Cuando diriges una compañía necesitas escapes, muchos escapes, necesitas desalojar todo aquello que causa estrés, todo aquello que nubla tu mente y no deja que hagas tu maldito trabajo de la forma correcta. A veces son personas, a veces son cosas, pero en mi caso esos escapes se materializan en un lugar en específico, el lugar donde puedo cumplir mis fantasías, donde puedo dejar que esa parte de mi se apodere de la situación solo por un momento, un momento donde puedo sentir el éxtasis brotar de mis poros, esos mismos que justo en este momento se erizan cuando siento que el auto se detiene enfrente de la puerta trasera del club; mi lugar seguro, mi escape.
En el momento en que el auto se detiene un hombre abre la puerta para mí, me saluda y de inmediato abre la puerta de atrás. Camino frente a él mientras aflojo mi corbata hasta llegar al ascensor privado, el hombre lo abre para mí y ambos entramos en el pequeño espacio. Mientras el aparato sube no puedo evitar sentirme eufórico, como si fuera la primera vez que vengo, como si fuera mi m*****a primera vez teniendo los pechos al aire de una preciosa mujer. El ascensor se detiene y justo como cada ocasión cuando las puertas se abren dos hermosas mujeres, de cabellos rubios, como las prefiero, me esperan prácticamente desnudas frente a mí, cada una con una sonrisa de oreja a oreja, esperando ser la afortunada que esté conmigo esta noche; Angelic, como casi siempre, es la elegida, no porque tenga una fascinación con ella, no porque me haya enamorado de ella, yo jamás me enamoraría de nadie, sino porque es la que está dispuesta a todo, solo por estar un rato conmigo cada noche.
Su sonrisa se vuelve más ancha si aun puede ser posible en cuanto la elijo a lo que el hombre que me acompañaba se aleja de ambos y es ahora Angelic quien me guía hacia el privado. Allí, las puertas se abren y se cierran inmediatamente en cuanto entramos. Me siento en el hermoso sillón de cuero al mismo tiempo que la música comienza a sonar. Angelic me sonríe, me sonríe con esa pequeña boquita que hace maravillas, mientras que yo me acomodo aun más en el sillón y saco mi billetera. Angelic comienza a moverse lentamente mientras poco a poco se desprende de las pocas prendas que tiene encima.
Se suelta la coleta del cabello y comienza a bajarse lentamente el cierre que tiene su vestido de cuerina en todo el centro del mismo, sin embargo, empieza a juguetear conmigo cuando llega a sus senos, puesto que en cuanto baje aun más el cierre sus pechos gigantes saldrán para mí; se muerde el labio inferior mientras sigue jugueteando con el vestido hasta que finalmente lo baja al tiempo que sus enormes pechos rebotan saliendo de la apretada prenda lo que amerita que un billete de cien dólares salga de mi cartera y sea puesto sobre el cuero del sillón; ella sonríe. El cierre continua su curso mientras sus caderas se siguen moviendo como si de una m*****a serpiente se tratara, hasta que finalmente el vestido cae al suelo, lo que causa que dos billetes más se unan a la diversión.
La música sigue sonando y ella sigue moviéndose jodidamente bien, me da la espalda dejándome ver su pequeña tanga atrapada entre sus grandes glúteos, su cabello largo cae en esa misma espalda y sus largas piernas se ven estilizadas por aquellos tacones. Ahora, es el turno de jugar con las pequeñas ligas de su tanga, juguetea con ellas y conmigo mientras intenta bajarlas, lo que hace que mi miembro se coloque duro como roca; dos billetes más aparecen en el sillón hasta que finalmente, aun dándome la espalda, se inclina hacia adelante dándome la vista perfecta de su culo, y la prenda, también cae al suelo lo que amerita tres billetes más para la linda Angelic.
