POV: Zara Caldwell Por poco y no regreso a la mansión esta noche. Aunque moría de ganas por quedarme a dormir con Evander, preferí no arriesgarme más de la cuenta. Hay demasiados ojos encima de mí y no pienso darles otro motivo para hablar. Le prometí a Evander que nos veríamos más seguido, y esa fue la única razón por la que me dejó ir. De lo contrario, habría terminado secuestrada por él sin remordimientos.—Señora —la voz de Bob me detiene justo cuando intento subir las escaleras sin hacer ruido—. ¿Dónde estaba? La estuve llamando, pero no respondió.Me doy la vuelta con una sonrisa nerviosa, buscando parecer natural.—Lo siento, lo hice otra vez —me rasco la nuca, incómoda. Ojalá no note nada raro en mí—. Salí a resolver un asunto importante y se me fue el tiempo.Claro... en la cama de Evander, obviamente.—Mantenga su teléfono encendido. Es peligroso que esté sola fuera de casa —me aconseja con tono serio, y asiento.—Lo tendré presente. Ya puedes ir a descansar tranquilo. Prom
Es la primera vez que puedo hablar con esta mujer sin que haya de por medio ningún truco, sin poderes, sin llantos fingidos para hacerme quedar como la villana. Y aun así, no puedo evitar ese escalofrío que me recorre el cuerpo al tenerla tan cerca.—¿Quieres algo de tomar? —pregunta con aparente amabilidad.—No es necesario, estoy bien —mi expresión sigue tan seria como siempre—. Eres buena fingiendo que no me detestas. Pero estamos solas, puedes ahorrarte la actuación.Bob está cerca, a unos pasos de nosotras, pero dudo que a esta mujer tan astuta le importe mostrarse tal como es, incluso frente a él.—Muy bien —Felicity borra la sonrisa de su rostro y sus ojos claros se tornan oscuros—. ¿Qué quieres en mi casa?Ahora soy yo quien sonríe. Apoyo los codos sobre la mesa y la miro con calma. Felicity parece contenerse para no lanzarse sobre mí.—Tu madre ya debió traerte el chisme —comento con desdén—. ¿No es así? Al fin y al cabo, las ratas siempre se mueven en grupo.—Lo sé todo, Zar
Venir a trabajar con hambre, sueño y dolor de cabeza no es la mejor manera de empezar el día. Pero aquí estoy, sirviendo café para mi gruñón jefe. ¿Qué le pasa a ese viejo amargado? Si está muy frío, lo devuelve. Si está muy caliente, también. Si está tibio, lo mismo. ¿Quiere tomar orina o qué?Regreso a su oficina con otro café, forzando la sonrisa mientras lo dejo sobre su escritorio. Me observa a través de sus lentes de pasta oscura, toma un sorbo y, como era de esperarse, frunce el ceño.Aquí vamos de nuevo.—Sabe horrible —dice con calma, y me da un tic en el ojo—. Tráeme otro.Estoy segura de que me odia. Sí, eso debe ser. Tranquila, Tess, respira.—Con todo respeto, señor, pero ya van cinco cafés con este…—¿Me estás cuestionando? —se quita los lentes, y eso solo significa que quiere pelear—. ¿Además de incompetente, atrevida?—Es solo un café. Todo el tiempo que he perdido en esto podría haberlo invertido en trabajo, señor —sueno tan harta que ni me esfuerzo en disimularlo.—A
—L-lo siento —tartamudeo—. Es que… me tomaste por sorpresa, ¿sí? Vamos, hombre, eso no se le hace a una dama.El tipo se gira y me mira, confundido, pero también furioso. Por un instante, creo que va a pegarme, porque su expresión lo dice todo. Pero en lugar de eso, me sujeta la muñeca con fuerza y se inclina hacia mi oído.—Te has vuelto completamente loca, Zara —susurra. Mi cara debe ser un poema ahora mismo —. Vas a pagar por la humillación que me hiciste pasar hoy, ¿entiendes? Ahora ponte recta y sonríe. Es lo único que queda después del espectáculo que montaste.Quiero responder, pero él me toma de la mano y me obliga a mirar al frente. Lo hago, aunque entrecierro los ojos por la incomodidad de los flashes que no dejan de cegarnos.De repente, la gente empieza a aplaudir y a darnos felicitaciones que, en lugar de emocionarme, me hacen sentir incómoda.Sí, esto es, sin duda, una puta boda. Me acabo de casar. Acabo de dar el "sí". Y no tengo la menor idea de cómo pasó, si lo últim
