Alice y Oscar habían tomado un vuelo a Hawái donde disfrutarían su luna de miel e intentarían buscar a su primer hijo.
Amelia, Sarah, Arnold y unos amigos cercanos, se habían sentado en una de las mesas de la boda, ya muchos invitados se habían marchado y en sí, quedaban solo la familia. Frank había llevado a su primera novia y la había presentado a la familia, era una chica hermosa de origen coreana, se habían conocido en la empresa donde ambos trabajaban en New York y al parecer, la relación iba en serio.
Ava tenía a Elizabeth en brazos, con su hermoso vestido, había sido una de las que arrojó pétalos de rosas mientras venía Alice al altar. Todo el rato bien portada pero en la fiesta, había corrido con un par de niños y había quedado cansada, mientras los gemelos, Björn y Nico –este último en honor a Nicoletta-estaban plácidamente dormidos en sus cunas. Björn tenía brazo recargado en la orilla de la silla de Ava y ella lo siguió mirando disimuladamente.
—A
Gracias a todos por seguir esta hermosa bilogía, una de mis favoritas. Espero que haya sido de su agrado, espero leer una reseña en la historia, para así, invitar a otros lectores a que lean la historia. Mil gracias a todos por sus buenos comentarios. Gracias y nos vemos en otra novela.
Ava cruzó el bosque como pudo, tenía su ropa rasgada, con marcas en su piel por una lucha por defenderse, sus uñas estaban en su mayoría rotas, solo tenía un zapato puesto, el otro, no supo en que momento lo había perdido y en ese momento lo único que tenía que hacer, era alejarse.Cuándo llegó a su cabaña en aquella parte de las afueras del pueblo, sabía que tenía que huir, la habían visto con ese hombre y sin duda, esparciría el rumor de que la hizo suya, que ella había cedido a entregarse a él sin chistar, por la mañana, sería la comidilla del pueblo, sus padres se avergonzarían de ella, ningún vecino hablaría con ellos por tener a una hija fácil. ¿Qué sería más fácil en estos momentos? Irse. Evitarles problemas, aunque nunca le dio una señ
Después de dos años viviendo en la ciudad que nunca duerme, Ava hizo todo lo posible por sobrevivir, sus ahorros de años se habían ido en un abrir y cerrar de ojos, y cuando finalmente encontró algo en un call center, en el área de atención a clientes y no pagaban lo suficiente, pero por el momento, hasta que encontrara algo más, se quedaría ahí.―Atención a clientes A&T, mi nombre es Ava Gray, ¿En qué puedo ayudarle?―ese día era otro como cualquiera desde que entró a trabajar, era demasiado solitaria en la planilla en la que trabajaba y era buena en lo que hacía, y eso, la mantenía a flote...por el momento. ―Sí, muy bien, ―siguió en su llamada atendiendo la queja del cliente, mientras sus dedos se movían con agilidad sobre el teclado.Ya habían pasado dos años que no había vuelto
La lluvia no cesaba desde que había subido a la camioneta blindada en el aeropuerto, el clima se había vuelto más irritante desde que el nuevo chófer asignado para llevarlo al club, daba unos cuantos frenones por la falta de educación de los demás conductores, maldijo entre dientes en su idioma natal: alemán. Revisó su celular y notó que tenía varias llamadas de su hermano mayor: Bruno.Bruno Hoffmann era el mayor de los tres hijos que tenía el dueño del imperio de clubes Einsam, quién años atrás en New York, había creado el primer hotel Seasons y el club, estos habían crecido su fama como la espuma ya que era estrictamente para gente de alta sociedad, un lugar demasiado peculiar e íntimo, así como extravagante y psicodélico. Uno tenía que esperar seis meses para ser admitido a este club, ya que se hacía
