Capítulo 3.

Alex

Decido tomar una ducha en el baño de invitados mientras ella lo hace en mi habitación. Entro en el para luego dejar el condón en la caneca de la basura y sin perder más tiempo dejo que el agua caiga sobre mí, al tiempo que coloco mi cabeza sobre la baldosa fría del baño.

¡Carajo!

Me siento jodidamente bien, mejor que después de cualquier cogida que haya tenido en mi vida, es decir, no puedo hablar por ella, pero disfruté cada segundo, cada movimiento que hizo, cada gemido, cada gruñido, cada mirada, cada caricia. Dios, de solo pensarlo mi miembro se levanta y se pone duro. No había experimentado el sexo de esa manera, no me había sentido de esa manera en mucho tiempo. Decido dejar de pensar en ella o tendré que usar mi mano, así que termino de ducharme y me coloco una bata de baño. Al salir, aun no la veo, así que decido subir a verla. Cuando estoy a punto de tocar la puerta entreabierta de la habitación escucho su teléfono sonar, así que decido no tocar y escuchar quién la llama. A esta hora, probablemente sea su novio, creyendo que se quedó en casa de una amiga,

De solo pensarlo río, me la acabo de coger y él está allá esperándola.

 —Sí, todo bien, estoy muy segura de que le gustó

Escucho que le responde a la persona detrás de la línea. No habla con su novio, no hablaría con su novio de mí. ¿Con quién carajos habla?

—Sí, carajo, conseguiré el dinero de él. Estoy más que emocionada

Claro, dinero, olvidaba que se subió a esa camioneta conmigo por el dinero. Segundos después la escucho reír. ¡Que m****a! Cree que soy un púbero de quince al que le podrá sacar dinero solo por moverse bien mientras coje, que me enamoraré de ella y que cuando se haya cansado de mí, me va a desechar. No, yo soy quien hace eso, yo soy quien pone las reglas.

Escucho que se despide así que bajo de nuevo las escaleras con una extraña sensación en la boca del estómago, como rabia, tal vez decepción. Me acerco al ventanal y siento mi teléfono vibrar en el sofá, contesto al ver el nombre de Amanda, la jefa de Jennifer.

—Señor Lennox, espero no haber interrumpido nada.

—No te habría contestado si aún me estuviera cogiendo a tu chica —le respondo para luego escuchar su risa.

—Siempre tan directo. Hablando de eso, me dijeron que eligió a una chica nueva, distinta a la habitual. Espero que haya pasado una noche esplendida.

—No fue tan esplendida como pensé lo que sería, para ser honesto, pero bueno, pago por un servicio, tengo derecho de hacer observaciones.

Amanda se queda callado por varios segundos, algo raro en ella.

—Eh… lamento escuchar eso, señor Lennox.

—Si… bueno, quise intentar algo nuevo y me jodí —le contesto a lo que ella suspira detrás de la línea.

—Es una verdadera pena, hablaré con la chica, no volverá a pasar.

—Sé que no fue tu culpa, no te preocupes, fue mi error, debí traer a Angelic, ¡carajo! Todavía me la estuviera cogiendo.

—Tendrá a Angelic en su próxima visita.

—Okey, sí, Adiós —es lo que contesto antes de colgar.

Al darme la vuelta la observo, de pie al inicio de la escalera. Se ve preciosa en ese vestido que compré para ella, aunque parece… decepcionada. Bien, espero que me haya escuchado, quería que lo hiciera. Cambie su semblante rápidamente y termina de bajar las escaleras a paso firme, como si estuviera enojada.

—Necesito el dinero para irme —es lo que dice al bajar, yo sonrío de medio lado. Por supuesto.

 —Lo sé, aquí tienes —tomo de la mesa un sobre y se lo tiendo. Ella se acerca a mí, toma el sobre y me lo arrebata con fuerza lo que me sorprende—. El chofer espera a…

Antes de que pueda terminar la frase, de un portazo sale del apartamento, lo que me saca una sonrisa para ser honesto. Me gustan cuando creen que, haciendo pataletas, conseguirán enojo de mi parte, o en su defecto, conseguirían alejarme, no, eso hace que me guste más. Soy un hombre de negocios y en los negocios debes amar los desafíos, las mujeres bellas son un desafío y siendo honesto, después de esto solo me la quiero volver a coger, me la quiero coger en cada parte, en cada esquina de este apartamento. Si supiera que, de aquel club, de aquel escape, ella ha sido la única a la que he traído aquí.