Ahora es mi turno, me levanto del sillón, terminando de desajustar mi corbata y quitándola de mi camino, me despojo de mi traje y me bajo los pantalones. Ella se relame los labios y se inca para mí, comienza con su tarea al tiempo que no puedo evitar incrustar mis dedos en su espeso cabello en busca de calmar esta sensación, en busca de consuelo, quiero mi pene tan adentro de su garganta como se pueda. Angelic me mira, mientras sigue moviendo su boca para mí, lo que me vuelve loco, ver esos ojos cafés, esas pestañas largas y pobladas y como sus ojos se cristalizan cada vez que empujo más hacia adentro; la sola imagen hace querer correrme por lo que debo sacarlo. La tomo por los hombros y hago que se levante, la coloco de nuevo contra la pared, dándome la espalda, saco un condón de mi billetera mientras ella me mira por encima de su hombre con esa expresión que me vuelve loco, esa expresión que me dice que le gusta, que le gusta sentirse usada, que dejaría que le hiciera esto todos los días, que quiere que me la coja cada que pueda.
Me coloco el condón tan rápido como puedo y simplemente la penetro mientras la tomo del cabello y estampo su rostro en la pared, escucho su risa, sí, su risa, le gusta rudo. El sonido de nuestros cuerpos chocando se escucha por toda la pequeña habitación, sus gemidos se mezclan con la música, su espalda está tan arqueada como puede y puedo sentir como su vagina moja cada vez más mi pene erecto. Siento esa sensación que proviene de la boca del estómago, siento eso que me dice que no me detenga, que continue disfrutándolo hasta que logro correrme. Me deshago del preservativo y Angelic me da la pequeña bolsa con cierre de plástico que acostumbra a darme, dejo el condón allí, cierro la bolsa y la guardo en el bolsillo de mi traje; soy muy precavido en los lugares donde dejo mi esperma.
Dejo dos o tres billetes más sobre el sillón y luego de vestirme salgo del privado con un suspiro dentro de mi boca, me arreglo el cabello y me dirijo hacia el ascensor, pero escucho una canción, algo más suave, algo que no acostumbran a colocar aquí. El hombre que abrió mi puerta me espera junto al elevador, sin embargo, yo decido dirigirme hacia el club.
—Señor, cualquier persona podría verlo —escucho al hombre.
—Solo quiero ver quién baila —me encamino por el pasillo contrario hasta que llego al club, que ilumina mi rostro con todas esas luces y colores.
Nunca había visto el lugar desde esta posición, no deseo que nadie sepa que lo frecuento, pero esa canción, esa canción es de alguien que yo nunca había visto bailar, no es el tipo de canciones que bailan las mujeres de aquí. Todos los hombres se levantan de sus asientos y aplauden, pero tantos cuerpos no me permiten ver de quién se trata hasta que toman asiento y es cuando la veo.
Su cabello es largo, con bonitas ondas, es rubia, como me gustan y puedo jurar desde aquí que sus ojos son jodidamente azules. Lleva puesto un pequeño babydoll color blanco, como si de una virgen se tratara, es tan transparente que puedo sus pequeños pezones porque a diferencia de todas estas pequeñas mujeres ella es delgada con piernas largas y senos pequeños, yo trago en seco, es hermosa. Tiene una cintura tan pequeña que podría ser una m*****a modelo en vez de estar aquí, pero cuando se da la vuelta, cuando se da la vuelta quedo estupefacto. Su trasero es pequeño, pero redondo, me imagino que cabe perfectamente en mi mano y me imagino ese rostro suave, delicado, ese maquillaje casi invisible mirándome, desde abajo, incada, justo como Angelic se encontraba hace unos minutos y ese solo pensamiento hace que mi pene vuelva a estar duro.
No sé quien es esa mujer, pero debe ser mía, quiero esa piel en mi cama, quiero esos en mi pene, quiero saber a que huele, quiero todo de ella.
