—No. Nunca en mi vida había escuchado el nombre de esa mujer.— Contestó Rodrigo con normalidad y total sinceridad.—Es que se me hace un poquito extraño que esa tal Verónica haya venido de la nada y nos haya dicho eso.— Habló Yesenia, —Pero en parte estoy con la curiosidad. Verónica al parecer sabe mucho sobre la muerte de nuestra madre.—¿Me pueden decir cómo fue esa muerte?— Preguntó Rodrigo con interés, —¿Recuerdan algún detalle?—Éramos unas niñas en aquél entonces. Yesenia tenía cinco años y yo apenas tenía tres.— Explicó Ariadne, —No recuerdo mucho sobre eso. Solamente recuerdo que estábamos en la habitación y al salir, nuestra madre estaba muerta.—Yo lo único que recuerdo era que estábamos en la sala con mamá. Alguien toco a la puerta.— Yesenia se quedó pensativa, —Ella se puso un poquito nerviosa y nos pidió que nos fuéramos al cuarto.—Y al salir estaba muerta.— Habló Rodrigo. Ambas hermanas asintieron, —¿Hasta ahora no saben quién la mató?—No. Nunca más decidí hacerme esa
—¿Qué hace ella acá?— Malak la señaló con odio. Verónica Berlín camino unos pasos lentos. Pero llenos de total confianza y seguridad hasta ellos.—Han pasado tantos años desde aquella ocasión.—No vuelvas a abrir la boca.— Le ordenó Ignacio, —¿Qué vienes a buscar? ¿Dinero?—Ya las hermanas Lizbrook saben de mi existencia. Pero las debe con una intriga de saber quién asesinó a su madre.— Verónica les mostró una sonrisa de burla. Ellos la miraban con un profundo desprecio.—No puedes abrir tu boca.— Malak Villareal frunció el ceño, —Nadie puede saber nada, ¿Les quedó claro?—Yo no sé por cuánto tiempo pueda mantener mi boca cerrada. La verdad está en la punta de mi lengua y en algún momento eso va a explotar.— Verónica guiño su ojo derecho y sonrió.—¿Cuánto dinero quieres para que te vayas lejos y no vuelvas para acá?— Ignacio saco su billetera llena de muchos dólares, —Dime una cifra.—No es cuestión de dinero.— Verónica se dió media vuelta y comenzó a caminar hacia la salida del jar
—Creo que ya es momento de que regresemos a la casa.— Dijo Ariadne, comenzando a caminar. Yesenia estaba detrás de ella y parecía una pequeña niña, sonriente y entusiasta.—Ariadne, ¿Te encuentras bien? De verdad que te noto un poquito agitada y nerviosa.— Yesenia la tomó del hombro y la encaró, —¿Estás preocupada porque estamos a punto de reabrir el caso de nuestra madre?—Estas en lo correcto. Pero mi preocupación es mejor dicho, es descubrir que la persona que asesinó a nuestra madre resulte ser alguien que conocemos o alguien inesperado.— Contestó Ariadne.—Vamos para la casa. Nos tomamos un descanso y pensamos las cosas antes de hacerlas, ¿Te parece?Ariadne acepto la propuesta de su hermana mayor. Pero lo único que deseaba era que después de dormir todo fuera un sueño.—Te prepare avena.— Dijo Yesenia una hora después.Ariadne recién se había despertado. Estaba en su cama y parpadeó varias veces antes de darse cuenta de que todo era la realidad y nada era una pesadilla.—¿La aca
—¿Crees que puedes generarme miedo por el simple hecho de estar con un arma de fuego en manos?— Verónica observó el arma en la mano de Ignacio sin ninguna clase de preocupación o temor, —¿Por qué no dejas de perder el tiempo y te sientas para hablar como personas civilizadas?Ignacio bajo el arma. Sin embargo, nunca cambió su semblante malhumorado y tomo asiento en su puesto de trabajo a diario. Verónica estaba sonriente y de inmediato bajo los pies del escritorio.—No olvides que todavía te tengo en la mira.— Habló Ignacio con frialdad, —¿Qué es lo qué quieres? ¿O qué viniste hacer para acá después de muchos años?—Vine para aclarar algunas cosas. La verdad he venido para quitarle la máscara a muchos.— Contestó ella, mirándolo de manera desafiante, —¿Crees qué vas a poder detenerme?—Si abres la boca tú misma serás responsable de cada una de las consecuencias.— Le advirtió Ignacio con una sonrisa llena de frialdad, —¿Quieres dinero por tu silencio?—El dinero es lo que menos me inte