Ava se miró en el espejo, estaba indecisa en si llevar el cabello suelto o recogido, se había puesto el único pantalón negro de vestir que tenía, los zapatos más elegantes con un diminuto tacón y una blusa lisa en color blanco con un listón delgado y negro amarrado en un moño a punto de desbaratarse, se puso solo un poco de rubor en sus pálidas mejillas, y rímel en sus largas pestañas, optó entonces por llevar suelto su cabello de último momento. Creía que así su rostro redondo, no se notaría mucho.― ¿Ya? ―escuchó decir impaciente a su amiga afuera del baño. Ava tomó aire y lo soltó lentamente entre dientes sin dejar de mirarse en el reflejo del espejo. Notó esas ojeras que apenas el maquillaje cubrió, ¿Por qué estaba nerviosa? Solo era una entrevista para un mejor trabajo, tendr&ia
Ava miró detenidamente al jefe de personal, él tenía una cerca arqueada, luego su ceño se arrugó, estaba algo sorprendido al escuchar a una de las mejores empleadas de la empresa informando su renuncia.― ¿Renunciar?―repitió esa palabra, Ava asintió sin dudar, para él era algo difícil de creer, ¿A dónde iría? ¿Habrá encontrado un mejor trabajo?― ¿Hay algún problema?―preguntó Ava a la reacción de él, de inmediato él se aclaró la garganta y negó.―Claro que no, es solo que me ha tomado por sorpresa, has sido una de las mejores empleadas de la empresa, ―aunque él pensó que muy solitaria pero buena empleada. ― ¿Has encontrado un trabajo bueno? ¿Con prestaciones? ―Ava se quedó mirando detenidamente unos breves segundos al hombre frente a ella vesti
Björn recordó que Ava no se había instalado aún, así que no podía andar cuidando maletas ni dejándolas por el lugar.―Primero, se va a instalar dónde va a vivir, pase con mi secretaria para que le dé el resto de la información, cuando termine de acomodarse, le llamaré para ponernos manos en la obra. ―Ava asintió, se volvió y Björn notó que Christine esperaba afuera de la oficina central, estuvo a punto de poner los ojos en blanco pero se detuvo al ver que Ava se inclinó para tomar la agarradera de la maleta. ―Espere, señorita Gray. ―Ava giró su rostro para mirarlo, Björn rodeó el escritorio para acercarse a ella, la mirada de Christine a través del cristal grueso de las dobles puertas de esa oficina, era de molestia. Björn abrió la puerta y miró a Ava. ―La señora Laurent la llevará a conocer
Ava esperó algo impaciente afuera de la oficina central dónde tenía que verse con su ahora jefe: Hoffmann.―Este es tu uniforme. ―anunció en un tono cargado de frialdad la secretaria. Ava se levantó como un resorte y se acercó a la rubia que estaba llegando al escritorio.―Gracias…―lo tomó y miró la tela, entonces Ava se quedó incomoda al ver la talla del uniforme, “¿Talla S?” “¿Era broma?”― ¿Algún problema? ―preguntó Sussan arqueando una ceja, su rostro mostró diversión oculta, Ava entendió que ella y la francesa se habían aliado.―Bueno, sí. ―hizo una breve pausa mostrándole la etiqueta. ―La talla es pequeña, no me quedará. ―confesó Ava sin mostrar la molestia que había provocado su burla más obvia en su rostro.―Lo siento, pero
Al rato después, los tacones sonaron contra el mármol de piso central dónde se encontraba la oficina de su jefe, sin dejar de caminar, Ava torció su labio al sentir como la falda tipo lápiz, se aferraba a su redondo trasero, Alice se había escapado para poder modificar el único uniforme que le dieron a su amiga, pero sabía Alice, que estaban intentando que renunciara, pero ellos y el resto del hotel, conocían a Ava Elizabeth Gray.Ava se detuvo frente al escritorio de Sussan quién levantó la mirada lentamente y observando el uniforme, se sorprendió al notar que remarcaba bastante la silueta de la mujer, la blusa blanca, se mostró un poco estirada de los botones por sus grandes...atributos. Ava se había recogido su cabello castaño en un moño para intentar verse más arreglada y presentable. “¿Quién andaría con el cabello