—¿Qué?— Ariadne se detuvo en medio de la sala de emergencias. Las enfermeras y pacientes que estaban por el lugar los miraban, —¿Cómo crees que voy a abortar al bebé?— Susurró ella, —¿Te volviste loco?
—Es una locura el hecho de que estés embarazada de mí.— Dijo él en voz baja y entre dientes, —¿O es que ya se te olvidó que soy el prometido de tu hermana mayor? Ariadne comenzó a caminar hasta la salida de esa clínica. Estaba molesta con la situación y mucho más ahora que Rodrigo la estaba siguiendo a toda prisa. —¿Por qué no pensaste eso cuando te acostaste conmigo?— Ella clavo sus ojos grises ardientes en rabia sobre él, —Rodrigo, ¿Dónde teníamos metida la cabeza? —Todo fue un error. Un maldito error que tenemos que eliminar.— Dijo él en voz baja, tomándola de la muñeca, —La solución es que ese bebé nunca nazca. —No.— Hablo ella con voz ampulosa, —Ahora déjame ir. Me tengo que ir para la casa para pensar en una solución. —De acuerdo.— Él la soltó, —Pero me tienes que prometer que no le vas a decir a nadie ese bebé es mío, ¿De acuerdo? —¿Qué pasaría si alguien se entera? ¿Qué crees que pasaría si Yesenia se entera?— Ariadne hizo esa pregunta. Pero sabía muy bien las consecuencias. —Ella me dejaría.— Contestó él con sinceridad, —Yesenia está comprometida conmigo por amor. Ariadne se quedó en silencio recordando la manera en que su hermana le había explicado sus razones de compromiso con Rodrigo Longwoth. Sin embargo, sabía que eso no era justificación para haberse acostado con él ni nada por el estilo. —Bueno. Vamos a mantener oculto ese secreto.— Ella lo miro fijamente, —¿Te parece buena idea? 。◕‿◕。 —La vida en nuestra familia es agradable.— Dijo Malak con mucha tranquilidad, dándole un sorbo a su café. —Me imagino que al ser dueños de una cadena hotelera en ocasiones es ajetreada, ¿O no?— Yesenia hizo esa pregunta antes de soplar el interior de su taza, cerrando sus ojos para sentir el vapor del café. —Eso es depende. En dado caso que sea un proyecto grande, mi marido Ignacio se encarga de todo eso.— Contestó Malak, —Pero tú no estás obligada a formar parte de los negocios de la familia. —Es que esa es mi meta. Mi sueño es llegar a conocer su negocio.— Yesenia sonrió, en el fondo sabía que sus intenciones eran económicas, —Yo quiero ser parte del equipo. —Tendrías que esperar la decisión de Ignacio.— Dijo él, —No olvides que es un poquito machista. La palabra «machista» decepciono a Yesenia. Desde que conocí a su futuro suegro Ignacio Longwoth, él siempre había sido un machista que consideraba que el hombre tenía que estar trabajando y dando el sustento diario y la mujer tenía que quedarse en la casa cocinando y planchando ropa. —Pero quizás cambie de idea conmigo que soy su nuera.— Yesenia sonrió. —No lo ha hecho conmigo que llevamos más de dos décadas casados, ¿Crees que lo haga contigo?— Malak volvió a tomar de su café, —¿Te gustaría ir a su oficina para hablar con él? —Me encantaría. Además puedo aprovechar para ir a ver a Rodrigo.— Yesenia dejo la taza vacía sobre una pequeña mesita y se levantó, —Él me dijo que estaría allá para una reunión. Yesenia salió de la mansión, cerrando la puerta detrás de ella. El paseo de losas azules estaba tal cual como lo había visto al entrar. El lugar al que iba no quedaba muy cerca y la única opción era tomar un taxi. —Rodrigo.— Dijo ella tan pronto él contestó la llamada telefónica, —Ahora mismo estoy conduciendo hasta allá. —¿Hasta dónde?— Preguntó él lleno de confusión. —No seas bobito.— Yesenia comenzó a reírse, —Estoy de camino para la oficina de tu padre. —Vale.— Rodrigo hablo en voz baja, —Tengo que finalizar la llamada, —La reunión está por comenzar. Yesenia se acomodó en el asiento de ese taxi. Su sonrisa era intacta y sus hermosos ojos negros destilaban mucha felicidad. 。◕‿◕。 —No puede ser... —¿Qué pasa, Rodrigo?— Interrogó Ariadne. —Antes de venir para acá le menti a Yesenia y le dije que estaría en una reunión en la oficina de mi padre.— Contestó él. —¿Y cuál es el problema? —Me acaba de llamar para decirme que va en camino para allá. Ariadne lo miró con mucha preocupación. Rodrigo le devolvió la mirada, pero llena de nervios. —Vamos. Tenemos que tomar un taxi y llegar allá antes que ella. —¿Crees que sea buena idea ir hasta allá?— Preguntó él, —Mi padre es demasiado machista. Además te odia y no quiero que te estreses, mucho menos estando embarazada. —Vamos.— Dijo ella con firmeza, —Además quiero hablar un par de cosas con él. Rodrigo estaba sorprendido por la clara firmeza y seguridad en el tono de voz de ella. No le parecía una buena idea que ella fuera a ese lugar. Sin embargo, se moría de curiosidad de ver qué era lo que iba a suceder. —¿Crees que podamos llegar antes de que Yesenia llegue al lugar?— Ariadne hizo esa pregunta unos segundos después de que ellos abordarán el taxi. —No lo sé.— Contestó él, —Esperemos que sí. Unos minutos después habían llegado al enorme edificio que era la sede principal de la cadena hotelera de la familia. La oficina de su padre quedaba en el último piso y la manera más fácil de llegar era tomando el ascensor. —Vamos. Yo no creo que Yesenia haya llegado al lugar.— Dijo él con total seguridad, caminando en dirección al ascensor. Ariadne caminaba detrás de él. —No la veo por ningún lado. Tienes toda la razón.— Dijo ella, soltando un suspiro de alivio, —Vamos. Tenemos que subir. Rodrigo Longwoth le dió click al botón. El ascensor se abrió de manera lenta y ambos entraron. Unos segundos después comenzaron a subir al último piso de ese enorme edificio. —Rodrigo...— Yesenia estaba en la oficina de Ignacio Longwoth. Al verlos su curiosidad aumento, —Yo pensaba que estabas acá en una reunión, ¿Dónde estabas? —Estaba en la reunión. Sin embargo, tuve que salir y en el camino me encontré con Ariadne.— Explicó Rodrigo lo más calmado que podía, —Me dijiste que venías para acá y por eso la traje conmigo. —¿Qué hace está mujer acá?— Ignacio Longwoth se levantó de su silla de mecanismo basculante. Su estatura pequeña no lo hacía ver tan dominante, sino su rostro lleno de frialdad y unos ojos grises ardientes en rabia, —Ariadne, lárgate de aquí. —No. Yo no me pienso mover de acá hasta que me dé una explicación.— Ariadne dió un paso hacia adelante, —¿Por qué me odias tanto? —¡Fuera de mi oficina o llamo a seguridad!— Ordenó Ignacio entre dientes y de manera irritada. —Llame a seguridad. Pero primero quiero una explicación.— Ariadne dió otro paso, —Hable. —No me dejas otra alternativa.— Dijo Ignacio, tomando su teléfono. —Dime, ¿Por qué me odias? ¿Yo qué le hice?— Ariadne estaba enojada, —Desde que lo conocí lo único que quiero es llevarme bien con ustedes. Pero no, ustedes me tratan como una basura. —Eso es lo que eres: una basura.— Dijo Ignacio con frialdad, —Y yo no quiero basura y suciedad cerca de mi familia. —Ariadne, espérame afuera.— Le súplico Yesenia. Ariadne libero un suspiro y se retiró del lugar. Ignacio regreso a su puesto. Ariadne llegó al primer piso en cuestión de segundos. Estaba enojada con todo lo que había pasado. De nuevo se había quedado con la duda del porqué los Longwoth la odian tanto. «—Eso es lo que eres: Una basura». Ella tenía esas palabras grabadas en su mente. Ariadne comenzó a cruzar la calle, sin darse cuenta que un carro negro se aproximaba hacia ella.Ariadne por suerte logró terminar de cruzar esa calle. El carro negro se detuvo unos metros más adelante y del mismo descendió una mujer de unos treinta y tantos años. —Oye, ¿Te encuentras bien?— Preguntó. La mujer era de cabellera negra, —Casi te choco. —Sí.