—Solamente he venido tres veces a este restaurante.— Dijo Antonio probando el vino que había traído el mesero hace escasos minutos, —La zona VIP es mi área favorita del lugar.—Seguramente venías acompañado con alguna joven atractiva.— Ariadne lo observó de manera desafiante y formó una sonrisa de labios cerrados, —¿O no es así?—No, no es así.— Contestó él, —Yo la verdad soy una persona que le gusta mucho la soledad y no soy de estar saliendo con las personas.—Vaya...— Habló Ariadne, probando su jugo de piña servido en ese vaso grande en forma ovalada y cuyas orillas tenían una rebanada de naranja, —¿Eso quiere decir que estoy acá contigo de puro milagro?—Me estás ayudando a poder vencer el miedo escénico. Tengo que aprender a romper el pánico de hablar con las personas.—¿Me estás utilizando, Antonio?— Ella hizo énfasis en el nombre y después ladeó la cabeza.—No. Lo menos que quiero es que sientas que te estoy utilizando, Ariadne.— Contestó él, lleno de tristeza y en voz baja, —E
—¿Cómo que geográficamente no está acá, sino allá en en Colorado?— Clarisse se había comenzado a preocupar y al mismo tiempo estaba tratando de procesarlo todo. —Es correcto y eso lo que indica el sistema que estoy utilizando. Eso significa que este correo, claramente no fue enviado por Daphne Denver, sino por alguien más.— Le explicó Esteban. —¿Sabes? Estoy que me vuelvo loca. No puedo estar tranquila ni siquiera un par de minutos porque siempre ocurre algo que resulta una amenaza para mí...— Clarisse se mantuvo fuerte y sin embargo, su voz se vio cortada al liberar un suspiro melancólico, —¿Hasta cuándo tenemos que estar lidiando con esta bendita pesadilla? ¡Hasta cuándo! Siempre vivo con el pánico de que esa desgraciada le haga daño a Camila, nuestra hija y una cosa...— Ella apretó los labios y suspiro, —Si esa desgraciada le hace daño a nuestra hija, créeme que soy capaz de tomar justicia con mis propias manos. Te lo juro. —Vamos a hallar una solución. Pero necesito que te calme
—¡Qué fue eso!— Exclamó Ariadne, levantándose unos segundos después con preocupación.—Es una piedra.— Contestó Yesenia, tomando la piedra con su mano derecha, —Alguien nos acaba de lanzar una piedra por la ventana.—Déjame ver quién hizo eso.— Ariadne trato de llegar a la ventana rota, para mirar al exterior y ver quién había ocasionado eso. —No. Puede ser peligroso.— Yesenia la tomo por la mano derecha y la miró a la cara, —Es claro que fue esa mujer... Daphne Denver.—¿Cómo puedes estar tan segura de eso? Quizás fue una simple broma de algún vecino.—¿De cuándo acá un vecino hace una broma, quebrando la ventana de alguien con una piedra?— Yesenia se mantuvo seria y revoloteo, —Ariadne, abre los ojos y ve la realidad. Está piedra es una clara amenaza en tu contra.—Ya esto se está saliendo de control. Mira creo que es mejor que vayamos a la policía y poner la denuncia.—La policía no sirve de nada acá. Lo único que nos pueden decir es que esa piedra no sirve de nada.—¿Entonces nos
—Si alguien lo lanzó por lógica tiene que ser una persona que habita allí.— Agregó Ariadne, apretando sus labios, —¡Es un horror! Antonio no se merece nada de lo que te está pasando.—Me gustaría acompañarte. Pero tengo que quedarme acá a cuidad a mi hija.— Clarisse la abrazo y le beso la frente, —Cualquier cosa me llamas. No dudes que si necesitas de mí, acá estoy. —Gracias. Aprecio mucho la amistad que me estás brindando.—Yo sé perfectamente lo que se siente estar en tus zapatos. Es desesperante. Pero te aseguro que vas a lograr salir de esa.Ariadne Lizbrook decidió no perder más tiempo y se fue rápidamente a la mansión Longwoth para finalmente ver qué había sucedido, ¿Cómo era posible que Antonio se haya caído de las escaleras? Y lo peor no era eso, sino que, ¿Por qué estaba él en la mansión?—Ariadne. No puedes entrar.— Le dijo Yesenia que estaba agitada y nerviosa.—¿Por qué?— Ariadne se imagino lo peor, —¿Él está...?—No. Él se encuentra fuera de peligro.— Yesenia la detuvo e
