Capítulo 2

—… Ya puedes irte.

Al escuchar el resto de la oración me quedo de piedra, pero puedo sentir la mirada de ella sobre mí, así que también la miro. Me observa con evidente sorpresa y por primera vez desde que estoy aquí realmente me observa, de pie a cabeza, sin perderse ningún detalle de mí hasta que sus cejas se juntan una con la otra; no puede creerlo.

—Ya puedes irte, Angelic, ¿no me escuchaste hace un segundo? —vuelve a hablar y ella un poco indignada se aleja resonado sus tacones.

Es cuando yo vuelvo a mirarlo y él se relame los labios antes de darme una media sonrisa, l hombre junto a él que se había mantenido callado intenta irse, pero él lo detiene, le susurra algo al oído y el hombre frente a mí ingresa de nuevo al ascensor, siempre mirándome hasta que las puertas se cierran, ¿qué carajos?

—¿No quiere a nadie? —le pregunto a su acompañante.

—Debes esperarlo en el VIP, volverá en un momento —el hombre me toma del brazo y comienza a caminar mientras que yo intento seguirle el paso con estos tacones de porquería.

Entramos a un VIP casi a oscuros, él me deja allí y se va sin decir más nada mientras que me quedo inspeccionando el lugar. Un sillón de cuero, música independiente, luces casi inexistentes, creo que ni siquiera podré verle el rostro.

Sigo esperándolo, pero se tarda así que decido sentarme en el sillón mientras jugueteo con mis pies hasta que escucho pasos fuera, así que sin saber mucho qué hacer, me arreglo un poco el cabello y cruzo las piernas hasta que la puerta se abre, pero no es él, es un hombre fuerte de traje que no he visto jamás.

—Lo siento. Está ocupado —es lo que digo.

—El señor la espera en su auto —me responde.

—Yo… yo no tengo auto —susurro y él intenta ocultar su sonrisa.

—El auto del señor

¡Qué estúpida!

—Eh, creía que lo haríamos aquí… es decir, que estaríamos aquí.

—Él la espera —es lo que se limita a contestar mientras me tiende su enorme mano.

Sin saber muy bien qué está pasando, pero siempre pensando en mi hermana, tomo su mano. Si voy con él, el servicio probablemente será más caro. Tal vez Amanda tenga razón, mañana operarán a Lizzi.

Él me ayuda a levantarme y nos encaminamos de nuevo hacia el pasillo, llegamos al ascensor y entramos en él. Al bajar, las puertas se abren y puedo ver al hombre que me llevó al VIP afuera en la entrada, al final del pasillo, abriendo la puerta del auto para mí. En cuanto llego a él, me toma de la mano antes de subir.

—La señora Amanda quiere que te comuniques con ella en cuanto pueda —el alma llega a mi cuerpo, quiere decir que Amanda sabe que me iré, que al menos ella sabe. Yo asiento y me subo al auto.

En cuanto lo hago, lo veo a él, junto a la puerta del otro costado del vehículo, sigue con su traje intacto y su vista al frente, el hombre la cierra la puerta y el auto comienza su marcha. Yo sigo viendo al hombre junto a mí, pero él ni siquiera se inmuta, sigue con su vista al frente, él se ve tan sereno y tranquilo mientras yo me estoy muriendo por dentro. Muriendo por el hombre imponente que tengo al lado, por sus fuertes brazos marcados en su traje fino, por su mentón marcado, por sus manos grandes, por su aura siniestra, misteriosa, incluso sensual hasta que siento que el auto se detiene. De inmediato observo por la ventana el inmenso edificio frente a mí y en cuanto lo hago me quedo de piedra hasta que vuelvo mi vista a él y lo pillo viéndome. Sonríe y noto cómo el chofer le tiende una prenda envuelta, él la toma y me la pasa.

—Úsala —dice con voz firme. La tomo y noto que es una gabardina larga de color negro.

Me la coloco atando el cinturón fuertemente. El chofer se baja del auto y abre la puerta para mí, salgo del vehículo y espero pacientemente que el chofer haga lo mismo con el hombre. Cuando este llega hasta mí por primera vez en la noche tenemos un contacto físico; toma mi mano y comienza a caminar hacia el edificio de incontables pisos. En cuanto ponemos pie dentro, un empleado se acerca con una sonrisa alegre.

