Narrado por DanteEl campo de batalla es un mar de caos. Las sombras de la guerra se alzan, retumbando en mi pecho mientras miro a mi alrededor. Mis guerreros, exhaustos y heridos, luchan con la rabia y el valor que los caracteriza, pero la verdad es innegable: estamos perdiendo. Elijah, alimentado por el poder oscuro que lo corrompe, avanza implacable, y la desesperación comienza a hacer mella en mis soldados.De repente, en medio del fragor de la batalla, una idea desesperada se presenta ante mí. Si quiero salvar a Scarlett y a mi manada, debo aceptar mi verdadero destino: el de un salvador. Pero este camino no será fácil. He escuchado historias de rituales antiguos, de sacrificios que requieren una conexión profunda con la esencia misma de la manada. Necesito canalizar el poder de cada guerrero, de cada alma que ha caído en esta lucha, para enfrentar a Elijah.Mis manos tiemblan mientras me concentro, sintiendo la energía fluir a través de mí. Busco en lo más profundo de mi ser y r
El aire en el campo de batalla es pesado, impregnado de un silencio extraño tras la tormenta de la guerra. A mi alrededor, los restos de la contienda yacen en calma, como si el mundo mismo contuviera el aliento, testigo de todo lo que hemos sacrificado. Elijah está caído, su poder oscuro dispersado y extinguido finalmente. Con mi último aliento, he logrado vencerlo y liberar a nuestra manada de su amenaza.Pero el costo de esta victoria se siente en cada fibra de mi ser. Mis fuerzas se escapan como agua entre los dedos. El mundo comienza a desvanecerse, y por un momento, pienso que este podría ser el fin para mí. La luz que habíamos invocado, el poder que canalicé, se ha cobrado su precio, dejándome exhausto y al borde de la inconsciencia.Justo en ese instante, siento una mano en mi hombro. Abro los ojos apenas, y la veo: Luna está a mi lado, su expresión serena y concentrada, pero con una determinación que ilumina sus ojos.—No te dejaré ir, Dante —susurra con voz suave pero firme.
Los primeros rayos de sol empiezan a iluminar el campamento, dispersando las sombras que quedaron tras la batalla. El aire huele a tierra húmeda y a hojas frescas, como si el bosque mismo estuviera respirando con nosotros, aliviado por el fin de una guerra que parecía interminable. Estoy sentada en un tronco caído, observando a los guerreros que se recuperan poco a poco, algunos aún heridos, otros reunidos en pequeños grupos, hablando en susurros. Verlos me hace darme cuenta de lo mucho que esta manada ha cambiado para mí. Antes solo eran aliados temporales, pero ahora son algo más. Siento una presencia familiar a mi lado, y al girarme, veo a Dante. Él parece diferente hoy, como si la carga del liderazgo hubiera cambiado. Hay algo en sus ojos, una mezcla de orgullo y gratitud, pero también un cansancio que solo alguien como él puede llevar con tanta dignidad. Sin decir una palabra, se sienta junto a mí y entrelaza su mano con la mía. Su tacto es cálido, y el silencio entre nosotros e
La mañana de la ceremonia está llena de una calma solemne, como si incluso el viento y el cielo entendieran la importancia de este día. Desde antes del amanecer, he estado preparando el lugar en el claro, cerca del río, donde las diferentes manadas nos reuniremos. No puedo evitar sentir una mezcla de nervios y orgullo. Hoy, estamos aquí no solo para honrar a quienes cayeron en la batalla contra Elijah, sino para asegurar que su sacrificio marque un cambio duradero entre nuestras comunidades. A mi lado, Scarlett camina en silencio, su mirada fija en el horizonte. Aunque nunca ha liderado un ritual como el que está a punto de hacer, su determinación es inquebrantable. Luna le ha enseñado lo necesario para la ceremonia y ahora, bajo su guía, Scarlett se prepara para convertirse en algo más que la hechicera que salvó a la manada. Hoy, ella es un símbolo de unidad, un puente entre dos mundos que han estado en conflicto durante demasiado tiempo. —¿Listo para esto? —le pregunto, sabiendo
