—¿Secretos?— Rodrigo comenzó a reír, —Me divierte mucho tu imaginación.
—¿Vas a entrar a la mansión o te vas a quedar afuera, Ariadne?— Yesenia poso su mirada sobre su hermana menor. Ariadne asintió de manera dubitativa, dando unos pasos lentos y meticulosos al interior, —No tengas miedo. Mis futuros suegros tampoco son capaces de matarte. —El hecho de que me odien sin ninguna clase de sentido es suficiente...— Ariadne se quedó en silencio, tomando asiento en uno de las sillas de la sala, —¿Ellos están acá en la casa? —Mi padre está en una reunión en su oficina y mi madre debe estar dormida.— Rodrigo hablo con mucha calidez, —¿Quieres un trago? ¿Un vino? ¿O prefieres un café? Ariadne nego con la cabeza. Ahora sus ojos de color gris estaban fijos en un punto desconocido. Su mente estaba trayendo recuerdos de ese momento amoroso que había tenido con Rodrigo Longwoth. —Yo vine para acá para buscar mi regalo.— Yesenia meneó sus cejas de arriba para abajo. Una sonrisa hermosa estaba en su rostro, —¿Cuál es mi sorpresa? —Me tienes que acompañar a mi habitación.— Rodrigo la observó de manera atrevida, —¿Te atreves? —Contigo soy capaz de atreverme a lo que sea.—Yesenia lo envolvió por la cintura, usando sus delgados brazos y dándole un suave beso en los labios. Después de besarlo se le quedó mirando a Ariadne, —¿Crees que puedas esperarme acá? —Sí.— Ariadne asintió, —No te tardes o... Mejor dicho, tómate tu tiempo. Yesenia sonrió y tomada de la mano de su prometido Rodrigo, comenzaron a subir a la habitación de éste último. Ariadne Lizbrook se había quedado sola en la casa. Al menos tendría paz por unos minutos para poder procesar el error que había cometido y que ahora estaba torturando su mente. No se quería ni imaginar cuál seria la reacción de Yesenia cuando se entere que su prometido tuvo relaciones sexuales con su propia hermana. Yesenia se podría alejar de ella o en el peor de los casos la podría hasta matar. Se levantó de la silla y comenzó a caminar de un lado a otro, tratando de liberar su mente. No podía suceder nada más grave en su vida. —¿Se puede saber que haces tú acá en mi mansión?— Malak uso un tono de voz desdeñoso. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho, —¿O es que no sabes que no eres bienvenida acá? —¿Cuál es la razón de la que me odias tanto?— Interrogó Ariadne sin faltarle el respeto, —¿Yo qué les hice? —Fuera de mi casa. No quiero verte acá...— Malak hablo entre dientes y con evidente odio. Ariadne no se movía de su lugar. Sin embargo, Malak la tomó del brazo derecho de manera fuerte, —¿No me entiendes? ¡Fuera de mi mansión! —¿Por qué no me dices por qué me odias?— Ariadne estaba caminando a la puerta principal. —No quiero volver a verte en mi mansión y mucho menos cerca de mi familia.— Ordenó Malak parada en la entrada de la puerta. —¿Por qué aman a Yesenia y a mí...? Ariadne no pudo culminar la pregunta. Malak había cerrado la puerta con mucha brusquedad, dejándola con la palabra en la boca. Ahora que estaba afuera tenía que avisarle a Yesenia lo que había sucedido. Sin embargo, no quería arruinar su momento con Rodrigo. Ya lo había hecho hace dos semanas. Solamente que Yesenia hasta ahora desconocía lo que había pasado y esperaba que nunca se enterada. —Tengo malestar.— Se dijo a sí misma en voz baja, sintió mareos, —Tengo que ir a la clínica para que me den algún medicamento que me quite éste malestar. 。◕‿◕。 —¿Qué hiciste, mamá?— Rodrigo estaba lleno de incredulidad. Su madre Malak de manera serena le había comentado a ellos que había corrido a Ariadne de la mansión, —¿Ella que les hizo para que la odien de esa manera? —Las órdenes de tu padre son clarísimas.