*—Max:Lo había arruinado todo con Antonella esa noche de la gala, cuando la tomó en sus brazos y asumió que ella tenía experiencia, lastimándola y luego actuando de mala manera al percatarse de lo que ocultó. Fue un error imperdonable. Su torpeza y movimientos bruscos la habían lastimado, provocando que ella se sintiera humillada. Ahora, Max estaba decidido a enmendar las cosas. No más secretos, no más obstáculos. Quería a Antonella como su mujer, y estaba dispuesto a luchar contra lo que fuera necesario para lograrlo.Sin embargo, el primer paso hacia su objetivo era la honestidad, y eso significaba comenzar con la persona que estaba en el centro de todo este caos.Se detuvo frente a la habitación de sus padres y levantó la mano para tocar la puerta. Era domingo por la tarde, el único día en que Bradley Bryant se tomaba un respiro de las reuniones de trabajo y eventos sociales. Max sabía que su padre estaba en casa; los autos seguían en la entrada, y tanto él como su madre
*—Max:Después de haber lanzado sus puntos y haber mostrado de que lado estaba en esta pelea innecesaria. El silencio que siguió fue tan denso como el aire antes de una tormenta. Sin embargo, de la nada, la risa de Bradley resonó otra vez, profunda y burlona.—Recuerda esto, Maximilian —dijo, su voz grave resonando en la habitación—. En esta familia, la lealtad lo es todo. Si eliges otro camino, asegúrate de estar preparado para lo que viene.—No te tengo miedo, ni a Chris ni a ti tampoco —le lanzo Max, con su postura irrompible—. —Estoy preparado, y no volveré a mirar atrás.Las cejas negras de su padre se arquearon.—¿Y crees que Chris te dejará?—Chris no es nadie —replicó Max, su voz cargada de determinación—. Apenas está construyendo un nombre. Ahora mismo, soy yo quien manda, y evitaré una desgracia.Bradley dejó escapar un largo suspiro antes de levantarse de su asiento. Se acercó a las amplias ventanas de cristal del estudio, apartando las cortinas blancas para observar
*—Antonella:Max no había aparecido en una semana, y Antonella no necesitaba más señales para entender lo que estaba ocurriendo. Su ausencia era su manera de decirle que tenía que irse, que recogiera sus cosas y no volviera. Soltó un largo suspiro y miró hacia la puerta cerrada de la oficina de Max. El acceso a aquel lugar había sido un misterio desde hacía días, pues no se había abierto ni una sola vez. Incluso ella, como su asistente, no se atrevía a entrar ni a dejarle mensajes, porque nadie llamaba para preguntar por él. Todas las reuniones que habían estado programas habían sido canceladas, y las que se colocaban, Max las cancelaba al instante. Nadie decía nada. Parecía que todos en la empresa sabían algo que ella no. ¿Qué estaba haciendo Max? ¿Por qué desapareció de la oficina sin una explicación? La pregunta ardía en su mente como una brasa, cada vez más insoportable.La gala benéfica. Esa noche...El pensamiento le erizó la piel. ¿Acaso lo que pasó entre ellos lo habí
*—Antonella:Estaba sorprendida de ver a Max allí después de desaparecer por varios días y antes de que pudiera reaccionar, Max acortó la distancia entre ellos con pasos rápidos. Su rostro se endureció al verla, y sin previo aviso, sus manos firmes se posaron en sus mejillas, sosteniéndola como si temiera que se desvaneciera.—Ellie… —murmuró su nombre como un suspiro, pero su voz cambió al instante, teñida de preocupación y enfado—. ¿Dónde diablos estabas?Antonella se quedó paralizada, atrapada entre el calor de sus manos y el peso de sus palabras. Durante un breve instante, su mirada se perdió en la de él, pero los recuerdos de los días pasados la golpearon como un balde de agua fría. ¿Qué derecho tenía él de exigir explicaciones?Con un movimiento brusco, apartó su mano de su rostro y retrocedió un paso.—¿Yo? ¿Dónde estaba usted, señor Bryant? —preguntó con tono afilado, manteniendo las formalidades para no mostrar lo mucho que le dolía su actitud.Max parpadeó, sorprendid
