Ava esperó algo impaciente afuera de la oficina central dónde tenía que verse con su ahora jefe: Hoffmann.
―Este es tu uniforme. ―anunció en un tono cargado de frialdad la secretaria. Ava se levantó como un resorte y se acercó a la rubia que estaba llegando al escritorio.
―Gracias…―lo tomó y miró la tela, entonces Ava se quedó incomoda al ver la talla del uniforme, “¿Talla S?” “¿Era broma?”
― ¿Algún problema? ―preguntó Sussan arqueando una ceja, su rostro mostró diversión oculta, Ava entendió que ella y la francesa se habían aliado.
―Bueno, sí. ―hizo una breve pausa mostrándole la etiqueta. ―La talla es pequeña, no me quedará. ―confesó Ava sin mostrar la molestia que había provocado su burla más obvia en su rostro.
―Lo siento, pero no hay de tu talla, es la única que hay. ―Ava presionó sus labios, antes de hablar.
―Entonces no usaré el uniforme. ―Ava hizo movimiento de entregarle el conjunto azul marino que tenía en sus manos, pero Sussan negó.
―No puedes andar sin uniforme en el hotel y mucho menos en el club, y dudo que tengas dinero para usar algo más decente de lo que tienes. ―Ava se quedó sin palabras. ―Así que ve como le haces para entrar en ese conjunto. ―luego rodeó el escritorio y se dejó caer de manera elegante en su silla. Luego la ignoró haciendo algo en su computadora frente a ella y luego a contestar llamadas.
Ava sintió una molestia muy grande, ¿Cómo mierdas le iba a hacer para entrar en esa talla? ¿Por qué la estaban tratando de esta manera?
Bajó en el elevador hasta la planta del piso dónde se encontraba el resto de los empleados, al encontrar al baño, vio a Alice salir de uno de los cubículos, se emocionó al verla.
― ¡Ava! ¿Qué te han dicho? ¿Cuándo empiezas? ¿Dónde te ubicaron? ―la atacó con varias preguntas, Ava por un momento se quedó callada, sus dedos se enterraron con fuerza en la tela, Alice miró lo que llevaba en las manos, luego miró su rostro, notó que sus mejillas comenzaron a enrojecerse. ― ¿Qué pasa?
― ¿Tienes algo de este color? ―Alice arrugó su ceño.
―Creo que sí, un blazer y un pantalón, ¿Por qué la pregunta?
―Necesito hacer una modificación. ―Ava presionó sus labios con un poco de fuerza.
―Oh, ¿Qué talla es…?―preguntó Alice quitándole la ropa de las manos, luego encontró la etiqueta. ― ¿Talla “S”? ―Alice miró a Ava quien se recargó en la orilla del lavamanos, luego se cruzó de brazos. Sabía que estaba molesta.
―Lo mismo he pensado, creo que no le cae bien mi contratación a la señora Laurent. Me ha dicho la secretaria que es la única talla…pero sé qué lo ha hecho a propósito. ―Alice torció sus labios.
―A nadie le cae bien a esa mujer, apenas llevo un día y he escuchado que es una…―detuvo sus palabras al escuchar voces acercarse, luego apareció un par de mujeres empleadas y metidas en su conversación, ni se dieron cuenta de ellas dos. Alice se acercó a Ava. ―Cuando termine mi turno, yo te ayudo a hacer la modificación, no te preocupes.
―Pero dice la secretaria que no puedo trabajar sin uniforme.
―Puedes ir a personal e informar que el uniforme no te ha quedado, puede que solo hoy puedas trabajar así…―Alice la miró de pies a cabeza, no iba tan tal, estaba presentable.
―Bien, solo dime por donde ir…
Alice le dejó indicaciones luego se retiró a su puesto de trabajo que era recepción.
Björn terminó su comida en la sala de juntas, miró su reloj y luego a su celular. Había leído más de cinco veces el mensaje de su hermano Oscar, “Al terminar esos seis meses, aléjate lo que más puedas de Bruno y nuestro padre, Björn.” Oscar se había enterado que Björn había aceptado tomar el control del hotel y del club durante seis meses en una ausencia muy sospechosa por parte de Bruno. Sabía que su Björn que tanto quería, iba a la boca del lobo. Pero también sabía que todo lo que dijera a su hermano, sería en vano. Cuándo Björn tomaba una decisión, no había nada que lo hiciera desistir.