La brisa nocturna acaricia mi rostro mientras camino junto a Dante, nuestras manos entrelazadas con una firmeza tranquila. La batalla ha quedado atrás, pero las cicatrices —físicas y emocionales— todavía marcan a nuestra manada, a nosotros. Sin embargo, esta noche no se siente como el final de algo. Es un comienzo. Un futuro que hemos ganado con sudor, sangre y sacrificio.Miro a Dante de reojo. Su perfil bajo la luz de la luna es sereno, pero la fuerza que irradia sigue intacta. Es el Alfa que las manadas necesitan, pero también el hombre que yo necesito. Aún no sé cómo logra equilibrar ambos roles, pero ha demostrado ser capaz de liderar y amar con igual intensidad.—¿En qué piensas? —pregunta, sin mirarme, pero apretando ligeramente mi mano.—En nosotros —respondo con honestidad. No tiene sentido ocultarle nada ahora. Después de todo lo que hemos pasado, Dante conoce cada rincón de mi alma, incluso los oscuros.Se detiene y gira hacia mí. Sus ojos, brillando con el reflejo plateado
La cabaña está sumida en penumbra, iluminada solo por los tenues rayos de la luna que se filtran a través de las ventanas cubiertas de polvo. El aire huele a madera vieja y acero, un aroma familiar que siempre me recuerda que estoy rodeada de cazadores. Hombres y mujeres con cicatrices que cuentan historias de victorias, pérdidas y supervivencia. Pero esta noche es diferente. La tensión es casi tangible, un silencio denso que parece anticipar algo grande. Algo definitivo. El mapa del territorio Blackwood está extendido sobre la mesa central, sus líneas marcadas por cientos de horas de estudio y planificación. Conozco cada curva y cada punto del terreno. Lo he memorizado como si fuera una extensión de mí misma. Es mi boleto para acercarme a la manada más letal que hemos enfrentado. Y, sobre todo, a Dante Blackwood. Solo pensar en su nombre hace que la furia hierva en mis venas. No es solo una misión más. Para mí, esto es personal. Dante y su manada destruyeron mi vida. Mis padres eran
El aire del bosque es gélido, pero no me afecta. Estoy acostumbrado a él. Los lobos corren a mi alrededor, sus cuerpos oscuros se mezclan con las sombras de los árboles, apenas visibles bajo la luz de la luna llena. Sus aullidos resonantes llenan la noche, pero en mi cabeza hay silencio. Siempre lo hay cuando estoy solo con mis pensamientos, cuando el peso de lo que esperan de mí me aplasta desde dentro.Soy el Alfa. El líder. El que supuestamente debe salvarlos. Ellos creen que tengo lo que se necesita, que soy lo que dicen las antiguas profecías. Pero lo que no saben es que no me siento digno de ello, y no estoy seguro de poder cumplir con ese destino. El pasado que cargo me sigue como una sombra, y no puedo escapar de él.Miro hacia el cielo, hacia la luna que brilla con una intensidad casi desafiante. Siempre he sentido que la luna nos vigila, que de algún modo se burla de mí. Como si fuera un recordatorio constante de lo que soy y de lo que debería hacer.—No puedo seguir así —su
Scarlett La ciudad se siente más oscura de lo normal, como si un manto invisible de peligro la cubriera. Mientras camino por las calles adoquinadas, con mi chaqueta de cuero ajustada al cuerpo, siento que cada paso me acerca más al abismo. No es una sensación nueva, pero esta vez, el riesgo es mayor que nunca. Estoy en la periferia del territorio Blackwood. El corazón de su manada está en algún lugar oculto, protegido por las sombras y el misterio que han tejido alrededor de ellos durante siglos. Nadie que haya intentado entrar ha salido con vida. Nadie excepto los suyos. Pero hoy, todo eso va a cambiar. Me detengo frente a una cafetería, mis ojos escaneando cada rincón de la ciudad. No puedo permitirme un error. Si fallara, si alguien delata mi presencia, sería el fin. Me mantengo tranquila, una cazadora entre lobos, preparándome para lo que viene. No hay lugar para la duda. La información que tengo es limitada. Sé que hay un pequeño grupo de Blackwoods que frecuentan la ciuda