27

*—Max:

Llegaron al pequeño cuarto privado que Max solía usar. Era un refugio de las tensiones del club, y ahora, era el lugar donde las palabras no podían seguir siendo ignoradas. Cuando la puerta se cerró tras ellos, Max la soltó, pero su mirada nunca abandonó a Antonella.

Ella dio un paso atrás, tocándose la muñeca, donde su piel se marcaba por el roce del agarre. Max la observó, sintiendo una punzada de arrepentimiento por la forma en que había lastimado sus sentimientos, pero también se dio cuenta de que ella no habría estado allí por su propia voluntad si no le importara.

Antonella lo miró, su fuego interior reflejándose en sus ojos.

—Vuelvo y pregunto, ¿estás bebido? ¿Por qué estás actuando así? —exigió saber, pero Max, imperturbable, se acercó un paso más, reduciendo aún más la distancia entre ellos. Antonella retrocedió, pero la puerta la bloqueó.

Max la observó detenidamente, notando cómo sus mejillas se sonrojaban levemente, cómo sus labios se entreabrían ligeramente, como s
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