Desde que tengo memoria me he sabido mover, tengo la habilidad de escuchar cualquier melodía y saber exactamente qué movimiento hacer para bailar de la manera correcta esa melodía; es mi don y lo aprecio. Toda mi vida me alagaron por eso, me dijeron lo buena que era y que debía aprovechar ese talento así que de una u otra forma desde pequeña me impregnaron ese sueño, al principio cuando era muy niña era el sueño de mis padres, bueno, era una niña y quería hacer todo lo que a ellos les gustara, pero poco a poco se fue convirtiendo en mi sueño, en el mío, y de nadie más.Así que pedía clases de baile, entré al grupo de danza de la escuela y siempre ganaba, y en cada competencia allí estaban mis padre con mi pequeña hermana, todos apoyándome, cualquier cosa que ameritaba bailar, yo era la numero uno así que, bueno, siempre supe que era la mejor, pero la vida no siempre te sonríe y a pesar de que te aferras a esos sueños, np siempre se pueden volver realidad por lo que no se convirtió en
—… Ya puedes irte.Al escuchar el resto de la oración me quedo de piedra, pero puedo sentir la mirada de ella sobre mí, así que también la miro. Me observa con evidente sorpresa y por primera vez desde que estoy aquí realmente me observa, de pie a cabeza, sin perderse ningún detalle de mí hasta que sus cejas se juntan una con la otra; no puede creerlo.—Ya puedes irte, Angelic, ¿no me escuchaste hace un segundo? —vuelve a hablar y ella un poco indignada se aleja resonado sus tacones.Es cuando yo vuelvo a mirarlo y él se relame los labios antes de darme una media sonrisa, l hombre junto a él que se había mantenido callado intenta irse, pero él lo detiene, le susurra algo al oído y el hombre frente a mí ingresa de nuevo al ascensor, siempre mirándome hasta que las puertas se cierran, ¿qué carajos?—¿No quiere a nadie? —le pregunto a su acompañante.—Debes esperarlo en el VIP, volverá en un momento —el hombre me toma del brazo y comienza a caminar mientras que yo intento seguirle el pas
AlexDecido tomar una ducha en el baño de invitados mientras ella lo hace en mi habitación. Entro en el para luego dejar el condón en la caneca de la basura y sin perder más tiempo dejo que el agua caiga sobre mí, al tiempo que coloco mi cabeza sobre la baldosa fría del baño.¡Carajo!Me siento jodidamente bien, mejor que después de cualquier cogida que haya tenido en mi vida, es decir, no puedo hablar por ella, pero disfruté cada segundo, cada movimiento que hizo, cada gemido, cada gruñido, cada mirada, cada caricia. Dios, de solo pensarlo mi miembro se levanta y se pone duro. No había experimentado el sexo de esa manera, no me había sentido de esa manera en mucho tiempo. Decido dejar de pensar en ella o tendré que usar mi mano, así que termino de ducharme y me coloco una bata de baño. Al salir, aun no la veo, así que decido subir a verla. Cuando estoy a punto de tocar la puerta entreabierta de la habitación escucho su teléfono sonar, así que decido no tocar y escuchar quién la llama
Me siento estúpida, totalmente estúpida en cuanto salgo del apartamento. Me meto al ascensor y en cuanto las puertas se cierran no puedo evitar sentirme sucia, observo el sobre y los billetes dentro de él y me entran arcadas. Pensé que no tendría que pasar por esto, que lo recordaría con gusto, que tanto él como yo lo habíamos disfrutado y que recibir el sobre no iba a causar nada en mí porque mi hermanita tendría su operación y yo… bueno, yo el recuerdo de una buena experiencia.Soy estúpida porque de ninguna manera nada cambiará el hecho de lo que pasó en aquel apartamento; él me compró y no hay más explicación a lo que pasó. El ascensor se detiene a lo que salgo de él, atravieso el lobby del edificio y salgo, en cuanto lo hago el hombre que nos trajo hasta acá se acerca.—Con gusto la llevaré a donde desee, señorita.—Tomaré un taxi —respondo cortante. Él frunce el ceño.—El señor me pidió que la llevara.—Dudo que eso haya pasado —le contesto—, voy a tomar un taxi.Me alejo de él
