*—Antonella:Dos semanas. Dos semanas era el tiempo que Max llevaba fuera en su “viaje de negocios”. Para Antonella, cada día era una tortura lenta, un recordatorio constante de lo rota que estaba. No se sentía solo agotada; estaba al borde de un colapso. Se sentía como una sombra de sí misma, luchando contra un dolor que parecía no tener fin. Solo esperaba su regreso para poder cerrar este capítulo de su vida de una vez por todas.Debió haber renunciado cuando tuvo la oportunidad, cuando sus sentimientos por Max eran solo un atisbo de atracción, una chispa fácil de ignorar, pero ahora… Ahora todo era un caos.Un violento retortijón en su estómago la sacó de sus pensamientos, obligándola a levantarse de su asiento con torpeza. Corrió al baño del piso presidencial, sintiendo cómo el nudo en su garganta se transformaba en náuseas implacables. Se encerró en el primer cubículo que encontró, levantó la tapa del váter y expulsó su desayuno entre fuertes arcadas que hicieron que su e
*—Antonella:Aún estaba en shock luego de su confesión, porque fue tan repentina que para ella era difícil aceptarla. Salió de sus pensamientos cuando escuchó una suave risa y Max le acarició su mejilla con el pulgar.—Te he dejado muda, ¿eh? —murmuró Max riéndose—. También sé que te hice dudar demasiado —admitió con un atisbo de dolor en su voz—, pero créeme cuando te digo que te amo. Y, Ellie, lucharé contra quien sea por ti.Los ojos de Antonella se llenaron de lágrimas, pero no las dejó escapar. Todavía había cosas en el aire.—¿Qué es lo que ocultas? ¿Qué está pasando, Max? —preguntó Antonella finalmente, su voz temblando por la confusión y la emoción. Sabía que también lo amaba, pero las sombras de las mentiras y los secretos que él cargaba le impedían dar un paso hacia adelante.Max la miró con tristeza, como si cada palabra que ocultaba le pesara en el alma.—Por ahora no puedo decirte todo, pero quiero que sepas que todo lo que hago es por ti —susurró con una sonrisa d
*—Antonella:Cuando el beso terminó, Max la envolvió en sus brazos, sosteniéndola con una fuerza que hablaba de todo lo que sentía por ella.—Te amo, Ellie —murmuró de nuevo, con una seriedad que la dejó sin palabras—. Sé que ha sido difícil, que nuestro camino ha estado lleno de baches, pero te prometo que resolveré todo. No importa cuánto tiempo me tome, voy a hacerlo. Y cuando lo haga, podremos ser felices, ¿sí?Antonella cerró los ojos y apoyó la cabeza contra su pecho, dejando que las palabras de Max la reconfortaran. Por primera vez, decidió dejar de pensar en todo lo que podría salir mal y darle el beneficio de la duda. Max había demostrado que, a pesar de sus defectos, estaba dispuesto a luchar por ella.—Está bien y no te preocupes, Max —susurró.Permanecieron abrazados, compartiendo un momento de paz en medio del caos que los rodeaba. Antonella sabía que las últimas semanas habían sido un verdadero infierno, pero en ese instante parecía que todo estaba en calma. Sin e
*—Max:Un suspiro pesado escapó de Max mientras se pasaba una mano por el rostro, visiblemente cansado. La noche anterior había llegado a la ciudad, y lo primero que había deseado era correr hacia Antonella, hablar con ella, asegurarle que estaba de vuelta. Sin embargo, al ser tarde, decidió que lo mejor sería verla al día siguiente en la oficina. Habían pasado muchas cosas entre ellos, y Max estaba ansioso por aclarar lo que aún quedaba pendiente.Sin embargo, cuando fue a trabajar a la oficina esa mañana, al no encontrarla en su lugar habitual, un frío temor le recorrió el cuerpo. Recordó sus últimas palabras antes de marcharse: Antonella había expresado su deseo de renunciar y ser libre. Aunque en ese momento Max había rechazado la idea con vehemencia, después de dos semanas lejos, empezó a creer que quizás lo mejor para ella era, en efecto, dejar atrás todo lo relacionado con los Bryant y era posible que la misma hubiera tomado la decisión sin consultarle.Luego de pensar
