Al principio, no quería aceptar el matrimonio que su padre había acordado para ella; sin embargo, cuando tenía el cómplice perfecto para poder salvarse de aquella situación, terminaría enamorándose de quien en su momento estuvo comprometida. No obstante, una mala jugada del destino haría que ella quedara embarazada, provocando que no supiera si era de su prometido o del hombre que había jurado ayudarla. Ahora, sin poder hacer más nada y con una vida formándose en su vientre, la vida la deja contra la espada y la pared. Esta novela narra lo difícil y complicado que puede ser un matrimonio sin amor... La vida de Maximiliano antes de Hanna, con Hanna y después de Hanna. Es una versión salida de uno de los personajes de "El oscuro secreto del CEO". ★No es necesario leer esa novela. ★Pero si la quieren leer adelante. ★Obra en desarrollo... ★Cuenta con errores,
Leer más—Tú nunca te detenías cuando abusabas de mi madre frente a mí, nunca lo hacías cuando me golpeabas. Tienes suerte de que solo te esté demostrando el dolor que pasé en solo minutos —mencioné con voz entrecortada, llena de emociones contenidas.Los gritos de Marco continuaron resonando en el aire mientras, con manos temblorosas, cortaba parte de su piel en su espalda y brazos.Cada herida era una muestra tangible de mi ira y frustración acumuladas durante años.A pesar de mi deseo de venganza, en el fondo, sabía que no podría convertirme en un asesino.Lentamente, me alejé de él, dejando atrás esa escena macabra, y mis ojos se posaron en el charco de sangre que se iba formando en las escaleras.—Morirás como siempre debiste estar, totalmente solo —mencioné, con una mezcla de tristeza y satisfacción, mientras abandonaba la escena.El sonido de mis pasos apresurados resonaba en el pasillo mientras volvía a casa.Cada zancada era una liberación, el escape definitivo de aquel infierno en el
—¡Pero qué lindos se ven! —exclamé con alegría al ver a los que más valor tenían para mí.El sol brillaba sobre sus rostros, resaltando sus sonrisas contagiosas y sus ojos llenos de dulzura.—Papi, ¡llegaste! —gritaron ambos niños emocionados, corriendo hacia mí con sus pequeñas piernas.Los recibí con los brazos abiertos y los levanté en el aire, envolviéndolos en un cálido abrazo. Sus risas llenaron el aire y mi corazón se llenó de un amor inmenso.Hanna, mi amada esposa, se acercó a mí con paso seguro y me regaló un beso tierno en los labios. Su presencia siempre me reconfortaba y me hacía sentir completo.—Te extrañamos, esposo —mencionó con una dulce sonrisa, reflejando el amor y la complicidad que compartíamos.Les entregué a cada uno de mis hijos una bolsa envuelta en papel brillante, llena de sorpresas y juguetes que sabía que les encantarían.Sus ojos se iluminaron de emoción mientras desenvolvían los regalos con manos hábiles y curiosas.Para Hanna, preparé una carpeta con m
—Ayúdala—le dije a mi médico de apoyo, quien presionaba su vientre con determinación mientras yo le daba ánimos.Las contracciones eran cada vez más intensas y evidentes en el rostro de Hanna.—Ya, puja—le pedía, con voz firme y alentadora.El anestesiólogo, siempre atento, limpiaba el sudor de su frente, mientras la cabecita de uno de mis preciosos hijos comenzaba a asomarse.—Una vez más, casi lo tenemos—le susurré, y Hanna se esforzó una vez más en ese empuje decisivo.Mientras el médico de apoyo hacía su trabajo, tiré suavemente del cuerpecito de mi hijo, ayudando a que naciera.Y entonces, justo en ese momento mágico, mi bebé salió al mundo.Una inmensa felicidad se apoderó de mi corazón al ver sus rosadas mejillas y su cabello negro.Corté el cordón umbilical y le di algunas nalgadas suaves para estimular su llanto, que resonó como una de las melodías más hermosas que haya escuchado en mi vida.Pasé a mi bebé a las amorosas manos de la enfermera, quien lo limpió, lo pesó y revis
★Max.Cuando por fin me dieron de alta del hospital, ansiaba estar junto a Hanna. Pero, para mi desgracia, mi amada suegra estaba en casa.Ella se propuso, junto con la esposa de Aless, cuidar de mí.Parecían dos brujas, ni siquiera me dejaban levantarme de la cama sabiendo que ya estaba bien. Pero esto también se aplicaba para Hanna, quien se encontraba en las últimas etapas de su embarazo y pronto daría a luz a nuestros hijos.—Deberíamos decirles que se vayan —le dije a Hanna, frustrado por la intromisión constante de estas mujeres en nuestra intimidad.Ella soltó una risa suave y me respondió:—Deberías sentirte afortunado de que esas dos mujeres se preocupen por ti.—No, lo que quiero es hacer el amor con mi mujer y ellas están presentes todo el maldito día —exclamé molesto.—Estoy a punto de explotar —protestó Hanna, y eso me hizo reír.—Y sabes, hacer el amor en los últimos momentos del embarazo es recomendable. Ayuda al momento del parto. Vamos, déjame ayudarte —le propuse, de
