Björn recordó que Ava no se había instalado aún, así que no podía andar cuidando maletas ni dejándolas por el lugar.
―Primero, se va a instalar dónde va a vivir, pase con mi secretaria para que le dé el resto de la información, cuando termine de acomodarse, le llamaré para ponernos manos en la obra. ―Ava asintió, se volvió y Björn notó que Christine esperaba afuera de la oficina central, estuvo a punto de poner los ojos en blanco pero se detuvo al ver que Ava se inclinó para tomar la agarradera de la maleta. ―Espere, señorita Gray. ―Ava giró su rostro para mirarlo, Björn rodeó el escritorio para acercarse a ella, la mirada de Christine a través del cristal grueso de las dobles puertas de esa oficina, era de molestia. Björn abrió la puerta y miró a Ava. ―La señora Laurent la llevará a conocer el área de los empleados. ―Björn miró a Christine quien pareció molestarse más.
―Necesitamos hablar, señor Hoffmann. ―Björn negó.
―Primero lleva a mi nueva asistente personal a su departamento dónde va a vivir. Luego cuando termines, vienes para hablar. ―Christine era pálida, piel aterciopelada, ojos azules, el cabello lo llevaba por encima de sus hombros, en un corte elegante y en un color rubio, sus mejillas se sonrojaron de la ira que estaba conteniendo, Bruno no le daba órdenes, mucho menos Björn. Ava notó que estaba a punto de empezar la tercera guerra mundial entre ellos dos, se aclaró la garganta y tiró con sutileza de la maleta para salir, Björn miró a Christine que estaba afuera de la oficina y él con la mano en la puerta de cristal.
―Es importante. ―Christine insistió en un tono cargado de frialdad.
―Esto también lo es. ―Björn replicó de manera intimidante hacia la mujer, ella asintió intentando no explotar.
―Bien, regreso. ―miró a Ava y arqueó una ceja. ―Sígueme.
Ava la siguió hasta un elevador que se encontraba al final del gran pasillo de ese piso. Mientras Christine pensó que tenía controlarse, tenía que repetirse que ese no era su hotel, pero pronto lo sería si movía bien sus cartas. Llegaron al lobby y por la parte de atrás de este, caminaron. En el recorrido, Ava miró asombrada aquel hotel tan elegante y lujoso, Christine, la miró detenidamente, ¿Por qué Björn la había contratado sin su permiso? Sabía que ella se encargaba de contratar y la chica no era de las que entraban al club o al hotel. Definitivamente olía a problemas, además, era curvilínea y castaña... y Björn las odiaba.
En silencio caminaron y llegaron a uno de las casas de campo, pasó una tarjeta plastificada con el logo del hotel y la puerta se abrió.
―Pasa. ―Ava entró tirando de su maleta y su boca casi caía al suelo, el lugar era cinco veces más grande que su mini departamento. Tenía todo y había un poco de lujo, la gran sala en L, una televisión grande empotrada arriba de una chimenea, un comedor grande y una cocina al final. ―Lo compartirás con dos personas más que son empleadas, una de ellas es de recepción, y una de cocina. Aquí están las reglas. ―Christine le entregó una hoja que estaba en la mesa a lado del sillón. ―Necesitan aprenderlas, la primera que rompan, se van. ―Ava asintió. ―En unos minutos traerán tu uniforme.
― ¿Hay uniformes para asistente personal? ―preguntó Ava con sorpresa, Christine arqueó una ceja y sonrió.
―Humm, sí. ―mintió. ―Solo que espero no haya problema en encontrarte una de tu talla…―Christine miró descaradamente el cuerpo de Ava, ―Espero que sí, no creo que tengas buena ropa para andar trabajando como la asistente de uno de los dueños de este lugar. ―Ava se molestó por como la miró y la forma en que lo dijo.
―Señora Laurent, ¿Tiene algún problema con mi apariencia? ¿Cree que mi cuerpo es un problema? ―Ava lo dijo en un tono serio y educado, pero por dentro estaba molesta. ―Sí es así, puedo comentarle al señor Hoffmann que…
―Me molesta que te haya contratado sin mi autorización. ―Christine se descargó con ella. ―El club y el hotel, tiene empleados…con presencia. Seamos sinceros, no creo que tú lo tengas. ―Ava no podía creer lo que dijo, fue directa y a la yugular.
