Scarlett Mis dedos rozan el lomo de un libro antiguo mientras me siento en el rincón más apartado de la biblioteca. Las luces tenues apenas iluminan el lugar, y el silencio es casi sepulcral. La gente del pueblo raramente viene aquí; todo el conocimiento que necesitan se encuentra en internet. Pero yo estoy buscando algo más… algo que no encontraría con una simple búsqueda en G****e. Necesito respuestas, y las necesito ahora. Desde que Dante me habló sobre la manada y lo que implica ser un hombre lobo, mi mente ha estado atrapada en una maraña de preguntas. Todo lo que sé, todo lo que alguna vez creí saber, está comenzando a derrumbarse. Me enseñaron desde niña que los hombres lobo son monstruos despiadados, criaturas que cazan a los humanos por deporte y disfrutan del dolor ajeno. Pero Dante… él no encaja con esa descripción. Hay una oscuridad en él, sí, pero también un sentido de deber, de protección. Y no puedo dejar de preguntarme si hay más detrás de sus ojos atormentados, si l
DanteLas llamas de la hoguera crepitan en el centro del claro mientras observo a los míos. El calor que emana debería ser reconfortante, pero todo lo que siento es un frío glacial recorriéndome las venas. Mis hombres están reunidos en un círculo cerrado, sus ojos reflejando la luz del fuego y la tensión que palpita en el aire. Algunos murmuran en voz baja, otros se mantienen en silencio, atentos a cada movimiento. Todos, sin excepción, tienen la misma pregunta escrita en sus rostros: ¿qué está pasando?Yo debería darles respuestas, pero incluso yo mismo tengo más dudas que certezas.—Dante —la voz profunda de Marcus, uno de mis guerreros más leales, interrumpe mis pensamientos. Se adelanta unos pasos, su expresión seria y preocupada—. No podemos seguir ignorando esto. Las advertencias… son demasiadas.Lo miro, apretando la mandíbula. Él tiene razón. Durante las últimas semanas, han llegado a mis oídos rumores cada vez más insistentes de que algo oscuro se está gestando. Al principio
La luna está alta en el cielo cuando llego al borde del claro, el brillo plateado bañando las copas de los árboles y proyectando sombras alargadas en el suelo del bosque. Mis pasos se detienen al ver la figura de Dante de pie junto a la vieja cabaña. Está mirando hacia la espesura, con los hombros tensos y la mandíbula apretada, como si estuviera dispuesto a lanzarse a la batalla en cualquier momento. Incluso desde aquí puedo sentir la intensidad de su presencia, el aura de poder y control que siempre lo rodea.Inhalo profundamente, intentando calmar los latidos acelerados de mi corazón. Desde la noche en el refugio abandonado, no he dejado de pensar en lo que vi y en lo que escuché. Dante no es el monstruo que todos me habían pintado. No es el depredador sin alma que se alimenta del miedo y del dolor. No es nada de eso. Y si alguna vez lo fue, ese no es el hombre que tengo frente a mí ahora.Con el pulso martilleándome en los oídos, doy un paso hacia el claro, rompiendo el silencio.
