*—Max:Cuando llegaron al hotel, Max dejó su vehículo con el valet y ambos entraron al despampanante lugar. El hotel, que pertenecía a la segunda rama de los Bryant, tenía un aire majestuoso, como lo denotaba el apellido que llevaba, pero Max sabía que todo lo que brillaba no era oro. Ambos lados de la familia no se llevaban bien. Antes de que naciera, su abuelo había tenido una feroz disputa con su hermano menor, y desde entonces, ambos habían tomado caminos diferentes, distanciándose y haciendo que las dos ramas de la familia se llevaran mal. A pesar de los años, esos problemas aún no se habían resuelto. La segunda rama de los Bryant no compartía la forma en que la primera se manejaba, siendo más cercanos y familiares en su enfoque, mientras que la primera prefería mantener una distancia profesional.La gala era una invitación de la segunda rama, y aunque las diferencias entre las familias seguían siendo profundas, no podían ignorar la invitación. Ignorarla desataría rumores, y las
*—Max:Max estaba desesperado por marcharse, pero temía que al hacerlo la noche con Antonella llegará a su fin demasiado pronto. Habían pasado horas bailando juntos, con sus cuerpos tan cercanos que las barreras entre ellos parecían desvanecerse poco a poco. Sin embargo, cada vez que pensaba en abordar el tema de su relación, un temor lo asaltaba: ¿y si Antonella volvía a cerrarse y le daba la fría indiferencia una vez más?No podía quedarse quieto, pero tampoco sabía qué hacer. Algo debía hacer, pero ¿qué?Antonella pidió un descanso, y Max accedió sin protestar. La sensación de tenerla en sus brazos aún lo embriagaba, pero por el momento decidió complacerla. Juntos buscaron una mesa para sentarse. Mientras caminaban, un alegre gritito interrumpió sus pensamientos. Ambos se voltearon para encontrar a Camila, la mejor amiga de Antonella, acercándose a ellos con una sonrisa radiante.—¡Ellie! —exclamó Camila, llamando a Antonella por su apodo mientras se apresuraba hacia ella.—¡Camila
*—Antonella:Había sido un espectáculo ver a Max celoso, y Antonella no podía negarlo: disfrutó cada segundo de esa noche. Desde el inicio, todo parecía diseñado para probar los límites de la compostura de Max, y ella se permitió saborear cada expresión, cada cambio de humor que él exhibía.Todo comenzó cuando Max la vio descender las escaleras, vestida para la ocasión. Antonella había decidido ignorar por completo la tarjeta que él le había entregado para sus compras; la había sentido como una especie de caridad, y su orgullo no le permitió aceptarla. Así que todo, desde el vestido de gala que la envolvía como un sueño, hasta las joyas discretas, pero elegantes, las sandalias y el bolso, era producto de su propio esfuerzo.Al cruzar la mirada con Max, sus ojos la recorrieron de arriba abajo, y por un instante, él quedó estático. Antonella notó cómo se le escapaba una mirada que no dejaba dudas: estaba deslumbrado. En ese momento, se sintió invencible. La seguridad en su apariencia cr
*—Antonella:«Este es solo un paso más hacia el éxito», se dijo Antonella McKay, conocida cariñosamente como Ellie por sus familiares y amigos más cercanos, mientras entraba en el imponente edificio de cristal donde pronto comenzaría a trabajar.Alzó la vista hacia las oficinas del Grupo Bryant, una reconocida corporación familiar con empresas en sectores comerciales, financieros y manufactureros. La familia Bryant era famosa por su prestigio y habilidad para los negocios. Hoy, Antonella se unía como asistente de uno de los hijos del magnate Bradley Bryant.Respiró hondo y cruzó la puerta automática de cristal, que se abrió suavemente a su paso. Una vez dentro, miró alrededor de la recepción, observando a dos chicas detrás de un mostrador, ocupadas con el control de visitantes. Se aclaró la garganta, y una de ellas levantó la mirada del computador.—Buen día, Grupo Bryant, ¿en qué puedo ayudarla? —saludó la recepcionista.Antonella le dedicó una sonrisa.—Sí, tengo una cita con el señ
