El destino del Alfa
El destino del Alfa
Por: Valentina Cano
1 - El plan

Scarlett Hale

La cabaña está en penumbra, iluminada solo por la fría luz de la luna que se filtra a través de las ventanas cubiertas de polvo. El lugar está abarrotado de cazadores, hombres y mujeres curtidos en batalla que se han enfrentado a lo peor que el mundo sobrenatural tiene para ofrecer. Pero esta noche, la atmósfera es distinta. Hay una tensión palpable en el aire, un silencio expectante que refleja la magnitud de la misión que estamos a punto de emprender. La manada Blackwood.

Y Dante Blackwood.

El nombre del Alfa resuena en mi mente como una maldición. El simple hecho de pensar en él hace que la furia burbujee en mi interior. No es solo otra misión. Para mí, es algo personal. Dante y su manada destrozaron mi vida cuando era niña. Mis padres eran cazadores experimentados, líderes de nuestra comunidad. Pero esa noche, los Blackwood atacaron sin piedad. Los vi morir ante mis ojos. Nunca olvidaré sus aullidos resonando en la oscuridad, ni el destello de los ojos rojos del Alfa mientras observaba cómo su manada reducía a mi familia a un montón de cuerpos inertes.

Desde entonces, he vivido para vengarme.

Me acerco a la mesa del centro, donde el mapa del territorio Blackwood está extendido. Cada línea, cada curva del terreno está grabada en mi mente. He pasado meses estudiando a esa manada. Son los más poderosos de nuestra lista. Pero tienen una debilidad, y sé que puedo explotarla. Dante es el Alfa, el pilar de su manada. Sin él, todo se vendría abajo.

Miro a los cazadores que me rodean, guerreros que han luchado durante años contra estas criaturas. Son fuertes, implacables, pero también saben cuándo retroceder. En esta misión, no habrá margen para el error.

Marcus, uno de los cazadores más experimentados, me lanza una mirada inquisitiva desde el otro lado de la mesa.

— Scarlett —dice en voz baja, pero firme—. ¿Tienes un plan? ¿Qué vamos a hacer?

Su pregunta cuelga en el aire. Todos los ojos están puestos en mí. Me tomo un segundo antes de responder, sopesando las palabras cuidadosamente. Saben que tengo algo en mente, pero lo que voy a proponer es arriesgado. Y no todos lo entenderán.

— Voy a infiltrarme en su territorio —digo con frialdad.

El silencio que sigue es casi ensordecedor. Nadie habla. Solo se escucha el crujido de la madera bajo nuestros pies y el viento afuera, golpeando las ventanas. Los cazadores intercambian miradas entre ellos, algunos con incredulidad, otros con preocupación.

Ethan es el primero en romper el silencio. Siempre el más impulsivo del grupo, su ceño está fruncido y su mandíbula apretada.

— ¿Sola? —pregunta, cruzando los brazos—. Scarlett, si intentas infiltrarte en su territorio, te van a matar. ¡Es una locura!

— No si lo hago bien —respondo, manteniendo mi voz firme.

— ¿Y qué te hace pensar que podrás hacerlo? —insiste—. Los Blackwood no son como las otras manadas que hemos enfrentado. Son más organizados, más letales.

Respiro hondo, manteniéndome tranquila. Esperaba resistencia, pero sé que lo que estoy proponiendo es lo único que tiene sentido.

— He estudiado sus movimientos durante meses —les digo, mirando a cada uno de ellos—. Conozco sus rutas de patrullaje, sus puntos ciegos, las zonas donde son más vulnerables. Si atacamos directamente, perderemos. Necesitamos una estrategia diferente.

— ¿Y cómo piensas acercarte al Alfa? —pregunta Evelyn, quien ha estado en silencio hasta ahora.

La miro a los ojos, sintiendo la tensión en mi cuerpo. Este es el punto crucial del plan.

— Voy a convertirme en una de ellos.

El impacto de mis palabras se siente de inmediato. Marcus golpea la mesa con el puño, dejando escapar un gruñido de frustración.

— ¡Eso es un suicidio! —exclama, inclinándose hacia mí—. Dante Blackwood no es un lobo cualquiera. Si te descubren, te despedazarán antes de que puedas decir una palabra.

— Lo sé —respondo, manteniendo la calma—. Pero también sé que si alguien puede infiltrarse, soy yo. Conozco a estos lobos mejor que cualquiera de ustedes. Si me hago pasar por una de ellos, podré acercarme lo suficiente a Dante. Cuando baje la guardia, atacaré.

El silencio que sigue es pesado, pero noto cómo algunos de los cazadores asienten lentamente. Saben que tengo razón. Un ataque directo sería un desastre. La única opción es la sutileza. Infiltrarse desde dentro.

Ethan aún parece indeciso, pero sus ojos reflejan una mezcla de respeto y preocupación.

— Scarlett… si fallas… —comienza a decir, pero lo interrumpo.

— No fallaré —le digo con determinación.

Marcus deja escapar un largo suspiro y asiente lentamente.

— Si crees que puedes hacerlo, estamos contigo. Solo asegúrate de salir viva de esa m*****a madriguera.

— Lo haré —respondo con confianza, aunque en el fondo, la duda se cuela en mi mente. Sé que estoy jugando con fuego, pero no hay otra opción.

El resto de la reunión se lleva a cabo rápidamente. Todos entienden el plan y lo que está en juego. Cuando los cazadores comienzan a irse, me quedo un momento más frente al mapa, sola en la penumbra.

La imagen de Dante Blackwood, el Alfa, aparece en mi mente. He oído hablar de él, de su fuerza y de su carácter implacable. Él es el mayor obstáculo entre nosotros y la victoria. Pero si hay algo que sé con certeza, es que cada Alfa tiene un punto débil.

Y yo estoy a punto de encontrar el suyo.

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