★Aless. El intenso dolor en el pecho me hacía sentir extraño, como si algo malo estuviera a punto de ocurrir. Llamé a mis padres ansioso por obtener noticias de mis gemelas, pero me aseguraron que estaban bien. Sin embargo, seguía teniendo esa inquietante sensación de que algo no estaba en orden. Decidí llamar a Max para sacar mis dudas.—Max, ¿todo está bien? —lo interrogué, intentando ocultar mi preocupación.—No, han secuestrado a Hanna y mi madre... —hizo una pausa, su furia era evidente en su voz. —Ella no dirá nada, mi madre nunca ha hecho nada por mí—.Pidiéndole la dirección de su madre, interrumpí sus palabras. —Aless, ¿para qué...? —no terminó la pregunta antes de enviarme la dirección. Creo que ha llegado el momento de enfrentar a Abigail y decirle algunas verdades. Colgué la llamada y me acerqué a mi esposa.—¿Vas a salir? —preguntó con curiosidad.—Sí, amor. Iré a ver a Abigail... —respondí en silencio, esperando su reacción.—Ve, cariño. Te estaré esperando aquí. Escuc
★Aless.—¿Estás bien? —me preguntó mi esposa preocupada mientras me abrazaba con fuerza.Sus ojos reflejaban una mezcla de angustia y amor.—Hanna me ha informado que aún no hay noticias de Max. Los rescatistas están a punto de detener la búsqueda porque el terreno es inestable. Estaba pensando en acudir con Hanna, pero no lo haré; llamaré a la brigada de apoyo del hospital. Amor, tengo que encontrar a mi hijo —le dije con desesperación, aferrándome a la esperanza de hallar a Max sano y salvo.Mi esposa asintió.—Muy bien, cariño. Tú ve con los rescatistas y yo movilizaré la brigada de rescate del hospital. Corre, amor, tienes que encontrar a nuestro Max.Una sonrisa se dibujó en mi rostro, gratamente sorprendido por su apoyo incondicional.Max siempre ha sido alguien especial para ella, y a pesar de haberse enterado recientemente de que es mi hijo biológico, esto no ha cambiado nada en sus sentimientos. Después de despedirme de ella, me dirigí rápidamente a ponerme en contacto con lo
★Max.Cuando por fin me dieron de alta del hospital, ansiaba estar junto a Hanna. Pero, para mi desgracia, mi amada suegra estaba en casa.Ella se propuso, junto con la esposa de Aless, cuidar de mí.Parecían dos brujas, ni siquiera me dejaban levantarme de la cama sabiendo que ya estaba bien. Pero esto también se aplicaba para Hanna, quien se encontraba en las últimas etapas de su embarazo y pronto daría a luz a nuestros hijos.—Deberíamos decirles que se vayan —le dije a Hanna, frustrado por la intromisión constante de estas mujeres en nuestra intimidad.Ella soltó una risa suave y me respondió:—Deberías sentirte afortunado de que esas dos mujeres se preocupen por ti.—No, lo que quiero es hacer el amor con mi mujer y ellas están presentes todo el maldito día —exclamé molesto.—Estoy a punto de explotar —protestó Hanna, y eso me hizo reír.—Y sabes, hacer el amor en los últimos momentos del embarazo es recomendable. Ayuda al momento del parto. Vamos, déjame ayudarte —le propuse, de
—Ayúdala—le dije a mi médico de apoyo, quien presionaba su vientre con determinación mientras yo le daba ánimos.Las contracciones eran cada vez más intensas y evidentes en el rostro de Hanna.—Ya, puja—le pedía, con voz firme y alentadora.El anestesiólogo, siempre atento, limpiaba el sudor de su frente, mientras la cabecita de uno de mis preciosos hijos comenzaba a asomarse.—Una vez más, casi lo tenemos—le susurré, y Hanna se esforzó una vez más en ese empuje decisivo.Mientras el médico de apoyo hacía su trabajo, tiré suavemente del cuerpecito de mi hijo, ayudando a que naciera.Y entonces, justo en ese momento mágico, mi bebé salió al mundo.Una inmensa felicidad se apoderó de mi corazón al ver sus rosadas mejillas y su cabello negro.Corté el cordón umbilical y le di algunas nalgadas suaves para estimular su llanto, que resonó como una de las melodías más hermosas que haya escuchado en mi vida.Pasé a mi bebé a las amorosas manos de la enfermera, quien lo limpió, lo pesó y revis