En cuanto me meto al ascensor junto a Nate me concentro en abrir y cerrar mi puño tratando de que el enojo se disipe. Un enojo que va más allá de la bofetada es el hecho de no poder tenerla ahora, el hecho de que no está dispuesta a mí cómo todas. La quiero a ella y yo siempre obtengo lo que quiero, pero es difícil, me siento como niño pequeño cuando se me niega de esa manera. Noto que Nate intenta decir algo, pero prefiere callarse. Que bueno que lo haya hecho por su bien. Solo hay algo que quiero hacer en este momento y partirle la cara en dos a Nate no está en mis planes.Salimos de la clínica a los pocos minutos, el chofer abre la puerta para mí y el auto arranca, en cuanto lo hace, tomo el teléfono y le marco a Amanda. Ella contesta casi de inmediato.—Enviaré un auto por Angelic —no la dejo siquiera pronunciar palabra alguna—, quiero que esté lista —sin más cuelgo.No me interesa si no es su puto horario de trabajo, no me interesa qué carajos pueda estar haciendo. La quiero para
Me despierto por un ruido estruendoso en la primera planta de la casa. Lo extraño de todo es que a pesar de que me fui a la cama temprano, cerré las cortinas y puse seguro a la puerta de la habitación para evitar que la fiesta llegara hasta mí, no pude dormir bien y es que, por un lado, odio dormir en una cama que no sea la mía y por el otro, no paraba de pensar en Jennifer y en su pequeña hermana. Nate llegó con buenas noticias; la cirugía había sido un éxito, pero por alguna extraña razón yo me sentía mal porque no estuve con ella, no estuve allí para calmarle los nervios que muy seguramente tenía. No entiendo el por qué de esos pensamientos, he visto a la chica tres veces en mi vida y una de esas, le pagué por dormir conmigo. No es la clase pensamientos que debería tener sobre ella.Después de un resoplido, me levanto de la cama, voy a la ducha, lavo mis dientes y tomo un buen baño. Me coloco ropa limpia que dejaron para mí en la habitación y alrededor de cuarenta minutos después s
Jennifer.Ayer mi hermana obtuvo un corazón saludable, fuerte y listo para ser utilizado. Fue una operación bastante riesgosa, sin embargo, todo salió a la perfección por fortuna. Ahora, un poco cansada y adolorida por haber dormido en un sillón toda la noche, espero pacientemente que los doctores me comuniquen más acerca de Lizzi, pues lo último que supe fue que está en cuidados intensivos, a medida de rutina luego de una operación como aquella y luego estará en una habitación privada.Con café en mano espero pacientemente mientras me muerdo un poco las uñas, noticias del doctor, pero este no se aparece por ningún lado. Camino por aquí y por allá mientras los familiares de otros pacientes me miran desconcertados, pues mi nerviosismo, evidentemente los coloca nerviosos a ellos. Sé que no puedo ver a Lizzi en este momento, que muy seguramente está sedada, pero me gustaría verla siquiera desde lejos, saber desde mis propios ojos que mi pequeña hermana está sana y salva.Mientras bebo má
En cuanto se aleja de mí y comienza a charlar con un hombre como si nada, como si no hubiera dicho tal afirmación hace unos segundos, siento una vocecita en mi cabeza que me dice te lo dije. Sí, esa que todo el día me estuvo diciendo que no viniera, era un presagio y yo lo ignoré. Noto que Alexander ignora las palabras de todos y se acerca directamente a mí, me toma del brazo y me guía hacia al jardín, todo esto ante la vista burlona de Max.En cuanto nos hemos alejado del bullicio, Alexander me suelta delicadamente y me observa antes de hablar. Yo sin embargo siento el pasto seco en mis pies.—¡¿Qué carajos haces aquí?! —espete con evidente enfado en su voz.—Yo no sabía que estarías aquí —susurro. De repente estoy demasiado cansada como para discutir.—Sí, pero te pregunté por qué estás aquí.—¿Debo pedirte permiso? —le pregunto. Él frunce el ceño.—Creí que no querías hacerte, me refiero a acostarte con alguien por plata. Me lo dijiste, eso me diste a entender, sin embargo, estás a