—¿Estás queriendo decir que Antonio te invito a salir está misma noche?— Preguntó Yesenia, dándole un sorbo al café recién servido en su taza, —¡Esa es la señal que estábamos esperando!—¿Señal? Yesenia, Antonio solamente me invitó a salir y no creo que eso signifique mucho.—Sí, claro me vas a salir ahora con que no te imaginas lo mismo que yo.— Yesenia se le quedó mirando fijamente, —Es lógicamente que ese Antonio te trae ganas y tú solamente te dedicas a ignorar y a jugar con sus sentimientos.—Oye no lo estoy ignorando o es que se te olvidó que le acepte la cita. También no puedes decir que estoy ignorando sus sentimientos, si él ni siquiera me ha dado muestra de ellos.—¿Qué vas a hacer si en medio de esa cita él te declara su amor? ¿Cuál va a hacer tu reacción?—No lo sé. No puedo decirte nada hasta que llegue el momento. Pero claramente mi respuesta va a ser un NO.—¿Un no por los momentos?— Preguntó Yesenia. Se levantó, —Ya regreso déjame revisar si quedan galletas en la never
—Solamente he venido tres veces a este restaurante.— Dijo Antonio probando el vino que había traído el mesero hace escasos minutos, —La zona VIP es mi área favorita del lugar.—Seguramente venías acompañado con alguna joven atractiva.— Ariadne lo observó de manera desafiante y formó una sonrisa de labios cerrados, —¿O no es así?—No, no es así.— Contestó él, —Yo la verdad soy una persona que le gusta mucho la soledad y no soy de estar saliendo con las personas.—Vaya...— Habló Ariadne, probando su jugo de piña servido en ese vaso grande en forma ovalada y cuyas orillas tenían una rebanada de naranja, —¿Eso quiere decir que estoy acá contigo de puro milagro?—Me estás ayudando a poder vencer el miedo escénico. Tengo que aprender a romper el pánico de hablar con las personas.—¿Me estás utilizando, Antonio?— Ella hizo énfasis en el nombre y después ladeó la cabeza.—No. Lo menos que quiero es que sientas que te estoy utilizando, Ariadne.— Contestó él, lleno de tristeza y en voz baja, —E
—¿Cómo que geográficamente no está acá, sino allá en en Colorado?— Clarisse se había comenzado a preocupar y al mismo tiempo estaba tratando de procesarlo todo. —Es correcto y eso lo que indica el sistema que estoy utilizando. Eso significa que este correo, claramente no fue enviado por Daphne Denver, sino por alguien más.— Le explicó Esteban. —¿Sabes? Estoy que me vuelvo loca. No puedo estar tranquila ni siquiera un par de minutos porque siempre ocurre algo que resulta una amenaza para mí...— Clarisse se mantuvo fuerte y sin embargo, su voz se vio cortada al liberar un suspiro melancólico, —¿Hasta cuándo tenemos que estar lidiando con esta bendita pesadilla? ¡Hasta cuándo! Siempre vivo con el pánico de que esa desgraciada le haga daño a Camila, nuestra hija y una cosa...— Ella apretó los labios y suspiro, —Si esa desgraciada le hace daño a nuestra hija, créeme que soy capaz de tomar justicia con mis propias manos. Te lo juro. —Vamos a hallar una solución. Pero necesito que te calme
—¡Qué fue eso!— Exclamó Ariadne, levantándose unos segundos después con preocupación.—Es una piedra.— Contestó Yesenia, tomando la piedra con su mano derecha, —Alguien nos acaba de lanzar una piedra por la ventana.—Déjame ver quién hizo eso.— Ariadne trato de llegar a la ventana rota, para mirar al exterior y ver quién había ocasionado eso. —No. Puede ser peligroso.— Yesenia la tomo por la mano derecha y la miró a la cara, —Es claro que fue esa mujer... Daphne Denver.—¿Cómo puedes estar tan segura de eso? Quizás fue una simple broma de algún vecino.—¿De cuándo acá un vecino hace una broma, quebrando la ventana de alguien con una piedra?— Yesenia se mantuvo seria y revoloteo, —Ariadne, abre los ojos y ve la realidad. Está piedra es una clara amenaza en tu contra.—Ya esto se está saliendo de control. Mira creo que es mejor que vayamos a la policía y poner la denuncia.—La policía no sirve de nada acá. Lo único que nos pueden decir es que esa piedra no sirve de nada.—¿Entonces nos