*—Max:La reciente visita había sido… interesante.Max observó cómo la atractiva pelirroja salía de su oficina acompañada por la señora Miles, su actual asistente. Sintió una extraña curiosidad por la mujer que sería su próxima ayudante. Miró la taza que ella había dejado en el escritorio y se dio cuenta de la marca de su labial rojo en el borde. Recordó el momento en que Antonella había bebido el té y, al terminar, había pasado su lengua por sus labios rojos, dejándolo deslumbrado. Aquel gesto tan casual le había parecido de lo más sensual y le provocó una reacción inesperada. Se removió incómodo en el asiento, sorprendido de sí mismo. ¿Por qué estaba tan excitado por una chica de apenas 20 años? Después de todo, había conocido a mujeres mucho más deslumbrantes.Sin embargo, debía admitir que Antonella era hermosa. La chica era de piel clara, casi como la leche, y Max imaginó cómo se verían sus labios marcando esa piel sensible. Además, sus ojos verdes tenían un brillo cautivador, p
*—Antonella:El día había sido bastante entretenido.Antonella había pasado un maravilloso día con la señora Miles, cuyo nombre era Florence. Ella insistió en que la llamara por su nombre y se encargó de enseñarle cada rincón del edificio donde Antonella trabajaría de ahora en adelante. Florence también le dio algunos consejos, que Antonella anotó cuidadosamente, queriendo absorber cada detalle para desempeñar bien su nuevo rol.Al mediodía, ambas almorzaron juntas, aprovechando la ocasión para conocerse mejor, ya que trabajarían codo a codo durante los próximos 15 días. Después, Florence la condujo hasta la oficina donde ambas desempeñarían sus funciones como asistentes tanto del presidente como del vicepresidente del grupo, mostrándole con paciencia cada detalle necesario para su trabajo. Antonella memorizó cada indicación, decidida a aprovechar al máximo esta oportunidad.Un detalle importante que Florence mencionó fue que el señor Robert Bryant, el actual presidente del grupo tras
*—Max:—Solo tiene una semana contigo y ya estás siendo otra persona.Max se giró rápidamente al oír la voz de Chris, quien estaba apoyado en su vehículo, como si lo hubiera estado esperando. Max había pasado casi todo el día en una reunión fuera del grupo, discutiendo un proyecto de viviendas con una empresaria de la constructora. Ahora que por fin había regresado, le sorprendía ver a Chris en el estacionamiento. Sabía que tenían programado un almuerzo juntos, al cual también se uniría Charlie, para discutir los últimos movimientos de los McKay. Sin embargo, no tenía idea de que su hermano lo estuviera "acechando" de esa forma.—¿De qué hablas? —preguntó Max, arqueando una ceja mientras se acercaba a él, intrigado.—Hablo de la hija de McKay —replicó Chris, cruzándose de brazos.Max rodó los ojos y negó con la cabeza. Chris estaba hablando tonterías. ¿A qué se refería con que, por tener a Antonella una semana en la empresa, él ya era "otra persona"? Max seguía igual y, en su mente, c
*—Antonella:Las dos semanas de entrenamiento con Florence habían terminado, y Antonella estaba inquieta. Ahora que Florence ya se había ido, estaba oficialmente en el puesto como asistente de Robert y Maximilian Bryant. Aunque Robert rara vez iba a la empresa y gestionaba la mayor parte de sus asuntos de manera independiente, Antonella tenía que estar atenta a su correspondencia y coordinar las pocas reuniones que él decidía agendar. Esta dinámica en la empresa le resultaba desconcertante.Observaba que el Grupo Bryant contaba con personas increíblemente competentes, sin embargo, ni Robert ni Max parecían involucrarse en el trabajo diario. Ambos se mantenían en la cima, supervisando desde una distancia cómoda, sin nunca “embarrarse las manos”. Florence se lo había advertido: Robert casi nunca aparecía y solo se limitaba a firmar documentos y asistir a reuniones importantes; era aún más inaccesible que Max. En contraste, Chris, el menor de los hermanos Bryant, sí parecía tener una étic