retiro- dijo tocando fuertemente la puerta la que fue abierta enseguida. - CIERREN LA PUERTA AHORA - Dijo Zamir, mientras los porteros se asutaban y obedecian de inmediato. Ese hombre se transformó en un desquisiado en solo segundos, tomó a Mia del brazo y la sentó en uno de los sillones, para luego esposarla contra uno de los pilares de la habitación. - disfrute la vista, añadió. Raquel que estaba sobre la cama, miro al Zamir con preocupación, sin entender porque la deba tanta importancia a aquella muchacha, teniéndola a ella lista y dispuesta sobre la cama. - Su majestad Zamir, estoy lista para usted, por favor deje que esta mujer se retire para poder disfrutar nuestro primer encuentro - señaló mientras se bajaba de la cama y llegaba a acariciar sus hombros. Zamir la apartó y le dijo - Hable cuando yo le diga, el resto del tiempo guarde silencio, yo le diré que hacer y como hacerlo. La mujer levantó los brazos a modo de rendición y volvió a recostarse sobre la cama. - Qué poca dignodidad Raquel, falta que muevas la cola y haga piruetas - argumento Mia mientras la observaba con desagrado. - Mm ¿Eso le molesta señorita? - En lo absoluto Zamir, pero de una vez le advierto, puede obligarme a sentarme aqui, pero no podrá obligarme a abrir los ojos y ver esta desagradable escena. Posteriormente cerró sus ojos y pese a las advertencias no los volvió a abrir hasta encontrarse en un oscuro, duro y frío calabozo al final de la mansión.Los minutos pasaron a ser horas y las horas días y Mia seguía allí, con la misma ropa y un hambre incontrolable. - ¿También hiciste enojar al mismisimo Rey de la india? - dijo una voz masculina al fondo en otra celda. - Eso creo - dilo Mia - asutandose de pronto, pues en todo ese tiempo encerrada no había visto ni oído a nadie - mm ¿y que hiciste tu? - Consultó intrigada - Me enamoré de una de sus esposas y la ayude a escapar - respondió sin tapujos-eso fue al menos hace 7 años según las cuentas que puedo tener en este horrible lugar. A Mia se le apretó el pecho, cuanto tiempo estaría allí era un misterio, pero seguramente sería años y años después de lo ocurrido con zamir. - y qué hizo usted - le dijo aquel hombre - por cierto, soy kerem- Añadió. - Mia es mi nombre, digamos que yo no acepte ser su esposa, por ende, me negué a entregarme a él. - wow , eso es nuevo, nadie jamás se ha atrevido a rechazar a Zamir, te lo digo yo que lo conozco desde niño, finalmente yo fu
- ¿Tan bueno pudo estar ese revolcón? - dijo una de las mujeres que había llegado amarrada de la misma manera que Mia. - Quizás que le hizo, como lo hechizó como para que hoy hasta su ropa sea especial - Añidio otra, sumamente molesta. Mia escuchó los comentarios pero no le importó en absoluto, hasta que una de ellas dijo: - Cómo quisiera ser yo la mujer que el Zamir eligió para ser la esposa principal y la primera en darle un hijo. - QUEEEEE!! - Se atragantó Mia, tosiendo una y otra vez mientras todos la observaban confundidos. Le levantó de la mesa y fue directo a la habitación del Zamir, no permitiendo que nadie la detuviera en el camino. - ZAMIR!!! ZAMIRR!!! - Grito fuera de la habitación, hasta que ese hombre recién despertando abría la puerta con los ojos entre abiertos. - Qué es lo que pasa mujer¿ le gustó la ropa y habitación nueva? Luego me agradece - dijo mientras cerraba la puerta pero sin esperarlo Mia lo detuvo y entró a esa habitación como si la llevara el
La casa de aquella mujer era humilde, pero llena de objetos que parecian valiosos, no debido a su valor material sino más bien sentimental, estaban lleno de detalles y fotografías, estar allí era como entrar en un cuarto lleno de recuerdos. La mujer era amable, pero sus ojos escondían una gran tristeza, debe haber perdido a alguien, debe estar de luto, pensaba Mia. - Lamento tu perdida,- dijo Mia mientras la mujer agachaba sus ojos. - Gracias, fue hace siete años. Me arrebataron al amor de mi vida - respondió tristemente. - Debe extrañar mucho a su esposo señora, lo lamento mucho. - No pudo llegar a ser mi esposo, no le pareció al Zamir, asique solo pude huir y ocultarme para siempre - dijo parluego cubrirse la boca, sin duda no deseaba dar tanta información. Mia comprendió todo de inmediato, Lizi,
