CAPÍTULO 20

Vladimir se despertó con Maia entre sus brazos. Su rostro descansaba sobre su pecho, su respiración era tranquila, y su cuerpo encajaba perfectamente con el suyo. La calidez de su piel, el suave aroma a vainilla de su cabello y la forma en que sus dedos estaban entrelazados con los suyos le provocaron una sensación de paz que jamás había sentido.

Él, el hombre que siempre había mantenido su corazón blindado, que veía el amor como un concepto lejano e innecesario, ahora se encontraba sonriendo como un tonto solo por tenerla ahí, entre sus brazos.

Se sentía extraño y maravilloso a la vez.

No sabía en qué momento había sucedido, pero la verdad era clara: estaba enamorado de Maia, hasta los huesos.

No era solo deseo. No era solo atracción. Era un sentimiento profundo, una certeza absoluta de que ella había entrado en su vida para quedarse.

Todo en ella le gustaba , esa sonrisa lo atraía como un imán , su sencillez , su ternura para él era la mujer perfecta , su compañera ideal y ella era
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