Fueron a la hermosa casa de Abi y Máximo. Él esperaba ansioso en su elegante estudio, adornado con estanterías llenas de libros y una cómoda butaca frente a un amplio ventanal con una vista impresionante. —Marco, en verdad debo hablar a solas con mi padre —mencionó ella, mientras cruzaba las manos ligeramente nerviosa. —No, Abigail, lo haremos juntos, ahora somos una pareja —respondió Marco con una sonrisa amorosa. Abigail asintió con ternura, apreciando la confianza y reassurance de Marco.—Ok —susurró suavemente.Marco acarició suavemente la mejilla de Abi, deslizando los dedos de manera delicada por su piel suave. Ella le devolvió la sonrisa y un brillo de felicidad iluminó sus ojos.Con un ligero golpecito en la puerta, Abigail abrió un poco la puerta del despacho de su padre. Inclinó la cabeza hacia adentro y Máximo le hizo señas para que entrara. El despacho, decorado con muebles de caoba y una imponente mesa de madera, exudaba autoridad y éxito. —Papi —susurró Abigail, llama
Marco se giró y la vio en el suelo, tratando de levantarse, mientras lloraba y suplicaba que le devolviera a su hijo.—Eres deprimente, Abigaíl. Lloras por este niño, pero si me deshago de él, podremos tener más hijos que sean míos. Así que deja de llorar, te haré un gran favor deshaciéndome de él. —Abi volvió a verlo, extendiendo las manos hacia él.—Te daré más hijos, muchos más, pero por favor no le hagas daño a mi Max. —Marco volteó a ver al bebé en sus brazos, que no paraba de llorar.—¿Muchos más? —Preguntó sonriendo ante la idea.—Sí, tendremos muchos más hijos. Te lo juro, pero por favor, no le hagas nada a mi bebé. —Marco comenzó a caminar hacia ella, postrándose a su altura.—Abi, te amo, ¿sabes verdad? Te amo tanto que no tolero que hayas tenido un hijo de otro hombre, más siendo mi esposa. Si me desobedeces de hoy en adelante, me encargaré de que quien pague tus desobediencias sea este niño. Así que pórtate bien para que tu hijo esté a salvo, ¿te quedó claro, amor mío? —Ab
★Cuatro años después. (Aquí contaremos con un cambio de narrador, pasará a ser narrado en primera persona). Me levanté rápido, quería alcanzar a papá antes de que se fuera a trabajar. Casi siempre mamá me manda a dormir temprano, así que son muy raras las veces que lo veo cuando llega del trabajo. Traté de despertarme temprano, pero por más que lo intenté, el auto de mi padre ya estaba encendido. Eso solo significaba una cosa y era que, de nuevo, no pasaría tiempo con él. Ya olvidé la última vez que convivimos más de unos minutos.Mamá lo despedía en la entrada y yo los miraba desde la ventana. Papá le dijo algo a mamá y ella agachó la cabeza. Después pareciera que él me volteó a ver, ya que volteé a mi ventana y me oculté detrás de las cortinas. Creo que papá está de malas, de nuevo. «¿Por qué siempre se pone de malas cuando me ve?» Siempre me lo he preguntado.No me gusta que él me mire feo, yo solo quiero jugar con él, como lo hacen mis demás compañeros en la escuela. Sus pa
Cuando llegué a la escuela, Romina me entregó a la maestra y observé cómo todos se despedían de sus padres con abrazos y besos, mientras yo no tenía a nadie más que a Romina. Mi tristeza me invadió y decidí no trabajar en el salón. La maestra intentó averiguar por qué no quería participar, pero no quise decirle nada. Solo deseaba que mi papá levantara el castigo de mi mamá para poder ir al parque juntos o que al menos me trajera a la escuela.Durante el recreo, me dirigí hacia la parte trasera de los salones y me quedé allí solo. Además, me di cuenta de que no había llevado mi lonchera, lo que provocaba una fuerte hambre en mi estómago.Cuando Romina vino a buscarme, me llevó a su casa, seguramente para informarle a papá que me había portado mal y, una vez más, me quedaría sin ver a mamá. Si ese era el caso, pasé varios días en los que no pude verla. Solo iba de la escuela a casa, donde Romina me encerraba en mi habitación y solo me permitía salir para comer a una determinada hora.L