—¿Por qué tendría que saber yo algo del asesinato de ese mujercita?— Ignacio contestó de manera grosera, —¡Fuera de aquí! Tengo cosas más importantes que hacer.—No me pienso mover de acá hasta que me aclares las cosas, Ignacio.— Ariadne elevó la viz, —¿Puedes contestar la pregunta? No te estoy acusando, solamente necesito saber si sabes algo.—Yo no sé nada de ella. No puedo decirte ni siquiera quién la mató, simplemente porque no tengo ni la menor idea de quién lo hizo.— Él la miró fijamente, —¿Ahora te puedes retirar?—Si llegas a saber de alguien o de alguna información que me ayude a resolver el caso de nuestra madre, no dudes en llamarnos, ¿Sí?— La que habló en esta ocasión fue Yesenia. Ignacio asintió de manera pensativa y señaló la puerta para que las hermanas Lizbrook salieran.Una vez afuera de la oficina de Ignacio Longwoth. Ariadne entró en el ascensor y se llevo una mano al puente de la nariz al mismo tiempo que mantenía sus ojos cerrados.—Yo tengo la seguridad de que qu
Al final de su clase Ariadne Lizbrook tenía dos opciones: Regresar a su casa o ir al lugar de trabajo de Ignacio e intentar obtener más información con respecto al caso de su madre.En el fondo sentía que Ignacio sabía más de lo que le había dicho. Su curiosidad había ganado y ahora mismo estaba de camino a ese lugar, sin importar cuáles iban a ser las consecuencias de su nueva visita.—Ariadne.— Clarisse apareció en su auto justo a su lado. Estaba sonriente, —¿Adónde vas?—A darle una visita al futuro suegro de mi hermana mayor.— Contestó Ariadne, —No es una cita normal, sino para indagar lo de mi madre.—Con respecto a eso. Necesito hablarte de algo...— Clarisse abrió la puerta del lado del copiloto de su auto. Ariadne entró confundida e interesada, —Mi marido me contó que junto con tu hermana fuiste para pedir que se vuelva a reabrir el caso.—Es que la confesión de Verónica Berlín nos llama la atención y solamente queremos que se haga justicia.—¿Crees que haya sido la misma Verón
—¿Cómo te enteraste de eso? ¿Acaso Rodrigo te lo contó?— Ariadne estaba casi con el corazón salido del pecho.—Tienes que evitar los errores que después vas a lamentar.— Contestó Verónica, —Yo estaba en esa clínica y bueno, no se me hizo tan difícil volver a tomar el resultado que tiraste a la basura.—¿Ahora con eso pretendes chantajearme?—Nadie está hablando de eso. Solamente quiero que sepas que estoy enterada de todo lo que te está pasando.—Eres demasiado misteriosa y también muy... ¿Sabes qué? Mejor no sigo perdiendo mi tiempo.—Espera, Ariadne. No me dejes con la palabra en la boca. Es una orden.Ariadne se sorprendió por el tono de voz autoritario que estaba usando Verónica Berlín en la llamada. Sin embargo, no le causaba ninguna clase de incomodidad o pánico, sino confusión.—¿Me vas a decir quién asesinó a mi madre?— Ariadne espero unos segundos, —¿O en realidad la mataste tú y solamente planeas poner las cosas a tu favor?—¿Me estás acusando? Créeme que es grave.— Advirtió
—¡Tienes que acelerar! ¡No te detengas! ¡Rápido!— Ariadne estaba desesperada, tocándose el vientre. Las lágrimas fluían por su rostro sin parar.—¡Eso es lo que estoy tratando de hacer!— Dijo Clarisse, pisando el acelerador con todas sus fuerzas y aferrando sus manos al volante, —Pero no puedo correr el riesgo de que suframos un accidente de tránsito.—¡Pero si no aceleras esa persona que nos viene persiguiendo nos va a alcanzar!— Ariadne estaba más desesperada, tratando de mirar hacia atrás, —Yo no quiero que nos pase nada y mucho menos a mi bebé.Clarisse Haldorn no dijo nada más. Tenía que analizar la situación si es que quería lograr escapar y no morir en el intento. Estaban en medio de una carretera y era de noche. Por lo tanto, la iluminación era escasa y para empeorar la situación estaba cayendo una fuerte lluvia que estaba volviendo el pavimento resbaloso.—Yo te prometo que te voy a sacar de ésta situación, Ariadne. Solamente no te alteres que eso no le hace bien a tu bebé.—