Scarlett
La ciudad se siente más oscura de lo normal, como si un manto invisible de peligro la cubriera. Mientras camino por las calles adoquinadas, con mi chaqueta de cuero ajustada al cuerpo, siento que cada paso me acerca más al abismo. No es una sensación nueva, pero esta vez, el riesgo es mayor que nunca. Estoy en la periferia del territorio Blackwood. El corazón de su manada está en algún lugar oculto, protegido por las sombras y el misterio que han tejido alrededor de ellos durante siglos. Nadie que haya intentado entrar ha salido con vida. Nadie excepto los suyos. Pero hoy, todo eso va a cambiar. Me detengo frente a una cafetería, mis ojos escaneando cada rincón de la ciudad. No puedo permitirme un error. Si fallara, si alguien delata mi presencia, sería el fin. Me mantengo tranquila, una cazadora entre lobos, preparándome para lo que viene. No hay lugar para la duda. La información que tengo es limitada. Sé que hay un pequeño grupo de Blackwoods que frecuentan la ciudad. Usan esta zona como punto de reunión para negocios clandestinos y otros asuntos más siniestros. Mi misión es simple: encontrar a uno de ellos, ganarme su confianza y usarlo como mi llave para entrar en su territorio. Me deslizo hacia la entrada de la cafetería, mis sentidos agudizados. Mi corazón late fuerte, pero mi exterior sigue siendo frío y controlado. Entro con paso firme, buscando alguna señal, algo que me diga que estoy en el lugar correcto. Me siento en una mesa junto a la ventana y pido un café, mi mirada clavada en la puerta. Pasados unos minutos, lo siento antes de verlo. Una energía densa, casi electrizante, llena la estancia. Miro hacia la puerta, y ahí está. Un hombre alto, vestido con una chaqueta de cuero negro y botas pesadas, entra con la misma facilidad con la que un depredador acecha a su presa. Tiene el porte de un Blackwood, aunque es más joven de lo que imaginaba. — Él es —susurro para mí misma, sin apartar la vista. Lo sigo con la mirada mientras se acerca al mostrador, su figura oscura y poderosa destacando entre el resto de los clientes. Sabe que está en control. Sabe que aquí, en este lugar, nada puede tocarlo. Pero eso cambiará pronto. Espero el momento adecuado. Me levanto lentamente y camino hacia él, asegurándome de que mi presencia no pase desapercibida. Cuando estoy lo suficientemente cerca, finjo tropezar y dejo caer mi cartera justo a sus pies. — Lo siento —digo, con una mezcla de nerviosismo calculado y timidez. Él me mira con ojos fríos, como si evaluara si soy una amenaza o solo una chica más perdida en la ciudad. Después de un segundo que parece eterno, se agacha y me devuelve la cartera. — Ten cuidado —gruñe, su voz baja y profunda, cargada de peligro. — Gracias —respondo, mirándolo directo a los ojos por primera vez. Siento la chispa de reconocimiento, como si ambos supiéramos que esto no es un encuentro casual. El juego ha comenzado. Me doy la vuelta para irme, pero antes de que pueda dar dos pasos, él me detiene. — No te he visto por aquí antes —dice, su tono aún más grave. Me vuelvo lentamente, mi mente trabajando a toda velocidad. Este es el momento. Debo jugar bien mis cartas. — Soy nueva en la ciudad —respondo, permitiendo que una sonrisa pequeña pero intrigante se asome en mis labios—. Buscando algo de… emoción. — ¿Emoción? —repite, con una ceja levantada. — Algo que haga que mi corazón lata más rápido —digo, acercándome un paso más hacia él—. ¿Conoces algún lugar? Él sonríe por primera vez, pero no es una sonrisa amistosa. Es peligrosa, como el filo de un cuchillo. — Puede que sí. Si sabes dónde buscar. Lo tengo. Le devuelvo la sonrisa, fingiendo un interés casual, pero por dentro, cada fibra de mi ser está lista para la acción. Este es el primer paso. Este hombre es mi pase al territorio Blackwood. — Entonces, dime, ¿dónde debería buscar? —pregunto, inclinándome un poco hacia él, lo justo para que sienta que tiene el control. — Tal vez te lo muestre algún día —dice, su mirada brillando con algo que no logro descifrar del todo—. Pero ten cuidado, no todos sobreviven a esa clase de emoción. — Estoy dispuesta a correr el riesgo —respondo sin dudar. Antes de que pueda contestar, su teléfono suena. Lo mira brevemente, frunce el ceño y