—Yo estaba siguiendo a tu hermana Yesenia tal y como lo mencione antes... ... Antonio se sumergió en sus pensamientos. Recordó cuando estaba en la comunidad en la que vivían las hermanas Lizbrook, con el objetivo de ir a ver a Ariadne. La estaba llamando a su número de teléfono y no contestaba. Finalmente observó en la camino a Yesenia Lizbrook que al parecer estaba hablando sola y se quejaba. No sabía las razones y sin embargo, tomo la iniciativa de seguirla ya que quizás podría llevarla hasta Ariadne. Un par de minutos después que para él fueron eternos, llegaron hasta una distinguida y elegante mansión. Ella se desapareció por el jardín, entrando por una puerta inmensa y por su parte, Antonio se quedó parado y trago saliva antes de entrar. —Es que no puedes permitir que Ignacio te siga haciendo eso. Eso fue lo primero que escucho Antonio al momento de entrar a la sala. Esa voz iba a ser el motivo para salir de ese lugar y se detuvo ya que provenía del segundo piso. —¿Q
—Ya te he traído al abogado del que te hable.— Ariadne entro a la habitación en compañía de este último, —Abogado Abelardo Gómez, él es Antonio y necesita de sus servicios.—Lo primero y principal es que me hables acerca de los hechos y así poder armar una buena defensa.— Dijo el abogado en un tono claro y profesional.—Yo no he hecho nada malo. Solamente cometí el error de meterme en esa mansión y ya.—Lamento decirle que la famila Longwoth es poderosa y está dispuesta a colocar una demanda por invasión de propiedad privada.— Le advirtió el abogado en un tono que preocupo a Antonio.—¿Qué se puede hacer en ese caso?— Ariadne estaba interesada en obtener una respuesta y una rápida solución.—Solamente nos queda armar una buena defensa y que pase lo que tenga que pasar, Antonio.—¿Cómo se te ocurre meterte a una mansión de un par de desconocidos?— Ariadne lo observaba, negando con la cabeza de un lado a otro, —Los dejo a solas para que puedan hablar en confidencialidad.Ariadne salió a
—Mi madre y tú anda con un misterio totalmente extraño desde hace un par de días.— Rodrigo tomó la mano de su padre. Ignacio se le quedó mirando, —¿Se puede saber cuál es ese secreto?—No es nada de que preocuparse y tampoco lo puedes saber.— Contestó Ignacio, liberandose del agarre.—Me preocupa más el hecho de que me digas que no lo puedo saber.— Rodrigo comenzó a caminar al ritmo de su padre, —¿Es algo totalmente grave?—Son cosas matrimoniales. Temas de esposa y esposo, ¿Vas a seguir insistiendo o tengo que anotarte eso en cuaderno para que no se te olvide?Rodrigo se quedó en silencio. Durante el trayecto de regreso a la casa estaba pensando en demasiadas cosas que ni siquiera le estaba prestando atención a su padre: El embarazo de su cuñada, el secreto de sus padres y su extraña actitud.—¿Me estás prestando atención o qué?— Ignacio elevó su voz y por ende su mal humor que era normal. Pero qué está vez era más alto, —Pareces que estás en las nubes, Rodrigo.—¿Es que ahora no pue
—¡Tienes que acelerar! ¡No te detengas! ¡Rápido!— Ariadne estaba desesperada, tocándose el vientre. Las lágrimas fluían por su rostro sin parar.—¡Eso es lo que estoy tratando de hacer!— Dijo Clarisse, pisando el acelerador con todas sus fuerzas y aferrando sus manos al volante, —Pero no puedo correr el riesgo de que suframos un accidente de tránsito.—¡Pero si no aceleras esa persona que nos viene persiguiendo nos va a alcanzar!— Ariadne estaba más desesperada, tratando de mirar hacia atrás, —Yo no quiero que nos pase nada y mucho menos a mi bebé.Clarisse Haldorn no dijo nada más. Tenía que analizar la situación si es que quería lograr escapar y no morir en el intento. Estaban en medio de una carretera y era de noche. Por lo tanto, la iluminación era escasa y para empeorar la situación estaba cayendo una fuerte lluvia que estaba volviendo el pavimento resbaloso.—Yo te prometo que te voy a sacar de ésta situación, Ariadne. Solamente no te alteres que eso no le hace bien a tu bebé.—