Una tibia y soleada tarde, me encontraba tumbado sobre una enorme roca, observando el mundo a mi alrededor. En ese preciso instante, mi atención se vio atrapada por una pequeña hormiga que paseaba frente a mis ojos. Con asombro, noté que llevaba en su espalda una inmensa migaja de pan, que era aproximadamente dos veces su tamaño. Intrigado, decidí bloquearle el paso con mi dedo y, para mi sorpresa, la diminuta criatura trepó hasta llegar a mi dedo.Absorbido por la escena, estaba sumergido en observar a la hormiga cuando, de pronto, un balón desmesurado cayó con violencia sobre ella. Al girarme para averiguar lo ocurrido, me percaté de la presencia de varios niños que se acercaban corriendo hacia donde me encontraba.—Maximiliano, ¿quieres jugar?— me preguntaron ellos, pero, en verdad, no estaba interesado en unirse a sus juegos. Mi espalda todavía dolía por el castigo que papá me había dado recientemente.Sin contestarles, me incliné en busca de otra hormiga. Escuché un comentario e
Más todo era falso, papá no es así, nunca será cariñoso conmigo y eso me duele mucho. —Qué gusto me da verte, papá —comentó mamá con una sonrisa fingida que no dejaba señales de que papá la golpeaba o que había hecho lo mismo conmigo.Sus ojos reflejaban una tristeza oculta y su voz tenía un tono forzado. —Tus tías te mandaron saludos y tenían curiosidad por conocer a Max —pronunció mi abuelo, quien volteó a verme mientras yo agaché la cabeza avergonzado. Su mirada era de comprensión, como si supiera lo que ocurría detrás de las apariencias. —Lo sé, pero ya sabes que mi esposo ha estado muy ocupado y mi deber es estar a su lado —respondió mamá, pero sus palabras carecían de convicción. —Está bien, después de visitar a tus tías, fui a Londres por negocios y me encontré con alguien —mi madre agachó la cabeza y padre la observó detenidamente, luego solo habló mi padre—¿Y cómo van los negocios, suegro? —preguntó papá. Mi mente no podía comprender las conversaciones sobre inversione
—Por favor, suéltelo, no le haga daño a mi abuelo. Si le hacen daño, van a conocer la ira de Maximiliano —grité desesperado mientras el hombre me miraba con sorpresa y el abuelo estallaba en risas. —Mi niño —dijo el abuelo, entre risas incontrolables que le impedían hablar. —Abuelito, este señor quiere hacerte daño. —Corrí hacia el abuelo, abrazándolo con fuerza como si mi abrazo pudiera protegerlo de cualquier mal. —Él no tiene intención de lastimarme, mi amor. Quiero que conozcas al doctor Aless Guillén —mencionó el abuelo entre risas. —¿Doctor? Abuelo, ¿qué es exactamente un doctor? —pregunté con recelo mientras observaba con desconfianza al señor. No me inspiraba confianza, además sostenía en sus manos un extraño aparato que desconocía por completo. —Tú debes ser el nieto de Máximo, ¿verdad? Hola, me llamo Aless —dijo el hombre tendiéndome la mano, pero en su lugar, me giré y me aferré al abuelo. —No quiero que le hagan daño a mi abuelito —le afirmé con determinación. —No
★Aless. No sé por qué sentí una especie de conexión cuando vi a este pequeño. Mi corazón está latiendo muy rápido y siento tanta ternura.—¿Tú y mi hija? —Abigaíl fue mi primer amor, la única mujer de la que me he enamorado. Cuando Max salió corriendo de la sala y lo vi marchar, sentí un enorme vacío entre mis manos.—No lo puedo creer, ¿En verdad crees que él es tuyo?—Es idéntico a mí de niño, sus ojos, su cabello, incluso su curiosidad. Era igual a su edad.—Abigaíl fue a Londres hace casi 5 años, ¿Y si fue a darte la noticia?—¿Ella fue a Londres?—Sí, ¿no lo sabías?—No, después de que Abigaíl y yo rompiéramos nuestro compromiso, me fui a estudiar a Estados Unidos. Nunca supe que ella fue a Londres, hasta que terminé mis estudios. —¿Cómo es eso posible? La noticia de ella y Marco salió en todos lados.—Mis estudios eran internos, sin comunicación al mundo exterior, ya que estudiábamos bacteriología y no podíamos salir si manejábamos sustancias que dañaran a otros. Pero aun así