— Malak hablo de manera fría, —Ariadne no es bienvenida ni a ésta mansión ni a ésta familia. —¿Y por qué razón me aman a mí?— Yesenia preguntó llena de interés, —Yo soy la hermana mayor de Ariadne. Ambas nos hemos criado desde toda la vida, ¿Cuál es el problema? Malak Villareal tensó la mandíbula. Su rostro al igual que su piel de un color moreno estaba con una actitud llena de frialdad y sin mediar palabras, camino hasta las escaleras y comenzó a subir, hasta perderse de vista. —No le hagas caso.— Rodrigo hablo en voz bajita, —Ella tiene casi cincuenta años. La edad le está pegando duro. —No te burles de tu madre.— Yesenia lo regaño de manera humorística, —Tú también serás un anciano. —Pero falta mucho para eso.— Él la abrazo, —¿Te gustó la sorpresa que te dí? —Me encanto.— Ella le susurro de forma romántica, —Es un detalle único. —¿Me lo puedes enseñar de nuevo?— Preguntó él. Yesenia saco de su brasier un chupete de color azul y se lo entregó. Él lo analizó, —Algún día nuestro bebé estará usando esto para dormir. —Ya me muero de ganas por darte tu primer hijo.— Ella saltaba de emoción y felicidad, —Te amo, Rodrigo. En ese momento el teléfono de él comenzó a sonar. Era Ariadne que lo estaba llamando y sabía que ella nunca lo llamaba a menos que sea una emergencia o algo grave. —Dame un momento es de la oficina de mi padre.— Él se alejo unos metros de ella y contestó, —¿Qué pasa? ¿Por qué me llamas? —¿Puedes hablar?— La voz de Ariadne se escuchó al otro lado de la línea, —Necesito que vengas ahora a la clínica. —¿Qué pasa?— Preguntó él de manera insistente y en voz baja. —Te espero acá.— Dijo Ariadne, finalizando la llamada. —¿Todo bien?— Preguntó Yesenia, acercándose. —Sí. Pero me tengo que ir a la oficina de mi padre para hablar con unos comerciantes.— Explicó él con mucha amabilidad. —¿Quieres que vaya contigo?— Preguntó ella. —No. Además ese tipo de reuniones a veces se demoran y no quiero que te aburras. —Pero... —Te veo más tarde.— Él se acercó y le dió un beso largo, lleno de mucha pasión y romance, —Te amo. —Yo también te amo, Rodrigo.— Dijo ella, viéndolo salir de la mansión. 。◕‿◕。 Positivo. Ariadne Lizbrook estaba sentada en la sala de espera con la mirada perdida y un resultado sobre sus rodillas. Un resultado que daba por hecho de que estaba en la espera de un bebé. Un bebé cuyo padre era el prometido de su hermano mayor. Lo había llamado hace un par de minutos porque no sabía qué hacer. —Ariadne, ¿Qué ha sucedido? ¿Para qué me haces venir hasta acá? —En ese papel está la razón.— Ella señaló con su labios el papel sobre sus rodillas. Él lo tomo yo comenzó a leer, —Estamos acabados. —¿Qué?— Por su tono de voz Rodrigo estaba lleno de incredulidad, —¿Ariadne, estás embarazada? —Sí.— Ella asintió con mucha decepción, —¿Qué vamos a hacer para que Yesenia no se entere de ésto? Rodrigo doblo el resultado y lo tiró a la papelera más cercana. La tomo de las manos y la hizo caminar nuevamente al interior de la clínica. —Vamos. Es la única solución. —¿Cuál?— Ella se detuvo, —¿De qué está hablando? —Tienes que abortar ese bebé.— Dijo él.—¿Qué?— Ariadne se detuvo en medio de la sala de emergencias. Las enfermeras y pacientes que estaban por el lugar los miraban, —¿Cómo crees que voy a abortar al bebé?— Susurró ella, —¿Te volviste loco?—Es una locura el hecho de que estés embarazada de mí.— Dijo él en voz baja y entre dientes, —¿O es que ya se te olvidó que soy el prometido de tu hermana mayor?Ariadne comenzó a caminar hasta la salida de esa clínica. Estaba molesta con la situación y mucho más ahora que Rodrigo la estaba siguiendo a toda prisa.—¿Por qué no pensaste eso cuando te acostaste conmigo?— Ella clavo sus ojos grises ardientes en rabia sobre él, —Rodrigo, ¿Dónde teníamos metida la cabeza?—Todo fue un error. Un maldito error que tenemos que eliminar.— Dijo él en voz baja, tomándola de la muñeca, —La solución es que ese bebé nunca nazca.—No.— Hablo ella con voz ampulosa, —Ahora déjame ir. Me tengo que ir para la casa para pensar en una solución.—De acuerdo.— Él la soltó, —Pero me tienes que prometer que no