*—Antonella:Dos semanas. Dos semanas era el tiempo que Max llevaba fuera en su “viaje de negocios”. Para Antonella, cada día era una tortura lenta, un recordatorio constante de lo rota que estaba. No se sentía solo agotada; estaba al borde de un colapso. Se sentía como una sombra de sí misma, luchando contra un dolor que parecía no tener fin. Solo esperaba su regreso para poder cerrar este capítulo de su vida de una vez por todas.Debió haber renunciado cuando tuvo la oportunidad, cuando sus sentimientos por Max eran solo un atisbo de atracción, una chispa fácil de ignorar, pero ahora… Ahora todo era un caos.Un violento retortijón en su estómago la sacó de sus pensamientos, obligándola a levantarse de su asiento con torpeza. Corrió al baño del piso presidencial, sintiendo cómo el nudo en su garganta se transformaba en náuseas implacables. Se encerró en el primer cubículo que encontró, levantó la tapa del váter y expulsó su desayuno entre fuertes arcadas que hicieron que su e
*—Antonella:Aún estaba en shock luego de su confesión, porque fue tan repentina que para ella era difícil aceptarla. Salió de sus pensamientos cuando escuchó una suave risa y Max le acarició su mejilla con el pulgar.—Te he dejado muda, ¿eh? —murmuró Max riéndose—. También sé que te hice dudar demasiado —admitió con un atisbo de dolor en su voz—, pero créeme cuando te digo que te amo. Y, Ellie, lucharé contra quien sea por ti.Los ojos de Antonella se llenaron de lágrimas, pero no las dejó escapar. Todavía había cosas en el aire.—¿Qué es lo que ocultas? ¿Qué está pasando, Max? —preguntó Antonella finalmente, su voz temblando por la confusión y la emoción. Sabía que también lo amaba, pero las sombras de las mentiras y los secretos que él cargaba le impedían dar un paso hacia adelante.Max la miró con tristeza, como si cada palabra que ocultaba le pesara en el alma.—Por ahora no puedo decirte todo, pero quiero que sepas que todo lo que hago es por ti —susurró con una sonrisa d
*—Antonella:Cuando el beso terminó, Max la envolvió en sus brazos, sosteniéndola con una fuerza que hablaba de todo lo que sentía por ella.—Te amo, Ellie —murmuró de nuevo, con una seriedad que la dejó sin palabras—. Sé que ha sido difícil, que nuestro camino ha estado lleno de baches, pero te prometo que resolveré todo. No importa cuánto tiempo me tome, voy a hacerlo. Y cuando lo haga, podremos ser felices, ¿sí?Antonella cerró los ojos y apoyó la cabeza contra su pecho, dejando que las palabras de Max la reconfortaran. Por primera vez, decidió dejar de pensar en todo lo que podría salir mal y darle el beneficio de la duda. Max había demostrado que, a pesar de sus defectos, estaba dispuesto a luchar por ella.—Está bien y no te preocupes, Max —susurró.Permanecieron abrazados, compartiendo un momento de paz en medio del caos que los rodeaba. Antonella sabía que las últimas semanas habían sido un verdadero infierno, pero en ese instante parecía que todo estaba en calma. Sin e
*—Max:Un suspiro pesado escapó de Max mientras se pasaba una mano por el rostro, visiblemente cansado. La noche anterior había llegado a la ciudad, y lo primero que había deseado era correr hacia Antonella, hablar con ella, asegurarle que estaba de vuelta. Sin embargo, al ser tarde, decidió que lo mejor sería verla al día siguiente en la oficina. Habían pasado muchas cosas entre ellos, y Max estaba ansioso por aclarar lo que aún quedaba pendiente.Sin embargo, cuando fue a trabajar a la oficina esa mañana, al no encontrarla en su lugar habitual, un frío temor le recorrió el cuerpo. Recordó sus últimas palabras antes de marcharse: Antonella había expresado su deseo de renunciar y ser libre. Aunque en ese momento Max había rechazado la idea con vehemencia, después de dos semanas lejos, empezó a creer que quizás lo mejor para ella era, en efecto, dejar atrás todo lo relacionado con los Bryant y era posible que la misma hubiera tomado la decisión sin consultarle.Luego de pensar