―Si le molesta mi contratación, puede discutirlo directamente con el dueño del hotel, señora Laurent. ―Christine salió de la casa azotando la puerta. Ava miró el resto del lugar, buscó la habitación vacía, era grande, tenía grandes ventanas con cortinas blancas, una cama individual y un armario amplio. Alice tenía razón en decir que era demasiado grande el lugar, Ava sonrió y se tiró sobre la cama, hasta la sobrecama olía a flores.
Björn estaba atento revisando una documentación que tenía pendiente, miró el reloj luego su mirada se quedó en la pantalla de la computadora, tocaron a la puerta y cuando miró quien era, se irritó, hizo señas de que pasara, al hacerlo, Christine estaba muy furiosa.
―Necesitamos hablar. ―dijo de inmediato.
― ¿Y ahora? ―dijo de manera indiferente sin dejar de hacer lo que estaba haciendo.
―Si necesitabas una asistente, me hubieras dicho, yo misma hubiese encontrado a una mujer capacitada, ―Björn lentamente con la quijada tensa, miró a Christine. ―Esa mujer no es de las empleadas que reclutamos. No tiene presencia…―Björn la interrumpió.
― ¿Estás cuestionando mis decisiones? ―Christine se quedó callada al escuchar el tono intimidante con el que le habló.
―No, no estoy cuestionando, solo decía que…―Björn se puso se pie de un movimiento.
―Solo dedícate a hacer tu trabajo, Laurent. Si ocupo una opinión, te la pediré, mientras no.
Christine sintió como su cuerpo tembló de la furia, pero lo controló.
―Bien. ―contestó tajante.
― ¿Otra cosa más? Tengo trabajo que hacer. ―ella negó y luego salió de la oficina central.
Björn negó muy molesto, no tenía por qué cuestionarlo, él estaba al mando y no era nuevo en el manejo de las empresas de su familia, él si quisiera se fuera de vacaciones por el resto de su vida, era uno de los billonarios del mundo y el dinero le sobraba, pero para Björn, se obsesionaba mantenerse ocupado en los negocios para así...a sus demonios no despertar.
Ava esperó algo impaciente afuera de la oficina central dónde tenía que verse con su ahora jefe: Hoffmann.―Este es tu uniforme. ―anunció en un tono cargado de frialdad la secretaria. Ava se levantó como un resorte y se acercó a la rubia que estaba llegando al escritorio.―Gracias…―lo tomó y miró la tela, entonces Ava se quedó incomoda al ver la talla del uniforme, “¿Talla S?” “¿Era broma?”― ¿Algún problema? ―preguntó Sussan arqueando una ceja, su rostro mostró diversión oculta, Ava entendió que ella y la francesa se habían aliado.―Bueno, sí. ―hizo una breve pausa mostrándole la etiqueta. ―La talla es pequeña, no me quedará. ―confesó Ava sin mostrar la molestia que había provocado su burla más obvia en su rostro.―Lo siento, pero
Al rato después, los tacones sonaron contra el mármol de piso central dónde se encontraba la oficina de su jefe, sin dejar de caminar, Ava torció su labio al sentir como la falda tipo lápiz, se aferraba a su redondo trasero, Alice se había escapado para poder modificar el único uniforme que le dieron a su amiga, pero sabía Alice, que estaban intentando que renunciara, pero ellos y el resto del hotel, conocían a Ava Elizabeth Gray.Ava se detuvo frente al escritorio de Sussan quién levantó la mirada lentamente y observando el uniforme, se sorprendió al notar que remarcaba bastante la silueta de la mujer, la blusa blanca, se mostró un poco estirada de los botones por sus grandes...atributos. Ava se había recogido su cabello castaño en un moño para intentar verse más arreglada y presentable. “¿Quién andaría con el cabello
Björn caminó hasta su oficina después de escuchar aquella conversación entre Christine y su asistente, por primera vez, había sonreído, pero así como sonrió, se esfumó en segundos aquel gesto, haber escuchado como Christine había intentado intimidar y humillar a su asistente, había decidido hacer algo sin duda alguna, pero antes, tenía que hacer algo.Ya en su oficina y recoger su abrigo, miró el reloj y estaba a punto de salir de la oficina central para ir con su asistente a hacer lo que había pensado al verla en ese uniforme. Sussan, la secretaria de él, tocó la puerta de cristal deteniendo su salida, Björn le hizo señas de que pasara.―Disculpe, señor Björn, la señora Laurent ha dejado lo que le pidió por la mañana.―Bien, gracias. ―luego regresó a su escritorio para d
