CAPÍTULO 13

Cuando Maia despertó a la mañana siguiente, lo primero que notó fue la luz suave filtrándose por las cortinas.

El silencio reinaba en la habitación, salvo por una respiración suave y constante que provenía de una silla cercana. Giró la cabeza y su corazón dio un vuelco al ver a Vladímir Ivanov, el hombre más imponente y frío que había conocido, profundamente dormido en una silla incómoda. Sus piernas largas estaban estiradas y su cabeza inclinada hacia un lado, como si el sueño lo hubiese vencido tras una batalla.

Maia se incorporó lentamente, cuidando no hacer ruido. La imagen de Vladímir durmiendo, con el ceño relajado y el semblante en paz, le resultó... intrigante. No parecía el hombre implacable que conocía. Había algo vulnerable en él, algo que hizo que su corazón latiera un poco más rápido.

—Tal vez no sea tan malo después de todo —susurró para sí misma, esbozando una pequeña sonrisa mientras lo observaba con ternura.

Su mente vagaba entre esos pensamientos cuando la puerta de
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