★Aless.—¿Estás bien? —me preguntó mi esposa preocupada mientras me abrazaba con fuerza.Sus ojos reflejaban una mezcla de angustia y amor.—Hanna me ha informado que aún no hay noticias de Max. Los rescatistas están a punto de detener la búsqueda porque el terreno es inestable. Estaba pensando en acudir con Hanna, pero no lo haré; llamaré a la brigada de apoyo del hospital. Amor, tengo que encontrar a mi hijo —le dije con desesperación, aferrándome a la esperanza de hallar a Max sano y salvo.Mi esposa asintió.—Muy bien, cariño. Tú ve con los rescatistas y yo movilizaré la brigada de rescate del hospital. Corre, amor, tienes que encontrar a nuestro Max.Una sonrisa se dibujó en mi rostro, gratamente sorprendido por su apoyo incondicional.Max siempre ha sido alguien especial para ella, y a pesar de haberse enterado recientemente de que es mi hijo biológico, esto no ha cambiado nada en sus sentimientos. Después de despedirme de ella, me dirigí rápidamente a ponerme en contacto con lo
★Aless. El intenso dolor en el pecho me hacía sentir extraño, como si algo malo estuviera a punto de ocurrir. Llamé a mis padres ansioso por obtener noticias de mis gemelas, pero me aseguraron que estaban bien. Sin embargo, seguía teniendo esa inquietante sensación de que algo no estaba en orden. Decidí llamar a Max para sacar mis dudas.—Max, ¿todo está bien? —lo interrogué, intentando ocultar mi preocupación.—No, han secuestrado a Hanna y mi madre... —hizo una pausa, su furia era evidente en su voz. —Ella no dirá nada, mi madre nunca ha hecho nada por mí—.Pidiéndole la dirección de su madre, interrumpí sus palabras. —Aless, ¿para qué...? —no terminó la pregunta antes de enviarme la dirección. Creo que ha llegado el momento de enfrentar a Abigail y decirle algunas verdades. Colgué la llamada y me acerqué a mi esposa.—¿Vas a salir? —preguntó con curiosidad.—Sí, amor. Iré a ver a Abigail... —respondí en silencio, esperando su reacción.—Ve, cariño. Te estaré esperando aquí. Escuc
★Hanna.Estoy emocionada porque Max y Montserrat finalmente hicieron las paces. Ver cómo Montserrat ha decidido dejar de sufrir a lado de su madre y dar un paso adelante por sí misma y por su bebé es una de las mejores noticias que he recibido. Ella realmente se merece toda la felicidad del mundo y merece vivir libre de la opresión de un padre que no la valora y que solo la utilizó para su propio beneficio. Me alegra ver cómo finalmente pueden llevarse como hermanos, dejando atrás el resentimiento y construyendo una relación basada en el amor y el respeto.Pero lo que más me impactó de todos los descubrimientos que Montserrat mencionó fue darme cuenta de que mi padre siempre intentó proteger a sus hijos y a mi madre. Siempre estuvo allí, cuidándonos y velando por nuestro bienestar, y yo lo juzgué tan duramente, sin conocer la realidad.—¿Te encuentras bien? —me preguntó Max, mientras mis lágrimas no dejaban de correr.—Soy una mala hija. Él siempre me quiso, Max. Mi papá murió y yo
Al llegar a la casa, dos señores de aspecto gruñón me recibieron en la entrada, con gestos serios y ceños fruncidos. Sus miradas escrutadoras me hicieron sentir momentáneamente incómodo, pero sabía que era necesario mantenerme firme y seguro.Me guiaron hacia el jardín trasero, donde encontré a Mons sentada en una banca, rodeada de flores y árboles frondosos. El viento suave mecía las ramas y susurraba al oído, como si el universo mismo quisiera hacerle compañía.Mons sostenía un cuento infantil entre sus manos, sus dedos se deslizaban por las páginas con delicadeza mientras su vientre abultado se convertía en el epicentro de su atención.Una brisa suave hacía ondear su cabello castaño, acentuando su belleza natural. La luz del sol acariciaba su rostro y destacaba esos ojos llenos de esperanza y valentía. Estaba inmersa en su lectura, pero al levantar la vista y encontrarse con la mía, su mirada se llenó de sorpresa y emoción.Una sonrisa tímida se dibujó en sus labios y, como si el t
★Max.Volvimos a Estados Unidos cuando Hanna ya tenía 5 meses de embarazo, pero debido a su embarazo de mellizos, su vientre se veía imponente, estirando la tela de su ropa y resaltando su belleza materna.El viaje en avión fue agotador para ella, ya que fueron varias horas de vuelo. Pude ver cómo se esforzaba por encontrar una posición cómoda en el asiento, apoyando almohadas estratégicamente para tratar de aliviar la presión en su espalda. Su rostro reflejaba el cansancio, pero también la emoción de volver a su país.Al llegar, nos encontramos con mi suegra en casa, quien le dio una cálida bienvenida a Hanna con una sonrisa y uno de sus platillos favoritos preparados con especial dedicación. Aunque cansada por el viaje, su sonrisa iluminaba la habitación, agradecida por el gesto de mi suegra.La casa se llenó de una energía familiar, con la compañía de Dylan y Jenny, quienes también estaban allí para recibirnos. A pesar de mi agotamiento, me sentía agradecido por tener a todas las p