—¡Pero qué lindos se ven! —exclamé con alegría al ver a los que más valor tenían para mí.El sol brillaba sobre sus rostros, resaltando sus sonrisas contagiosas y sus ojos llenos de dulzura.—Papi, ¡llegaste! —gritaron ambos niños emocionados, corriendo hacia mí con sus pequeñas piernas.Los recibí con los brazos abiertos y los levanté en el aire, envolviéndolos en un cálido abrazo. Sus risas llenaron el aire y mi corazón se llenó de un amor inmenso.Hanna, mi amada esposa, se acercó a mí con paso seguro y me regaló un beso tierno en los labios. Su presencia siempre me reconfortaba y me hacía sentir completo.—Te extrañamos, esposo —mencionó con una dulce sonrisa, reflejando el amor y la complicidad que compartíamos.Les entregué a cada uno de mis hijos una bolsa envuelta en papel brillante, llena de sorpresas y juguetes que sabía que les encantarían.Sus ojos se iluminaron de emoción mientras desenvolvían los regalos con manos hábiles y curiosas.Para Hanna, preparé una carpeta con m
—Tú nunca te detenías cuando abusabas de mi madre frente a mí, nunca lo hacías cuando me golpeabas. Tienes suerte de que solo te esté demostrando el dolor que pasé en solo minutos —mencioné con voz entrecortada, llena de emociones contenidas.Los gritos de Marco continuaron resonando en el aire mientras, con manos temblorosas, cortaba parte de su piel en su espalda y brazos.Cada herida era una muestra tangible de mi ira y frustración acumuladas durante años.A pesar de mi deseo de venganza, en el fondo, sabía que no podría convertirme en un asesino.Lentamente, me alejé de él, dejando atrás esa escena macabra, y mis ojos se posaron en el charco de sangre que se iba formando en las escaleras.—Morirás como siempre debiste estar, totalmente solo —mencioné, con una mezcla de tristeza y satisfacción, mientras abandonaba la escena.El sonido de mis pasos apresurados resonaba en el pasillo mientras volvía a casa.Cada zancada era una liberación, el escape definitivo de aquel infierno en el
Dicen que el amor es algo mágico y atrayente, que poco a poco se va convirtiendo en lo que estaba destinado, o que sin eso no puedes vivir. Es como el oxígeno, como eso que no puedes ver, pero lo necesitas para vivir. Siempre he creído que el amor es una mezcla extraña de dos corazones en uno solo.—¿Cómo es que tus padres se convirtieron en esto? —preguntó Hanna mientras mirábamos las luces de la ciudad deslumbrando todo alrededor.No pude evitar suspirar antes de responder. —Mis padres... alguna vez fueron felices. Eso es algo que no recuerdo de mi infancia o algo cambió y nunca supe qué fue exactamente. Mi madre solía decir que estaban enamorados, pero ahora ya no lo sé —le conté a Hanna con tristeza en voz baja. Hanna apretó suavemente mi mano y me miró con comprensión en los ojos. —A veces las cosas no son lo que parecen. No podemos juzgar la felicidad de alguien desde afuera. Pero lo importante es lo que sientes tú, lo que te hace feliz —dijo con dulzura.Asentí, agradecido p
★32 años atrás. Abigail era una joven enérgica, su familia era una de las más ricas de la ciudad. Ella era joven, tenía escasos 18 años cuando su padre se acercó a ella con una mirada seria y le dijo que tenían a alguien en mente para que fuera su esposo. No, no estamos en los años de la inquisición, pero cuando eres rico, todos los años parecen como si lo fueran. Tus padres deciden por ti, desde cómo debes vestir, qué idioma debes hablar, con quién debes socializar, qué debes comer y también con quién debes casarte. Puede parecer estúpido, lo sé, pero así es la vida de los ricos. Muchos creen que se vive una vida de ensueño, pero pocos saben que esa vida solo pasa en las telenovelas.Abigail solía ser una joven sonriente y amante de las cosas sencillas. Tenía amigos que consideraba genuinos y vivía una vida llena de libertad. Pero el día que su padre le dijo que ya habían encontrado al hombre ideal para ella, todo cambió. Sintió que estaba cayendo en un agujero negro, que su vid