ScarlettEl bosque está inquietantemente silencioso cuando salgo de la cabaña de Dante. La oscuridad me envuelve como un manto pesado, pero el frío aire nocturno no es lo que me pone la piel de gallina. Es lo que siento en el ambiente: algo está mal. Algo que hace que mi pulso se acelere a medida que avanzo por el sendero que lleva a mi casa.Las palabras de Dante resuenan en mi cabeza: “No andes sola de noche, Scarlett. No todos los lobos son de fiar”. Me lo repitió tantas veces que pensé que estaba siendo demasiado protector, pero ahora esa advertencia me persigue a cada paso. Respiro hondo y trato de enfocarme. No puedo permitir que el miedo me consuma. Agarro el arco que llevo colgado del hombro y rozo con los dedos las flechas en mi carcaj. Siempre he tenido esa arma conmigo, un recordatorio de lo que soy capaz de hacer cuando la situación lo amerita. Sin embargo, hasta ahora nunca la había sentido tan esencial.El viento cambia de dirección y, de repente, un hedor ácido y fuerte
DanteEl fuego crepita débilmente en la chimenea, pero la calidez de las llamas no logra atravesar el frío que siento en mi pecho. Marcus está a mi lado, mirándome con esos ojos inquisitivos, esperando a que le diga lo que me atormenta. Pero incluso con él, mi hermano menor, el único con quien siempre he compartido cada pensamiento, esta vez es más complicado.—¿Qué pasa, hermano? —pregunta finalmente, rompiendo el silencio que se ha apoderado de la habitación.Sus palabras suenan preocupadas, pero también está la chispa de curiosidad que siempre tiene. Marcus es el más sensato de los dos, el que mantiene la calma cuando yo estoy al borde de perderla. Pero esta noche, su rostro refleja algo más: la misma tensión que yo siento desde que Scarlett apareció en nuestras vidas.Aprieto los puños, mirando fijamente las llamas como si estas pudieran darme una respuesta. Pero no hay ninguna. Todo lo que siento es un caos interno que se niega a calmarse.—No quiero hablar de eso, Marcus —respon
ElijahLa luna llena brilla con una intensidad casi siniestra sobre el vasto territorio de los Blackwood, iluminando cada colina y valle como si quisiera destacar los puntos vulnerables de su preciada tierra. Desde mi posición elevada, oculto entre las sombras de los árboles, observo la aldea que se extiende a lo lejos, los fuegos parpadeando a lo largo del campamento como pequeñas brasas, cada una un recordatorio de la arrogancia de Dante.Mis labios se curvan en una sonrisa helada. Dante y su manada creen que sus muros y patrullas los protegen. No se dan cuenta de que la amenaza más peligrosa no es la que viene de frente, sino la que se desliza en las sombras y ataca desde adentro.—¿Han llegado nuestros espías a la ciudad? —pregunto sin apartar la vista de la aldea.—Sí, Alfa —responde Renard, mi lugarteniente más leal, con su voz grave y contenida—. Tres de los nuestros ya están dentro, mezclados con los humanos. Se han ganado la confianza de los comerciantes que abastecen a los B
DanteLos primeros rayos del amanecer apenas tocan el horizonte cuando siento el cambio en el aire. Algo no está bien. Desde que desperté, hay una presión constante en mi pecho, un presentimiento que no me deja en paz. Mi instinto me dice que algo está por suceder, pero todavía no puedo definir qué es.—Dante, tenemos un problema —la voz de Marcus, mi hermano, corta el silencio de la mañana mientras entra rápidamente a mi despacho.Lo miro con atención, notando la tensión en sus movimientos. Marcus no es del tipo que se alarma fácilmente, así que si él viene con malas noticias, probablemente sean peores de lo que imaginaba.—¿Qué sucede? —pregunto, poniéndome de pie al instante.—Han atacado uno de nuestros puestos de vigilancia en la frontera este. Encontramos a dos de nuestros hombres inconscientes. Están vivos, pero gravemente heridos.Un frío se instala en mi estómago. Sabía que algo estaba por ocurrir, pero no esperaba que fuera tan pronto. Elijah. Tiene que ser él. Desde hace se
ScarlettLa noche ha caído, y las sombras se alargan como si quisieran devorarme entera. Estoy sola, escondida detrás de un viejo roble en el límite del bosque. Mi corazón late con fuerza, no porque esté asustada, sino porque sé que lo que estoy a punto de descubrir podría cambiarlo todo. La luna llena ilumina el claro donde se encuentran Elijah y uno de sus hombres más cercanos, hablándose en susurros tensos.Desde donde estoy, puedo escuchar fragmentos de su conversación, aunque intento concentrarme al máximo. Es difícil no dejar que la mente divague, sobre todo cuando llevo semanas en esta espiral de incertidumbre. Sé que estoy jugando con fuego, pero algo en mí me impide retroceder. Algo, o más bien alguien.— Esto es solo el principio —escucho a Elijah decir, su voz áspera y cargada de desprecio—. Los Blackwood han bajado la guardia. Dante cree que puede proteger a los suyos, pero no sabe lo que se avecina.Un escalofrío recorre mi espalda. E