Ariadne por suerte logró terminar de cruzar esa calle. El carro negro se detuvo unos metros más adelante y del mismo descendió una mujer de unos treinta y tantos años. —Oye, ¿Te encuentras bien?— Preguntó. La mujer era de cabellera negra, —Casi te choco. —Sí.— Contestó Ariadne, procesando la situación, —Lamento mucho todo lo que pasó. Estaba tan metida en mis pensamientos que... —Es un hecho que a todos nos puede suceder.— Dijo la mujer, dándole la mano para presentarse, —Mi nombre es Clarisse Haldorn, ¿Cómo te llamas? —Yo me llamo Ariadne Lizbrook. —Encantada.— Clarisse visualizo el enorme edificio, —Veo que estás saliendo de la sede principal de la cadena hotelera del reconocido multimillonario Ignacio Longwoth, ¿Estabas buscando trabajo? —No. Mi hermana mayor es la prometida del hijo del dueño.— Explico Ariadne, —Me tengo que ir. Un placer conocerte, Clarisse. —Espera.— Hablo Clarisse, —¿Qué te parece si damos un paseo por la ciudad? Ariadne se quedó pensativa. —Bueno. Un
Ariadne comenzó a reír después de lo que había escuchado de boca de su hermana mayor. —¿Estás loca? ¿Cómo crees que puedo estar embarazada?— Ariadne seguía riéndose. —No lo sé. Pero esos parecen ser síntomas evidentes.— Hablo Yesenia con voz baja y divertida, —¿No te has hecho un exámen de embarazo? —No. No tendría porque hacerlo y mucho menos si no he tenido relaciones con ningún hombre.— Ariadne se quedó en silencio, —¿Por qué no vamos a tu taller para que pintes un rato? —¡Me parece una idea increíble!— Yesenia sonrió llena de felicidad, —Tengo tanta inspiración y ahora que mi matrimonio está cada vez más cerca, mucho más. 。◕‿◕。 —No me parece para nada justo que no quieras que mi prometida pueda entrar al negocio de la familia.— Dijo Rodrigo, sentado a la mesa, cortando un trozo de filete con un cuchillo y un tenedor, —¿Por alguna vez en toda tu vida podrías dejar el machismo a un lado y darle la oportunidad a una mujer de ser exitosa? —Mi mentalidad no será cambiada y mu
—Mira nosotras no vamos a permitir que nos vengas a faltar el respeto.— Yesenia se había levantado de su puesto. Estaba enojada por el comentario de esa mujer, —No queremos que te vengas a burlar de la memoria de nuestra madre, ¿Te quedó claro?—Yo no vine a burlarme de ustedes, sino para que se haga justicia.— Dijo la mujer con calma, —Su madre fue asesinada y yo vine para ayudarlas a hacer justicia.—¿Y cómo vamos a hacer justicia?— Ariadne comenzó a reír, —Éramos unas niñas en aquel entonces.—Por esa razón he venido hasta acá.— Dijo la mujer, —Mi nombre es Verónica Berlín.—¿Y cómo nos puedes ayudar?— Preguntó Yesenia llena de mucho interés, volviéndose al puesto al que estaba, —Han pasado muchos años desde que asesinaron a nuestra madre, ¿Qué puedes ofrecernos para hacer justicia?。◕‿◕。—¡Malak! ¿Cuántas vidas te vas a tomar para plancharme la camisa.— Ignacio estaba parado a mitad de las escaleras, —¡Necesito que muevas esa mano!Malak apareció con un gancho en manos y de la
