—¿Crees que puedes generarme miedo por el simple hecho de estar con un arma de fuego en manos?— Verónica observó el arma en la mano de Ignacio sin ninguna clase de preocupación o temor, —¿Por qué no dejas de perder el tiempo y te sientas para hablar como personas civilizadas?Ignacio bajo el arma. Sin embargo, nunca cambió su semblante malhumorado y tomo asiento en su puesto de trabajo a diario. Verónica estaba sonriente y de inmediato bajo los pies del escritorio.—No olvides que todavía te tengo en la mira.— Habló Ignacio con frialdad, —¿Qué es lo qué quieres? ¿O qué viniste hacer para acá después de muchos años?—Vine para aclarar algunas cosas. La verdad he venido para quitarle la máscara a muchos.— Contestó ella, mirándolo de manera desafiante, —¿Crees qué vas a poder detenerme?—Si abres la boca tú misma serás responsable de cada una de las consecuencias.— Le advirtió Ignacio con una sonrisa llena de frialdad, —¿Quieres dinero por tu silencio?—El dinero es lo que menos me inte
—¿Por qué tendría que saber yo algo del asesinato de ese mujercita?— Ignacio contestó de manera grosera, —¡Fuera de aquí! Tengo cosas más importantes que hacer.—No me pienso mover de acá hasta que me aclares las cosas, Ignacio.— Ariadne elevó la viz, —¿Puedes contestar la pregunta? No te estoy acusando, solamente necesito saber si sabes algo.—Yo no sé nada de ella. No puedo decirte ni siquiera quién la mató, simplemente porque no tengo ni la menor idea de quién lo hizo.— Él la miró fijamente, —¿Ahora te puedes retirar?—Si llegas a saber de alguien o de alguna información que me ayude a resolver el caso de nuestra madre, no dudes en llamarnos, ¿Sí?— La que habló en esta ocasión fue Yesenia. Ignacio asintió de manera pensativa y señaló la puerta para que las hermanas Lizbrook salieran.Una vez afuera de la oficina de Ignacio Longwoth. Ariadne entró en el ascensor y se llevo una mano al puente de la nariz al mismo tiempo que mantenía sus ojos cerrados.—Yo tengo la seguridad de que qu
Al final de su clase Ariadne Lizbrook tenía dos opciones: Regresar a su casa o ir al lugar de trabajo de Ignacio e intentar obtener más información con respecto al caso de su madre.En el fondo sentía que Ignacio sabía más de lo que le había dicho. Su curiosidad había ganado y ahora mismo estaba de camino a ese lugar, sin importar cuáles iban a ser las consecuencias de su nueva visita.—Ariadne.— Clarisse apareció en su auto justo a su lado. Estaba sonriente, —¿Adónde vas?—A darle una visita al futuro suegro de mi hermana mayor.— Contestó Ariadne, —No es una cita normal, sino para indagar lo de mi madre.—Con respecto a eso. Necesito hablarte de algo...— Clarisse abrió la puerta del lado del copiloto de su auto. Ariadne entró confundida e interesada, —Mi marido me contó que junto con tu hermana fuiste para pedir que se vuelva a reabrir el caso.—Es que la confesión de Verónica Berlín nos llama la atención y solamente queremos que se haga justicia.—¿Crees que haya sido la misma Verón
—¡Tienes que acelerar! ¡No te detengas! ¡Rápido!— Ariadne estaba desesperada, tocándose el vientre. Las lágrimas fluían por su rostro sin parar.—¡Eso es lo que estoy tratando de hacer!— Dijo Clarisse, pisando el acelerador con todas sus fuerzas y aferrando sus manos al volante, —Pero no puedo correr el riesgo de que suframos un accidente de tránsito.—¡Pero si no aceleras esa persona que nos viene persiguiendo nos va a alcanzar!— Ariadne estaba más desesperada, tratando de mirar hacia atrás, —Yo no quiero que nos pase nada y mucho menos a mi bebé.Clarisse Haldorn no dijo nada más. Tenía que analizar la situación si es que quería lograr escapar y no morir en el intento. Estaban en medio de una carretera y era de noche. Por lo tanto, la iluminación era escasa y para empeorar la situación estaba cayendo una fuerte lluvia que estaba volviendo el pavimento resbaloso.—Yo te prometo que te voy a sacar de ésta situación, Ariadne. Solamente no te alteres que eso no le hace bien a tu bebé.—
