Charlotte Morgan se casó tres años atrás para cumplir la última voluntad del hombre que la salvó de morir en la miseria. Aceptó ser la esposa del hijo de su protector a quien solo conoce a través de cartas de amor que la hacen suspirar y que han mantenido el amor vivo en la larga espera. No obstante, con la llegada de su esposo, se dio cuenta de que el hombre que ama no es nada de lo que en su enamoradizo corazón creyó a través de sus cartas. Maximilien ni siquiera la mira, no la toca y se burla cada que ella trata de tener una muestra de cariño para con él. El hombre con el que se casó y el hombre que le juró amor en las cartas parece no ser el mismo y Charlotte no entiende nada. Sin importar cuán duro , ella está enamorada y dispuesta a mantener su matrimonio al costo que , obligándose a no claudicar con cada herida que su esposo le propicia.
Leer másCuando el taxi se detuvo frente a su casa, pagó el servicio y se bajó del auto. La vecina de enfrente le miró mientras salía con su coche y ella fingió que nada pasaba, así que se acercó a la verja.Notó que no tenía los candados electrónicos, lo que le hizo pensar que el jardinero al no saber nada, los había quitado puesto que salía a dar mantenimiento.Se adentró en la casa y recorrió hasta la entrada. Abrió la puerta y se metió.Jamás aquella casa le había parecido tan solitaria y lúgubre, pero ahí estaba, mirando el sitio que era su hogar y más bien empezaba a parecerse una casa de locos, extraña para ella misma.Vio el celular de su esposo y fue hacia el objeto, lo tomó en sus manos, pensando si debía o no revisarlo, pero se dijo que la manera en que tenía de conocer los secretos de cada uno, era precisamente a través de ellos. Rogó que no tuviera contraseña y para fortuna suya, no fue así.Vio el mensaje de Magdiel y lo leyó:«Charlotte va para tu casa, no seas estúpido, deja que
Con la plena seguridad de que su amiga no se molestaría ni le reclamaría por haber visto las fotos sin permiso y luego de quedarse un poco sorprendida por su actuar cuando le contara lo que había pasado, no pudo evitar que las alarmas se dispararan y formaran un poco de duda. Era como si su amiga no estuviera sorprendida de los hechos o más bien, como si quisiera hacerla disuadir.Aquello para ella fue un pincho en el corazón, pero no quería pensar mal de Magdiel, aun así y, a pesar de que Charlotte era consideraba su mejor amiga, algo le instaba a buscar, por ello y luego de darse cuenta de que no habría nada que ella pudiera ocultarle, decidió ver los recuerdos de su amiga, abrió el álbum para ver los recuerdos de Magdiel. Se encontró con muchas fotos en varias etapas de su vida y en diversos lugares. Sonrió y al mismo tiempo pasó las páginas rápidamente, dando un vistazo a cada foto y se detuvo cuando una de ellas atrajo su mirada. Era Magdiel, abrazada a River, su hermana. Le so
—No hay nada que me haga pensar que usted necesita ayuda de la que creo que imagina que yo estoy intentando darle —añadió Marcus en su defensa—. Mis intenciones, no soy aprovecharme de usted para hacerle creer que necesita un protector. En realidad, es solo estoy haciendo lo que cualquier ciudadano habría hecho, ofrecerle ayuda para que pueda ir con bien.—Como ya le dije, puedo pedir un taxi para ir a la casa de una amiga —replicó Charlotte, pero en el fondo le acompañara. —¿Y por qué no lo pidió? —inquirió Marcus a sabiendas de que el taxi pudo llegar hasta su casa si pagaba lo suficientemente alto como para que rodeara la propiedad por la carretera principal; no obstante, era claro que fue echada sin dinero y tendría que caminar.—Eso no es de su incumbencia —contestó ella y siguió su camino. Marcus suspiró y se arrepintió de ser partícipe del juego de su amigo, pero en el fondo sabía que a Maximilien algo le provocaba leer sus cartas y correos, no en vano los leía más de una vez
La arrastró del cabello por el vestíbulo y frente a la servidumbre, quienes sintieron un poco de pena de ver la furia del hombre desatarse.Maximilien abrió la puerta principal para posteriormente tirar de su cabello de Charlotte hasta hacerla caer y arrastrarla de la entrada hasta la verja que daba a la calle, abrió y la lanzó sobre la acera, a gritos, con un escándalo que despertó a sus más cercanos vecinos, quienes curiosos se asomaron por sus respectivas ventanas a mirar lo que pasaba. Era medianoche y ni siquiera le dejó sacar su bolso para obtener dinero. Sin importarle, incluso, lo que pudiera pasarle siendo tan tarde.Afuera, los vecinos comenzaron a encender sus luces, con descaro y, luego de escuchar el escándalo, sobre todo porque Maximilien gritaba para que todos escucharan, como si esa fuera su intención.Charlotte no pudo más que llorar de la vergüenza que sentía, ahí tirada en la acera, con la ropa sucia, despeinada y avergonzada sintió que quería morirse al ser el centr