―Señor Hoffmann, aquí tiene lo que ha ordenado. ―anunció Sussan a su jefe, le entregó una caja, que era la nueva tableta que había pedido.
―Gracias. ―dijo al tomarla, Sussan tomó los platos vacíos de la comida y los llevó a la salida, pero fue detenida por él. ― ¿Dónde está mi asistente personal?
Sussan intentó contener una sonrisa al recordar lo que la señora Laurent había hecho, eso lo notó Björn.
―No lo sé, solo le entregué el uniforme pero al mirarlo, pareció estar inconforme y luego se retiró. ―Björn arrugó su ceño. ―Supongo que no le gustó que…
―Puedes retirarte. ―ordenó tajante Björn, luego regresó la mirada a la caja de la tableta, con solo dos días en el hotel, ya había descubierto como era la secretaria de Bruno, y realmente no confiaba, menos en Christine, pensó que había hecho bien en contratar a alguien como su asistente personal.
Björn navegó en internet, revisó sus correos personales, entre menos usara el equipo de cómputo de Bruno, mejor. Pensaba que quizás estaba paranoico, pero podría estar siendo monitoreado por él, era muy sospechoso ausencia de su hermano mayor, no creyó para nada el lío de faldas que tenía.
El celular de Björn sonó y al ver la pantalla, vio que era un número privado, lo escuchó por unos segundos más imaginando quien podría ser.
―Hoffmann. ―dijo contestando.
―Bienvenido a casa, hijo. ―era la voz de su padre al otro lado de la línea. Björn se tensó, flash de los recuerdos del pasado, inundaron en segundos su cabeza, su niñez, su adolescencia y cuando murió su madre. ― ¿Qué te han comido la lengua los ratones?
―No. Estoy ocupado. ―dijo Björn apretando sus dientes con fuerza que comenzó a dolerle.
―Pues haz tiempo para recibirme, estoy llegando al hotel. ―luego colgó. Björn no había visto a su padre hace más de cinco años, desde que había regresado a Alemania a manejar el otro hotel y club. Este se levantó y se ajustó la corbata, luego se pasó una mano por su cabello rubio cenizo, no se había puesto fijador como solía hacerlo, lo llevaba rebelde y maldijo entre dientes al no usar. Llevaba un pantalón de vestir oscuro, camisa blanca y tenía remangada las mangas, dejando a la vista el rolex que le había regalado su madre. Salió de la sala de juntas al cruzar las puertas dobles que lo llevaba a la oficina central, luego empezó a hacer ejercicios de respiración para calmar el tsunami de ira que albergaba en su interior, recordó que era fuerte, que era maduro y que podía mantener una conversación con su padre. A pesar del odio que le tenía.
La puerta se cristal se abrió, mostrando una figura intimidante, era la mano derecha de su padre, Ethan, el guardaespaldas.
―Buenas tardes, ―dijo mientras revisó el lugar, luego momentos después, apareció su padre con dos hombres más que se quedaron custodiando las puertas de cristal.
―Hijo, bienvenido. ―Anton Hoffmann se acercó para abrazar a su hijo, Björn se acercó y con toda la fuerza de su ser, se contuvo en no soltar un puño contra su rostro.
― ¿Qué es lo que te trae por aquí? ―pregunto Björn al separarse, Anton se acercó al sillón individual de la sala de cuero que estaba a lado.
―Sé qué Bruno se ha ausentado, el muy cabrón no me ha dicho el verdadero motivo, pero ya es algo que me hace sospechar. Sabe que no confío del todo en él. ―Björn se sorprendió al escuchar esas palabras y más de su padre refiriéndose a Bruno, ya que Oscar y él pensaban en que era el favorito de su padre.
Björn se sentó frente a él, notó que Ethan lo miraba fijamente.
― ¿Qué? ―preguntó irritado Björn hacia a él.
―Nada, señor. ―luego se puso en otro lugar de la sala, luego Anton miró a su hijo.
―Vengo a hacerte una propuesta, Björn.