No puedo creer lo que ven mis ojos. Mi mandíbula casi se desprende al ver la inmensa residencia de lujo frente a mí. ¿Esta es mi casa? ¿La de Zara y Cole?Mi esposo se baja del auto sin molestarse en abrirme la puerta, como hicieron esas amables y desconocidas personas frente a la iglesia. Simplemente ajusta su impecable traje y camina hacia la entrada.¿Con qué tipo de gusano te has casado, Zara? Bajo por mi cuenta, porque no necesito a un bastardo para resolver problemas como este. Sin embargo, termino cayendo al suelo cuando tropiezo con el vestido y los tacones. Es tan grande e incómodo. ¡Qué malditos gustos!—¡Oye! —le grito a Cole— ¿No puedes echarme una mano?Él se voltea y me mira. Con esa expresión de desprecio, parece decirme desde arriba que soy un insecto que debería ser aplastado por su zapato en este mismo instante.—No te mandé a usar ese ridículo vestido —escupe, antes de continuar su camino, dejándome atrás.«Vale, con que esas tenemos. Ya verás.»Me levanto como pue
Me he quedado dormida. Por todos los santos, caí en un sueño de mil años. Ni siquiera me he quitado el vestido de novia, y la oscuridad en la ventana me indica que ya es de noche.Miro a mi alrededor. Sigo aquí, atrapada en un cuerpo que no es mío, en una vida que no me pertenece. ¿Acaso nunca volveré a mi estado original?Me incorporo con desgana, tentada a seguir disfrutando de la suavidad de la cama, pero tengo cosas que averiguar. Me dirijo al baño, inmenso y lujoso, con una bañera gigante, un espejo imponente, una amplia ducha y jabones con lociones de todos los aromas imaginables.Paso una eternidad en el agua, zambulléndome y saliendo a la superficie, jugando con la espuma como una niña con juguetes nuevos.¡Esto es vida!Media hora después, envuelta en una toalla, abro el armario y dejo que mi dedo elija al azar entre los exquisitos vestidos. Debo admitir que Zara tiene un gusto impecable: prendas elegantes, atrevidas y sofisticadas, dignas de una dama de la alta sociedad. Me
Me he quedado de piedra con todo lo que Nora me ha contado. Ni en un millón de años me lo hubiera imaginado. ¿Dónde diablos me he metido? Zara era una perra malvada y ahora estoy atrapada en su cuerpo.Nora me ha explicado que Felicity ha sido la novia de Cole desde hace tiempo y que yo, es decir, Zara, fui la intrusa que se metió entre ellos, obligándolo a casarse conmigo.Entonces, no es su amante, es su novia... y está embarazada. Aquí la amante soy yo, aunque lleve el título de esposa. ¿Esto no se está volviendo demasiado turbio? ¡Dios mío, qué le pasaba a Zara!Ahora entiendo por qué todos la odian, y con razón. Zara no ha sido precisamente un modelo a seguir, y ahora me toca pagar las consecuencias. Para colmo, desconozco todo sobre su vida, y si empiezo a preguntar, van a tratarme de loca o sospechar que algo anda mal. ¿Qué se supone que voy a hacer ahora?—¿Señora? —Nora me observa con extrañeza mientras yo me muerdo las uñas de la ansiedad—. Está actuando un poco extraño últi
—¿Qué demonios tienes en la cabeza? ¿Estás loca? —gruñe Cole, con el rostro tenso de ira—. ¡Deja de actuar como una estúpida, Zara!Ignoro su furia mientras ladeo la cabeza de un lado a otro, tratando de sacarme el agua de los oídos. No vale la pena discutir con él. No ahora. Bastante frustrada estoy ya por no haber logrado nada.—¡Te estoy hablando! —me agarra del brazo y me obliga a ponerme de pie con un movimiento brusco. Un quejido escapa de mis labios por la fuerza de su agarre. Tengo frío hasta en los huesos y los músculos siguen agarrotados, torpes, como si mi propio cuerpo se negara a reaccionar—. ¿Vas a seguir ignorándome? ¡No sabes nadar y aun así te lanzaste a la piscina como si nada!Lo miro en silencio, paralizada. ¿No sé nadar? ¿Zara no sabe nadar? Por eso no pude moverme en el agua. Mi cuerpo no respondió, la memoria muscular se negó a actuar. Realmente me estaba suicidando.Cole me suelta con asco y se pasa la mano por el cabello mojado, resoplando con frustración. Su