— Contestó Ariadne, procesando la situación, —Lamento mucho todo lo que pasó. Estaba tan metida en mis pensamientos que... —Es un hecho que a todos nos puede suceder.— Dijo la mujer, dándole la mano para presentarse, —Mi nombre es Clarisse Haldorn, ¿Cómo te llamas? —Yo me llamo Ariadne Lizbrook. —Encantada.— Clarisse visualizo el enorme edificio, —Veo que estás saliendo de la sede principal de la cadena hotelera del reconocido multimillonario Ignacio Longwoth, ¿Estabas buscando trabajo? —No. Mi hermana mayor es la prometida del hijo del dueño.— Explico Ariadne, —Me tengo que ir. Un placer conocerte, Clarisse. —Espera.— Hablo Clarisse, —¿Qué te parece si damos un paseo por la ciudad? Ariadne se quedó pensativa. —Bueno. Un
Ariadne comenzó a reír después de lo que había escuchado de boca de su hermana mayor. —¿Estás loca? ¿Cómo crees que puedo estar embarazada?— Ariadne seguía riéndose. —No lo sé. Pero esos parecen ser síntomas evidentes.— Hablo Yesenia con voz baja y divertida, —¿No te has hecho un exámen de embarazo? —No. No tendría porque hacerlo y mucho menos si no he tenido relaciones con ningún hombre.— Ariadne se quedó en silencio, —¿Por qué no vamos a tu taller para que pintes un rato? —¡Me parece una idea increíble!— Yesenia sonrió llena de felicidad, —Tengo tanta inspiración y ahora que mi matrimonio está cada vez más cerca, mucho más. 。◕‿◕。 —No me parece para nada justo que no quieras que mi prometida pueda entrar al negocio de la familia.— Dijo Rodrigo, sentado a la mesa, cortando un trozo de filete con un cuchillo y un tenedor, —¿Por alguna vez en toda tu vida podrías dejar el machismo a un lado y darle la oportunidad a una mujer de ser exitosa? —Mi mentalidad no será cambiada y mu
—Mira nosotras no vamos a permitir que nos vengas a faltar el respeto.— Yesenia se había levantado de su puesto. Estaba enojada por el comentario de esa mujer, —No queremos que te vengas a burlar de la memoria de nuestra madre, ¿Te quedó claro?—Yo no vine a burlarme de ustedes, sino para que se haga justicia.— Dijo la mujer con calma, —Su madre fue asesinada y yo vine para ayudarlas a hacer justicia.—¿Y cómo vamos a hacer justicia?— Ariadne comenzó a reír, —Éramos unas niñas en aquel entonces.—Por esa razón he venido hasta acá.— Dijo la mujer, —Mi nombre es Verónica Berlín.—¿Y cómo nos puedes ayudar?— Preguntó Yesenia llena de mucho interés, volviéndose al puesto al que estaba, —Han pasado muchos años desde que asesinaron a nuestra madre, ¿Qué puedes ofrecernos para hacer justicia?。◕‿◕。—¡Malak! ¿Cuántas vidas te vas a tomar para plancharme la camisa.— Ignacio estaba parado a mitad de las escaleras, —¡Necesito que muevas esa mano!Malak apareció con un gancho en manos y de la
—No. Nunca en mi vida había escuchado el nombre de esa mujer.— Contestó Rodrigo con normalidad y total sinceridad.—Es que se me hace un poquito extraño que esa tal Verónica haya venido de la nada y nos haya dicho eso.— Habló Yesenia, —Pero en parte estoy con la curiosidad. Verónica al parecer sabe mucho sobre la muerte de nuestra madre.—¿Me pueden decir cómo fue esa muerte?— Preguntó Rodrigo con interés, —¿Recuerdan algún detalle?—Éramos unas niñas en aquél entonces. Yesenia tenía cinco años y yo apenas tenía tres.— Explicó Ariadne, —No recuerdo mucho sobre eso. Solamente recuerdo que estábamos en la habitación y al salir, nuestra madre estaba muerta.—Yo lo único que recuerdo era que estábamos en la sala con mamá. Alguien toco a la puerta.— Yesenia se quedó pensativa, —Ella se puso un poquito nerviosa y nos pidió que nos fuéramos al cuarto.—Y al salir estaba muerta.— Habló Rodrigo. Ambas hermanas asintieron, —¿Hasta ahora no saben quién la mató?—No. Nunca más decidí hacerme esa