―No me interesa manejar este hotel ni el club. ―dijo en un tono serio.
― ¿Por qué no? ―Anton lo miró detenidamente.
―Quiero regresar a Alemania. Tengo mi vida ahí.
― ¿Cuál vida? ―dijo en un tono irónico su padre.
―Mi vida. ―remarcó Björn.
―No tienes una esposa. No tienes familia. No tienes amigos. No tienes siquiera una puta que te quite las ganas, ¿A eso le llamas “vida”?
Björn se tensó más, sabía que tenía razón, no tenía nada ni nadie que le diera una razón de estar ahí, pero seguía aferrándose a la distancia que mantenía con su propio padre y Bruno, hasta Oscar estaba del otro lado del mundo.
―A lo que yo llame “vida” es de mi incumbencia solamente. ―Anton sonrió.
― ¿Y cómo llevas tu trastorno? ―Björn apretó su mandíbula, se pellizcó el interior de su mejilla. ― ¿Cómo se llama? ―Ethan se metió para ayudarle a su jefe al ver que le hizo una seña con su mano.
―Trastorno explosivo intermitente, señor.
―Oh, sí. ―Anton miró a su hijo que estaba conteniéndose. ―Si te vas a quedar un tiempo, puedo buscar a un buen médico para tu tratamiento.
―Ya tengo mi médico y el tratamiento. Así que no es necesario…―Anton apretó sus dientes y movió sus dedos del brazo del sillón.
― ¿Y es bueno? ―Björn se preguntó que tanto interés por saber de ese tema.
―No estoy desfigurando con mis puños tu rostro en estos momentos….así que se puede decir que es bueno.
Al rato después, los tacones sonaron contra el mármol de piso central dónde se encontraba la oficina de su jefe, sin dejar de caminar, Ava torció su labio al sentir como la falda tipo lápiz, se aferraba a su redondo trasero, Alice se había escapado para poder modificar el único uniforme que le dieron a su amiga, pero sabía Alice, que estaban intentando que renunciara, pero ellos y el resto del hotel, conocían a Ava Elizabeth Gray.Ava se detuvo frente al escritorio de Sussan quién levantó la mirada lentamente y observando el uniforme, se sorprendió al notar que remarcaba bastante la silueta de la mujer, la blusa blanca, se mostró un poco estirada de los botones por sus grandes...atributos. Ava se había recogido su cabello castaño en un moño para intentar verse más arreglada y presentable. “¿Quién andaría con el cabello
Björn caminó hasta su oficina después de escuchar aquella conversación entre Christine y su asistente, por primera vez, había sonreído, pero así como sonrió, se esfumó en segundos aquel gesto, haber escuchado como Christine había intentado intimidar y humillar a su asistente, había decidido hacer algo sin duda alguna, pero antes, tenía que hacer algo.Ya en su oficina y recoger su abrigo, miró el reloj y estaba a punto de salir de la oficina central para ir con su asistente a hacer lo que había pensado al verla en ese uniforme. Sussan, la secretaria de él, tocó la puerta de cristal deteniendo su salida, Björn le hizo señas de que pasara.―Disculpe, señor Björn, la señora Laurent ha dejado lo que le pidió por la mañana.―Bien, gracias. ―luego regresó a su escritorio para d
Después de una tarde-noche agitada midiéndose cada conjunto, cada falda, cada calzado de marcas famosas, Ava entró a la casa dónde ahora estaría viviendo, Alice estaba sentada cenando cereal en el comedor, cuando vio a un par de hombres del hotel cargando bolsas y bolsas de marca, a lo último entró Ava, se le veía la cara de cansancio.― ¡Ava! Wow, ¿Qué es lo que está pasando aquí?―dijo Alice levantándose de su silla, los hombres desaparecieron dejándolas a solas finalmente. Ava se dejó caer en uno de los grandes sillones de la sala.―Mis uniformes. ―Ava dijo finalmente, Alice se acercó y comenzó a mirar el interior de una bolsa, entonces jadeó al ver la caja de zapatos con la marca GUCCI.―Oh, Dios mío, ―susurró sacando unas zapatillas negras de tacón, eran hermosas, discretas y
