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*—Max:

Decidido a continuar tocando a su amada, Max la tocó. Sus manos se deslizaron por las curvas de ella, desde sus caderas hasta la parte baja de su espalda. Con una de ellas, levantó el vestido hasta amontonarlo en su cintura, dejando sus muslos desnudos al aire. La visión de su piel suave lo hizo jadear, pero lo que lo desarmó fue descubrir que llevaba una tanga, una prenda mínima que apenas cubría lo esencial. Sonrió con picardía al recordar su comentario anterior sobre Camila.

—Parece que tienes un gusto interesante por la ropa interior, Ellie —Su voz era un ronroneo mientras sus manos recorrían los bordes de la tela con delicadeza, tentándola.

Antonella soltó una risita nerviosa, pero el sonido se convirtió rápidamente en un jadeo cuando Max deslizó sus manos para acariciar sus nalgas desnudas. No eran particularmente voluminosas, pero para él eran perfectas. Su suavidad y la forma en que respondían a su toque lo volvieron loco. Con cada caricia, Antonella se movía más rápido
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