Capítulo 32.

Alex.

Armando está estable, pero no lo suficiente, sus heridas fueron bastante profundas y ha pasado con fiebre alta y escalofríos, sin embargo, lo estamos manteniendo vivo. El santo cree que Armando está en la ciudad esperando el momento preciso para atacar e incluso han hablado por teléfono mientras Nate le apunta a armando con un arma en la cabeza, pero sabemos que debemos actuar porque Armando no durará. Está débil y pronto morirá.

Entro a la habitación donde lo tenemos atado de una mano a la cama y él me mira con ojos inyectados en rabia, pero bastante cansados.

—¿Por qué no me matas enseguida? El santo sabe lo que tiene que saber y sé que debe venir en camino porque no es estúpido y sabe que algo anda mal —es lo primero que me dice.

—Yo no te voy a matar.

—Claro que lo harás. Solo es cuestión de tiempo. Ya no te sirvo Alex, déjame en paz. Déjame hablar con mi hija para despedirme.

Que hable de su hija es bastante bajo, sabe que la familia es importante incluso para hijos de puta
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