Björn le hizo señas a Ava para que entrara a la habitación, ella dudó por un momento, ya que era la privacidad de su ahora jefe, pero entró al ver el gesto de irritación por parte de él.Dejó el carro del servicio con el desayuno cerca del gran comedor, luego se enderezó y se pasó las manos por su saco azul marino, tenía nervios por ser su primer día oficial de trabajo como su asistente.Björn se sentó en la silla del gran comedor de la suite, era la habitación más cara y las más elegante del hotel. Se terminó de abrochar la camisa semi abierta, Ava notó que estaba descalzo, "Vaya que tiene bonitos pies. " Ava se aclaró la garganta intentando alejar ese pensamiento que quién sabe desde dónde había salido. Björn la miró.―Toma asiento. ―le señaló la si
París, Francia.Bruno dio un sorbo a su bebida, cerró los ojos saboreando el ardor que se deslizó por su garganta, luego abrió sus ojos para mirar el paisaje frente a él.―Señor Hoffmann, aquí tiene su periódico. ―anunció el ama de llaves de aquel ático. Bruno se giró hacia la mujer ya mayor, luego tomó.―Gracias. ―la mujer negó al ver el vaso de cristal en su mano.―No ha desayunado, señor. ―Bruno presionó sus labios.―Estoy bien. ―luego la mujer desapareció al ver el mal humor de su jefe.Bruno se sentó en el sillón cerca de la ventana de dónde estaba, dejó el vaso en la mesa del centro y se dispuso a leer el periódico. Pero no estaba prestando atención, los reportes que le habían llegado hace una hora por parte de Chri
Björn estaba bajo el agua de la regadera, sus manos abiertas contra el azulejo delante, su cabeza baja y con sus ojos cerrados disfrutando el agua fría. Escuchó a lo lejos el celular, era una notificación de mensaje. No se inmutó siquiera en apurarse a ver quién era quien lo estaba molestando, descartó mentalmente, Oscar no era, si fuera algo urgente, llamaría de inmediato, su padre y Bruno eran igual. La intriga comenzó a carcomer poco a poco hasta que maldijo entre dientes y cerró la llave del agua fría, tomó una toalla y se cubrió para salir, las huellas de sus pies húmedos, dejaron un camino contra el mármol.Tomó el celular que tenía cargando en la mesa de noche y abrió el mensaje, era de Thomas, su nuevo jefe de seguridad:“La señorita Gray y dos empleadas más van al club. ¿Quiere que proceda a retirarlas? “B
Christine miró a Björn en silencio casi a punto de explotar.―Deberías de entrar a la subasta, podrías encontrar algo que te llame la atención. ―el tono que usó Christine estaba vestido de sarcasmo, Björn negó mirando la pantalla de su celular, en espera de algún mensaje o llamada. ― ¿No quieres entrar?―insistió Christine.―No. Nunca me han llamado la atención las subastas. Ya tengo todo lo que quiero. ―dijo levantando la mirada a la mujer frente a ella. ―Y no necesito nada más.―Esta es una muy especial. Pero bueno, tú te lo pierdes. ―Christine sonrió y se giró para caminar a uno de los salones dónde estaba la subasta. Björn llamó a Thomas pero este no contestó, insistió de nuevo, no era de su agrado ese lugar, prefería manejar el hotel, el club se le hacía bastante oscuro, ya ten&ia
Ava sintió como sus pies eran arrastrados por el suelo frío, su corazón se agitó con miedo, "¿Qué era lo que estaba pasando?" ¿Por qué se sentía sin fuerzas? ¿Por qué todo era borroso?, sintió unas manos sobre su cuerpo, quería quitarlas, exigirles que no la tocaran, pero era como si no tuviese voluntad. Abrió como pudo un poco sus ojos, a pesar de tener los parpados pesados, alcanzó a ver a un par de mujeres que reían entre ellas, vieron la chaqueta de mezclilla que tenía sobre el vestido negro, se burlaban de cómo iba vestida, luego de nuevo manos, sintió frío, no pudo más y cerró los ojos, las voces eran lejanas, risas burlescas, ¿Qué es lo que estaban haciendo? ¿Acaso era una de esas iniciaciones de algún grupo de fanáticos del hotel? Pensó ya por último que deb&iac