CAPÍTULO 73

POV SEBASTIANO

El resto del día transcurrió con el constante zumbido de reuniones, papeles, llamadas y silencios incómodos en los pasillos de mi casa. Nadie se atrevía a hablar de lo que todos sabían: mi madre estaba aquí, y no para una visita cordial. La tensión era palpable, como una tormenta que aún no llegaba, pero cuyas nubes oscuras se acumulaban peligrosamente en el horizonte.

Ya era tarde cuando volví a mi despacho, esperando al menos un momento de calma, pero apenas crucé la puerta, la vi. Allí estaba ella, sentada en una de las sillas frente a mi escritorio, su postura rígida y su mirada fija en mí como un cuchillo.

—¿Otra vez tú? —solté con exasperación, cerrando la puerta detrás de mí.

—Tenemos que hablar, Sebastiano —dijo, su tono implacable.

—¿Sobre qué? —pregunté con sarcasmo, dejando caer mi cuerpo en la silla detrás del escritorio—. ¿Sobre cómo estás aquí en lugar de cuidar de tu preciosa vida en Roma? ¿O sobre cómo defiendes a una rata como Umberto?

Ella ignoró mi co
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