—¡Tienes que acelerar! ¡No te detengas! ¡Rápido!— Ariadne estaba desesperada, tocándose el vientre. Las lágrimas fluían por su rostro sin parar.—¡Eso es lo que estoy tratando de hacer!— Dijo Clarisse, pisando el acelerador con todas sus fuerzas y aferrando sus manos al volante, —Pero no puedo correr el riesgo de que suframos un accidente de tránsito.—¡Pero si no aceleras esa persona que nos viene persiguiendo nos va a alcanzar!— Ariadne estaba más desesperada, tratando de mirar hacia atrás, —Yo no quiero que nos pase nada y mucho menos a mi bebé.Clarisse Haldorn no dijo nada más. Tenía que analizar la situación si es que quería lograr escapar y no morir en el intento. Estaban en medio de una carretera y era de noche. Por lo tanto, la iluminación era escasa y para empeorar la situación estaba cayendo una fuerte lluvia que estaba volviendo el pavimento resbaloso.—Yo te prometo que te voy a sacar de ésta situación, Ariadne. Solamente no te alteres que eso no le hace bien a tu bebé.—
Phoenix, Arizona. Tres meses antes... —Yesenia.— Ariadne se detuvo en la entrada con una sonrisa de labios cerrados, —Sabía perfectamente que te podía encontrar en tu taller. —¿Cómo sabías que estaba acá?— Yesenia le preguntó con curiosidad bienhumorada, sin mirarla porque estaba concentrada en su arte. —El arte es uno de tus mayores pasatiempos.— Contestó Ariadne, terminando de entrar para admirar la hermosa obra realizada en ese enorme lienzo, —La pintura es la principal causa de tu felicidad. —Incorrecto.— Yesenia dejo el pincel a un lado. Ariadne tenía la mirada ampliada y sus ojos grises estaban llenos de curiosidad, —Mi mayor felicidad es mi matrimonio con Rodrigo Longwoth. —¿Es es una semana? ¿Verdad? —En una semana. Siete días para poder sellar mi unión con el amor de mi vida. Yo amo a Rodrigo Longwoth. Ariadne sintió un nudo en su garganta y al mismo tiempo un sentimiento de culpabilidad dominó su mente. Jamás se iba a perdonar el error tan grande que había com
—¿Secretos?— Rodrigo comenzó a reír, —Me divierte mucho tu imaginación.—¿Vas a entrar a la mansión o te vas a quedar afuera, Ariadne?— Yesenia poso su mirada sobre su hermana menor. Ariadne asintió de manera dubitativa, dando unos pasos lentos y meticulosos al interior, —No tengas miedo. Mis futuros suegros tampoco son capaces de matarte.—El hecho de que me odien sin ninguna clase de sentido es suficiente...— Ariadne se quedó en silencio, tomando asiento en uno de las sillas de la sala, —¿Ellos están acá en la casa?—Mi padre está en una reunión en su oficina y mi madre debe estar dormida.— Rodrigo hablo con mucha calidez, —¿Quieres un trago? ¿Un vino? ¿O prefieres un café?Ariadne nego con la cabeza. Ahora sus ojos de color gris estaban fijos en un punto desconocido. Su mente estaba trayendo recuerdos de ese momento amoroso que había tenido con Rodrigo Longwoth.—Yo vine para acá para buscar mi regalo.— Yesenia meneó sus cejas de arriba para abajo. Una sonrisa hermosa estaba en su
—¿Qué?— Ariadne se detuvo en medio de la sala de emergencias. Las enfermeras y pacientes que estaban por el lugar los miraban, —¿Cómo crees que voy a abortar al bebé?— Susurró ella, —¿Te volviste loco?—Es una locura el hecho de que estés embarazada de mí.— Dijo él en voz baja y entre dientes, —¿O es que ya se te olvidó que soy el prometido de tu hermana mayor?Ariadne comenzó a caminar hasta la salida de esa clínica. Estaba molesta con la situación y mucho más ahora que Rodrigo la estaba siguiendo a toda prisa.—¿Por qué no pensaste eso cuando te acostaste conmigo?— Ella clavo sus ojos grises ardientes en rabia sobre él, —Rodrigo, ¿Dónde teníamos metida la cabeza?—Todo fue un error. Un maldito error que tenemos que eliminar.— Dijo él en voz baja, tomándola de la muñeca, —La solución es que ese bebé nunca nazca.—No.— Hablo ella con voz ampulosa, —Ahora déjame ir. Me tengo que ir para la casa para pensar en una solución.—De acuerdo.— Él la soltó, —Pero me tienes que prometer que no