Cuando la vi bailando aquella noche sabía que no era una chica común, no era como Angelic al menos. Ella se merecía un escenario más grande que los ojos de aquello morbosos que deseaban cogérsela, de aquellos que le lanzaban dinero esa noche, ella merecía ser admirada por alguien que realmente le interesara verla. Sabía que sería mía en algún momento y sabía que no me la cogería en ese feo club. Sería aquí y siempre será aquí porque este será su escape.

Ella tendrá su dinero y yo saciaré lo que siento.

Llamo a Nate, mi chofer. A los segundos contesta.

—¿La llevaste a casa?

—No señor, insistí, pero prefirió tomar un taxi —rio y cuelgo.

¡Ay, Jennifer! pronostico que tú y yo nos vamos a divertir mucho.

Escucho conversaciones instintivas, ni quiera puede pronunciar palabra alguna para dar una opinión acerca del tema porque precisamente ese es el problema; no tengo ni puta idea acerca de cuál es el tema.

Mientras todos ellos hablan aquí en la sala de conferencias, yo tengo la vista perdida al igual que mis pensamientos; no dejo de pensar en ella, en aquella noche, en cómo nuestros cuerpos se unieron unos a otros, en sus labios rosados y carnosos, en su mirada coqueta sin siquiera querer hacerlo, en la luz de la ciudad detrás de ella mientras bailaba para mí, en cómo su sensualidad me hipnotizó la primera vez que la vi. No puedo dejar de pensar en Jennifer y en cada centímetro de su cuerpo.

Recuerdo que la vi y tuve que irme lo más rápido posible, tuve que alejarme o llegaría hasta ella y cualquiera me vería, mi foto hubiera salido en cada periódico al día siguiente, pero cuando me di la vuelta vi que Amanda me había visto, había visto mi reacción ante ella al salir de su oficina así que ella sonrío.

—Está disponible cuando quiera —me dijo en cuanto me acerqué a ella.

—Nunca la había visto por aquí —le contesté.

—No es nueva si a lo que se refiere, hace lo que todas aquí

—La quiero a ella, mañana —ella hace una mueca.

—El día no puedo asegurarlo, tiene agenda llena —contestó

—Avísame —dije y me alejé de ella, pero su voz me detuvo de nuevo.

—Agenda llena —repitió y yo la miré extrañado—, lo que quiere decir que la tarifa cambia.

—Explícate, Amanda. No tengo toda la noche.

—Como sabes las chicas me dan un porcentaje de lo que le paga a ellas —yo asentí hacia lo obvio, así funciona el lugar—, pero ella es especial y sé que lo sabe por lo que debe darme una tarifa extra cada que esté con ella —yo reí acercándome a ella—. Somos amigos señor Lennox, no será alta, tan alta.

—Que te quede claro que tú y yo no somo amigos, Amanda, jamás estarías en la lista de mis amigos, tendrás tu tarifa extra, aparte de la comisión que pago por total privacidad y seguridad de mis intereses aquí dentro, eso y solo eso, ¿entendiste? —ella asintió con una sonrisa. Siempre le ha gustado el dinero.

—Alex, ¿estás de acuerdo con eso? —Nathan, a mi lado es quien me habla, así que bajo de mi ensoñación y lo observo.

Él de inmediato sabe que no tengo ni puta de lo que me acaba de preguntar así que decide improvisar.

—Bueno, me habías comentado que estarías de acuerdo con una decisión cómo esa, no obstante, te pregunto para reafirmar.

—Lo estoy —opto por responder, él intenta ocultar su risilla y la junta continua.

Al finalizar todos se levantan de la sala de conferencias, despidiéndose muy educadamente de mí, hasta que al cabo de segundos nos quedamos solo Nathan y yo, quién se ajusta su traje y vuelve a tomar asiento a mi lado.

—¿Qué rayos sucede? Estuviste perdido toda la junta, tendré que hacerte un informe —bromea y yo rio junto a él.

—Solo… no sé pienso en alguien —responde y él levanta las cejas sorprendido.