Phoenix, Arizona. Tres meses antes...—Yesenia.— Ariadne se detuvo en la entrada con una sonrisa de labios cerrados, —Sabía perfectamente que te podía encontrar en tu taller.—¿Cómo sabías que estaba acá?— Yesenia le preguntó con curiosidad bienhumorada, sin mirarla porque estaba concentrada en su arte.—El arte es uno de tus mayores pasatiempos.— Contestó Ariadne, terminando de entrar para admirar la hermosa obra realizada en ese enorme lienzo, —La pintura es la principal causa de tu felicidad.—Incorrecto.— Yesenia dejo el pincel a un lado. Ariadne tenía la mirada ampliada y sus ojos grises estaban llenos de curiosidad, —Mi mayor felicidad es mi matrimonio con Rodrigo Longwoth.—¿Es es una semana? ¿Verdad?—En una semana. Siete días para poder sellar mi unión con el amor de mi vida. Yo amo a Rodrigo Longwoth.Ariadne sintió un nudo en su garganta y al mismo tiempo un sentimiento de culpabilidad dominó su mente. Jamás se iba a perdonar el error tan grande que había cometido dos
—¿Secretos?— Rodrigo comenzó a reír, —Me divierte mucho tu imaginación.—¿Vas a entrar a la mansión o te vas a quedar afuera, Ariadne?— Yesenia poso su mirada sobre su hermana menor. Ariadne asintió de manera dubitativa, dando unos pasos lentos y meticulosos al interior, —No tengas miedo. Mis futuros suegros tampoco son capaces de matarte.—El hecho de que me odien sin ninguna clase de sentido es suficiente...— Ariadne se quedó en silencio, tomando asiento en uno de las sillas de la sala, —¿Ellos están acá en la casa?—Mi padre está en una reunión en su oficina y mi madre debe estar dormida.— Rodrigo hablo con mucha calidez, —¿Quieres un trago? ¿Un vino? ¿O prefieres un café?Ariadne nego con la cabeza. Ahora sus ojos de color gris estaban fijos en un punto desconocido. Su mente estaba trayendo recuerdos de ese momento amoroso que había tenido con Rodrigo Longwoth.—Yo vine para acá para buscar mi regalo.— Yesenia meneó sus cejas de arriba para abajo. Una sonrisa hermosa estaba en su
—¿Qué?— Ariadne se detuvo en medio de la sala de emergencias. Las enfermeras y pacientes que estaban por el lugar los miraban, —¿Cómo crees que voy a abortar al bebé?— Susurró ella, —¿Te volviste loco?—Es una locura el hecho de que estés embarazada de mí.— Dijo él en voz baja y entre dientes, —¿O es que ya se te olvidó que soy el prometido de tu hermana mayor?Ariadne comenzó a caminar hasta la salida de esa clínica. Estaba molesta con la situación y mucho más ahora que Rodrigo la estaba siguiendo a toda prisa.—¿Por qué no pensaste eso cuando te acostaste conmigo?— Ella clavo sus ojos grises ardientes en rabia sobre él, —Rodrigo, ¿Dónde teníamos metida la cabeza?—Todo fue un error. Un maldito error que tenemos que eliminar.— Dijo él en voz baja, tomándola de la muñeca, —La solución es que ese bebé nunca nazca.—No.— Hablo ella con voz ampulosa, —Ahora déjame ir. Me tengo que ir para la casa para pensar en una solución.—De acuerdo.— Él la soltó, —Pero me tienes que prometer que no
Ariadne por suerte logró terminar de cruzar esa calle. El carro negro se detuvo unos metros más adelante y del mismo descendió una mujer de unos treinta y tantos años. —Oye, ¿Te encuentras bien?— Preguntó. La mujer era de cabellera negra, —Casi te choco. —Sí.— Contestó Ariadne, procesando la situación, —Lamento mucho todo lo que pasó. Estaba tan metida en mis pensamientos que... —Es un hecho que a todos nos puede suceder.— Dijo la mujer, dándole la mano para presentarse, —Mi nombre es Clarisse Haldorn, ¿Cómo te llamas? —Yo me llamo Ariadne Lizbrook. —Encantada.— Clarisse visualizo el enorme edificio, —Veo que estás saliendo de la sede principal de la cadena hotelera del reconocido multimillonario Ignacio Longwoth, ¿Estabas buscando trabajo? —No. Mi hermana mayor es la prometida del hijo del dueño.— Explico Ariadne, —Me tengo que ir. Un placer conocerte, Clarisse. —Espera.— Hablo Clarisse, —¿Qué te parece si damos un paseo por la ciudad? Ariadne se quedó pensativa. —Bueno. Un