Zamir fue informado de una visita inesperada, el cónsul de España ya había llegado a la mansión y su objetivo era claro, firmar un acuerdo de comercio con Zamir y el sabia que estaba decidido a no irse sin lograrlo. Tenía fama de ser implacable y lleno de avaricia, asique era de esperarse que entrará a la mansión sin una reunión previa y caminara con autoridad como si ubiese llegado a su propia casa. Sus pasos eran firmes y rápidos y su mirada estaba fija en el frente, por lo que jamás pudo anticipar qué chocaria por el costado con Mia que venía distraída desde uno de los jardines interiores. Sin duda el hombre iba a reprender su torpesa pero al verla, quedó unos segundos idiotizado. - Mm.. Quien lo diría, una reina como usted en un lugar como este - dijo suavemente avanzando de manera cautelosa para inesperadamente tomarla con fuerza de la cintura y acercarse deliberadamente hasta el cuello, disfrutando su delicado aroma. Mia reaccionó al instante, dándole un fuerte empujón
Mia lo observó unos segundos, por un instante creyó que no lo decía en serio, pero aquel anciano estaba realmente seguro de que necesitaba un ajuste de cuentas con el Zamir.La miro fijamente mientras daba uno y otro sorbo a su café, el que despedía un aroma Esquisito y le empañaba por completo sus anteojos.- Destruirlo - respondió Mia sin tapujos - eso quiero, destruirlo para que me deje volver a casa - replicó sintiendo como sus ojos se cristalizaban solo con nombrar su hogar, extrañando de innediato a su madre y desesperandose de dolor al pensar como estaría ella de preocupada al no verla regresar.- Este es el plan, destruirlo de dentro hacia afuera, es decir, enamorarlo, volverlo loco y cuando lo tengas en tus manos conseguirás todo lo que quieres. Luego vete, porque esa herida de amor no sanará jamás en un corazón como ese.Mia no sabía a que se refería en esa última frase, pero el plan le pareció lógico, después de todo el Zamir no solo s
Al llegar a la cabaña Mía se sorprendió al verla bastante descuidada, al parecer hace años no estaba habitada, pero bueno, era la opción disponible y por lo menos, aún mantenía un botiquín de primeros auxilios utilizable, aunque cubierto de polvo. Tuvo que ayudar al Zamir a quitarse la camisa para recostarlo sobre una cama cubierta con una sabana blanca y proceder a limpiar la herida. Ubiese sido menos incómodo si el Zamir no la mirara tan de cerca en cada movimiento, pero finalmente pudo cumplir el objetivo y quitar una por una las grandes espinas qué se habian encrustado en la piel. Verlo saltar de dolor le traia un poco de alivio, considerando que es hombre merecía mucho más que eso. Luego vendó las heridas más profundas y lo mantuvo recostado sobre la cama, pues el dolor no le permitía moverse demasiado. Pero el Zamir ni en esa condición dejaba de ser arrogante y mandón, tratándola constantemente como su sirvienta y exagerando sus dolores y caprichos. - ¿Usted se da cue
Cuando el Zamir encontró a Mia, su mirada le informó que el ya tenía algo en mente y sin duda no sería agradable, lo que la hizo sentir nerviosa y preocupada al instante, más aún cuando el Zamir no emitió ni una solo palabra, sino que a través de un movimiento de su mano le indicó que caminara hasta una habitación apartada. Por su oscura y sombría mirada, era relamente imposible negarse. - Esta bien - resongó Mia - solo permitame pasar primero al baño y lo alcanzo - dijo con tono suplicante.- Dos minutos - sentenció. Mia ingresó a uno de los baños de la mansión, justamente el que tenia una ventana que daba hacia el patio exterior. La ventana era bastante pequeña y sin duda si llegase a lograr pasar por ahí, caería literalmente de bruces contra el suelo. Lo meditó unos segundos y desistió, finalmente ¿donde podía escapar del Zamir? Espera un segundo - pensó en voz alta - el anciano, el puede esconderme hasta que el Zamir se duerma - a la mañana siguiente el Zamir debia salir del p
Cuando los guardias lograron detenerla, Mia estaba empapada en llanto, pálida y fría debido a la helada noche, su mirada perdida y su mente intentaba escapar con todas sus fuerzas de la realidad. Muchos no lo entenderían, pero Mia estaba luchando con todas sus fuerzas contra el deseo que sentía hacia Zamir, porque al estar en una situación así de intima, se sentía completamente utilizada, después de todo, para el Zamir podía ser una noche más como muchas otras en su vida, pero para Mia iba a ser su primera vez, aquella que esperaba con ilusión, deseando no vivir lo mismo que su madre, pero sin jamás anticiparlo, que, en pleno siglo XVI se sentía en sus zapatos. No pudo evitar recordar cuando su madre que es ya de avanzada de edad le dijo: - Disfruta la posibilidad de elegir a quien amar, porque esa posibilidad no la tuvimos todas hija- dijo Carmen con su vista perdida en los recuerdos. Su madre había sido vendida, en ese tiempo en el que bastaba que a sus padres le ofrecerieran