*—Max:Las señales estaban ahí, claras e inconfundibles. Max no necesitaba confirmaciones verbales: las expresiones de Antonella, su tono distante y su fría formalidad lo decían todo. Su chica sabía del compromiso con Shanna y, posiblemente, del beso que él había permitido. Ese pensamiento lo golpeó como un martillo en el pecho.Max suspiró profundamente mientras recordaba la frialdad con la que ella lo había recibido esa misma mañana. Sí, él había estado distante últimamente, perdido entre las demandas del trabajo, las estrategias para intervenir en la mejoría de los problemas de los McKay sin levantar sospechas de Chris, y, por supuesto, el maldito compromiso, pero al verla esa mañana, tan hermosa como siempre, su corazón había latido con fuerza. Quiso abrazarla, besarla, perderse en ella como antes, pero Antonella lo había recibido con una barrera emocional que le dejó claro que ya no confiaba en él.Se pasó una mano por el cabello, frustrado. Sabía que debía hablar con ella, expli
*—Antonella:¿Cómo fue que todo terminó de esta manera?Antonella se quedó de pie, apoyada contra la puerta cerrada de la oficina de Max. Su mente daba vueltas, intentando procesar lo que acababa de suceder. La conversación que tanto había temido finalmente se dio, y aunque había imaginado múltiples escenarios, nada la había preparado para el vacío que ahora sentía en su pecho.Desde temprano, no pudo contener el desagrado, la tristeza y la pena que la habían carcomido durante la noche anterior. Esa mañana, se había prometido a sí misma enfrentar a Max, hablar del compromiso con Shanna y del beso que había descubierto, porque lo justo era poner las cartas sobre la mesa. Pero, al verlo, una punzada de dolor atravesó su corazón, y la frialdad con la que lo trató fue casi automática, un escudo para evitar que él notara lo devastada que estaba. Sin embargo, Antonella sabía que Max lo había notado; su mirada inquisitiva lo había delatado. Él siempre sabía cuándo algo la perturbaba.Había p
*—Max:¿Qué había estado pensando al invitar a Antonella a la gala benéfica?Max dejó escapar un suspiro mientras conducía hacia la casa de Antonella. Aunque la había invitado originalmente con la esperanza de mantener las apariencias, algo dentro de él había cambiado. Recordaba el incidente en la gala pasada, cuando ambos habían tenido un percance con Chris y, a pesar de todo, se habían reconciliado, dejando atrás el malestar. Pero ahora… la situación era completamente diferente. La ruptura, aunque inevitable, le había dejado un vacío que no sabía cómo llenar. Ambos se trataban con una cordialidad forzada, como si estuvieran caminando sobre cristales rotos, apenas tolerándose, y Max se sentía frustrado.Apretó el volante con fuerza, como si de esa manera pudiera deshacerse de la carga que sentía en su pecho. ¿Por qué la había invitado a la gala? La respuesta parecía tan obvia como dolorosa: la necesitaba a su lado. Había pensado en ella durante días, incluso mientras estaba con su pa
*—Max:Cuando llegaron al hotel, Max dejó su vehículo con el valet y ambos entraron al despampanante lugar. El hotel, que pertenecía a la segunda rama de los Bryant, tenía un aire majestuoso, como lo denotaba el apellido que llevaba, pero Max sabía que todo lo que brillaba no era oro. Ambos lados de la familia no se llevaban bien. Antes de que naciera, su abuelo había tenido una feroz disputa con su hermano menor, y desde entonces, ambos habían tomado caminos diferentes, distanciándose y haciendo que las dos ramas de la familia se llevaran mal. A pesar de los años, esos problemas aún no se habían resuelto. La segunda rama de los Bryant no compartía la forma en que la primera se manejaba, siendo más cercanos y familiares en su enfoque, mientras que la primera prefería mantener una distancia profesional.La gala era una invitación de la segunda rama, y aunque las diferencias entre las familias seguían siendo profundas, no podían ignorar la invitación. Ignorarla desataría rumores, y las