—¿En una mujer? Creía que enamorarte no estabas en tus planes —mi risa retumba por toda la sala, me levanto de la silla ergonómica de oficina donde había permanecido sentado y me acerco a la enorme ventana, dándole la espalda a Nathan.

—Nadie ha hablado de amor —contesto en cuanto termino de reír—, sabes que jamás me enamoraré de nadie, pero es de esas chicas de olvidar.

—¿Por qué está buena o por qué te cogió tan bien que viste a Jesús?

—Ambas —respondo dándome la vuelta para verlo mientras me meto las manos a los bolsillos de mi traje—, pero más que eso, es la conexión ¿sabes? —intento explicar mientras él escucha atentamente—. No sé si te ha pasado…. Yo he estado con muchas mujeres en mi vida, pero nunca, ninguna había hecho lo que ella hizo y no hablo de algo extraordinario o una posición extraña, hablo de sentirlo, de vivirlo conmigo, de tomarse el tiempo de disfrutarlo, de no fingirlo, de dejar de hacer o decir cosas solo porque me gustarán, tal vez al principio, pero luego lo hizo porque le nació.

—Suena profundo, ¿es alguien que conociste recientemente?

—Anoche

—¿Y te la cogiste anoche? —pregunta.

—No entiendes, Nathan, por mucho que haya querido ese dinero, ella lo hizo por gusto, le gustó estar conmigo, eso no se puede fingir —Nathan levanta las cejas.

—¿Me hablas de una puta? —yo no contesto y esa es su respuesta, a lo que suelta una pequeña risa en medio de un suspiro—. Lo lamento amigo, pero ella solo estaba allí por el dinero, te hizo sentir así porque es su trabajo. Te prometo que en dos días ni siquiera recordarás cómo se veía, pero si son así de buenas deberías llevarme, nunca has querido hacerlo —finaliza levantándose y acercándose a mí.

—Le pagué, pero ella no es una puta, eso lo sé. Eso lo ves en los ojos, ella no los tiene —me rio un poco sin poder creerlo—, incluso se mostró tímida al inicio —añado.

Por mucho que Amanda quiso colocarle un reportorio inmenso sé que solo lo hizo por el dinero, vio una oportunidad y la aprovechó. Sé que ella no hacía eso antes de mí y hace que me guste más.

—Como sea, olvídala, eventualmente lo harás. ¿Me llevarás?

—Ni en tus sueños —contesto a lo que el ríe.

—Bueno, lo intenté —se aleja de mí luego de un suave apretón en mi hombro—. Adiós enamorado —bromea, pero yo no contesto.

¿Qué estará haciendo Jennifer ahora?

Sin saber muy bien el por qué o a razón de qué llamé a Amanda y le dije que le daría otra oportunidad a Jennifer, “la chica que me había fallado” por supuesto mentí en esa llamada aquella noche, me pegó en el ego escuchar lo que dije, admito. Tal vez Nathan tiene razón ella solo quería su dinero como todas, pero como dije, no me importa, tengo mucho y sinceramente por sentirme así pagaría lo que fuera. Amanda contestó que la tendría lista esta noche, así que mientras salgo de la oficina solo pienso en lo mucho que quiero llegar. Le especifiqué ropa roja esta vez así que ansío por verla en ella.

Nate abre la puerta del vehículo para mí, sabe para donde nos dirigimos así que el auto arranca de inmediato. Como si fuera un bebé a punto de recibir una golosina me emociono cuando el auto se detiene. El hombre abre la puerta para mí y nos encaminamos al ya conocido ascensor, entramo en él y mientras sube me la imagino en esa diminuta tanga color rojo y sonrío. El aparato se detiene y las puertas se abren, levanto la mirada entusiasmado, pero no es ella, ninguna de ellas es Jennifer. Tiene su cabello, incluso su cuerpo en varios aspectos, pero no es Jennifer.

—¿Qué carajos pasa aquí? —exclamo con evidente enojo en mi voz. El hombre y las chicas se sorprenden—. ¿Dónde está Amanda? No está la chica que le pedí.

—¿La de anoche? —interroga el chico y yo asiento—. La señora Amanda no se encuentra esta noche, pero creo tener entendido que ella ya no trabaja aquí.

—¿La chica ya no trabaja aquí?

—Ya no —contesta.

¡Carajo!

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