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​​​​​​​*—Antonella:

Estaba sorprendida de ver a Max allí después de desaparecer por varios días y antes de que pudiera reaccionar, Max acortó la distancia entre ellos con pasos rápidos. Su rostro se endureció al verla, y sin previo aviso, sus manos firmes se posaron en sus mejillas, sosteniéndola como si temiera que se desvaneciera.

—Ellie… —murmuró su nombre como un suspiro, pero su voz cambió al instante, teñida de preocupación y enfado—. ¿Dónde diablos estabas?

Antonella se quedó paralizada, atrapada entre el calor de sus manos y el peso de sus palabras. Durante un breve instante, su mirada se perdió en la de él, pero los recuerdos de los días pasados la golpearon como un balde de agua fría. ¿Qué derecho tenía él de exigir explicaciones?

Con un movimiento brusco, apartó su mano de su rostro y retrocedió un paso.

—¿Yo? ¿Dónde estaba usted, señor Bryant? —preguntó con tono afilado, manteniendo las formalidades para no mostrar lo mucho que le dolía su actitud.

Max parpadeó, sorprendid
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