—Señor Lennox, es un verdadero placer tenerlo de nuevo aquí.

Lennox, es su apellido, al menos sé algo de este hombre.

Él, sin embargo, no responde palabra alguna, el empleado nos acerca al ascensor quedándose fuera de él obviamente, ambos entramos y marca el Penthhouse. Dentro del ascensor opto por soltar su mano, a lo que el hombre Lennox me mira confundido.

Mientras el aparato sigue su curso, escucho su risa así que lo observo.

—¿Alguien te dijo que podías soltar mi mano? —dice.

—¿Qué? —susurro.

En un parpadeo lo tengo tan cerca de mi que nuestros labios están a punto de tocarse. Coloca su mano derecha junto a mi cabeza dándome una sensación de acorralamiento y coloca su otra mano en el nudo de la gabardina. Con facilidad lo suelta y cuando ya lo ha hecho, mete su mano y toca mi piel casi desnuda.

—Escuchaste, yo pago por ti así que debes hacer lo que te pida —susurra y puedo oler su aliento.

Mi pecho sube y baja frenéticamente y la carne se me pone de gallina por su cercanía, por su tacto y por su oler, huele muy bien.

—¿Eres casi muda? —pregunta esta vez—, no he escuchado nada de ti.

—No… —susurro y él ríe acercando su boca a mi oreja.

—No es lo que quiero escuchar de ti. Quiero mi nombre en tus bonitos labios mientras te empotro en mi cama.

Para este punto el ascensor se abre en nuestro destino y él sale primero. Lentamente hago lo mismo, intentando no flaquear por lo nerviosa que me encuentro. Él abre la puerta y me permite pasar, al hacerlo me quedo estupefacta.

Al entrar lo primero que se ve es mucho cuero, un bonito juego de sale en forma de L en cuero, una silla individual y una bonita mesa de centro de color gris, muy parecido al suelo. Arriba un candelabro sofisticado y elegante, un ventanal precioso donde se puede observar toda la ciudad, todas esas luces, todos esos colores de la noche y junto a este, un telescopio aguarda. Sigo caminando, observando que al fondo se encuentra la cocina más grande y sofisticada que he visto con una isla bellísima en ella y junto la escalera se extiende a la segunda planta donde un pequeño balcón de cristal con vista hacia la primera planta nos saluda.

—¿Te gusta? —me sorprendo al escucharlo, dejo de ver todo y me concentro en él que cierra la puerta—. Te gusta mirar.

—Solo soy curiosa —respondo.

—No me molesta —responde—. Me llamo Alexander Lennox, pero puedes llamarme Alex, mis amigos lo hacen.

—¿Somos amigos? —él sonríe y diablos que es bonita su sonrisa. Me la ha regalado varias veces esta noche.

Se acerca hacia mí, me rodea hasta llegar a mi espalda y pasando sus manos por mis hombros se deshace de la gabardina dejándome expuesta ante él.

—Lo seremos, si tú quieres —responde.

—Yo me llamo…

—Jennifer, ¿no? —yo asiento—, es un bonito nombre, Jennifer.

Se aleja hacia la cocina y sirve dos tragos, al volver me da uno y yo lo bebo sin pensarlo, necesito valor. Se quita su corbata, su traje y su camisa mostrándome su cuerpo trabajado. Se sienta cómodamente en el sillón, toma su teléfono y reproduce una canción. Una que conozco, una que bailé hace días en el club. Yo camino hasta estar frente a él, con el enorme ventanal y la ciudad tras de mí. Quiere que baile así que comienzo a hacerlo. Me muevo con mis mejores pasos, muevo mi cabello y lo miro directamente a los ojos, mientras él mira mi cuerpo y bebe de su trago.