Después de una tarde-noche agitada midiéndose cada conjunto, cada falda, cada calzado de marcas famosas, Ava entró a la casa dónde ahora estaría viviendo, Alice estaba sentada cenando cereal en el comedor, cuando vio a un par de hombres del hotel cargando bolsas y bolsas de marca, a lo último entró Ava, se le veía la cara de cansancio.― ¡Ava! Wow, ¿Qué es lo que está pasando aquí?―dijo Alice levantándose de su silla, los hombres desaparecieron dejándolas a solas finalmente. Ava se dejó caer en uno de los grandes sillones de la sala.―Mis uniformes. ―Ava dijo finalmente, Alice se acercó y comenzó a mirar el interior de una bolsa, entonces jadeó al ver la caja de zapatos con la marca GUCCI.―Oh, Dios mío, ―susurró sacando unas zapatillas negras de tacón, eran hermosas, discretas y
Björn le hizo señas a Ava para que entrara a la habitación, ella dudó por un momento, ya que era la privacidad de su ahora jefe, pero entró al ver el gesto de irritación por parte de él.Dejó el carro del servicio con el desayuno cerca del gran comedor, luego se enderezó y se pasó las manos por su saco azul marino, tenía nervios por ser su primer día oficial de trabajo como su asistente.Björn se sentó en la silla del gran comedor de la suite, era la habitación más cara y las más elegante del hotel. Se terminó de abrochar la camisa semi abierta, Ava notó que estaba descalzo, "Vaya que tiene bonitos pies. " Ava se aclaró la garganta intentando alejar ese pensamiento que quién sabe desde dónde había salido. Björn la miró.―Toma asiento. ―le señaló la si
París, Francia.Bruno dio un sorbo a su bebida, cerró los ojos saboreando el ardor que se deslizó por su garganta, luego abrió sus ojos para mirar el paisaje frente a él.―Señor Hoffmann, aquí tiene su periódico. ―anunció el ama de llaves de aquel ático. Bruno se giró hacia la mujer ya mayor, luego tomó.―Gracias. ―la mujer negó al ver el vaso de cristal en su mano.―No ha desayunado, señor. ―Bruno presionó sus labios.―Estoy bien. ―luego la mujer desapareció al ver el mal humor de su jefe.Bruno se sentó en el sillón cerca de la ventana de dónde estaba, dejó el vaso en la mesa del centro y se dispuso a leer el periódico. Pero no estaba prestando atención, los reportes que le habían llegado hace una hora por parte de Chri
Björn estaba bajo el agua de la regadera, sus manos abiertas contra el azulejo delante, su cabeza baja y con sus ojos cerrados disfrutando el agua fría. Escuchó a lo lejos el celular, era una notificación de mensaje. No se inmutó siquiera en apurarse a ver quién era quien lo estaba molestando, descartó mentalmente, Oscar no era, si fuera algo urgente, llamaría de inmediato, su padre y Bruno eran igual. La intriga comenzó a carcomer poco a poco hasta que maldijo entre dientes y cerró la llave del agua fría, tomó una toalla y se cubrió para salir, las huellas de sus pies húmedos, dejaron un camino contra el mármol.Tomó el celular que tenía cargando en la mesa de noche y abrió el mensaje, era de Thomas, su nuevo jefe de seguridad:“La señorita Gray y dos empleadas más van al club. ¿Quiere que proceda a retirarlas? “B
Christine miró a Björn en silencio casi a punto de explotar.―Deberías de entrar a la subasta, podrías encontrar algo que te llame la atención. ―el tono que usó Christine estaba vestido de sarcasmo, Björn negó mirando la pantalla de su celular, en espera de algún mensaje o llamada. ― ¿No quieres entrar?―insistió Christine.―No. Nunca me han llamado la atención las subastas. Ya tengo todo lo que quiero. ―dijo levantando la mirada a la mujer frente a ella. ―Y no necesito nada más.―Esta es una muy especial. Pero bueno, tú te lo pierdes. ―Christine sonrió y se giró para caminar a uno de los salones dónde estaba la subasta. Björn llamó a Thomas pero este no contestó, insistió de nuevo, no era de su agrado ese lugar, prefería manejar el hotel, el club se le hacía bastante oscuro, ya ten&ia