Capítulo I

Phoenix, Arizona.

      Tres meses antes...

—Yesenia.— Ariadne se detuvo en la entrada con una sonrisa de labios cerrados, —Sabía perfectamente que te podía encontrar en tu taller.

—¿Cómo sabías que estaba acá?— Yesenia le preguntó con curiosidad bienhumorada, sin mirarla porque estaba concentrada en su arte.

—El arte es uno de tus mayores pasatiempos.— Contestó Ariadne, terminando de entrar para admirar la hermosa obra realizada en ese enorme lienzo, —La pintura es la principal causa de tu felicidad.

—Incorrecto.— Yesenia dejo el pincel a un lado. Ariadne tenía la mirada ampliada y sus ojos grises estaban llenos de curiosidad, —Mi mayor felicidad es mi matrimonio con Rodrigo Longwoth.

—¿Es es una semana? ¿Verdad?

—En una semana. Siete días para poder sellar mi unión con el amor de mi vida. Yo amo a Rodrigo Longwoth.

Ariadne sintió un nudo en su garganta y al mismo tiempo un sentimiento de culpabilidad dominó su mente. Jamás se iba a perdonar el error tan grande que había cometido dos semanas atrás.

Había tenido relaciones sexuales con su cuñado Rodrigo Longwoth.

—¿Cómo te sientes por tu matrimonio?— Ariadne hizo esa pregunta para poder calmar sus nervios y la culpa.

—Me siento tan, pero tan feliz que...

Yesenia caminó hasta un área en la que estaban ubicadas algunos lienzos sin usar. No dudo ni un segundo en tomar uno de ellos y ubicarlo hasta el centro del lugar.

—¿Qué tienes planeado hacer con ese lienzo?—Ariadne ladeó la cabeza a un lado, provocando que su cabellera castaña oscura se movilizada en esa dirección, —¿Una nueva obra de arte?

Yesenia no contestó a la pregunta. Solamente tomo un pincel limpio y lo lleno de pintura de color rojo. Unos segundos después estaba dibujando un enorme corazón en el centro de ese lienzo.

—Ese es mi corazón.— Yesenia se detuvo para analizarlo y después hizo una raya en el centro del mismo, —Una mitad es para el amor que siento por mi Rodrigo Longwoth...

—¿Y la otra mitad?— Preguntó Ariadne llena de curiosidad.

—La otra mitad para la fortuna de la familia Longwoth.— Yesenia sonrió, —Si me casó con Rodrigo sere dueña de una gran parte de la fortuna.

Ariadne se quedó en silencio. Su hermana mayor nunca le había comentado o le había hablado sobre su interés o amor por la fortuna de la familia Longwoth.

—¿Qué te parece si vamos para que veas los vestidos y puedas elegir uno?— Le preguntó Ariadne. Yesenia se paró a su lado y la abrazo, ésta última era mucho más alta.

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—No sabes lo feliz que me hace que mi futura esposa me llame.— Rodrigo con una sonrisa se sentó a orillas de su ostentosa cama.

—Ahora mismo estoy buscando el mejor vestido para nuestra boda.— Contestó Yesenia, claramente llena de mucha alegría y entusiasmo, —¿Crees que el color blanco es un color bonito?

—Todo lo que te pongas te queda hermoso, mi amor.— Contestó Rodrigo, soltando un silbido de admiración, —¿Estás sola?

—No.— Yesenia contestó ese monosílabo en voz baja, —Mi hermana Ariadne está acá conmigo. Ella me está ayudando a seleccionar el mejor vestido de bodas.

Rodrigo se quedó en silencio por unos segundos. Sabía que lo que había hecho con Ariadne había sido un error muy grande y que seguramente su prometida Yesenia Lizbrook jamás se lo perdonaría.

—¿Crees que puedas venir en media hora para la mansión? Necesito darte un regalo especial.

—¿Un regalo?— La felicidad de Yesenia aumentó, una pequeña risita de felicidad se escuchó al otro lado de la línea, —No sabes la felicidad que me da cada vez que me das un detalle.

—¿Te espero en media hora?— Le preguntó Rodrigo.

—Me parece totalmente perfecto.— Contestó Yesenia.

La llamada finalizó.

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—Yo no creo que sea una buena idea que me presente en ese lugar.— Ariadne se detuvo a mitad de camino. Yesenia que estaba caminando delante de ella, se detuvo y la miró fijamente.

—¿Por qué crees que no es una buena idea?— Yesenia cruzó los brazos por encima de su pecho, —¿Le tienes miedo a la familia Longwoth?

—La familia Longwoth... Tus futuros suegros desde que tengo uso de razón me odian sin ninguna necesidad.— Contestó Ariadne, llevándose el dedo índice al labio superior, en el área en que tenía un pequeño lunar, —No tengo nada de ánimos de andar escuchando palabras de odio en mi contra.

—Vamos, no tengas miedo. Te prometo que será diferente.— Yesenia hizo ojos de cachorro, —Al menos espérame afuera.

—Bueno. Pero si esa familia me comienza a tirar palabras de odio, créeme que me marchó de ese lugar, ¿Te quedó claro?

Ambas hermanas continuaron caminando por las calles de la elegante y majestuosa ciudad de Phoenix. Estaban a un par de cuadras de llegar a la mansión de la multimillonaria familia Longwoth.

—Ya debería decirle a Rodrigo que me dé un auto como regalo de bodas.— Yesenia se comenzó a reír ante su propio comentario, —Bueno, tan pronto me case con él, sere dueña de toda la fortuna y podre comprarme todos los que quiera.

—¿Tú te estás casando con Rodrigo por amor o por interés?— Ariadne hizo pregunta, caminando al lado de su herma mayor.

—¿Tú qué crees?— Los ojos de color negro oscuro de Yesenia se posaron en su hermana menor, —Ya hemos llegado a la mansión, ¿Quieres entrar?

—Vamos a ver qué sucede.

Yesenia fue la primera en caminar por el paseo de losas azules. Un césped verdoso y brillante lo rodeaba. Ariadne caminaba detrás de ella con pasos lentos y dubitativos.

Al llegar a la enorme puerta principal. Yesenia tocó el timbre y espero. Ariadne se detuvo a su lado, sonriendo con mucha incomodidad.

—Mi amor, ¿Cómo llegaste tan rápido?— Rodrigo abrazo a Yesenia y la beso en los labios.

—Tú sabes que por amor soy capaz de llegar rápido adónde sea.— Yesenia contestó en un tono de voz coqueto y atrevido.

Rodrigo observó a Ariadne a pocos pasos del lugar. Ella le devolvió la mirada. Sin embargó bajo la cabeza, mirando la losa azul debajo de sus pies.

—¿Qué les parece si entramos para hablar?— Preguntó Yesenia con una sonrisa, —Ustedes dos se ven como si guardarán algún secreto.

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