Capítulo IV

Ariadne por suerte logró terminar de cruzar esa calle. El carro negro se detuvo unos metros más adelante y del mismo descendió una mujer de unos treinta y tantos años.

—Oye, ¿Te encuentras bien?— Preguntó. La mujer era de cabellera negra, —Casi te choco.

—Sí.— Contestó Ariadne, procesando la situación, —Lamento mucho todo lo que pasó. Estaba tan metida en mis pensamientos que...

—Es un hecho que a todos nos puede suceder.— Dijo la mujer, dándole la mano para presentarse, —Mi nombre es Clarisse Haldorn, ¿Cómo te llamas?

—Yo me llamo Ariadne Lizbrook.

—Encantada.— Clarisse visualizo el enorme edificio, —Veo que estás saliendo de la sede principal de la cadena hotelera del reconocido multimillonario Ignacio Longwoth, ¿Estabas buscando trabajo?

—No. Mi hermana mayor es la prometida del hijo del dueño.— Explico Ariadne, —Me tengo que ir. Un placer conocerte, Clarisse.

—Espera.— Hablo Clarisse, —¿Qué te parece si damos un paseo por la ciudad?

Ariadne se quedó pensativa.

—Bueno. Un paseo puede ayudarme a despejar la mente de todo lo que está pasando.— Dijo ella, —Vamos a dar ese paseo.

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—Mi prometida tiene todas las ganas de formar parte del negocio de la familia.— Dijo Rodrigo, —Yesenia es buena en las artes y ella puede diseñar las nuevas construcciones.

—Me parece sumamente genial tu idea y el talento de mi futura nuera, Yesenia. Sin embargo, las leyes en éste negocio son claras.— Ignacio guardo silencio por unos segundos, —LAS MUJERES NO PUEDEN TRABAJAR.

—Pero, con todo respeto señor Longwoth...— Yesenia comenzó a hablar.

—Y yo no pienso cambiar mi decisión por nada del mundo.— Ignacio sonrió con malicia, —Ahora necesito que se retiren de mi oficina ahora.

Rodrigo y Yesenia se levantaron y sin mediar palabras comenzaron a salir del lugar.

—Tu madre me había comentado que tu padre era un machista. Sin embargo, no me imagine que era de esa manera.— Hablo Yesenia cuando estaban en el ascensor.

—Mi padre siempre ha sido un machista. Él quiere que yo sea igual que él.— Dijo Rodrigo.

Unos segundos después ambos estaban en el primer piso y ahora se dirigían hasta la salida.

—¿Dónde estará, Ariadne?— Yesenia frunció el ceño, mirando a su alrededor.

—Puede que se haya ido.— Contestó él, —Ya ella se debe sentir incómoda que mis padres la corran cada vez que la ven.

—Tienes razón.— Yesenia asintió la cabeza con lentitud, —Ariadne es incapaz de hacerle daño a alguien, ¿Por qué tus padres la odian? ¿Ella que les hizo?

—Vamos. Tenemos que buscarla y darle nuestro apoyo.— Dijo Rodrigo.

—Pero antes...— Ella lo abrazo y lo beso, —No me puedo quedar ni un segundo más sin darle un beso a mi futuro y fiel esposo.

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Clarisse detuvo su carro color negro cerca de la plaza. Ariadne estaba con la mirada fija en la ventana lateral, sus ojos grises reflejaban tristeza.

—¿Eso quiere decir que estás embarazada del prometido de tu hermana?— Preguntó Clarisse con curiosidad.

—Sí.— Una lágrima se deslizó por la mejilla derecha de Ariadne, —Pero todo fue un error. Sin embargo, estás en todo tu derecho de poder juzgarme.

—Jamás te juzgaría, Ariadne. Yo también viví una experiencia similar.— Clarisse suspiro, —Es una larga historia que en otra ocasión te puedo contar.

—Mi hermana no sabe nada y tan pronto lo sepa...— Ariadne se quedó en silencio con miedo de decir las siguientes palabras, —Me va a odiar o me puede hasta matar.

—¿Crees que tu hermana sea capaz de matarte?

—Todos somos capaces de matar por amor.— Hablo Ariadne, —Mi hermana Yesenia no es la excepción.

—No tengas miedo.— Dijo Clarisse, —Vamos. Es hora de llevarte a tu casa.

—Le quiero pedir que por favor, no le comente nada a nadie de lo de mi embarazo.— Dijo Ariadne, —Mi cuñado es el único que sabe.

—Te aseguró que así será. Te entiendo, yo también he vivido esta historia y sé lo desesperada que estás.

Clarisse estaba manejando por las hermosas calles de la ciudad de Phoenix. Ariadne estaba en silencio y con una expresión llena de tristeza. Todavía sentía dolor por lo que había hecho y en el fondo sabía que era una completa basura.

—Yo vivo en la siguiente calle.— Susurro Ariadne, —Tengo mucho miedo de lo que pueda pasar cuando todo salga a la luz.

—Tienes que estar preparada.— Dijo Clarisse, —¿Es acá?

Ariadne asintió y comenzó a descender del vehículo. Unos segundos después ya estaba afuera del mismo con una sonrisa de labios cerrados.

—Gracias.

—Espero volver a verte pronto.— Clarisse sonrió y aceleró, perdiéndose en el camino.

Ariadne comenzó a dar su recorrido con destino a su casa. Su jardín no era tan lujoso y hermoso como el de la familia Longwoth. Sin embargo, tenía muchos recuerdos del mismo.

Recuerdos dolorosos...

—Ariadne, ¿Dónde estabas?— Yesenia salió del interior de la casa y la abrazo, —¿Te sientes bien? Me duele mucho todo lo que tuviste que tolerar.

—Ya me he acostumbrado a eso.— Ariadne habló en voz baja. Ambas hermanas comenzaron a caminar por el jardín. Sin embargo, comenzó a sentirse mal y estuvo a punto de caer de rodillas.

—¿Estás bien?— Yesenia logró estabilizarla, —Vamos. En la casa te vas a sentir mejor.

—Esto puede ser síntoma del estrés que experimente hace poco.— Dijo Ariadne, sentándose a orillas de su cama.

—Esto solamente puede significar una cosa — Dijo Yesenia, —Estas embarazada.

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