19

Natalia despertó lentamente, sintiendo el peso de su cuerpo como si hubiera estado bajo agua durante horas. A su lado, Daniel la observaba con una mezcla de alivio y preocupación en sus ojos.

—¿Cómo te sientes? —preguntó suavemente, tomando su mano entre las suyas.

Ella asintió con debilidad, pero las palabras que salieron de su boca fueron casi un susurro.

—Aún siento que todo esto me va a devorar —suspiró pesadamente—. Simón no se detendrá por una denuncia. Lo conozco, Daniel, buscará la forma de seguir presionando.

Daniel apretó suavemente su mano, tratando de transmitirle fuerza a través del contacto.

—Si lo intenta, lo meteré preso —dijo con voz decidida—. No estás sola en esto, Natalia. No tienes que enfrentarlo todo por tu cuenta.

Pero el temor en los ojos de ella no desaparecía.

Sabía bien cómo funcionaba la mente de Simón, y por más que quisiera creer que estaba protegida, el miedo se enroscaba en su pecho como una serpiente.

—Sé que lo intentas, Daniel, pero… me asusta lo
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