luego se vuelve hacia mí. — Debo irme. Pero pronto nos volveremos a ver —promete. Lo veo salir del café, su figura desapareciendo en la penumbra de la ciudad. Mi corazón sigue latiendo con fuerza, pero no es por miedo. Es la adrenalina del peligro, el primer paso hacia mi infiltración en el territorio Blackwood. Pero mientras veo cómo se aleja, una sombra oscura se desliza en el callejón frente a la cafetería, apenas perceptible. Mis instintos me dicen que estoy siendo observada. ¿Alguien ya me ha descubierto?La luna llena se alza alta en el cielo, derramando su pálida luz sobre el denso bosque que rodea nuestro territorio. Es la clase de noche que mis ancestros adoraban, una noche para cazar, para marcar nuestro dominio en la tierra que nos pertenece por derecho. Pero algo está mal esta vez. Un olor extraño se mezcla con la brisa, un aroma que no debería estar aquí. — La siento cerca —gruñe Caleb, con los ojos brillando bajo la luz lunar. Sus colmillos sobresalen, un reflejo de la tensión que todos compartimos. — Mantén la calma —le digo, aunque en el fondo siento lo mismo. Mi lobo interno está inquieto, agitado, como si algo estuviera por estallar. Hemos escuchado rumores de cazadores en nuestro territorio, intrusos que se atreven a desafiar a los Blackwood. Aunque esos rumores normalmente no me preocupan, hay algo en el aire esta noche que me pone en guardia. He aprendido a confiar en mis instintos, y esta noche, gritan que algo va a suceder. Nos movemos en silencio a través del
Dante Blackwood El sonido de un grito desgarrador me atraviesa como una bala. Mi instinto se enciende al instante; algo anda mal, terriblemente mal. Me lanzo hacia el bosque sin pensarlo, con Caleb y el resto de la manada siguiéndome de cerca. La luna apenas ilumina nuestro camino, pero no necesito verla. Puedo oler el peligro.—Es Marcus, está atrapado —gruñe Caleb mientras corremos entre los árboles.Mis músculos se tensan al escuchar su nombre. Marcus es joven, impulsivo, pero fuerte. Aun así, el hecho de que haya caído significa que el enemigo está más cerca de lo que pensábamos.Los cazadores han estado rondando nuestras tierras durante semanas, pero siempre hemos sido más rápidos, más astutos. Hasta hoy. La furia se acumula en mi pecho mientras corro hacia la dirección del grito. No puedo permitir que lo capturen. No bajo mi mando. No puedo repetir los errores del pasado.—¡Rápido! —gruño, sin mirar atrás.Cuando llegamos a un claro en el bosque, mi corazón se detiene por un se
El bosque siempre ha sido mi refugio, mi terreno de caza. La negrura de la noche, los susurros de las hojas que crujen bajo mis pies, la humedad del aire que se pega a mi piel. Es el escenario perfecto para una cazadora como yo, siempre alerta, siempre preparada. La quietud me rodea, pero bajo esa calma aparente, sé que el peligro acecha en cada rincón. Esta noche, sin embargo, algo es diferente. Algo no encaja. El territorio Blackwood es imponente, antiguo, impregnado con la presencia de la manada. Lo sé. Lo he estudiado. Son los más poderosos, los más peligrosos. Pero algo en el aire está alterado. Como si la misma naturaleza se hubiera vuelto contra mí, como si el bosque tuviera secretos que no debería descubrir. Aunque llevo años cazando hombres lobo, nunca había sentido esta pesadez en el ambiente. Mi misión es clara: destruir a la manada Blackwood. No es personal, es una cuestión de supervivencia. Ellos son la última amenaza para los cazadores, y yo soy la encargada de eliminar
Dante Blackwood Ayer pude verla. La cazadora. Esa mujer que se movía con la precisión de un depredador, acechando en la oscuridad como si formara parte de ella. No sé qué esperaba encontrar, pero lo que vi me dejó... perturbado. Su mera presencia me sacudió de una forma que nunca había experimentado. Y aún no entiendo por qué. No pude dormir. Sus ojos me siguen persiguiendo, incluso ahora, horas después de nuestro encuentro. Esos ojos azules, fríos como el acero pero con una chispa que me hace dudar. Ojos que no deberían tener ese poder sobre mí, que no deberían despertar nada en mi interior. Pero lo hicieron. Recuerdo su figura perfectamente, como si la tuviera frente a mí. Alta, esbelta pero fuerte. Sus caderas marcadas, la forma en que su cuerpo se movía con una gracia letal. Y su melena... dorada, casi como si el sol estuviera atrapado en cada hebra de su cabello. Nunca había visto algo así. Nunca había sentido algo así. "¿Qué demonios me pasa?" Me digo mientras me l