Me doy la vuelta y lo miro por encima de mi hombro; sé que le gusta a la mayoría de los hombres y al hacerlo él se levanta, velozmente como si estuviera necesitado de algo o de alguien, de mí. Se acerca y hace que me detenga, se coloca detrás de mí y con cuidado baja el cierre de mi babydoll y se deshace de el rápidamente, dejándome con los senos al aire y una bonita tanga atada a los ligueros. Se agacha y comienza a besar la cara interna de mis piernas, suavemente, pero mordisqueando de vez en cuando hasta que desata las ligas y de forma veloz se levanta del suelo y baja la tanga hasta que estoy desnuda, completamente desnuda ante él. Fuertemente me gira y me pega en el enorme vidrio, busca algo, pero aprovecho su distracción para darme la vuelta, tomar su rostro en mis manos y besarlo.

El acto lo sorprende, pero casi de inmediato continua el beso, no quiero que simplemente me coja y ya, quiero sentirlo, quiero vivirlo, quiero disfrutarlo tanto como él, no quiero ser tratada como una yegua. El beso comienza a intensificarse y mientras nuestros labios siguen juntos el acaricia mis senos, como si los midiera, como si quisiera saber si caben en su mano y yo llevo mis manos hacia el cierre de su pantalón y con su ayuda los bajo, al igual que su ropa interior. Alex se deshace de sus zapatos y me lleva hasta el sofá donde hace solo segundos estaba sentado.

Me sienta en él con cuidado y se agacha ante mí, abre mis piernas y antes de acercarse a mi vagina se relame los labios. Comienza a mover su lengua por toda mi hendidura de arriba abajo y de un lado a otro lo que hace que lleve mis manos hacia su cabello sintiendo lo sedoso que es. El lugar se llena de mis gemidos y mientras más se esmera en jugar con mi vagina, mi espalda más se arquea, le sostengo más fuerte el cabello y él parece disfrutar de verme en este estado. Mientras sigue moviendo su lengua en esa parte tan sensible de mi cuerpo lleva sus manos hacia mis senos, los cuales comienza a agitar mientras que yo levanto mis piernas en sus hombros buscando, anhelando sentirlo más, sentirlo más cerca de mí. La humedad en mi vagina es cada vez mayor, aquella sensación en la boca de mi estomago llega y mis gemidos aumentan.

—¡Mierda, me voy a correr! —exclamo y él pronuncia algo, pero lo hace aun con su boca metida en mi cavidad, por lo que no puedo entender qué dice.

Hasta que no puedo contenerlo más y me arqueo casi por completo mientras que por inercia intento cerrar mis piernas al tiempo que el orgasmo atraviesa mi cuerpo, pero él no permite que cierre mis piernas al colocar fuertemente sus manos en ellas.

—Oh, Dios, ¡Alex! —casi grito a lo que él se separa viendo cómo los espasmos se apoderan de mí.

Coloca sus manos en el sillón para apoyarse y se acerca a mi oído.

—Mi nombre en tu boquita se escucha mucho mejor de lo que pensé —me levanta del sillón y se sienta justo en el lugar donde estaba, sé lo que quiere así que me agacho frente a él—, ahora veamos cómo se ve esa boquita en mi verga.

No me había detenido a verla así que me sorprendo al ver lo grande y gruesa que es, con todas esas venas marcadas. Él nota mi asombro y vuelve a sonreír lo que sinceramente me pone muy caliente. Me meto su miembro en la boca, tanto como puedo y comienzo a moverla de arriba abajo, lo escucho suspirar y casi de inmediato me toma del cabello marcando el ritmo, que es mucho más rápido y mucho más profundo. Intento seguirle el ritmo al tiempo que lo miro, él tiene la cabeza echada hacia atrás disfrutando cada lamida, cuando comienzo a juguetear con la cabeza de su miembro es cuando él decide observarme.

—¡Mierda, Jennifer! —exclama—, harás que me corra en tu boca.

Sus gemidos comienzan a escucharse más a menudo y es cuando decide prácticamente sacarme de su boca velozmente. Toma de la mesa el preservativo, lo abre y se lo coloca, me subo sobre él sintiendo cómo su enorme miembro entra en mí, moviéndome tan bien como pueda. Alex me mira a los ojos mientras me toma por el cuello con su mano derecha y es cuando noto su tatuaje en la muñeca. Ahora, comienzo a saltar sobre él sintiendo cómo mi vagina moja su verga, escucho su corazón a mil y sus gemidos más fuertes, así que me detengo para intentar algo que tal vez le guste. Me doy la vuelta, dándole la espalda moviéndome de la misma manera que lo hacía hace un segundo, Alex suspira y lleva sus manos hacia mi trasero apretándolo tan fuerte como puede, incluso me da un par de nalgadas antes de atraerme hacia él así que, sin poder verlo directamente al rostro, lleva sus dedos hacia mi clítoris, el cual comienza a estimular frenéticamente.

