7 - La Cazadora

Dante Blackwood

Ayer pude verla.

La cazadora. Esa mujer que se movía con la precisión de un depredador, acechando en la oscuridad como si formara parte de ella. No sé qué esperaba encontrar, pero lo que vi me dejó... perturbado. Su mera presencia me sacudió de una forma que nunca había experimentado.

Y aún no entiendo por qué.

No pude dormir. Sus ojos me siguen persiguiendo, incluso ahora, horas después de nuestro encuentro. Esos ojos azules, fríos como el acero pero con una chispa que me hace dudar. Ojos que no deberían tener ese poder sobre mí, que no deberían despertar nada en mi interior. Pero lo hicieron.

Recuerdo su figura perfectamente, como si la tuviera frente a mí. Alta, esbelta pero fuerte. Sus caderas marcadas, la forma en que su cuerpo se movía con una gracia letal. Y su melena... dorada, casi como si el sol estuviera atrapado en cada hebra de su cabello. Nunca había visto algo así. Nunca había sentido algo así.

"¿Qué demonios me pasa?" Me digo mientras me levanto de la cama, cansado de darle vueltas a lo mismo. No puedo permitirme este tipo de distracciones, no ahora. Mi manada está en peligro, y mi deber es protegerlos, no pensar en una cazadora que ha jurado destruirnos.

Me dirijo hacia la ventana de mi habitación, donde el bosque se extiende interminable frente a mí. El viento susurra a través de los árboles, trayendo consigo el eco de su voz, la firmeza con la que me enfrentó. La cazadora. Scarlett.

La cazadora debería ser mi enemiga. No hay duda de eso. Es su misión cazarnos, destruirnos uno a uno hasta que no quede nada de nosotros. Y aun así, cuando la vi, no pude matarla. No pude ni siquiera intentar herirla. Algo en ella me detuvo.

"Esto es una locura", me digo, apretando los puños. Estoy perdiendo el control. Yo, el Alfa de la manada Blackwood, el que se supone debe liderar, proteger, y salvar a los míos. ¿Cómo puedo hacerlo si mi mente está dividida? Si algo dentro de mí no puede dejar de pensar en esa mujer.

Hay una atracción inexplicable que tira de mí hacia ella. Y lo peor es que no es solo física. Claro, es hermosa. No puedo negarlo. Sus caderas marcadas, la fuerza de su cuerpo, su melena rubia que parecía brillar incluso en la oscuridad, y esos malditos ojos azules... Pero hay algo más. Algo más profundo que no puedo identificar.

Siento una conexión. Algo dentro de mí lo sabe. Y eso es lo que me aterra.

— Dante. —La voz de Caleb, mi segundo al mando, me saca de mis pensamientos. Está de pie en el umbral de la puerta, con los brazos cruzados y una mirada de preocupación en su rostro. Él sabe que algo está mal, aunque no me lo haya dicho directamente. Lo siento en su postura, en la forma en que sus ojos me analizan.

— ¿Qué pasa? —le pregunto, intentando sonar más seguro de lo que me siento.

— La manada está inquieta. Ayer perdimos a otro de los nuestros, y algunos están empezando a dudar. Temen que esta cazadora sea más peligrosa de lo que pensamos. —Su tono es bajo, como si no quisiera admitirlo. Pero el miedo en sus palabras es claro.

La cazadora. Scarlett. Es peligrosa, de eso no hay duda. Pero no de la forma en que ellos creen. No solo por su habilidad para cazarnos. Hay algo más en juego, algo que va más allá de la simple supervivencia.

— Mantén a todos alerta —le ordeno, sin mirarlo. Mi mirada sigue fija en el horizonte, en ese bosque donde sé que ella sigue acechando, esperando el momento perfecto para atacar de nuevo.

— ¿Y tú? —pregunta Caleb, dando un paso más cerca—. ¿Estás bien?

Bien. Esa palabra parece tan... ajena en este momento. No estoy bien. No desde que la vi. Pero no puedo permitirme parecer débil. No frente a mi manada.

— Estoy bien —respondo con firmeza, aunque sé que Caleb no está convencido.

Él asiente lentamente y se da la vuelta para salir de la habitación, dejándome solo una vez más. Pero mi mente no está sola. Está con ella. Con la cazadora.

Esa noche, salgo al bosque. No puedo estar más en mi habitación, sintiéndome atrapado. Necesito aire. Necesito respuestas. Y algo me dice que las respuestas están allá afuera, esperándome.

Me muevo con rapidez entre los árboles, mis sentidos alerta. Puedo olerla. Ese aroma sutil y dulce, mezclado con el peligro. Scarlett está cerca. Puedo sentirlo en el aire.

De repente, escucho un crujido a mi izquierda. Me detengo en seco, agudizando el oído. No es un miembro de mi manada. Es ella. Lo sé. Mi cuerpo se tensa, listo para lo que sea que venga. Pero, al igual que la noche anterior, no siento la necesidad de atacarla.

Entonces la veo, a través de los árboles. Scarlett. Está observándome desde las sombras, pero antes de que pueda hacer algo, desaparece.

Y lo único que pienso es que esto no ha terminado. Ni para ella ni para mí.

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