Dante Blackwood El viento helado de la noche corta mi rostro como cuchillas, pero apenas lo noto. Mis sentidos están agudizados al máximo, escaneando cada rincón de este maldito bosque. Algo no encaja. Desde el enfrentamiento con los cazadores la semana pasada, he sentido la tensión en el aire, como si una sombra se cierna sobre nosotros. Me he acostumbrado a esa sensación; la llevo a cuestas como una segunda piel.—¿A dónde vamos, jefe? —pregunta Caleb, acercándose a mi lado.Le lanzo una mirada rápida, su semblante está relajado, pero puedo ver la pregunta en sus ojos. Están preocupados. Han notado que mi control está fallando. Mi paciencia, cada vez más corta. No puedo permitirme el lujo de mostrarles debilidad, no ahora. Así que me obligo a mantener la calma, a no dejar que el pasado se filtre en mi voz.—Patrullamos el perímetro —respondo en tono firme—. No quiero sorpresas esta noche.Asiente, pero puedo sentir su incertidumbre. Caleb es de los pocos que me cuestiona, y a veces
El viento sopla frío y cortante, susurrando advertencias mientras me deslizo entre los árboles, manteniéndome a una distancia prudente de Dante. Su figura oscura se mueve con sigilo entre la maleza, como una sombra que desaparece y reaparece en el resplandor pálido de la luna. Algo en su comportamiento me alertó esta noche. Desde que comenzó la reunión de la manada, Dante ha estado inquieto, con la mandíbula apretada y los músculos tensos como si contuviera un secreto peligroso. No me sorprende cuando, apenas terminó la asamblea, se escabulló en silencio, como si temiera que alguien lo siguiera.Y aquí estoy yo, haciendo precisamente eso.El bosque se hace más denso a medida que avanzamos, las ramas parecen alargarse para arañarme el rostro y las raíces se enredan bajo mis pies, como si intentaran detenerme. Pero no es cualquier lugar al que nos dirigimos. Mi corazón late más rápido cuando reconozco los alrededores. No es posible. Él no puede estar yendo allí.El refugio abandonado.C
ScarlettEl aire nocturno está cargado de la fragancia de pinos y tierra húmeda mientras camino por el sendero del bosque, mis pasos amortiguados por la suave alfombra de hojas. El silencio me envuelve, roto solo por el canto lejano de un búho y el murmullo del viento entre las ramas. No estoy segura de por qué acepté venir aquí. Después de lo que ocurrió en el refugio abandonado, pensé que Dante me evitaría, manteniéndose alejado como siempre lo hace cuando las cosas se complican. Pero esta noche es diferente.Esta noche, él me pidió que lo acompañara.Lo veo esperando al final del sendero, su silueta alta y poderosa recortada contra el brillo de la luna. Lleva la misma chaqueta de cuero que siempre usa, y sus brazos están cruzados sobre el pecho, como si se estuviera protegiendo del frío... o tal vez de mí. Cuando me acerco, levanta la vista y nuestros ojos se encuentran. La atracción es inmediata, un chispazo de electricidad que recorre el aire entre nosotros.—Pensé que no vendría
Scarlett Mis dedos rozan el lomo de un libro antiguo mientras me siento en el rincón más apartado de la biblioteca. Las luces tenues apenas iluminan el lugar, y el silencio es casi sepulcral. La gente del pueblo raramente viene aquí; todo el conocimiento que necesitan se encuentra en internet. Pero yo estoy buscando algo más… algo que no encontraría con una simple búsqueda en G****e. Necesito respuestas, y las necesito ahora. Desde que Dante me habló sobre la manada y lo que implica ser un hombre lobo, mi mente ha estado atrapada en una maraña de preguntas. Todo lo que sé, todo lo que alguna vez creí saber, está comenzando a derrumbarse. Me enseñaron desde niña que los hombres lobo son monstruos despiadados, criaturas que cazan a los humanos por deporte y disfrutan del dolor ajeno. Pero Dante… él no encaja con esa descripción. Hay una oscuridad en él, sí, pero también un sentido de deber, de protección. Y no puedo dejar de preguntarme si hay más detrás de sus ojos atormentados, si l