—Dímelo tú —replicó su marido intentando no perder la compostura ante lo que él consideraba el cinismo de su esposa—. Mi viejo padre me odió toda su vida, no me quiso nunca, no importa cuando engañara a todos, las cosas fueron así. Me obligó a casarme contigo bajo la amenaza de que me desheredaría para dártelo todo y yo no soporté tantos años sus desplantes y maltratos solo para quedarme sin nada.—Él dijo que tú lo habías pedido —corrigió la joven, quien para ese momento no entendía nada en absoluto—. Tu padre dijo que eras tú quien deseaba sentar cabeza y que me habías sugerido como potencial esposa.—Qué estupidez, ¿por qué habría de desear como esposa a una usurpadora? ¡Mintió como siempre! —gritó enojado y ella retrocedió ante la furia de sus palabras—. Yo estaba con tu hermana y sabía que él nunca lo apoyaría, porque así era el cascarrabias, no aprobaba nada que yo quisiera, incluso si era bueno.—Es que todo esto no tiene sentido. —Charlotte sollozó sin poder contenerse.—Da igu
Maximilien bebió el licor sin darse cuenta de nada, mientras tanto, Charlotte miró a ambas mujeres quienes atendían a su esposo sin importarle lo humillante que era para ella y mucho menos sin tomar en cuenta cómo podía sentirse de verlas ahí. Por su parte, Marcus estaba dormido en el sofá, producto de la terrible borrachera que traía encima, por lo que la mujer que le acompañaba tuvo que alejarse y en ese momento prestaba atención a Maximilien, el único que se mantenía en pie de los dos; lo besaba y le prodigaba toda clase de caricias gimiendo de manera exagerada con cada rose del hombre, a tal punto que Charlotte se vio rodando los ojos ante la, tan mala, actuación que estaba dando en ese momento. Se retiró de nuevo a la cocina y solo se detuvo unos segundos al ver que las mujeres estaban prácticamente semidesnudas, una de ellas, incluso, tenía los senos al aire y su esposo le daba toda su atención a las tetas de la suelta mujer, misma que no podía ser de otra manera más que vulgar
Marcus enarcó una ceja al escucharla, incluso Maximilien la observó al verla tan agresiva en sus respuestas. A Maximilien le pareció que su mujer parecía imperturbable, como si aquello no le hubiera hecho ni pizca de mal y eso le sentó terrible, mientras para Marcus, el carácter de la esposa de su amigo resultó fascinante. El herededor de los Peterson vio el comportamiento defensivo de su esposo y para él fue solo un aviso de que tenía enfrente a un alacrán más ponzoñoso de lo que imaginó. Cuando terminaron de cenar, Maximilien se puso de pie y con toda la arrogancia que tenía, retiró el plato a su esposa. —Vas a ponerte más cerda —declaró y ella apretó los labios, pero finalmente tomó la servilleta y se limpió—. Lava los platos para que al menos hagas ejercicio y desde hoy te encargarás de las tareas de la casa, total el aspecto de vagabunda ya lo tienes. En fin, saldré un rato y cuando vuelva quiero todo limpio, sin excusa ni pretexto, voy a divertirme con mujeres de verdad.Char
Durante algunos segundos, Charlotte solo miró al frente, furiosa y visiblemente confundida con todo lo que había escuchado. Levantó la vista hacia el cuadro de su hermana River, sintiendo el puñal de la traición clavarse profundamente en su interior, perforando su corazón para siempre. Trató de tranquilizarse, sobre todo cuando el sonido de la puerta y la voz de la servidumbre le hizo darse cuenta de que su esposo cumpliría su palabra y la haría bajar a la fuerza si no lo hacía por voluntad propia—Un momento por favor, ahora bajo —dijo desde su lugar. Se envaró en su sitio, fue al baño, se lavó la cara, respiró profundo y avanzó hacia la puerta. Dio un último suspiro al salir de la habitación y caminó hasta la planta baja, bajando las escaleras con lentitud pasmosa, como si con ello alargara el momento por siglos. Mientras bajaba podía ver el inmaculado rostro de su esposo, aunque él no podía verla a ella puesto que Charlotte, lo veía en el reflejo de los cristales; sin embargo, no
Charlotte se limpió las lágrimas antes de entrar a su habitación, estaba tratando de calmarse luego de que su marido le humillara frente a todos los empleados.Sentía rabia y dolor, pero estaba enamorada de él, siempre lo estuvo y cada parte de sí seguía creyendo que era el amoroso hombre que le escribió cartas de amor.Recordó las palabras de su protector, el padre de Maximilien, antes de morir:«—Mi querida, Charlotte —musitó el cansado hombre mayor a la joven a la que amaba como una hija más y a la que había cobijado junto a su hermana una década atrás luego de que quedaran huerfanas, como una promesa a su mejor amigo, aunque en el fondo sabía que lo hacía para llenar el vacío que su propio hijo había dejado quince años antes al irse de su lado—. Promete que te casarás con Maximilien, él mismo lo ha pedido y la única manera en que puedo protegerte de mi interesada familia, es convirtiéndote en mi nuera. —Yo no estoy segura de que sea lo correcto —manifestó temerosa, tomando la mano