—Te ves hermosa, carajo —escucho que dice.

Mis gemidos aumentan al igual que los suyos, sus dedos hacen maravillas sobre mi clítoris mientras que intento seguirles el ritmo a mis propios movimientos, no puedo evitar casi gritar hasta que ambos nos corremos casi al mismo tiempo. Ambos intentamos recobrar el aliento, me levanto de su regazo y me siento junto a él, Alex se lleva las manos hacia su cabello como si no pudiera creer lo que acaba de pasar.

—Arriba está mi habitación, es la primera que vez al subir las escaleras. Puedes tomar una ducha.

Sin decir nada yo asiento, y me levanto del sillón, intento tomar mis cosas del suelo, pero su voz me detiene

—Eso no, mandé a que preparen ropa para ti, está en la habitación. Yo me quedo con eso —lo miro un poco sorprendida al escucharlo, pero opto por no decir nada, simplemente tomar mi teléfono.

Me alejo de él hacia las escaleras sintiendo su vista en mi cuerpo, las subo y llego a la habitación, la primera al subir. Cuando abro la puerta me quedo sorprendida al verla, es simplemente magnifica, es casi tan grande como la parte de abajo, con una cama enorme con sabanas negras. Decido no tardarme demasiado y me ducho rápidamente, salgo del baño, con el cabello mojado, y observo la ropa, sobre la mesa de trabajo que se encuentra en la habitación. Me coloco la ropa interior y el vestido suelto color blanco, me calzo las sandalias y cuando estoy dispuesta a salir mi teléfono suena Noto que es Amanda.

—Si me contestas es porque estás desocupada —es lo primero que dice—, no quería interrumpir, pero no podía esperar, ¿todo salió bien?

—Sí, todo bien, estoy muy segura de que le gustó.

—Eso suena de maravilla, Jenn. Te dije que les gustarías, te pagará muy bien de eso estoy segura —contesta.

—Sí, carajo, conseguiré el dinero de él. Estoy más que emocionada.

—Lizzi tendrá su operación —afirma Amanda y yo no puedo evitar, realmente reír. Mi hermana estará bien—, bueno lo llamaré, eres una chica nueva para él, debo llamarlo, ver qué tal le pareció.

—Okey, adiós.

Cuelgo la llamada antes de sentarme sobre la cama, no bajaré porque le daré un poco de privacidad, sin embargo, los segundos pasan y no escucho un teléfono así que decido salir de la habitación, pero hago silencio cuando lo veo dándome la espalda, vestido con una bata de baño y el cabello mojado, tal vez se duchó en otro baño. Habla por teléfono.

—Si… bueno, quise intentar algo nuevo y me jodí —escucho que dice a lo que frunzo el ceño—, sé que no fue tu culpa, no te preocupes, fue mi error, debí traer a Angelic, ¡carajo! Todavía me la estuviera cogiendo… okey, sí, adiós.

Me quedo casi de piedra al escucharlo y por alguna extraña razón algo dentro de mí se rompe, tal vez mi autoestima, tal vez mis ilusiones, no tengo idea, pero no se siente nada bien. Él da la vuelta y me ve, no parece sorprendido, así que yo trago el nudo en mi garganta y termino de bajar las escaleras.

—Necesito el dinero para irme —le digo de forma fría. Él vuelve a sonreír de medio lado, para ya no causa nada en mí esa sonrisa.

—Lo sé, aquí tienes —toma de la mesa un sobre y lo tiende. Yo me acerco y prácticamente se lo jalo de las manos a lo que él frunce el ceño—. El chofer espera a…

Antes de que pueda terminar la frase me acerco a la puerta y la abro, salgo del puto apartamento y me alejo de allí cerrando de un portazo con solo algo en mente; No volveré a ver a ese hombre nunca más.

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