*—Antonella:Después de un ajetreado día que comenzó con ella sintiéndose horrible y terminó con una sonrisa en el rostro, Antonella suspiró aliviada mientras se acomodaba en el asiento del coche de Max.Había pasado toda la jornada laboral asegurándose de dejar todo listo para que Tiffany, la asistente de Chris, tuviera a la mano lo que necesitara. El único inconveniente había sido interactuar con Tiffany, quien, como era costumbre, había mostrado su desagrado de forma poco sutil. A pesar de eso, las órdenes venían directamente de Max, y Tiffany no tuvo más remedio que acatarlas, aunque su rostro reflejaba molestia.Ahora, con el día finalizado, Antonella se dirigía a casa acompañada por Max, quien había insistido en llevarla. Había aceptado con una mezcla de sorpresa y esperanza, ya que en el fondo anhelaba que él la invitara a cenar, aunque sabía que probablemente no lo haría. Además, su timidez le impedía ser ella quien tomara la iniciativa. Sin embargo, disfrutaba este mom
*—Antonella:Después de que Max la dejó en la entrada de su casa, Antonella se acercó a la puerta, preparada para abrirla, pero antes de que pudiera insertar la llave, la puerta se abrió de golpe.—¡Ellie! —exclamó una de las gemelas, mirándola con curiosidad y una sonrisa traviesa que dejaba claro que había visto algo.Antonella se detuvo, sorprendida y algo nerviosa, mientras se preguntaba cuánto habría presenciado su hermana.—¡Brianna! —exclamó Antonella, sorprendida al ver a su hermana en la puerta. Brianna soltó una risa ligera, sabiendo que había captado la atención de Antonella.—Te vi besándote con él, Ellie —dijo Brianna, tal vez un poco más alto de lo que Antonella hubiera deseado. Inmediatamente, Antonella se lanzó hacia ella, cubriéndole la boca con la mano.—¡Shhh! —susurró, mirando rápidamente hacia la sala para asegurarse de que nadie más hubiera escuchado. Afortunadamente, no había nadie cerca. Solo un coche estaba estacionado afuera, el de su madre, quien probablemen
*—Max:Estar con Antonella siempre era un placer, pero hoy, en especial, se sentía diferente.Desde el momento en que la recogió esa mañana, Max se debatió entre sí debía ir a la puerta de los McKay o esperar en el auto. Finalmente, decidió que era mejor dar la cara. Ocultarse nunca había sido su estilo, y si bien aún no tenían una relación completamente definida, él sabía lo que quería con Antonella.Cuando ella apareció en la puerta, sintió un leve fastidio al notar que lo trataba con la misma formalidad de siempre, como si aún fuera su jefe. Sin embargo, entendía su situación. Antonella aún no les había contado a sus padres sobre ellos, y Max estaba dispuesto a darle el tiempo que necesitara.Durante los primeros minutos del trayecto, Antonella estaba inquieta, los nervios todavía evidentes en sus gestos, pero a medida que se alejaban de su casa, comenzó a relajarse. Pronto, su personalidad chispeante y desenfadada salió a flote, y Max no pudo evitar sonreír.Hoy se veía her
*—Max:Juntos llegaron al establo, donde el olor a heno fresco y el sonido de los caballos relinchando creaban un ambiente cálido y acogedor. Max saludó al capataz de la granja, un hombre de mediana edad llamado Phil, quien le devolvió el saludo con amabilidad. La mirada del capataz se desvió hacia Antonella con curiosidad, y Max, sin dudarlo, la atrajo suavemente hacia él, deslizando un brazo alrededor de su cintura.—Esta es mi mujer, Phil —anunció con naturalidad antes de depositar un beso en su mejilla.Antonella abrió los ojos de par en par, su rostro sonrojándose al instante. Phil, con una sonrisa aprobadora, asintió.—Es una bella dama —comentó con admiración.Max intercambió una mirada con Antonella y notó el brillo de sorpresa en sus ojos. Estaba seguro de que nadie la había enaltecido así antes. Saber que era el primero en hacerlo le produjo un extraño orgullo. Le encantaba ver cómo sus palabras la hacían sonrojar y sonreír con esa dulzura que le robaba el aliento.—¿