*—Max:Max estaba desesperado por marcharse, pero temía que al hacerlo la noche con Antonella llegará a su fin demasiado pronto. Habían pasado horas bailando juntos, con sus cuerpos tan cercanos que las barreras entre ellos parecían desvanecerse poco a poco. Sin embargo, cada vez que pensaba en abordar el tema de su relación, un temor lo asaltaba: ¿y si Antonella volvía a cerrarse y le daba la fría indiferencia una vez más?No podía quedarse quieto, pero tampoco sabía qué hacer. Algo debía hacer, pero ¿qué?Antonella pidió un descanso, y Max accedió sin protestar. La sensación de tenerla en sus brazos aún lo embriagaba, pero por el momento decidió complacerla. Juntos buscaron una mesa para sentarse. Mientras caminaban, un alegre gritito interrumpió sus pensamientos. Ambos se voltearon para encontrar a Camila, la mejor amiga de Antonella, acercándose a ellos con una sonrisa radiante.—¡Ellie! —exclamó Camila, llamando a Antonella por su apodo mientras se apresuraba hacia ella.—¡Camila
*—Antonella:Había sido un espectáculo ver a Max celoso, y Antonella no podía negarlo: disfrutó cada segundo de esa noche. Desde el inicio, todo parecía diseñado para probar los límites de la compostura de Max, y ella se permitió saborear cada expresión, cada cambio de humor que él exhibía.Todo comenzó cuando Max la vio descender las escaleras, vestida para la ocasión. Antonella había decidido ignorar por completo la tarjeta que él le había entregado para sus compras; la había sentido como una especie de caridad, y su orgullo no le permitió aceptarla. Así que todo, desde el vestido de gala que la envolvía como un sueño, hasta las joyas discretas, pero elegantes, las sandalias y el bolso, era producto de su propio esfuerzo.Al cruzar la mirada con Max, sus ojos la recorrieron de arriba abajo, y por un instante, él quedó estático. Antonella notó cómo se le escapaba una mirada que no dejaba dudas: estaba deslumbrado. En ese momento, se sintió invencible. La seguridad en su apariencia cr
*—Antonella:«Este es solo un paso más hacia el éxito», se dijo Antonella McKay, conocida cariñosamente como Ellie por sus familiares y amigos más cercanos, mientras entraba en el imponente edificio de cristal donde pronto comenzaría a trabajar.Alzó la vista hacia las oficinas del Grupo Bryant, una reconocida corporación familiar con empresas en sectores comerciales, financieros y manufactureros. La familia Bryant era famosa por su prestigio y habilidad para los negocios. Hoy, Antonella se unía como asistente de uno de los hijos del magnate Bradley Bryant.Respiró hondo y cruzó la puerta automática de cristal, que se abrió suavemente a su paso. Una vez dentro, miró alrededor de la recepción, observando a dos chicas detrás de un mostrador, ocupadas con el control de visitantes. Se aclaró la garganta, y una de ellas levantó la mirada del computador.—Buen día, Grupo Bryant, ¿en qué puedo ayudarla? —saludó la recepcionista.Antonella le dedicó una sonrisa.—Sí, tengo una cita con el señ
*—Max:La reciente visita había sido… interesante.Max observó cómo la atractiva pelirroja salía de su oficina acompañada por la señora Miles, su actual asistente. Sintió una extraña curiosidad por la mujer que sería su próxima ayudante. Miró la taza que ella había dejado en el escritorio y se dio cuenta de la marca de su labial rojo en el borde. Recordó el momento en que Antonella había bebido el té y, al terminar, había pasado su lengua por sus labios rojos, dejándolo deslumbrado. Aquel gesto tan casual le había parecido de lo más sensual y le provocó una reacción inesperada. Se removió incómodo en el asiento, sorprendido de sí mismo. ¿Por qué estaba tan excitado por una chica de apenas 20 años? Después de todo, había conocido a mujeres mucho más deslumbrantes.Sin embargo, debía admitir que Antonella era hermosa. La chica era de piel clara, casi como la leche, y Max imaginó cómo se verían sus labios marcando esa piel sensible. Además, sus ojos verdes tenían un brillo cautivador, p