—¿Qué hace ella acá?— Malak la señaló con odio. Verónica Berlín camino unos pasos lentos. Pero llenos de total confianza y seguridad hasta ellos.—Han pasado tantos años desde aquella ocasión.—No vuelvas a abrir la boca.— Le ordenó Ignacio, —¿Qué vienes a buscar? ¿Dinero?—Ya las hermanas Lizbrook saben de mi existencia. Pero las debe con una intriga de saber quién asesinó a su madre.— Verónica les mostró una sonrisa de burla. Ellos la miraban con un profundo desprecio.—No puedes abrir tu boca.— Malak Villareal frunció el ceño, —Nadie puede saber nada, ¿Les quedó claro?—Yo no sé por cuánto tiempo pueda mantener mi boca cerrada. La verdad está en la punta de mi lengua y en algún momento eso va a explotar.— Verónica guiño su ojo derecho y sonrió.—¿Cuánto dinero quieres para que te vayas lejos y no vuelvas para acá?— Ignacio saco su billetera llena de muchos dólares, —Dime una cifra.—No es cuestión de dinero.— Verónica se dió media vuelta y comenzó a caminar hacia la salida del jar
—Creo que ya es momento de que regresemos a la casa.— Dijo Ariadne, comenzando a caminar. Yesenia estaba detrás de ella y parecía una pequeña niña, sonriente y entusiasta.—Ariadne, ¿Te encuentras bien? De verdad que te noto un poquito agitada y nerviosa.— Yesenia la tomó del hombro y la encaró, —¿Estás preocupada porque estamos a punto de reabrir el caso de nuestra madre?—Estas en lo correcto. Pero mi preocupación es mejor dicho, es descubrir que la persona que asesinó a nuestra madre resulte ser alguien que conocemos o alguien inesperado.— Contestó Ariadne.—Vamos para la casa. Nos tomamos un descanso y pensamos las cosas antes de hacerlas, ¿Te parece?Ariadne acepto la propuesta de su hermana mayor. Pero lo único que deseaba era que después de dormir todo fuera un sueño.—Te prepare avena.— Dijo Yesenia una hora después.Ariadne recién se había despertado. Estaba en su cama y parpadeó varias veces antes de darse cuenta de que todo era la realidad y nada era una pesadilla.—¿La aca
—¿Crees que puedes generarme miedo por el simple hecho de estar con un arma de fuego en manos?— Verónica observó el arma en la mano de Ignacio sin ninguna clase de preocupación o temor, —¿Por qué no dejas de perder el tiempo y te sientas para hablar como personas civilizadas?Ignacio bajo el arma. Sin embargo, nunca cambió su semblante malhumorado y tomo asiento en su puesto de trabajo a diario. Verónica estaba sonriente y de inmediato bajo los pies del escritorio.—No olvides que todavía te tengo en la mira.— Habló Ignacio con frialdad, —¿Qué es lo qué quieres? ¿O qué viniste hacer para acá después de muchos años?—Vine para aclarar algunas cosas. La verdad he venido para quitarle la máscara a muchos.— Contestó ella, mirándolo de manera desafiante, —¿Crees qué vas a poder detenerme?—Si abres la boca tú misma serás responsable de cada una de las consecuencias.— Le advirtió Ignacio con una sonrisa llena de frialdad, —¿Quieres dinero por tu silencio?—El dinero es lo que menos me inte
—¿Por qué tendría que saber yo algo del asesinato de ese mujercita?— Ignacio contestó de manera grosera, —¡Fuera de aquí! Tengo cosas más importantes que hacer.—No me pienso mover de acá hasta que me aclares las cosas, Ignacio.— Ariadne elevó la viz, —¿Puedes contestar la pregunta? No te estoy acusando, solamente necesito saber si sabes algo.—Yo no sé nada de ella. No puedo decirte ni siquiera quién la mató, simplemente porque no tengo ni la menor idea de quién lo hizo.— Él la miró fijamente, —¿Ahora te puedes retirar?—Si llegas a saber de alguien o de alguna información que me ayude a resolver el caso de nuestra madre, no dudes en llamarnos, ¿Sí?— La que habló en esta ocasión fue Yesenia. Ignacio asintió de manera pensativa y señaló la puerta para que las hermanas Lizbrook salieran.Una vez afuera de la oficina de Ignacio Longwoth. Ariadne entró en el ascensor y se llevo una mano al puente de la nariz al mismo tiempo que mantenía sus ojos cerrados.—Yo tengo la seguridad de que qu