—No. Nunca en mi vida había escuchado el nombre de esa mujer.— Contestó Rodrigo con normalidad y total sinceridad.—Es que se me hace un poquito extraño que esa tal Verónica haya venido de la nada y nos haya dicho eso.— Habló Yesenia, —Pero en parte estoy con la curiosidad. Verónica al parecer sabe mucho sobre la muerte de nuestra madre.—¿Me pueden decir cómo fue esa muerte?— Preguntó Rodrigo con interés, —¿Recuerdan algún detalle?—Éramos unas niñas en aquél entonces. Yesenia tenía cinco años y yo apenas tenía tres.— Explicó Ariadne, —No recuerdo mucho sobre eso. Solamente recuerdo que estábamos en la habitación y al salir, nuestra madre estaba muerta.—Yo lo único que recuerdo era que estábamos en la sala con mamá. Alguien toco a la puerta.— Yesenia se quedó pensativa, —Ella se puso un poquito nerviosa y nos pidió que nos fuéramos al cuarto.—Y al salir estaba muerta.— Habló Rodrigo. Ambas hermanas asintieron, —¿Hasta ahora no saben quién la mató?—No. Nunca más decidí hacerme esa
—¿Qué hace ella acá?— Malak la señaló con odio. Verónica Berlín camino unos pasos lentos. Pero llenos de total confianza y seguridad hasta ellos.—Han pasado tantos años desde aquella ocasión.—No vuelvas a abrir la boca.— Le ordenó Ignacio, —¿Qué vienes a buscar? ¿Dinero?—Ya las hermanas Lizbrook saben de mi existencia. Pero las debe con una intriga de saber quién asesinó a su madre.— Verónica les mostró una sonrisa de burla. Ellos la miraban con un profundo desprecio.—No puedes abrir tu boca.— Malak Villareal frunció el ceño, —Nadie puede saber nada, ¿Les quedó claro?—Yo no sé por cuánto tiempo pueda mantener mi boca cerrada. La verdad está en la punta de mi lengua y en algún momento eso va a explotar.— Verónica guiño su ojo derecho y sonrió.—¿Cuánto dinero quieres para que te vayas lejos y no vuelvas para acá?— Ignacio saco su billetera llena de muchos dólares, —Dime una cifra.—No es cuestión de dinero.— Verónica se dió media vuelta y comenzó a caminar hacia la salida del jar
—Creo que ya es momento de que regresemos a la casa.— Dijo Ariadne, comenzando a caminar. Yesenia estaba detrás de ella y parecía una pequeña niña, sonriente y entusiasta.—Ariadne, ¿Te encuentras bien? De verdad que te noto un poquito agitada y nerviosa.— Yesenia la tomó del hombro y la encaró, —¿Estás preocupada porque estamos a punto de reabrir el caso de nuestra madre?—Estas en lo correcto. Pero mi preocupación es mejor dicho, es descubrir que la persona que asesinó a nuestra madre resulte ser alguien que conocemos o alguien inesperado.— Contestó Ariadne.—Vamos para la casa. Nos tomamos un descanso y pensamos las cosas antes de hacerlas, ¿Te parece?Ariadne acepto la propuesta de su hermana mayor. Pero lo único que deseaba era que después de dormir todo fuera un sueño.—Te prepare avena.— Dijo Yesenia una hora después.Ariadne recién se había despertado. Estaba en su cama y parpadeó varias veces antes de darse cuenta de que todo era la realidad y nada era una pesadilla.—¿La aca
—¿Crees que puedes generarme miedo por el simple hecho de estar con un arma de fuego en manos?— Verónica observó el arma en la mano de Ignacio sin ninguna clase de preocupación o temor, —¿Por qué no dejas de perder el tiempo y te sientas para hablar como personas civilizadas?Ignacio bajo el arma. Sin embargo, nunca cambió su semblante malhumorado y tomo asiento en su puesto de trabajo a diario. Verónica estaba sonriente y de inmediato bajo los pies del escritorio.—No olvides que todavía te tengo en la mira.— Habló Ignacio con frialdad, —¿Qué es lo qué quieres? ¿O qué viniste hacer para acá después de muchos años?—Vine para aclarar algunas cosas. La verdad he venido para quitarle la máscara a muchos.— Contestó ella, mirándolo de manera desafiante, —¿Crees qué vas a poder detenerme?—Si abres la boca tú misma serás responsable de cada una de las consecuencias.— Le advirtió Ignacio con una sonrisa llena de frialdad, —¿Quieres dinero por tu silencio?—El dinero es lo que menos me inte